Algo parecido a vacaciones
Los americanos y su tiempo libre, universidades elitistas, golpes de estado, y malos centristas
El semi parón veraniego
Llevo dieciséis años trabajando en Estados Unidos. Creo que nunca he acabado un año tomando todos los días de vacaciones que tenía.
El verano en Estados Unidos es un poco territorio de nadie. Al contrario que sucede en Europa, el país no cierra en agosto. Aquí no hay eso de cuatro semanas de vacaciones por ley para todo el mundo, así que cada uno se toma tiempo libre cuando buenamente puede.
Quienes sí paran en verano son los colegios. Aunque cada estado (y cada distrito escolar) tiene un calendario escolar separado, la mayoría de los colegios están cerrados entre mediados de junio y finales de agosto. Eso hace que las familias con hijos, si se van de vacaciones a alguna parte, suelan hacerlo durante los meses de verano. Como no hay un parón completo y poca gente tiene cuatro semanas completas de vacaciones, sin embargo, nadie se toma todo un mes, así en el trabajo siempre estás a medio gas, porque siempre falta alguien unos días, pero casi nadie es al mismo tiempo. No trabajas menos, pero trabajas peor.
Los americanos tienen una relación extraña con su tiempo libre. A la ya de por sí reaccionaria falta de legislación sobre vacaciones se suma esta aparente de libertad de que cada uno se toma días libres cuando quiere, en vez de todo el país al unísono. Lo que acaba sucediendo es que la gente simplemente no se va; dado que nunca se para del todo, cuando te tomas unos días libres eres el único (o uno de los pocos) que estás fuera. Casi te sabe mal irte, porque es muy visible que no estás, así que la gente suele tomar menos vacaciones de las que debería.
Resulta que en esto de no tomar tanto tiempo libre como debería disto mucho de ser una excepción: los americanos son muy, muy, muy reacios a tomar vacaciones. Hay multitud de estudios y estadísticas que señalan que no sólo no se toman los días que tienen (dejando un tercio sin usar), sino que además la tendencia, prepandemia, era irse cada vez menos. Mi sensación, subjetiva pero creo que no descabellada, es que el no tener el “cerrados por vacaciones” tiene mucho que ver con esta tendencia a trabajar más de la cuenta. Es otra de esas pequeñas diferencias institucionales que parecen inofensivas, pero que a la práctica hacen que en este país se trabaje demasiado.
Lo divertido en todo este asunto es que algunas empresas y ONG progresistas intentaron cambiar esta tendencia ofreciendo a sus trabajadores vacaciones ilimitadas. Esto es, uno puede tomarse tantos días libres como quiera, sin tener que dar explicaciones a nadie. Mientras haga su trabajo, nadie le pondrá pegas. El resultado, sin embargo, fue el opuesto: en las empresas con vacaciones ilimitadas la gente se toma menos días de vacaciones. El currela medio no quiere ser “el que nunca está”, porque como cada uno se toma días libres cuando quiere, tus ausencias son muy obvias. Así que nadie se va.
Hace un par de años, cuando los trabajadores de WFP nos sindicamos, una de las cosas que pedimos de forma explícita fue eliminar el sistema de vacaciones ilimitadas. No sé lo que dirán las cifras en los últimos meses, pero yo me tomo días libres mucho más tranquilo.
Bolas extra:
Esta es una de esas semanas de noticias donde han pasado muchas cosas relativamente importantes, pero que no dan para un artículo entero. Aquí un repaso.
El elitismo que no cesa
Las universidades de élite americanas tienen una tradición conocida como legacy preference, o “preferencias de legado”, consistente en dar prioridad en sus procesos de admisión a los hijos de ex- alumnos. En Yale, por ejemplo, un 14% de estudiantes de primero de carrera serán descendientes de licenciados de la misma universidad. Teniendo en cuenta que menos de un cinco por ciento de los que quieren entrar lo consiguen, esta cifra chirría enormemente.
Esto es, por supuesto, increíblemente regresivo. Los licenciados de Yale son mucho más ricos que el americano medio, así que facilitar la entrada a los legacy no deja de ser un sistema de perpetuar una clase social. Es como affirmative action, la política de dar más puntos a estudiantes de color, sólo que para millonarios.
Paradójicamente, es muy probable que el supremo de los Estados Unidos declare las cuotas para minorías inconstitucionales el año que viene - y con ello también haga que la legacy preference sea contraria a la ley. En este artículo del NYT explican como Yale y otros antros parecidos están atrapados en la contradicción estos días de defender affirmative action por motivos de justicia y equidad, y a la vez defender legacy preference porque… bueno, les conviene para atraer donaciones.
Nunca te fíes de una ONG sin ánimo de lucro que tiene un patrimonio de 42.300 millones de dólares.
Los americanos están un poco hartos
En un sondeo reciente, un 58% de americanos dice que el sistema político no funciona y necesita grandes cambios. El problema es que el país no está de acuerdo en qué es lo que está roto; los republicanos dicen que es porque las elecciones están manipuladas y no son de fiar (un 61% creen que Trump ganó las elecciones), mientras que los demócratas están hartos de que su voto no sirva para nada y que el congreso sea incapaz de aprobar legislación alguna.
