Mentirosos y campañas electorales
Y un tribunal saca a Trump de las elecciones presidenciales en Colorado
Sean Hannity, el hombre más pelota de Fox News, preguntaba a Donald Trump en una entrevista hace un par de semanas si iba a cometer abuso de poder o tomar represalias contra alguien si era reelegido presidente. Trump respondió sin inmutarse que lo haría “sólo su primer día en el cargo”.
El comentario era un poco demasiado delirante incluso para Fox News, así que Hannity, siempre con la Fanta lista para su amado líder, le ofreció un chaleco salvavidas de inmediato. “Amo este hombre”, dijo. “Pero no vas a ser un dictador, ¿verdad?” Trump, sin dudar un segundo, contestó “No, no, no. Sólo el primer día de mi mandato”.
Como suele ocurrir con el expresidente, muchos comentaristas se han tomado sus declaraciones como una broma. Trump dice bobadas para provocar, hombre. Qué va a querer ser un dictador. La mayoría del partido republicano colectivamente ha declarado que no vieron la entrevista y que por favor, dejen de preguntar sobre el amado líder de manera impertinente. Sus contrincantes en las primarias están demasiado ocupados soltándose guantazos entre ellos como para criticarle.
Quizás sea una broma, quién sabe. Aunque la verdad, viniendo de alguien que elogia a dictadores por su virilidad y fortaleza constantemente y que además dio un maldito golpe de estado hace apenas tres años creo que no estaría de más prestarle un poco de atención. Los demócratas y los medios no-ultramontanos han tomado nota, y hemos tenido la típica burbuja de análisis y comentarios sobre si Trump es fascista, dice ser fascista o es demasiado estúpido para entender lo que dice.
La reacción de los votantes ha sido, para variar, encogerse de hombros. Primero, porque la inmensa mayoría del electorado, casi seguro, ni se ha enterado de la polémica, ya que no hacen mucho caso a la política. Segundo, porque Trump dice muchas, muchas cosas, y nadie se lo toma demasiado en serio. El impacto de este escándalo en los sondeos ha sido básicamente nulo.
Mentiras y mentirosos
Una de las grandes tradiciones de la era Trump fue el fact checking, ese bonito género periodístico en la que un equipo de reporteros evalúa las declaraciones de un político para establecer si dice la verdad o miente. La inmensa mayoría de políticos (en serio) intentan ser honestos y no suelen inventarse cosas o fabular demasiado. Trump, por el contrario, es excepcionalmente deshonesto, llegando a soltar 30.573 mentiras durante sus cuatro años de mandado según la cuenta del Washington Post.
Dada la obsesión de los medios con esto de contrastar declaraciones, la idea de que Trump es alguien que dice tontadas y fantasías cuando habla está bien establecida con los votantes. Tras casi ocho años de ser llamado mentiroso repetidamente, sus discursos son vistos, me temo, como un espectáculo teatral, no un reflejo de sus ideas o planes. Si ha dicho que quiere ser un dictador, bueno, ese es Trump, el que dice cosas. No le hagáis demasiado caso.
Los demócratas, progresistas, e intelectuales variados que quieren derrotar a Trump se han topado además con el problema imprevisto de que a los votantes no parece importarles lo más mínimo que el expresidente sea un mentiroso compulsivo. Saben perfectamente que el señor dice falsedades, ya que el Post y el resto de medios les han recordado este detalle al menos 30.573 veces. Eso no parece hacerles cambiar su opinión sobre Trump.
Esto sucede, en no poca medida, porque el candidato republicano entiende una realidad persistente en la opinión pública americana: los votantes están convencidos que todos los políticos mienten. El nivel de confianza en el gobierno y sus gobernantes está bajo mínimos desde hace años; nadie cree que los líderes del país sean honestos. Cuando Trump es acusado de mentir, su respuesta habitual es que todos mienten, y que a él le atacan por hablar claro y decir las cosas como son. Dado que la inmensa mayoría del electorado cree que todos los políticos son iguales, tener a uno que sea un poco menos entusiasta (pero mil veces más entretenido) en sus exageraciones les importa bien poco.
Acusar a Trump de mentiroso resulta ser el equivalente político a decir que el cielo es azul y la lluvia moja. Es obvio que miente. Desde cuándo esto es algo nuevo o especial en un candidato o presidente.
