La semana pasada moría a los 91 años Stephen Sondheim, dramaturgo, compositor y letrista en Roxbury, Connecticut.
Para aquellos que no siguen este extraño arte que es el musical americano, el nombre no os sonará demasiado familiar. Para los que estamos obsesionados con ellos, Sondheim ha sido, y es, el mejor compositor de las últimas décadas, sino de la toda la historia del género.
Su talento era casi infinito; su carrera incluye no uno, sino seis o siete musicales que pueden considerarse clásicos indiscutibles. Como letrista era alguien inventivo, sugerente, de una creatividad y capacidad de observación al nivel de los mejores escritores en lengua inglesa. Como compositor era aún mejor, alguien capaz de explicar historias completas sólo con música, versátil como nadie, con melodías que son auténticas piezas de orfebrería. Sus obras son, además, temáticamente complicadas, ambiguas, llenas de matices, profundamente humanas.
Si algo tenía Sondheim, además de ser un genio absoluto, es que era una persona increíblemente encantadora y un maestro extraordinario. Sus dos libros con las letras de sus canciones anotadas son una delicia (y los dos libros que rescataría de un incendio, sin dudarlo); escucharle hablar es aún mejor. Esta entrevista del 2008 es fabulosa.
No soy, por supuesto, crítico de teatro, y tengo un oído espantoso para la música, así que evitaré daros un paseo por su vida o su obra. El NYT tiene un obituario fantástico aquí; y le entrevistaron pocos días antes de fallecer. Lo que haré, si me permitís, es un repaso de las siete canciones suyas que más me gustan, impresionan, o conmueven. Una biografía sentimental de Sondheim, por así decirlo, en la tradición de los mejores clásicos.
Company - Being Alive
Un musical sobre un hombre soltero de 35 años y sus interacciones con otras parejas que acaba siendo una reflexión sobre las relaciones humanas, rutina, y qué es la felicidad. “Being Alive” es la penúltima canción del musical, y es una cápsula perfecta de lo que es Sondheim: es vibrante, complicada, dificilísima de cantar (algo que será recurrente) y que no es ni triunfal, ni feliz, ni triste, sino todo a la vez.
Y dioses, esa letra: “Somebody crowd me with love /Somebody force me to care /Somebody let come through/ I'll always be there/As frightened as you/ To help us survive”. La versión es de Raúl Esparza, en un montaje fabuloso del 2008 en que los actores tocaban las canciones ellos mismos. Lo vi en televisión, y lloré como un niño.
Sweeney Todd - A Little Priest
Conocí a Sondheim por casualidad, a trozos, cuando Mario Gas montó Sweeney Todd en Barcelona en catalán con Vicky Peña y Constantino Romero en los papeles principales. No la vi en el teatro (sólo vi trozos en TV3, cuando la pasaron) pero fueron una revelación. A mí me gustaban los musicales, pero no podía ni imaginarme que un musical podía ser eso.
Sweeney es un musical gótico, excesivo, con un sentido del humor perverso. Musicalmente es complicadísimo; tiene canciones que son un absoluto infierno de cantar, con cambios de compás, registro, coros, y todo lo que os podéis imaginar.
“A Little Priest” es un dueto sobre canibalismo, donde los protagonistas descubren entusiasmados la mejor forma de librarse de cadáveres. Esta versión sí que la vi en directo, y fue por casualidad; una serie de conciertos-representaciones en el Lincoln Center con Bryn Terfel como Sweeney Todd y Emma Thompson como Ms. Lovett. Mi mujer tuvo la inmensa potra de comprar entradas justo cuando salieron, y fuimos al estreno. En la audiencia estaban (¡y vimos de cerca!) a Neil Patrick Harris, Bernadette Peters, Christine Baransky, Audra McDonald, Meryl Streep y a al mismísimo Stephen Sondheim en persona.
Nunca, nunca, nunca tendré un día más feliz en un teatro. Mi mujer aún hoy se niega a decirme cuánto nos gastamos, pero da igual. Valió la pena.
A Little Night Music - Send in the Clowns
La primera obra de Sondheim que vi en persona fue A Little Night Music, en el montaje que hizo Mario Gas en el Grec a finales de los noventa. El reparto era fantástico (Montse Carulla, Constantino Romero, Vicky Peña, Jordi Boixaderas, Àngel Llàtzer) y me encantó hasta unos niveles absurdos. Me compré el CD tanto de la versión en catalán como del cast original de Broadway, y lo escuché obsesivamente durante meses.
“A Little Night Music” tiene un montón de canciones deliciosas, casi todas a ritmo de vals. Es un infierno para los cantantes; el musical incluye un doble quinteto, montones de duetos y tríos, y necesita gente que sepa cantar de verdad. La única pieza que es fácil de interpretar (musicalmente; dramáticamente es muy complicada) es la más famosa, “Send in the Clowns”, una pieza tristísima sobre decepción, pérdida y quedarse atrás.
Sondheim explicaba que la estructura de la canción nace del problema de que Glynis Johns, la actriz que iba a cantarla en el montaje original, no tenía demasiada voz. Dado que no podía mantener notas, necesitaba frases cortas. Se le ocurrió que la mejor forma de justificarlas era hacer que la letra fuera una serie de preguntas, y la canción vino sola.
