Aguerridos policías de Connecticut y otras historias
Los trumpistas en el congreso se divierten
Incluso en Estados Unidos la política frena un poco en verano. El congreso empezará sus vacaciones a finales de julio y la mayoría de estados han terminado su periodo de sesiones, así que hoy tocará hablar de un par de noticias sueltas. Antes de empezar, sin embargo, permitidme hacer una pequeña pausa para la publicidad.
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Sí, un libro. Sobre política americana. Sale Richard Nixon. De momento tengo sobre dos tercios largos escritos, aunque falta editar y pulir bastantes cosas. Os tendré al día con las fechas - especialmente a los subscriptores, que podrán leer cositas antes que nadie.
La heroica policía estatal de Connecticut
Allá por el 2013, los departamentos de policía del estado de Connecticut (hay más de un centenar de ellos) empezaron a enviar sus bases de datos sobre detenciones de tráfico a una agencia independiente. Esas cifras fueron analizadas por varios expertos, que estudiaron cuidadosamente utilizando una metodología muy bien diseñada si había desigualdades significativas en las actuaciones de los agentes por motivos raciales.
Para sorpresa de absolutamente nadie con piel oscura y carnet de conducir, la respuesta es que sí, obviamente, claro que sí, lo hacían. La probabilidad de que te dieran el alto por una infracción real o imaginaria era mucho mayor si eras negro y significativamente mayor si eras hispano. Los conductores negros e hispanos, además, tenían una probabilidad mucho menor de que les dejaran marcharse con una simple advertencia, y acababan siendo multados mucho más a menudo por las mismas infracciones. El sesgo racista era cómicamente alto en algunos departamentos de policía de suburbios ricos, pero también aparecía en las ciudades. Connecticut es un estado muy segregado (no son racistas, “pero”) así que obviamente la policía del estado era a menudo racista.
Ante esas revelaciones, muchos departamentos prometieron hacer las cosas mejor e implementar reformas, y, a decir verdad, las cosas han mejorado en bastantes sitios. Uno de las agencias que peores datos tenía en el estudio del 2014 resultó ser la policía estatal, que son los que se encargan de vigilar el tráfico en las autopistas estatales e interestatales. Su programa de “reformas” ha sido un tanto peculiar.
Todo empezó el año pasado, cuando el CT Post descubrió que en el 2018 cuatro policías estatales se habían dedicado durante años a crear cientos de multas de tráfico falsas. El motivo, dicen, era aparentar que eran la mar de productivos y capaces, ganándose el favor de sus superiores, pagas extra, y ascensos. Dos de los policías, cuando fueron pillados, optaron por jubilarse, y vivían felizmente con una pensión de $70.000 al año (sí, las pensiones policiales son muy generosas). Los otros dos fueron suspendidos dos y diez días, y transferidos a otra unidad, pero seguían en el cuerpo. Uno de ellos fue detenido al poco tiempo por estar cobrando una pensión de minusvalía de la policía estatal mientras trabajaba en un negocio que tenía aparte. Sigue en la policía, cobrando $109.000 al año, mientras espera juicio.
Lo que vino después fue predecible. Escándalo, ruido, legisladores pidiendo investigaciones y auditorías. Como siempre que hay un escándalo en la policía, el sindicato del cuerpo se puso así muy, muy de perfil e insistió que las pensiones eran completamente legales y que el convenio no permitía despedirles. Los republicanos no dijeron gran cosa porque eso de atacar a la policía es de comunistas y esto es Connecticut y nadie les hace puñetero caso. El gobernador prometió una auditoria independiente.
Los resultados se hicieron públicos hace unos días. Resulta que no eran cuatro policías los que estaban creando multas de tráfico falsas, y que no eran 500 ó 600 invenciones. Utilizando la estimación más conservadora posible, los policías estatales como mínimo falsificaron cerca de 26.000 multas de tráfico, y es muy posible que la cifra se acerque a los 60.000. Más de 300 policías tenían denuncias falsas. La unidad donde los cuatro policías fueron cazados en el 2018 dejó la práctica tras ser descubiertos, pero el resto del cuerpo siguieron inventándose infractores alegremente.
Lo más cómico, y alarmante, de todo este asunto eran los datos demográficos de todas esas multas falsas. La auditoria descubrió que los infractores ficticios eran desproporcionadamente blancos no hispanos. Los datos de multas y detenciones reales, mientras tanto, seguían mostrando la misma alegre y dicharachera tendencia a la discriminación racial de siempre. Es más: los investigadores tenían motivos para sospechar que los datos de detenciones reales estaban también parcialmente falseados, y no incluían datos raciales en un porcentaje considerable de casos.
Todo parece indicar que casi una cuarta parte de los 1.301 agentes del cuerpo estaban inventándose multas. Y lo estaban haciendo para hacer que la policía estatal pareciera ser menos racista de lo que es realmente.
