Esta va a ser una semana, me temo, de boletines breves. Para empezar, mañana martes son las primarias demócratas aquí en Connecticut, así que como os podéis imaginar estoy la mar de ocupado; llevo varias semanas trabajando sin parar. Si tengo tiempo escribiré algo una vez pase todo el jaleo sobre nuestra estrategia, batallitas, y resultados, que (como de costumbre) será para suscriptores para evitarme demasiados problemas.
El segundo inconveniente realmente no lo es tal; el jueves volamos a Barcelona a pasar una semana larga de vacaciones. Eso significa que tendré que acabar otros artículos antes que salen en otros sitios (tanto por trabajo como uno de ferrocarriles para VP) y no sé si estaré para escribir nada demasiado largo. La convención demócrata me pillara por desgracia en España, y os garantizo que no me voy a levantar a las tantas de la madrugada para ver discurso alguno. Como de costumbre, suspenderé las suscripciones mientras estoy recargando baterías.
Dicho todo esto, pasemos a un par de historias divertidas sobre las presidenciales.
Malvados espías robando documentos
Ayer sábado Politico revelaba que un presunto hacker les había filtrado documentos internos de la campaña de Trump. Entre los archivos se encontraban informes sobre los potenciales vicepresidentes evaluados por Trump, incluyendo J.D. Vance, estrategia interna, y documentos legales. La historia confirmaba un aviso publicado por Microsoft sobre los intentos de Irán por infiltrar los sistemas de uno de los candidatos, que todo el mundo asumió inmediatamente que era Trump. Poco después, el NYT también anunciaba haber recibido esos documentos.
Y… esto es todo. Nadie ha publicado nada más.
Supongo que recordaréis cómo, hace ocho años, los servicios de inteligencia rusos lanzaron un ataque informático similar contra la campaña de Hillary Clinton. Los documentos robados realmente no eran gran cosa; esencialmente un montón de correos electrónicos de John Podesta, uno de sus asesores. Los rusos los subieron a Wikileaks el mismo día en que se hizo pública la cinta de Access Hollywood, ese video en el que Trump alardea de meter la mano en el coño a mujeres al azar.
La reacción de los medios entonces fue muy distinta. Politico creo un blog específico para cubrir los emails de Podesta, con actualizaciones constantes según Wikileaks iba sacando documentos. El NYT tuvo una historia tras otra sobre las revelaciones de esos correos, que resultaron ser una montaña de chismorreos sin puñetera importancia. El goteo acabó más o menos fusionándose con la otra historia sobre correos electrónicos de la campaña, ese servidor privado de Clinton (que nunca tuvo nada importante) durante su época de secretaria de estado. Fue una contribución pequeña, pero significativa, a que durante esa campaña presidencial se hablara sobre her emails sin descanso hasta la misma semana de las elecciones. Como explico en cierto libro que ya deberías conocer, fue probablemente uno de los factores determinantes en la derrota de Clinton.
La campaña de Trump en el 2016 utilizó las filtraciones de Wikileaks con entusiasmo. El mismo Trump llegó a pedir en un discurso que los rusos hackearan más fuerte, a ver qué encontraban; su estrategia era esparcir mierda, y la obsesión colectiva de la prensa con los emails les iba estupendamente bien. Ayer, sin el más mínimo sentido de la ironía, proclamaban que cualquier medio de comunicación que divulgue esos documentos robados está actuando al servicio de los enemigos de América, y los medios, por ahora, les han hecho caso.
Es una decisión, como mínimo, un tanto peculiar. Desde los Pentagon Papers la prensa americana no ha tenido reparo alguno en publicar documentos robados si sus contenidos merecían la atención del público. En el 2016, con Wikileaks, siguieron con esta tradición. Este año, el NYT ha decidido que la noticia no son los documentos, sino especular sobre las motivaciones de que Irán o algún otro estado haya decidido revelar documentación interna sobre Trump.
Es realmente un cambio la mar de interesante, sin que nadie haya anunciado un cambio de criterio editorial ni en Político ni en el Times. Quizás no hubiera nada interesante en todos esos archivos, o quizás no han conseguido confirmar que son reales. Quizás le tienen miedo a Trump. No han dado explicaciones.
Si el hackeo es real, supongo que los iraníes enviarán los archivos a medio país, y alguien los acabará publicando. La historia, en todo caso, no deja de ser curiosa.
Sondeos: Harris va bien
Mi gráfico favorito de esta semana es este del Financial Times, recogiendo datos sobre sus sondeos estas presidenciales. La pregunta es muy simple: ¿quién creen que será mejor gestionando la economía, Donald Trump o el candidato demócrata?
