Historias sobre jueces
Legislando desde el banquillo sobre redes sociales y campañas electorales
Texas contra las redes sociales
A finales del año pasado, Texas aprobó una ley para regular la moderación de contenidos en redes sociales. Bajo esta nueva regulación, cualquier red social o página de internet con más de 50 millones de usuarios mensuales tiene prohibido “censurar” a uno de sus usuarios por “expresar su opinión”, sea la que sea. No podrán bloquear, expulsar, desmonetizar, restringir u ocultar contenidos. El único escenario en el que se podrá restringir contenidos es en caso de que incite a la violencia o actividades criminales.
Dejando de lado que el detalle de los 50 millones de usuarios sirve para excluir a Parler y Gab (los dos rivales de Twitter llenos de ultraconservadores), esta clase de legislación tiene dos problemas importantes. Primero, porque hace literalmente imposible cualquier moderación de contenidos, por mínima que sea, sin exponerse a una montaña de pleitos colosal en Texas. Cualquier clase de decisión que tome Twitter, Facebook, o el editor de un boletín sobre política americana borrando comentarios insultantes de un artículo puede ser recurrida ante los tribunales en base a “violación de libertad de expresión”. Cualquier página que admita contenidos de terceros en Texas pasará a ser una piñata para abogados.
Segundo, y más importante, la ley es una violación obvia, completa, total, y absoluta de la primera enmienda, precisamente sobre libertad de expresión. La constitución garantiza y protege el derecho a que el gobierno no pueda censurar o restringir publicaciones, contenidos, discursos, o escritos de nadie, pero no dice nada en absoluto sobre empresas privadas. La primera enmienda protege el derecho del New York Times de publicar lo que le plazca sin que el gobierno pueda hacer nada para impedirlo, pero no garantiza el derecho de que cualquier particular sea publicado en el New York Times.
Facebook, YouTube, Twitter y demás son empresas privadas que tienen el derecho a publicar lo que les plazca, y también tienen el derecho de escoger qué es lo que no quieren publicar. Del mismo modo que Texas no puede obligar a todas las radios, televisiones y periódicos del estado a retransmitir de forma íntegra el discurso del gobernador Abbott sobre por qué Joe Biden es peor que Hitler, tampoco puede obligar a Facebook o YouTube a ofrecer la sabiduría de FnaziPsyKoUnikorm88 y sus diatribas sobre por qué tenemos que comernos a los veganos.
La ley fue bloqueada casi de inmediato por un juez federal a poco de ser aprobada, en una resolución donde ponía en solfa la insistencia de Texas de que YouTube era algo más parecido a una compañía de teléfonos (common carrier, que está obligado a ser neutral) que un medio de comunicación.
Texas la recurrió de inmediato, y un tribunal de apelaciones decidió levantar el bloqueo y dejar que entrara en vigor. El texto de su decisión es literalmente dos líneas de texto, así que no es que el argumento legal que han utilizado los jueces sea refinado, a pesar de que contradice toneladas de jurisprudencia sobre el tema, tanto en forma como en fondo. La asociación de empresas tecnológicas que está llevando el caso ha recurrido al supremo, donde Dios sabe qué sucederá; Samuel Alito, el chiflado que escribió el borrador sobre el aborto, será el encargado de decidir sobre el tema.
El hecho de que nadie tiene ni la más remota idea sobre dónde acabará el asunto es, en sí mismo, preocupante. El tribunal supremo estos días es entre impredecible y aterrador, y los tribunales federales están llenos de jueces sedientos de gloria. Esto ha hecho que gobernar, en Estados Unidos, a veces parezca una lotería judicial.
Legalizando el soborno, versión Ted Cruz
En el año 2002, el congreso de los Estados Unidos aprobó por amplia mayoría una ley para regular la financiación de campañas electorales. Esta es la clase de legislación que los americanos aprueban de forma abrumadora en todas las encuestas, ya que todo el mundo parece estar de acuerdo en que regar a políticos con donaciones privadas abre la puerta a posibles casos de corrupción.
Pero claro, esto de “donar dinero a políticos” y “gastar millonadas en campañas electorales” es algo que algunos millonarios con profundas convicciones morales y políticas (cof cof) tienen un grandísimo interés en proteger. Porque ya saben, fundirse quince millones de dólares en anuncios a favor de un candidato es exactamente lo que los padres fundadores tenían en mente cuando escribieron la primera enmienda. Así que durante los 20 años siguientes estos mismos millonarios, ayudados por candidatos oprimidos por el yugo del estado que restringe el debate rico y fluido que se deriva de cientos de millones de dólares en publicidad, han llevado esa ley a los tribunales, desmantelándola poco a poco.