Resultados, no procesos
El mayor riesgo para un candidato que se enfrenta a un populista en unas elecciones es centrar su mensaje en la crítica teatral. Trump es un político inaceptable porque no tiene modales, porque insulta, porque miente, y porque se pasa la vida diciendo cosas bonitas sobre dictadores. Trump es un cínico, y mirad todas las cosas falsas que dice y lo hipócritas que son todas sus críticas hacia mi persona.
Los votantes suelen tener cuñados igual de maleducados que el candidato populista en cuestión. Pero dado que están convencidos que todos los políticos insultan, todos son cínicos y todos son hipócritas, decir esto sobre él no hará que quieran votarte1.
Derrotar a un candidato populista es, por tanto, especialmente complicado, porque no sigue las reglas del debate convencional, sino que se dedica a cuestionar la legitimidad del propio juego en sí. El mensaje más efectivo, en este caso, es hablar sobre las consecuencias del populismo, no sobre su mensaje; recalcar el impacto que una victoria del populista tendrá sobre las cosas que el votante valora. El ejemplo más claro, y que Biden utilizó de forma efectiva el 2020, es recalcar que Trump gobernaba para sus amigos, para los ricos, y que atacaba tus derechos como el aborto o el voto, no que era deshonesto o escandaloso2.
Los candidatos republicanos en las primarias, por cierto, no pueden utilizar esta clase de retórica demasiado, ya que esta clase de resultados es lo que quieren los votantes del partido. Algunos han intentado, patéticamente, atacarle desde la derecha, acusándole de no ser lo suficiente conservador - sin darse cuenta que Trump es popular entre las bases precisamente por ser más moderado que el ala reaccionaria del partido.
Retóricas de campaña
Lo que veremos en la campaña presidencial, entonces, será un baile entre un candidato que intentará provocar a su oponente y otro que intentará hablar sobre consecuencias y valores. Biden intentará evitar el gran error de Clinton, que centró su campaña en lo horrible que era su oponente, y dejó que Trump fuera el único que hablaba sobre temas y medidas concretas (inmigración y comercio).
Me temo que la campaña será tan absurda, ridícula y estúpida como fueron las del 2016 y 2020. Esa es nuestra penitencia por sufrir a Trump.
Bola extra: las enmiendas de la rebelión
Tenía todo esto escrito y listo para ser enviado cuando saltaba esta noticia: el tribunal supremo del estado de Colorado ha sentenciado que Trump está inhabilitado para ocupar un cargo público federal y no puede presentarse a las elecciones en el estado.
No sé si recordaréis un boletín de hace unos meses, sobre las enmiendas de la rebelión, los preceptos constitucionales añadidos tras la guerra civil.
La más relevante, en este caso, es la decimocuarta enmienda, sección tercera, que reza lo siguiente:
Ninguna persona podrá ser senador o representante en el Congreso, ni elector del presidente y vicepresidente de los Estados Unidos, u ocupar cargos, civiles o militares, en los Estados Unidos, o en cualquier estado, si, habiendo prestado juramento previamente como miembro del Congreso, o como oficial de los Estados Unidos, o como miembro de cualquier legislatura de algún estado, o como oficial del poder ejecutivo o judicial de ese estado, para defender la Constitución de los Estados Unidos, ha incurrido en insurrección o rebelión contra los mismos, o ha dado auxilio o consuelo a sus enemigos. Pero el Congreso puede, por voto de dos tercios de cada Cámara, retirar tal inhabilidad.
En lenguaje llano, cualquier cargo público que tras jurar la constitución haya participado en una insurrección contra el gobierno de Estados Unidos nunca podrá ocupar un cargo público de no mediar una amnistía por parte del congreso3.
Llevando el presidente a juicio
Resulta que alguien en Colorado tuvo la idea de poner una demanda a la secretaria del estado (el cargo electo responsable de las elecciones en el estado) alegando que Trump, dado a su intento de golpe de estado el 2020-2021, había incitado y/o participado en una rebelión y no podía ser candidato. El texto de la enmienda es absoluto y directo, sin pedir desarrollo normativo previo (similar a la edad mínima para acceder al cargo o ser nacido en Estados Unidos), así que era necesario sacarle de la papeleta.
En primera instancia un juez de distrito en Denver concluyó que aunque estaba demostrado que Trump había sido partícipe en una insurrección contra Estados Unidos (¡!) y que la decimocuarta enmienda le daba claramente la potestad para inhabilitar a Trump, su texto no mencionaba al presidente expresamente, y por lo tanto podía seguir siendo candidato. La sentencia fue recurrida, y ayer el supremo estatal corregía al juez: Trump era un insurrecto, la enmienda puede ser aplicada, y que el presidente, “as an officer of the United States”, obviamente estaba incluido en ella.
