Cara y cruz del partido republicano
El más disfuncional de los partidos políticos y sus estrategias
Esta semana hay dos historias paralelas con el partido republicano en el centro que parecen venir de dos planetas completamente distintos. En una, el GOP actúa como una máquina disciplinada y funcional perfectamente ajustada para maximizar su poder político. En otra, los republicanos son una banda de inútiles tal que me hace dudar que sean capaces de usar cuchillo y tenedor sin ayuda externa.
El GOP funcional: jueces
El principal motivo de alegría de los demócratas tras las elecciones legislativas de noviembre fue que iban a mantener el control del senado. No porque pudieran aprobar leyes, con la cámara de representantes en manos del GOP, pero al menos sí podrían confirmar jueces federales, poniendo un contrapeso, aunque fuera parcial, a la cohorte de chiflados nombrados por Trump.
El procedimiento para confirmar jueces federales requiere habitualmente cuatro pasos. Primero, el presidente nomina alguien para ocupar una vacante. Segundo, los senadores que representan ese estado ofrecen su opinión por escrito sobre el candidato, lo que en jerga legislativa de la cámara alta llaman el “blue slip”. Tercero, el nominado comparece ante el comité judicial del senado, que vota si pasa la nominación al pleno. Cuarto, el pleno del senado aprueba la nominación por mayoría.
Los demócratas, en su espléndida ingenuidad, tienen la costumbre de dar mucha importancia a los blue slips. Si un senador presenta objeciones a un candidato, el comité no suele ni siquiera iniciar el proceso y llamarle a comparecer. Los senadores republicanos, por supuesto, suelen encontrar excusas para retrasar o no presentar sus informes ahora que Biden está en la Casa Blanca, frenando los nombramientos tanto como sea posible. Cuando Trump o Bush estaban en la Casa Blanca, McConnell y sus muchachos simplemente ignoraron la costumbre de los blue slip por completo, aprobando nombramientos a destajo. Lo del desarme político unilateral es una obsesión demócrata.
Aparte de la oleada de objeciones estúpidas a las que se enfrentan los nominados de Biden, la Casa Blanca se ha topado con un problema adicional: la gerontocracia del senado. Dianne Feinstein, senadora por California de 89 años de edad, está enferma con herpes, y hace meses que no se pasa por la cámara. Aunque tienen suficientes votos sin ella en el pleno, por desgracia Feinstein forma parte del comité judicial del senado, y su ausencia deja a los demócratas sin mayoría.
Tras dos meses sorbiéndose los mocos sin poder confirmar a nadie, los líderes de la cámara se han dado cuenta al fin que Dios sabe cuándo volverá a Washington esta buena señora, así que se han planteado sustituirla. Cambiar la composición de cualquier comité, aunque sea de manera temporal, exige la aprobación del pleno de la cámara, y para que la moción sea aprobada es necesario un debate previo.
Si recordáis nuestro viejo amigo el filibuster, cerrar ese debate requiere 60 votos, o, dicho en otras palabras, necesita del consentimiento de al menos una decena de senadores republicanos. La respuesta del GOP, obviamente, ha sido “no”.
Dianne Feinstein es, desde hace varios años, alguien a quien se le olvidan cosas, habla con gente que no está en la habitación y en general no decide nada sin ayuda de su equipo (cof cof cof cof), así que la opción obvia y evidente si no puede volver al senado (no puede) es que dimita. La idea entonces es que Gavin Newson, gobernador demócrata de California, nombraría un sustituto, y Schumer, líder demócrata en el senado, podría asignar a otro miembro del partido al comité.
Adivinad cuántos votos necesita Schumer para aprobar ese nombramiento, y qué han dicho algunos republicanos sobre el tema.
Para empeorar aún más las cosas, el comité judicial del senado quería empezar a investigar las noticias de que Clarence Thomas, uno de los jueces conservadores del supremo, ha recibido millones de dólares en regalos de un megamillonario republicano llamado Harlan Crow, sin declarar un duro. Esto, aparte de ser épicamente ilegal e indignante, es algo que parece no ser denunciable en ningún sitio, ya que los jueces del supremo viven más allá del bien y del mal (en serio - no hay recurso legal alguno). Sólo el congreso puede investigar o disciplinar esos jueces (vía impeachment). El comité con jurisdicción para empezar a hacer pesquisas es el el comité judicial del senado, y… bueno, os podéis imaginar cuántos senadores del GOP van a votar a favor de ello. Exacto.
Este es el partido republicano en el senado de toda la vida: disciplinado y competente, siempre dispuesto a hacer el mal.