El último candidato en saltar al ruedo ha sido Ted Cruz, senador republicano por Texas y el hombre con la jeta más odiable del país. Una de las provisiones de la ley del 2002 establecía que un candidato no podía utilizar más de 250.000 dólares para pagar deudas contraídas durante la campaña utilizando donaciones privadas recibidas después de las elecciones. El congreso decidió, con buen criterio, cerrar la posibilidad de que un candidato se endeudara hasta las trancas durante la campaña electoral sólo para ver todas esas deudas desaparecer gracias al “mecenazgo” de sus donantes. Es una forma obvia y trivial de sobornar a un político - cualquier donante podía literalmente pagarle toda su campaña, sin límite, siempre que pudiera conseguir que alguien le diera un préstamo.
Ted Cruz, sin embargo, cree que esto es una restricción intolerable a la libertad de su santa persona de hipotecar su casa y pasar el cepillo después de la campaña. En el 2018, este ser humano “prestó” a su campaña $260.000 dólares. El tipo recaudo el cuarto de millón que marcaba la ley, pero quería sus últimos $10.000, así que se fue a los tribunales.
El tribunal supremo de los Estados Unidos le daba ayer la razón. Los seis jueces conservadores decidieron que el límite de 250.000 dólares “dificulta la libertad de expresión sin justificación alguna” y que la constitución “protege el derecho de un candidato de usar sus fondos personales para pagar campañas”. De forma inexplicable, la sentencia dictamina que el único límite posible a donaciones es prohibir la posibilidad de quid pro quo entre donantes y políticos, como si un político diciéndole a un lobista “buf, aún debo medio millón de dólares en gastos de campaña” no fuera una invitación abierta y obvia a un soborno.
Lo cierto es que, a efectos prácticos, queda poco o muy poco en pie en lo que respecta a regular la financiación de campañas electorales federales. De la ley del 2002, aparte del requisito de que los anuncios incluyan quién los autoriza y paga (“I am John Doe and I approve this message”) y un límite fijo de cuánto puedes donar a un candidato directamente, el resto es poco menos que pista libre. Al supremo le parecerá bien, pero la política en Estados Unidos es un circo infecto por algo.
Curiosamente, hay algunos estados (como Connecticut) donde hay un sistema decente de financiación pública de campañas electorales que ha acabado funcionando razonablemente bien. Los escándalos de corrupción de los últimos años (casi siempre en Bridgeport, por supuesto) han sido de candidatos en distritos hiper- seguros que piden las ayudas públicas para pagar su campaña, pero en vez de gastárselos en publicidad, se los funden dando dinero a colegas o en otros trapicheos.
O sea, que estas cosas pueden hacerse, y son bastante populares. Pero no a nivel federal.
Sí, hoy había primarias…
…pero dado que los resultados de muchas elecciones no llegaban hasta tarde, y hay varias elecciones importantes (como la primaria republicana al senado en Pensilvania) sin ganador claro, pues lo dejo para otro artículo. Hay tela que cortar.
El resultado más triste para este escribiente, me temo, es este:
Madison Cawthorn, el onvre que nos descubrió todo un mundo de perversión (ficticia) y se metió en una cantidad de charcos tal que era difícil seguir todos sus escándalos (conducir sin carné, fotos de juerga en lencería femenina, videos mostrando sus genitales y frotándoselos en la cara de un colega, llevar un arma en un avión, conducir sin carné otra vez, otra arma de fuego en un aeropuerto…) ha perdido las primarias republicanas en su distrito, a pesar de haber recibido el apoyo de Trump.
Lo suyo tiene mérito: pasará a la historia como la persona más joven jamás escogida para ocupar un escaño en la cámara de representantes y la persona más joven en perder su escaño en unas primarias en la cámara de representantes.
Bola extra
Si no estoy equivocado, el primer debate sobre common carriers y neutralidad de la red, desde el punto de vista judicial, giraba alrededor de ferrocarriles y transporte de mercancías.
Si os gusta Four Freedoms…. ya sabéis. $6 al mes, $60 al año.