La versión que enlazo no es la mejor, pero es la que me descubrió la canción; Liz Taylor cantándola en una (floja) adaptación al cine. La tenía en un casete de bandas sonoras, no sé de dónde, y siempre me ha encantado. Esta es una de esas canciones que siempre me ha parecido que suenan peor si se cantan demasiado bien.
Sunday in the Park with George - Sunday
La canción que cierra el primer acto de “Sunday in the Park with George”, el musical sobre cómo Jacques Seurat pintó su cuadro más famoso. Es el musical favorito de Sondheim, y probablemente donde tiene sus mejores canciones; habla sobre arte, soledad, éxtasis, vacío y obsesión. Como todo en Sondheim, es absurdamente difícil de cantar, pero nunca parece artificioso; es uno de los musicales más íntimos que he visto.
“Sunday” es la culminación del primer acto, el momento en que Seurat termina la pintura y todo el reparto lentamente se suma a ella, cantando juntos sobre ese momento mágico y terrible que es la creación artística. La canción entera es una sola frase, con todos los actores entrando y saliendo de la melodía (lo dicho, difícil) en un crescendo que de sublime me hace saltar las lágrimas cada vez que lo escucho. Es la canción con la que Broadway despidió a Sondheim tras su muerte - y es fácil ver por qué.
La obra la vi en New Haven, en un montaje de estudiantes de Yale. Adoré cada momento de la representación, por muy amateur que fuera. La versión que enlazo es el reparto original, con Mandy Patinkin y Bernadette Peters, filmado para televisión.
Into the Woods - Agony
Un musical sobre el lado perverso de los cuentos de hadas, inventivo hasta decir basta. Su prólogo, un endiablado número en que canta todo el reparto, es una obra maestra de hacer que algo increíblemente complicado parezca alegre, fácil, y mágico. “Woods” tiene una barbaridad de canciones fantásticas y unas letras ocurrentes y llenas de pequeños recovecos en los que perderse. La adaptación al cine es más que decente; pierde algo de magia y le falta ritmo, pero el reparto es estupendo (con la horrible excepción de Johny Depp, que también arruina la versión cinematográfica de Sweeney Tood); así que es digna de verse.
“Agony” no es ni de lejos la canción más famosa, pero es la más divertida. En ella, dos príncipes hablan sobre la agonía de su amor de la forma más dramática posible; es una pieza estupenda para cantar en plan exagerado siguiendo a los actores. Le tengo especial cariño porque es una canción que le encanta a mi hija de cinco años, y no puedo más que darle la razón.
La versión que enlazo es la de película, con Chris Pine (que tiene una voz estupenda) y Billy Magnussenm es muy, muy buena.
Assassins - The Ballad of Booth
Un gran guiñol donde una galería de todos los hombres que han intentado asesinar a presidentes de los Estados Unidos cantan sobre sus penas (!!!), “Assassins” es un musical muy complicado. Es notorio por sus repetidos fracasos en taquilla, hasta que un inspirado montaje allá por el 2004 con Neil Patrick Harris finalmente consiguió que recibiera el reconocimiento que se merece. Otra versión está ahora mismo en Broadway, y me muero de ganas de verla.
Sobre “Assassins” se pueden escribir varias tesis; es la clase de obra que te fuerza a empatizar con un puñado de dementes y sentirte horriblemente culpable por ello. Musicalmente es pura americana; baladas folk, irónicas, irreverentes, precisas y evocadoras. “Booth” es la canción más famosa, célebre por su juego entre el narrador, el asesino iracundo, sus gloriosos cambios de registro, y un uso perfecto de una palabra increíblemente ofensiva en exactamente en el lugar adecuado.
Esta es la mejor versión que he encontrado con Neil Patrick Harris y Michael Ceveris; ambos son cantantes tremendos.
Bola extra: Company - The Ladies Who Lunch
Acabo con una canción extra de “Company”, una oda a la soledad ociosa, la decadencia y el alcohol que es a la vez una acerada crítica social y divertidísima de cantar. Casi cualquier actriz de Broadway, si tiene un one woman show, la tiene en su reparto; la letra fluye como una copa de merlot, permite lucirse, y bien interpretada es hilarante.
La versión que enlazo es de un especial que hicieron el año pasado para celebrar el 90º cumpleaños de Sondheim; tenía que ser un concierto, y acabó siendo un directo de dos horas largas vía Zoom. La cantan Audra McDonald (que tiene una voz delirante), Meryl Streep (que es Meryl Streep) y Christine Baranski, con una tajada de impresión, las tres en plan mega divas con batas de estar por casa. Y es fabulosa.
Muchas, muchas más…
Podría escribir horas. No he puesto nada de West Side Story o Gypsy (donde Sondheim fue el letrista), A Funny Thing Happened on the Way to the Forum, Follies (y eso quiere decir omitir “I´m Still Here”), o Merrily We Roll Along.
Sondheim es realmente extraordinario, y siete canciones no le hacen justicia. Pero dada su enorme influencia, su papel absolutamente central en lo que es una de las expresiones artísticas más puramente americanas, y lo mucho que adoro su obra, lo mínimo que podía hacer era escribir sobre él, aunque fuera un poco.
Mañana, si todo va bien, volvemos a la política americana.
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