Ascensos militares
El entrenador
Uno de los estereotipos más clásicos y persistentes de la política americana es la del político sureño patán y cazurro, sin inteligencia o talento. Es esa imagen de que alguien llega a gobernador porque monta fiestas y en sus mítines da conciertos, o porque se pasea por el estado en burro, o porque es el hijo de un terrateniente que le paga la campaña, vista en mil películas y series americanas.
Es un estereotipo dañino y hasta cierto punto ofensivo, que pinta a los sureños como una panda de atontados que se encandilan con cualquier tontería que les pongan delante. El pequeño problema es cuando un político de esa región parece insistir en hacer que este tópico se cumpla. Este es el caso de Tommy Tuberville, senador republicano por Alabama desde el 2020, y alguien que parece empeñadísimo en dar mal nombre a su estado.
Empezaremos por la foto oficial de Tuberville como senador, o Coach (entrenador) Tuberville, que es como le gusta ser conocido en los medios:
Si os preguntáis por qué este buen hombre tiene una pelota de fútbol americano en su retrato institucional de la cámara representativa más importante de Estados Unidos, quizás vale la pena repasar su historial profesional antes de alcanzar el cargo.
Entre 1976 y 1979, fue entrenador de fútbol americano en un instituto de Arkansas.
1980-1984: entrenador ayudante del equipo de fútbol americano de la universidad estatal de Arkansas.
1986-1992: varios cargos de entrenador asistente y coordinador defensivo, universidad de Miami.
1994: coordinador defensivo, Universidad de Texas A&M
1995-1998: entrenador del equipo de fútbol americano, universidad Ole Miss.
1999-2008: entrenador del equipo de fútbol americano en la universidad de Auburn, la gran universidad pública del estado. Ganó varios títulos, incluyendo la Sugar Bowl en el 2004.
2010-2012: entrandor del equipo de fútbol americano universitario de Texas Tech
2013-2016: entrenador del equipo de fútbol americano de la universidad de Cincinnati.
Tras esta larga y prolija carrera como entrenador, el buen hombre creó la Tommy Tuberville Foundation, una organización que se distinguió por recaudar fondos para programas para veteranos del ejército pero no dar dinero a nadie, salir por la tele de vez en cuando como analista, y vivir la buena vida.
En agosto del 2018 se mudó de Florida a Alabama con la idea de presentarse a las elecciones al senado. Su campaña consistió en loar a Donald Trump, recordar a todo el mundo que había sido entrenador de Auburn en su época más gloriosa y firmar autógrafos. Su oponente en las generales era el senador demócrata (¡!) Doug Jones, que había accedido al cargo después de que el GOP tuviera la increíble idea de presentar a un pedófilo (¡!) a unas elecciones especiales a ese escaño el 2017. Jones era un tipo decente, pero Alabama es el sur de verdad. Tuberville se impuso por veinte puntos, recuperando el escaño para los republicanos.
No hace falta ser un genio para darse cuenta que Tuberville no es precisamente un pensador político de calibre, ni una persona especialmente brillante. Es un entrenador de fútbol americano con una carrera decente pero no estelar, que tuvo sus mejores días cuando dirigía el equipo local. No se le conocía interés alguno por la política hasta que le dio por ser candidato. Las malas lenguas, ya desde su campaña, decían que era un patán insensato que veía demasiado Fox News.
Las malas lenguas resultaron tener razón.
Militares Woke
En Febrero de este año, Tuberville anunció que iba a bloquear todos los ascensos militares que requirieran una confirmación en el senado. Lo hizo como protesta a la decisión del departamento de defensa de pagar los gastos de viaje y alojamiento a aquellas militares que tuvieran que viajar a otro estado si necesitaban abortar tras la sentencia del supremo que retiraba la protección federal a este procedimiento. Tuberville, además, se quejaba de que en el ejército había demasiados programas sobre diversidad, toleración, inclusión o cosas woke, y que hasta que el Pentágono no se pusiera más machote y viril, no iba a permitir que nadie fuera ascendido.