En el mismo sondeo, Biden está a un 33% de aprobación, sólo un 13% dice que el país va por buen camino, un 64% de demócratas no quieren que vuelva a presentarse… pero en unas hipotéticas elecciones contra Trump, Biden se impondría 44-41.
El presidente será impopular, pero Trump es tóxico.
Lo triste, por cierto, es que si Biden ganara en el 2024 por tres puntos es muy, muy, muy probable que perdiera el colegio electoral. En el 2020, ganó por 4,4 puntos. Si Trump hubiera reducido el margen 1,2 puntos, hubiera ganado Pensilvania y las elecciones. Los demócratas necesitan ganar por cuatro puntos para estar tranquilos.
Los peores centristas del mundo
Los demócratas siguen negociando entre ellos otro paquete de medidas para aprobar antes de las elecciones. Tras meses de decepciones, Biden y los líderes del partido se habían resignado a que Joe Manchin dictara el contenido de la ley, que incluiría un paquete para reducir el desorbitado coste de los medicamentos, mantener las subvenciones a seguros médicos a niveles actuales, subir los impuestos a los ricos y empresas un poco (eliminando parte de la rebaja fiscal de Trump), y medidas para combatir el cambio climático.
En una de esas semanas en que los líderes demócratas hacen todo lo posible para dar la razón a esos votantes demócratas profundamente decepcionados con el sistema político, el partido la ha vuelto a pifiar.
Primero fue Josh Gottheimer, un representante por Nueva Jersey que es un cretino integral y que lleva toda la legislatura saboteando la agenda de Biden, quien amenazó con bloquear cualquier subida de impuestos en la cámara de representantes. Un ratito después, el emperador de todo el mundo conocido Joe Manchin decidió que mira, ahora lo de subir impuestos ya no le apetecía. Quiere hacer seguros y medicamentos, pero nada de salvar el planeta o molestar a los ricos con una subida fiscal. Los centristas demócratas llevan meses quejándose de que el “radicalismo” del partido hará que pierdan las elecciones y que es hora de aprobar leyes prácticas y populares. A los diez minutos, estos mismos centristas están torpedeando esas leyes prácticas y populares.
Subir impuestos a los ricos es increíblemente popular en los sondeos, por cierto, y algo que todo el partido lleva prometiendo hacer desde hace años. Ahora, de repente, les da miedo. Es desesperante.
Gottheimer es el mal, volumen II
Desde hace años la ciudad de Nueva York está preparándose para implementar una tasa de congestión, básicamente un peaje para entrar en coche a Manhattan. Aunque todas las leyes están aprobadas, el proyecto lleva encallado desde hace meses en una declaración de impacto ambiental federal, porque el inevitable colectivo de troll con abogados ha obligado que un proyecto que reducirá la contaminación y el tráfico en la ciudad sea analizado como si fuera un vertedero de residuos nucleares.
Pero Gottheimer representa a Nueva Jersey, y el hombre es imbécil, y ese retraso no le parece suficiente. Así que quiere meter una enmienda en una ley obligando al gobierno federal a hacer un estudio de impacto económico para retrasarlo aún más. El dinero de los peajes, por cierto, irá íntegramente a financiar transporte público, así que es literalmente un impuesto sobre ricos con coche para mejorar el metro para el resto de la ciudad. Pero hay que estudiarlo más.
Golpes de estado
Sí, John Bolton realmente dijo que ha montado golpes de estado por el mundo en CNN, así en voz alta.
Cosas extrañas en el servicio secreto
El servicio secreto, la agencia que se encarga de la seguridad del presidente de los Estados Unidos, borró todos los mensajes de texto enviados en teléfonos de la agencia el cinco y seis de enero del 2021. Según ellos, fue debido a un “cambio de dispositivos”. Según el inspector general que vigila la agencia, el borrado sucedió después de que recibieran órdenes por parte del inspector general de que les enviaran todas las comunicaciones y mensajes internos de la agencia como parte de la investigación del ataque al Capitolio.
En condiciones normales, uno diría que esto es una pifia incomprensible, pero una pifia, al fin y al cabo. El servicio secreto bajo Trump, sin embargo, era una agencia un tanto peculiar. Trump nombró a Tony Ornato, uno de sus escoltas, como asesor en la Casa Blanca, y la agencia no parecía estar muy por la labor el día del golpe. Fueron ellos los que querían sacar a Mike Pence del capitolio, algo que hubiera retrasado la votación certificando la victoria de Biden.
Hay gente que lleva diciendo desde hace meses que Pence sospechaba que el servicio secreto no quería llevárselo por motivos de seguridad, sino por otros motivos. Que los mensajes se esfumen de esta manera es un poco extraño.
Trolleando primarias
El American Israel Public Affairs Committee, o AIPAC, es el principal lobby proisraelí en Estados Unidos. Tradicionalmente, AIPAC era un grupo que, aunque se metía en política con entusiasmo, no era partidista; apoyaban o criticaban a los dos partidos más o menos igual.
Este año, sin embargo, AIPAC está operando de forma completamente distinta. No sólo se han convertido en un grupo casi completamente alineado con el partido republicano, sino que se están gastando montañas de dinero en primarias demócratas, intentando cargarse cualquier candidato que sea remotamente progresista. Pero a AIPAC no la crítica nadie, porque ya se sabe qué pasa cuando se critica a Israel demasiado.
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