A finales del 2022, los abogados de Joe Biden descubrieron sobre una treintena de documentos clasificados en la oficina privada del presidente en Washington. Los papeles eran de procedencia variada, algunos datando a sus días en el senado, otros de su época de vicepresidente. Tras su descubrimiento, avisaron a los archivos nacionales de inmediato, y ofrecieron al departamento de justicia que registrara el despacho y el domicilio particular de Biden en Delaware, donde encontraron algunos documentos adicionales.
Esos días, casi simultáneamente, fue cuando estalló el caso de los documentos de Trump en Mar-A-Lago, con sus decenas de cajas en el lavabo, salón de fiestas y demás. Trump se negó a devolverlos repetidamente e incluso trató de ocultarlos, forzando al FBI a obtener una orden de registro para recuperarlos todos.
Ambos casos eran, para cualquier observador imparcial, increíblemente distintos. Trump no sólo se llevó los documentos aposta sino que resistió activamente los intentos para recuperarlos. Biden los encontró accidentalmente y los devolvió de inmediato. Aún así, para evitar cualquier imagen de parcialidad, el fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, nombró a dos fiscales especiales independientes para que investigaran los casos, ambos republicanos. Jack Smith se encargó de Trump y no tardó en presentar cargos, ya que el buen hombre estaba cometiéndo crímenes de forma vociferante. Robert Hur investigó a Biden, y se tiró un año largo para estudiarlo todo y redactar sus conclusiones.
El informe
El informe se hizo público el jueves pasado. En él, Hur exonera a Biden, diciendo que no había cometido delito alguno. También se permite decir que, de ir a juicio:
“Mr. Biden would likely present himself to a jury, as he did during our interview of him, as a sympathetic, well-meaning, elderly man with a poor memory”.(Biden seguramente se presentaría ante el jurado, como hizo en nuestra entrevista, como un anciano afable, bien intencionado y bondadoso con mala memoria)
Tras esta perla, el informe incluye una miriada de comentarios y opiniones detallando todas las veces en las que Biden dijo no recordar algo o confundió fechas, descritas en detalle, vengan o no a cuento. Es increíblemente habitual que alguien que declara ante la fiscalía diga “no recordar” cosas (Trump lo ha hecho repetidamente en todos sus procesos judiciales), pero daba igual. El texto dice “mala memoria” y “viejo”, así que los medios de comunicación americanos perdieron la cabeza de inmediato.
Biden, visiblemente irritado, decidió dar una rueda de prensa el mismo jueves por la noche. En ella habló con detalle sobre la crisis en Israel, e hizo lo que Biden hace siempre, hablar como alguien que entiende los problemas, los analiza con detalle, y da respuestas quizás no inspiradoras pero sí sensatas a lo que tiene entre manos. También, como Biden hace siempre (porque Biden lleva confundiendo nombres desde que llegó al senado en 1973) dijo que Abdel Fattah el-Sisi era presidente de México, a pesar de haber descrito las tensiones en la frontera con Israel de manera minuciosa.
Los medios americanos, sin embargo, decidieron que ese detalle era la cuestión más importante de nuestro tiempo, a pesar de que Biden es la clase de político que en el 2008 se refería a su jefe como Barack América dando discursos1. En un demencial ataque de histerismo colectivo, se han pasado los últimos cinco días hablando sobre la edad de Joe Biden.
“Biden: ¿demasiado viejo?”
Y no exagero un ápice. Tenemos, por ejemplo CNN, preguntándose si la edad de Biden es un problema mayor que ser acusado de 91 delitos penales:
Tenemos a Politico, inundando su página de contenido sobre la noticia de que Biden es, de hecho, viejo:
El Washington Post:
Y finalmenteel NYT, que tenía en su portada el sábado un jodido monográfico tras otro sobre la edad del presidente:
Permitid que me detenga en el artículo de cabecera, en el que el NYT se pregunta por qué la edad parece estar afectando más a Biden que a Trump en las percepciones de los votantes, a pesar de que son de la misma quinta. Obviando el pequeño detalle de que la portada entera de vuestro cochino periódico va sobre la edad de Biden y que todo esto nace como reacción a una cita aleatoria de un informe redactada por un republicano al respecto2, el artículo tiene citas tan maravillosas como esta:
“Mr. Trump, by contrast, does not appear to be suffering the effects of time in such visible ways. Mr. Trump often dyes his hair and appears unnaturally tan. He is heavyset and tall, and he uses his physicality to project strength in front of crowds. When he takes the stage at rallies, he basks in adulation for several minutes, dancing to an opening song, and then holds forth in speeches replete with macho rhetoric and bombast that typically last well over an hour, a display of stamina”. (Trump, mientras tanto, no parece sufrir los efectos del tiempo de forma tan visible. Trump se tiñe el pelo a menudo y parece bronceado de forma poco natural. Es alto y pesado, y usa su físico para proyectar fuerza a multitudes. Cuando sube al escenario en mítines, se deja adular durante varios minutos, bailando a la canción que le da entrada, y da discursos llenos de retórica machote y bravucona que duran más de una hora, una muestra de su resistencia).
Esto, insisto, es el NYT, que suena poco menos que como la prensa norcoreana cuando describe la extraordinaria virilidad de Trump. Aquí lo vemos bailando de alegría como un gozoso efebo en la flor de la vida:
Este es el mismo Trump que, en un plazo de dos semanas, dijo todas estas bobadas en múltiples discursos, con múltiples idas de la olla que parecen cualquier cosa menos muestras de cordura:
Cosas sin importancia, edición Trump
El sábado por la noche, Trump dijo, en un discurso en Carolina del Sur, que iba a animar a Rusia a que atacara los estados miembros de la OTAN que no gastaran lo suficiente en defensa.