La respuesta consistente ha sido durante meses Donald Trump. En Julio, Biden estaba notoriamente por detrás del candidato republicano. En el sondeo de noviembre, sin embargo, un porcentaje considerable de votantes que decían “ninguno de los dos” han cambiado de opinión y respondieron Kamala Harris, hasta el punto de ponerla por delante.
Como he repetido decenas de veces, la economía americana va excepcionalmente bien; el paro está en el 4,3%, la inflación ronda el 2,5%, la economía está creciendo, los salarios son más altos, y las desigualdades están disminuyendo. Es posible que tengamos una cierta ralentización estos días, pero los tipos de interés están relativamente altos; la Reserva Federal tiene mucho margen para mantener el ritmo abaratando el crédito. Harris es la vicepresidenta de Biden y es, como el presidente, una demócrata bastante convencional. Su política económica no será demasiado distinta, básicamente porque ha funcionado muy bien.
Lo que estamos viendo, creo, es el final de un cierto “efecto tapón” de Biden en los sondeos. Los votantes creían que Biden era viejo, y eso dominaba todas las percepciones sobre la campaña y su administración. Substituirlo por un demócrata genérico como Harris ha eliminado ese filtro de percepción en un porcentaje considerable del electorado, poniéndola por delante en los sondeos, tanto a nivel nacional como en estados clave.
Ayuda muchísimo, sin duda, el hecho de que Trump está teniendo unas semanas horribles no de campaña, sino como candidato. Tanto Axios como el NYT tenían dos artículo largos sobre todas las idas de la olla y los nervios en su equipo, aterrados de que han perdido entre cinco y seis puntos en los sondeos en tres semanas tras meses por delante.
El expresidente lleva una temporada especialmente errático. Sus dos interacciones con la prensa recientes han generado titulares espantosos; primero acusando a Harris de “no ser negra de verdad”, y después pasándose una rueda de prensa entera insistiendo que sus mítines tienen más espectadores que los de Martin Luther King. Empeorando las cosas, apenas está participando en eventos; la semana pasada sólo tuvo un mitin en Montana, un estado que ni siquiera es competitivo en las generales, para ayudar a un candidato al senado y recaudar dinero en un acto para donantes a puerta cerrada después.
Todas las campañas tienen al menos un ciclo o dos donde meten la pata y aparecen reportajes llenos de asesores anónimos preocupados. Trump tuvo unos quince el 2016, con su campaña implosionando dos veces por semana. Viéndole hablar estos días, no obstante… el hombre parece viejo y perdido. Cuando el contraste era con Biden, que estaba mucho más viejo, no parecía ser una vieja gloria de los ochenta diciendo cuñadeces, pero ahora es bastante más obvio.
Pero…
Los demócratas tienen motivos para ser mucho más optimistas hoy que hace un mes, sin duda. Pero, antes de ponernos eufóricos, es obligatorio recordar lo siguiente:
Estamos aún en plena luna de miel con un candidato nuevo y sin definir. Es posible que muchos votantes estén proyectando lo que quieren ver en Harris, y que haya regresión a la media en 2-3 semanas.
La identificación partidista es una droga durísima, y eso significa que Trump tiene un suelo altísimo (43 ó 45 puntos, casi seguro) y Harris tiene un techo que le costará muchísimo superar (48-50). En Estados Unidos ganar unas presidenciales por más de cinco puntos es casi imposible.
Harris tiene que ganar como mínimo por dos puntos a nivel nacional para ser un poco favorita en el colegio electoral. Es muy posible que necesita ganar por tres para estar segura de su victoria. Es un margen más reducido que Biden (que a pesar de sacarle 4,5 puntos a Trump estuvo a un tris de perder el colegio electoral) pero sigue siendo un problema grave para los demócratas.
Los sondeos en las presidenciales suelen fallar por 2-3 puntos, y la dirección de este error es impredecible. Harris, dos puntos por encima, está dentro de la franja de resultados donde es más probable que pierda. Todo lo que no sea un +4 o +5 es para poner velas a santos y rezar intensamente.
No sabemos si la tendencia de los sondeos, con Harris ganando 1,5-2 puntos cada semana, se mantendrá o no. No sabemos si la convención de la semana que viene movilizará más a los demócratas. No sabemos qué sucederá en el debate. Quizás los sondeos se muevan más hacia los demócratas, quizás no. Las elecciones, por ahora, pintan mucho mejor para Harris que para Biden hace un mes, que las tenía perdidas.
Pero queda mucho, mucho, mucho partido.
Vamos a sudar mucho, vamos.
El libro me pareció muy ilustrativo e interesante
Roger, cual es el precio de renovación de la suscripción? Mi cuenta dice una cosa pero el chatbot dice otra.