La reacción ha sido… ¿encogerse de hombros? El gobernador ha dicho que lanzarán una investigación (otra más) y que no está claro que lo hicieran aposta. El jefe de la policía estatal ha señalado que la auditoría indica que el número de multas falsas ha ido disminuyendo en años recientes, y eso quiere decir que están arreglando el problema. La verdad, a mi me parece que si en un departamento de policía hay entre un dos y un cuatro por ciento de multas ficticias y un porcentaje similar de datos erróneos alguien tenía que saber que estaba pasando, y más cuando en algunas unidades esas cifras se acercan, en la estimación más conservadora posible, al diez por ciento. Pero bueno, quizás es que la policía estatal de Connecticut son así de lerdos. Tampoco me sorprendería demasiado.
Por cierto, uno de los policías que seguía empleado tras el escándalo del 2018 se jubiló hace un par de años con una pensión anual de $83.500.
MAGA devorando a su hijos
Supongo que os acordaréis de Marjorie Taylor Greene, esa divertida congresista de Georgia que creía, entre otras cosas, que los incendios forestales de California habían sido provocados por láseres orbitales controlados por los judíos.
En el partido republicano actual, decir esta clase de sandeces te convierte en una estrella, y la buena de Marjorie se ha convertido en una voz influyente en la órbita trumpista-lisérgica del GOP. Esta mujer es una especie de pararrayos capaz de atraer todas las ideas espantosas posibles, incluyendo cosas como pedir que Estados Unidos salga de la OTAN esta semana. Porque, obviamente, cree que Putin tenía razón en invadir Ucrania.
Dada su enorme visibilidad y capacidad de recaudar montañas de dinero, MTG ha ganado cierta influencia dentro de la cámara de representantes. Kevin McCarthy, el sufrido Speaker de la mayoría republicana, suele hablar y negociar cosas con ella, y fue una de las personas que estuvo más involucrada en conseguir los votos dentro del partido para subir el techo de la deuda.
Esto de tener poder e influencia parece haber ofendido a varios miembros del Freedom Caucus, ese grupito de 30-40 nihilistas que llevan torturando a McCarthy desde el mismo momento en que intentó ser nombrado Speaker. Resulta que esto de extraer concesiones y tiranizar a tus compañeros de partido no es lo bastante hardcore para los verdaderos creyentes de la ideología MAGA, y más cuando MTG se dedica ocasionalmente a pelearse a gritos con sus compañeros.
Así que decidieron purgarla. En una votación interna, el Freedom Caucus gritó libeeeertaaaad y la echaron por progre vendida neoliberal pagafantas del poder, o algo parecido. O quizás no, porque si algo tiene el Freedom Caucus es que nadie habla sobre el Freedom Caucus. Nadie sabe cuántos miembros tiene, y no está claro de que tuvieran los votos para echarla. O quizás sí. Nadie está del todo seguro. Ella dice no saber nada.
De momento tenemos una deliciosa serie de teorías más o menos conspirativas sobre los motivos por los que ha sido expulsada (o no) del caucus, sus odios y guerra con Lauren Boebert, y la naturaleza real de la libertad, entendida de la forma más estúpida posible. La hipótesis más creíble, aunque tiene bastante de kremlinología, es que MTG se dedicaba a contarle a McCarthy las discusiones y debates que tenía el grupo a puerta cerrada. Fuera cual fuera el motivo, la simple realidad es que MTG ya no era lo suficiente radical para ellos, y eso era motivo suficiente para echarla.
Si os preguntáis a qué se dedican los montañeses del Freedom Caucus estos días, esta semana están bloqueando el presupuesto del Pentágono quejándose de que es demasiado woke.
Bola extra: buscando donantes
Doug Burgum es el gobernador republicano de Dakota del Norte, y quiere ser presidente de los Estados Unidos. El problema para Doug es que no le conoce nadie fuera de Dakota del Norte, así que necesita ganar visibilidad cuanto antes. Para remediarlo, quiere estar en el debate de presidenciables republicanos el mes que viene.
El partido republicano ha establecido como requisito para poder participar en los debates que el candidato haya recibido donaciones de al menos 40.000 personas. Es difícil recaudar dinero cuando no te conoce casi nadie, así que Burgum, aprovechando que es multimillonario, ha adoptado una estrategia innovadora: los primeros 50.000 donantes que den al menos $1 a su campaña recibirán una tarjeta regalo por valor de $20. Es decir, literalmente va a comprar donantes.
Incomprensiblemente, esta maniobra parece ser perfectamente legal. Burgum está en su derecho de fundirse casi un millón de dólares en este invento (le sobra el dinero - es uno de los gobernadores más ricos del país) si eso le hace feliz. Si el hombre tiene perversiones extrañas, bueno, cada uno es cada uno. Qué le vamos a hacer.
La política americana es un sitio muy, muy, muy extraño.
Hola Roger. ¿Tienes algo escrito sobre cómo se entra en las diferentes policías? Creo recordar que hay academias locales y estatales. Un saludo.