Los ascensos en el senado suelen aprobarse por aclamación. El líder de la cámara propone una lista de nombres que serán ascendidos y pide si alguien tiene objeciones. De no haberlas, se considera que el senado las ha aprobado por unanimidad. Lo que está haciendo Tuberville es, simplemente, decir que tiene objeciones, algo que fuerza a que la cámara tenga que debatir y votar cada nombramiento por separado. El reglamento exige un tiempo mínimo de discusión para cada militar (varias horas), periodo en el que no se puede hacer nada más. Aunque es muy probable que todos los ascensos sean aprobados 99-1 con el pesado de Tuberville siendo la única voz en contra, hay más de 300 militares a la espera; debatirlos todos, uno a uno, tomaría unas 700 horas de debate, o básicamente dos meses enteros en el que el senado no podría hacer nada más.
Dado que el país tiene que ser gobernado, de un modo u otro, y hay toneladas de nombramientos y leyes igualmente importantes, la cámara ha acabado por aparcar los ascensos. Tras siete meses de bloqueo, cuatro de los ocho cargos más importantes del Pentágono están vacantes, el jefe del estado mayor deja el cargo en octubre sin que nadie pueda sucederle, y bases, unidades y regiones enteras del planeta o no tienen oficial al mando o tienen a alguien en funciones.
En las últimas semanas tanto republicanos como demócratas han criticado con dureza a Tuberville. Los responsables del Pentágono han declarado, por activa y por pasiva, que su bloqueo está dañando la seguridad nacional, ya que todos esos generales y almirantes en funciones no pueden tomar decisiones de calado. Pero Tuberville no quiere nada woke en el ejército ni que militares puedan abortar, así ya ha dicho que no va a ceder.
Os preguntaréis, en este caso, por qué la mayoría demócrata en el senado no cambia las reglas y simplemente hace que un senador individual no pueda objetar a nombramientos, o que se puedan debatir ascensos en bloque, no uno a uno. En teoría podrían hacerlo, aunque no está del todo claro si necesitan votos republicanos para cambiar las normas. No obstante, los demócratas creen (con razón) que primero Tuberville es un problema del GOP, no suyo, y segundo, tener a un republicano saboteando alegremente a las fuerzas armadas defendiendo una postura antiabortista radical políticamente les es la mar de conveniente. Los republicanos han descubierto horrorizados que Tuberville es realmente tan tonto como parece, y han sido incapaces de conseguir que deje de hacer el patán.
Si esto os parece una forma bien poco racional de gestionar el mayor presupuesto militar del planeta, bienvenidos al senado de Estados Unidos.
Investigando a Biden
Esta semana el Speaker Kevin McCarthy anunciaba que la cámara de representantes iba a empezar un “impeachment inquiry” a Biden, una investigación previa a una moción de censura contra el presidente.
Vale la pena recalcar, primero, que no ha anunciado un impeachment; lo único que ha hecho es autorizar que los comités empiecen a investigar a Biden para recopilar información a ver si lanzan uno o no. No hay cargos, ni acusación formal, ni nada por el estilo; de momento van a investigar más fuerte después que varios comités controlados por los republicanos descubrieran los siguientes hechos altamente sospechosos:
Joe Biden tiene un hijo llamado Hunter que hacía negocios por todo el mundo.
Joe Biden tiene dos viviendas y ambas cuestan dinero.
Joe Biden y Hunter Biden a veces hablan por teléfono.
Hunter Biden ha mencionado a su padre a sus socios en varios negocios.
Y… bueno, esto es lo que tienen. Sospechan que algo puede haber sucedido y que Joe Biden quizás ha hecho algún negocio con su hijo, alguien con problemas de adicción y un poco desastre. El problema es que no hay prueba alguna de que nadie haya hecho nada remotamente ilegal; todos los ingresos de Joe Biden están documentados; lo que hace su hijo mayor de edad es cosa de Hunter, no del padre. Los republicanos están intentando litigar otra vez Burisma, los negocios de Hunter en Ucrania y como Biden, siendo vicepresidente, forzó la salida de un fiscal notoriamente corrupto (con el apoyo de la UE) diciendo que huele mal, aunque nadie ha encontrado nada remotamente sospechoso o ilícito tras ocho años de investigaciones.