¿Queréis ver donde el NYT decidió que estas declaraciones en las que un candidato a la presidencia de Estados Unidos dice que pedirá que un tercer país ataque a países aliados con los que tiene un tratado de defensa mutua firmado?
Ahí abajo, a continuación de otro artículo más sobre la edad de Biden, flanqueado por tres artículos de opinión sobre lo viejo que es el presidente.
Cielos santo, me pregunto por qué los votantes están más preocupados por lo viejo que es el jefe del ejecutivo y no sobre las constantes, inacabables idas de la olla de un tipo que está acusado de 91 delitos, fue condenado a pagar decenas de millones de dólares la semana pasada a una mujer a la que había violado y difamado y que está pidiendo a Putin que invada Polonia.
Equidistancias
He hablado a menudo sobra la enfermiza, imposible obsesión de los medios americanos de intentar tratar a los dos candidatos en unas presidenciales de manera equivalente. Los medios “no partidistas” (léase, esto no se aplica a Fox News) intentan desesperadamente dar a los dos partidos el mismo espacio en sus páginas y emisiones, y dedicar el mismo porcentaje de su cobertura a noticias negativas o polémicas de cada uno de ellos. Esta “equidistancia” tiene sentido si los dos candidatos son personas medio normales y con cierta rectitud moral (léase Obama y Romney, McCain y Obama, Kerry y Bush), pero es completamente absurda cuando uno de ellos es un chiflado que ha dado un golpe de estado, violado a una mujer, ha sido acusado de 91 delitos y miente más que habla, y el otro es un viejecito simpático llamado Joe Biden.
Ante este dilema, la respuesta del NYT, CNN, WaPo y el resto de medios generalistas americanos fue, en el 2016, hablar de los emails de Hillary Clinton sin cesar, a pesar de que no era un escándalo en absoluto, mientras que Trump y sus astracanadas eran mencionadas con como quien lee un listín telefónico.
Este 2024, parece que vamos a tener horas y horas y horas y horas de debate sobre la edad y competencia mental de Joe Biden, que tiene 81 años, no sé si habéis escuchado alguna vez que tiene 81 años y cielos santos, hay gente que dice que eso puede ser importante y quizás hay gente que 81 años no es tan despierta como alguien de 40. Mientras tanto, Trump, que cumple 78 en verano y es cada vez más incoherente, ha dado un golpe de estado, violado a una mujer, ha sido acusado de 91 delitos y condenado por fraude repetidamente, es objeto de artículos maravillados ante el efecto hipnótico de su bronceado de pote en las masas.
No tengo ni la más remota idea sobre qué tiene que hacer la campaña de Biden para cambiar esta dinámica. Los medios americanos no parecen haber aprendido nada en absoluto durante estos nueve años, y no parecen tener la más mínima intención de hacerlo. Es delirante.
Biden es, efectivamente, viejo
Eso no quita, por supuesto, de que Biden tenga realmente 81 años y realmente aparenta tenerlos. No anda con soltura, habla más lento de lo que solía y no gesticula con la energía de antaño.
Todo el mundo que ha trabajado con él estos tres años de presidencia, sin embargo, incluyendo legisladores republicanos, miembros de su gabinete, periodistas, y gente con quien ha hablado directamente dicen que sigue siendo la misma persona inteligente y despierta que siempre. Ha sacado adelante montañas de legislación tras negociaciones complicadas, la economía va como un tiro y su administración no ha sufrido ni un sólo escándalo de importancia.
Su edad importa, pero esta claro que, ahora mismo, Biden sigue siendo el mismo patán insensato con tendencia a meterla la pata que siempre.
Bolas extra
La reacción del GOP ante las declaraciones de Trump pidiendo a Rusia que invada a aliados impunemente ha sido o callarse o aplaudirle a rabiar. El partido de Reagan.
El NYT, en su análisis, dice que Trump quiere “cambiar el orden mundial”, un giro muy elegante para referirse a traicionar a nuestros amigos.
Es muy probable que el supremo dictamine que un tribunal estatal no puede echar a Trump de las papeletas presidenciales. La vista oral dejó claro que esto de leer la constitución como está escrita es para pobres.
Si queréis leer sobre la historia detrás de la obsesión equidistante de los medios americanos y la curiosa ausencia de prensa partidista de izquierda y derecha como hay en otros países, os recomiendo que compréis el libro que publico el mes que viene, donde le dedico un montón de páginas.
Personalmente, creo que la prensa partidista es buena idea, especialmente cuando ves cómo actúa la prensa imparcial aquí.
Biden, de hecho, siempre ha sido famoso por sus metidas de gamba.
Carrera profesional de Robert Hur: secretario judicial en el Supremo con un juez conservador, asesor del director del FBI Christopher Wray (republicano, nombrado por Bush), fiscal de distrito (nombrado por Bush), fiscal de distrito (nombrado por Trump).
¿Errata? [trató > tardó]
> Jack Smith se encargó de Trump y no **trató** en presentar cargos,
Roger, Si al 40% de los estadounidenses no les importa apoyar a un candidato republicano que es un tipo corrupto, golpista, violador y acosador de mujeres. Es posible que al otro 45% de estadounidenses no les importe la edad de Biden e igualmente voten por el? Los medios necesitan de un torrente de Clickbaits para subir los ratings y como de Trump ya nada sorprende ni horroriza......