El GOP inútil: las primarias presidenciales
Permitidme recordar, ahora que volvemos a las primarias republicanas, una cifra: 25%. Eses es el porcentaje de votantes del país que ven de forma favorable a Donald J. Trump, ex-golpista, sospechoso e imputado en media docena de investigaciones federales y estatales, y político incompetente que ha hecho que su partido pierda tres elecciones seguidas. Veinticinco.
Este es el estado actual de las primarias republicanas, según 538:
Trump va líder destacado, rozando el 50% del voto. Ron DeSantis, gobernador de Florida y en teoría la gran esperanza (muy) blanca para sucederle al frente del partido, anda por 26%. La tendencia en las ultimas semanas es además clara y obvia, con Trump ganándole terreno en todos los sondeos.
Es francamente impresionante. Las bases republicanas adoran a Trump, pero el ex-presidente es absolutamente radioactivo para el electorado en general. Un 25% de aprobación es más o menos la que tenía Richard Nixon justo después de dimitir de su cargo. En un país donde nadie se pone de acuerdo en nada, Trump consigue unir a tres cuartas partes del país. Ante un candidato así, el GOP parece completamente incapaz no ya de competir con él en los sondeos, sino de presentar a alguien mínimamente competente.
¿Eso que decía sobre DeSantis que se hablaba mucho sobre él, pero que me parecía mucho menos impresionante cada vez que le escuchaba hablar? Bueno, no iba desencaminado. Durante las últimas semanas, Ron se las ha arreglado para meterse en todos los charcos políticos que se ha topado por el camino, apañado para crear algunos nuevos donde enfangarse, todo ello mientras defendía a Trump cuando era acusado de delitos.
Dos ejemplos. Recordaréis, hace unos días, la ridícula, patética guerra que DeSantis se había arreglado para perder metiéndose con Disney y sus abogados (varias veces). En vez de hacer lo más prudente, que era cantar victoria e intentar olvidar todo este triste espectáculo, el buen hombre ha seguido con su particular Jihad contra la empresa con más empleados de su propio estado, amenazándoles con subirles los impuestos, poner un peaje en la carretera de acceso al parque, o construir una cárcel al lado. La pasada de frenada ha sido tal que ha acabado por llevarse una tunda de otros republicanos, diciéndole que ya vale esto de meterse con una empresa privada, y qué clase de capitalismo es este. Entre sus críticos, y celebrando la paliza que le está metiendo Disney, está Donald Trump.
Mientras andaba perdiendo contra un parque temático, el estado de Florida aprobaba una ley que restringe el derecho al aborto a las seis primeras semanas de gestación, es decir, antes de que muchas mujeres sepan que están embarazadas. Un 75% de votantes de Florida se oponen a la medida, incluyendo un 61% de republicanos, y los sondeos son aún peores a nivel nacional. Esta es la clase de ley que está llevando a candidatos republicanos por todo el país a pegarse morrazos electorales tremendos, que sólo gusta al ala más ultra del partido. Esta ley quizás tenga sentido en unas primarias republicanas, pero es poco menos que suicida en unas generales.
Buena suerte convenciendo a las bases del partido que te voten porque Trump no puede ganar en noviembre porque eres más antiabortista que él, cuando fue Trump y sus nombramientos en el supremo lo que permitieron que aprobaras esa ley.
Los compañeros de partido de DeSantis se han dado cuenta que su campaña no va del todo bien. Esta semana la prensa va llena de artículos sobre cómo DeSantis no puede ganar, lo inútil que es, y como congresistas de Florida están apoyando a Trump. Ya le están empezando a llamar “Ron!”, recordando uno de esos grandes momentos de otro favorito de Florida:
Hay una campaña más o menos obvia que puede derrotar a Trump en las primarias: atacarle, sin parar, diciendo que no puede ganar las generales. El tipo ha perdido tres elecciones, tiene una montaña de problemas judiciales y está obviamente chiflado. No puede ganar.
Parece que no hay nadie, en todo el partido republicano no ya capaz de ejecutar esta estrategia obvia, sino de ni siquiera osar a criticar al ex-presidente. Es francamente impresionante.
Bola extra
Fox News ha alcanzado un acuerdo extrajudicial con Dominion en el último momento para ahorrarse el juicio por difamación. La broma les ha costado 787 millones de dólares, pero no van a tener que admitir culpa o pedir perdón en antena. Escribiré más sobre el tema, si tengo tiempo, en otro artículo, pero como dicen por aquí, es un acuerdo en que Fox y Dominion salen ganando, pero perdemos todos.
Y por supuesto, Fox no va a cambiar.