Pero da igual, es hora de preparar un impeachment. Si buscamos, algo encontraremos.
Maniobras políticas y salvar el pellejo
En realidad, todo este proceso es un sainete de mal gusto. Los republicanos, por un lado, quieren simplemente hacer ruido e intentar atraer titulares en la prensa sobre “impeachment a Biden” y “La Casa Blanca siendo investigada”. Les importa un pimiento que no haya nada; saben que los medios americanos o bien son incapaces de contar esta clase de historias con su debido contexto, o que acabarán con falsas equivalencias entre los crímenes (muy reales) de Trump y las conspiranoias delirantes del GOP sobre Biden.
Por otro lado, este “investigación” tiene bastante de McCarthy intentando salvar el pellejo. El sector más montañés del GOP está convencido que Biden es un sucio criminal, que McCarthy es un vendido pagafantas de los demócratas, que el partido no defiende a su amado líder Trump lo suficiente y que deben rechazar cualquier acuerdo presupuestario y cerrar el gobierno federal hasta que el congreso recorte el gasto público a cero y prohíba todo lo que no les gusta. También llevan semanas diciéndole al Speaker que si no les hacen casito le echarán del cargo, así que ya tarda en lanzar un impeachment contra Biden para sacar los socialcomunistaswokeprogreetarras del poder.
El pobre McCarthy sabe perfectamente que nada de esto es ni realista ni cierto, y sabe que otro cierre del gobierno federal provocado por el GOP será un desastre para la imagen del partido, como lo ha sido cada vez que el GOP ha forzado un cierre del gobierno federal. Pero tiene que darles algo a los montañeses, así que ha anunciado esta “investigación” a ver si se callan.
Un plan imperfecto
Como de costumbre en el GOP estos días, la cosa no le ha salido del todo bien. Resulta que, según una opinión reciente del departamento de justicia bajo la administración Trump, el Speaker no tiene autoridad de lanzar investigación alguna sin que vote el pleno de la cámara. La Casa Blanca, cuando reciban notificaciones y peticiones de comparecencia, pueden señalar este precedente y decirles que se vayan a pastar1.
Mientras tanto, el sector montañés del partido, en boca de Matt Gaetz, ya le ha dicho a McCarthy que esto de anunciar no basta, y que ellos quiere votar. Es muy posible que los republicanos no tengan suficientes votos en la cámara ahora mismo para hacerlo, porque muchos legisladores creen (con razón) que el impeachment por nada en absoluto es una mala idea, y además, odian a Matt Gaetz.
Estamos ante otro ejemplo más (y van cientos) sobre cómo el partido republicano vive en una especie de realidad paralela cerrada, alimentada por Fox News, con batallas, paranoias, y conflictos internos que no tienen contacto alguno con la realidad. Dada la habitual incapacidad de los medios para explicar con claridad la majadería de esta gente, no les hará el daño que debería.
Bolas extra
Es posible que la ventaja estructural de los republicanos en el colegio electoral esté disminuyendo. Es decir, Biden quizás no tenga que ganar por cuatro puntos para asegurarse una mayoría, como sucedió el 2020.
La tasa de muertes de menores de edad por armas de fuego bate nuevos récords, con los estados del sur (para variar) teniendo los peores indicadores.
Mitt Romney se retirará de la política el año que viene. Hablaré más sobre él en otro artículo; este extracto de una biografía del senador a punto de ser publicada es de obligada lectura. Romney pone a parir a medio GOP.
La cámara de representantes acabó votando un impeachment inquiry el 2019 en respuesta a esta opinión legal, así que el precedente es sólido.
Roger otro excelente articulo! Como vez el sarao que se esta montando en Virginia con el escandalo del video de Susanna Gibson? Que tan bien o mal le estan yendo a los demócratas y republicanos en ese Estado?