La semana imposible
Trump tiene los peores días de su campaña... y algo que (casi) los borra
La única forma de darle algún sentido a la extraña, tragicómica, radicalmente absurda semana en la campaña presidencial americana es hacerlo en orden cronológico. La mera existencia de Donald Trump en una campaña electoral hacen que todo, sin excepción, sea infectado de un nihilismo insensato, obsceno, repelente. Todo lo que rodea su carrera política es un cúmulo de insensateces.
a. El debate
Ya hablé sobre el debate el miércoles pasado, justo después de las festividades. Trump tuvo un debate espantoso, la clase de actuación que a cualquier otro candidato, en cualquier otro planeta, le hubiera costado su carrera.
El momento más justificadamente infame, sin duda, es la increíble respuesta del expresidente a una pregunta sobre inmigración en la que acaba gritando, casi fuera de sí, que en Springfield, Ohio hay inmigrantes haitianos que están comiéndose los perros, gatos y animales domésticos de los residentes nativos.
Si no lo habéis visto, deberíais:
Toda la historia es ficticia. La “noticia” está basada en un un comentario en Facebook de una pobre mujer que escuchó mal una historia que contaba su vecina. Una captura de pantalla de esa anécdota fue distribuida en Twitter por grupos de ultra derecha; un activista neonazi aprovechó para hacer una pregunta sobre el tema en un pleno municipal, haciéndole más publicidad. Tras varios días dando tumbos por internet, el “rumor” fue amplificado por JD Vance, el candidato a vicepresidente de Trump, obviamente sin prueba alguna porque toda la historia es una filfa. De ahí llegó a los oídos del expresidente, que lo repitió en el debate de la forma más estúpida, ofensiva y grotesca posible.
Esta respuesta de Trump, más que cualquier otra parida (y soltó muchas) del debate, fue la que pasó a definir la velada: la historia de un expresidente sin autocontrol, que se cree todas las tonterías que lee, confundido, iracundo.
En un partido político normal, esta historia sería motivo de vergüenza. Pero el partido republicano moderno no tiene nada de normal.
b. Los memes de gatos
Durante los días siguientes, medio partido republicano, jaleado y animado por el propio Trump, se dedicó a colgar imágenes como estas en Truth Social y vertederos adyacentes:
Entre los genios que colgaron esta clase de obras maestras se encuentran varias cuentas oficiales de los republicanos en el congreso, animadas por el idiota terminal propietario de Twitter:
La respuesta de Trump y el GOP a decir una estupidez ridículamente falsa en un debate y parecer un maldito psicópata es repetir la estupidez una y otra vez, por mucho que toda la prensa del país está confirmando el día entero que es una invención neonazi.
Mientras tanto, en Springfield, Ohio, una oleada de amenazas de bomba a colegios y hospitales han acabado poco menos que cerrando la ciudad. El alcalde (republicano) ha pedido, una y otra vez, que dejen de mentir sobre lo que está pasando; en Springfield ni hay una oleada de crimen, ni paro, ni enfermedades infecciosas, ni animales secuestrados y cocinados al pil-pil. La inmigración haitiana (todos legales, la inmensa mayoría procedentes de Florida) han revertido el lento declive demográfico de la ciudad, que está creciendo por primera vez en décadas. El precio de la vivienda está subiendo, algo inaudito en las regiones rurales de Ohio. Gracias a las insinuaciones del GOP, sin embargo, lo que tenemos es gente hablando de pogroms, empezando por el propio candidato a la vicepresidencia.
¿Le importa eso algo a Trump? Por supuesto que no.
c. Malas compañías
La cosa no hizo más que empeorar el 11 de septiembre, cuando Trump acudió a las ceremonias de recuerdo y homenaje a los atentados del 2001 acompañado por Laura Loomer, una activista conservadora de 31 años que lleva meses pululando por el entorno del presidente.
Loomer es alguien que cree, y ha dicho repetidamente en voz alta, que los atentados del 11-S fueron una conspiración del “estado profundo” dentro del gobierno federal, no de integristas islámicos. Empeorando las cosas, Loomer es básicamente una fascista con todas las letras, lo suficiente racista y chiflada como para que Marjorie Taylor Greene, la congresista que cree en láseres orbitales judíos para provocar incendios forestales, la haya tildado de extremista impresentable.
La respuesta de Trump tras recibir críticas de medio partido: defender a Loomer y seguir teniéndola dando tumbos por Mar-a-Lago, sin otro empleo y trabajo aparente que decir burradas en redes sociales.
Básicamente, imaginad que Feijóo, durante su campaña a la presidencia del gobierno, se estuviera dejando asesorar por una mujer atractiva de 31 años que ha acusado al CNI repetidamente de estar detrás del 11-M, ha aplaudido las muertes de inmigrantes en el estrecho y defiende sin ambages el franquismo. Trump, candidato a la presidencia de Estados Unidos, tiene alguien así a su lado.
Por supuesto, esto no debería sorprender a nadie. Trump no dice burradas conspiranoicas porque tiene a alguien como Loomer detrás. Es el mismo Trump el que siempre ha dicho cosas similares y atrae a gente como Loomer.
d. Historias para no dormir
Tras varios días hablando del mal debate de Trump, la absurda insistencia de su campaña de repetir una y otra vez una historia racista desacreditada y el hecho de que es muy colega con una neonazi conspiranoica que se pasa el día con él y le acompaña a todos lados, JD Vance puso la guinda al pastel. En una entrevista ayer domingo con Dana Bash (CNN), el buen hombre reconoce, directamente, que se estaban inventando historias para provocar un debate sobre inmigración:
La cuestión es que la campaña de Trump está reconociendo abiertamente que están dispuestos a repetir una y otra vez una historia que saben que es mentira (y que admiten abiertamente que es una ficción) porque quieren seguir hablando de inmigración. El coste de ser vistos como psicópatas mentirosos obsesionados con animales domésticos que está demonizando un grupo entero de inmigrantes les parece aceptable siempre que la campaña siga girando alrededor de este tema.
Total, a estas alturas todo el mundo asume que Trump es un mentiroso compulsivo. Una sarta de bobadas racistas más no es que vaya a hacerle perder votos. Mejor memes de gatos que hablar del ridículo horrendo del debate, aborto, sus propuestas económicas, su insistencia en defender su golpe de estado y demás chorradas grotescas.
e. Odiando a gente
Trump es un personaje barroco que parece incapaz de ver una catástrofe política colosal sin querer darle otra vuelta más para hacerla aún más excesiva, teatral y grandilocuente. Así que, sin más, dejo esta perla:
Porque nada dice “soy una persona normal y cabal” de una declaración de odio a la artista más famosa y popular del planeta una vez ha anunciado que votará a tu oponente.
Y… otro (intento) de asesinato
Todos estos titulares, las diatribas, las pérdidas de control, estaban empezando a aparecer en la primera oleada de sondeos post-debate, con múltiples encuestas poniendo a Harris con +4 a nivel nacional. Llega el domingo por la tarde y…
Otro intento de asesinato. Esta vez, un señor de 58 años llamado Ryan Wesley Routh, de Carolina del Norte, de ideas políticas increíblemente confusas (pro-Ucrania, anti-vacunas, fan de Tulsi Gabbard y Nikki Haley) y variados antecedentes criminales, se acercó al campo de Golf en Palm Beach, Florida, donde Trump estaba jugando, y se apostó en unos arbustos armado con un AK-47. Esta vez, sin embargo, un agente del servicio secreto le vio antes de que llegara el expresidente y le dio el alto; Routh parece que se levantó, dejó su fusil y dos mochilas y salió corriendo hacia su coche, sin que los disparos de los servicios de seguridad le alcanzaran1. Fue detenido en su coche poco después.
Trump, por fortuna, esta vez nunca estuvo en la línea de tiro de su presunto asesino. Todo parece indicar que Routh es otro desequilibrado con acceso a armas de fuego, una especie desafortunadamente común en Estados Unidos. El incidente hace que Trump iguale a Gerald Ford, que también fue víctima de dos intentonas en las presidenciales de 1976.
¿Y ahora qué?
La semana de los horrores políticos de Trump, por supuesto, está completamente olvidada; los medios están todos cubiertos de noticias sobre el intento de magnicidio2. Estamos, otra vez, en un ciclo de noticias nebuloso en la que un evento externo rompe por completo el hilo de la campaña.
Mi sensación es que el efecto esta vez será relativamente menor. Primero, porque no hay “la foto”; segundo porque Routh parece ser otro chiflado incoherente más, y tercero porque el primer atentado acabó siendo olvidado con bastante rapidez, al menos en apariencia.
Es posible, en todo caso, que la noticia sirva para romper la inacabable cascada de ridículos, fascistadas y tonterías trumpianas que estaban dominando la campaña, obligando a Harris y los demócratas a empezar de cero otra vez cuando el intento de asesinato abandone las primeras páginas.
En una campaña donde la diferencia entre ganar por cuatro o por tres puntos puede ser motivo de derrota en el colegio electoral, perder media semana de titulares no es en absoluto trivial. Y más aún cuando las elecciones ya han empezado. En Alabama, las urnas están abiertas desde el 11 de septiembre (sí, hay casi dos meses de voto anticipado); esta semana, múltiples estados empezarán a votar por correo.
Estas elecciones van a ser un horror.
No se sabe demasiado sobre quién disparó y cuándo, pero el servicio secreto parece distinguirse, otra vez, por su excepcional falta de puntería.
Los demócratas, sin excepción, han condenado los hechos.
Para mi lo mejor del debate ha sido lo de los gatitos, al menos sus memes: https://www.youtube.com/watch?v=3BrCvZmSnKA
Bueno, lo del aborto a los nueve meses tampoco estuvo mal.
Por cierto: “Básicamente, imaginad que Feijóo, durante su campaña a la presidencia del gobierno, se estuviera dejando asesorar por una mujer atractiva de 31 años que ha acusado al CNI repetidamente de estar detrás del 11-M, ha aplaudido las muertes de inmigrantes en el estrecho y defiende sin ambages el franquismo.” 🤐🤐🤐🤐