¿Y ahora qué?
Recordad que en este país las elecciones están casi completamente en manos de los estados; un tribunal estatal puede decidir sobre cómo se administran elecciones federales dentro de su jurisdicción. La consecuencia inmediata de esta sentencia es que Trump no aparecería en la papeleta de las primarias republicanas en noviembre, y que el candidato del GOP en las generales no podría ser él4. En el resto del país, no obstante, las elecciones seguirían su curso. Ha habido otros pleitos en otros estados que no han llegado a ningún sitio, sea por cuestiones técnicas (¿quién tiene derecho a denunciar esto?), sea porque el juez ha decidido que no era de su competencia. En otros hay juicios pendientes, que pueden acabar con sentencias comparables o contradictorias a esta.
Así que el siguiente paso para Trump es, obviamente, un recurso al tribunal con el deber de unificar doctrina, el supremo de los Estados Unidos. La corte tiene una clara mayoría conservadora, con tres jueces que fueron nombrados por el propio Trump, así que lo que todo el mundo espera es que admitan el recurso y se inventen algún razonamiento jurídico más o menos creativo que mantenga al expresidente en la papeleta.
Digo “inventar”, por cierto, porque una sentencia favorable a Trump va a exigir una cantidad considerable de calvinball jurídico para cuadrarla. La decimocuarta enmienda no es ambigua; si hay insurrección, no puede acceder a cargo alguno, punto pelota, sin historias ni excepciones. El supremo deberá hacer una interpretación muy creativa de los hechos, crear una doctrina muy peculiar sobre quién es un “cargo público” o encontrar alguna pirueta exótica (exigir una sentencia en firme, por ejemplo, aunque quien ha impuesto la inhabilitación es una sentencia judicial) para darle la razón a Trump. No tengo duda alguna que estos juristas distinguidos encontrarán una excusa maravillosa.
Aún así… este es un caso muy extraño. Si recordáis, el primer análisis serio sobre el tema vino de dos juristas de la Federalist Society, un grupo conservador y tremendamente influyente en el sistema judicial. El texto de la constitución en este aspecto es muy, muy, muy, muy claro. La probabilidad de que en este supremo decidan ser LEYENDA y se carguen a Trump es minúscula, pero no es cero.
Asumiendo que el supremo no hace un Leeeeroy Jenkins, las consecuencias políticas de esta sentencia son difíciles de preveer. Mi intuición es que todos aquellos votantes que estaban convencidos que Trump dio un golpe de estado verán sus opiniones reforzadas, y que todos aquellos que creían que hay una cacería judicial contra él5 lo verán más claro que nunca. A las siete personas de todo el país que siguen indecisas, esto quizás les recuerde los sucesos del seis de enero y la lamentable actuación de Trump ese día, pero poco más. Cualquier cosa que no sea una inhabilitación o una sentencia increíblemente chusquera no cambiará la campaña demasiado. De todos modos, es que dedicar las dos próximas semanas a discutir si Trump montó una insurrección o no seguramente le perjudica un poco, pero soy reacio a hacer predicciones más allá.
Lo único que está claro es que al supremo les han jodido las vacaciones del todo. La fecha límite para inscribir un candidato en las primarias de Colorado es el cuatro de enero, y la sentencia entra en vigor entonces. Si hay recurso, tienen que intervenir rápido.
Pausa navideña
Con este boletín me despido hasta el año que viene; hoy volamos hacia Barcelona, a pasar unos días con amigos y familia y disfrutar de unas bien merecidas vacaciones.
Ha sido un año extraño, el de la calma antes de la tempestad. Un año de victorias electorales inesperadas, buenas noticias económicas, y sondeos ominosos. El 2024 va a ser un año crucial para Estados Unidos. Eso de las “elecciones históricas” es un tópico que se repite demasiado a menudo, pero es ante la posiblidad de que alguien que dice en voz alta que quiere ser un dictador y que dio un golpe de estado llegue a la presidencia, creo que está más que justificado.
Volveremos a las andadas en enero, entonces. Felices fiestas.
El libro
Por cierto, una nota final: el libro.
Se titulará “Por qué se rompió Estados Unidos. Populismo y polarización en la era Trump” y ya está disponible para preventa. La fecha prevista de publicación será el 14 de marzo, si todo va bien. Hace unos días me pasaron las últimas revisiones, y creo que ha quedado fantástico; estoy muy orgulloso del resultado final.
Hablaremos más sobre su contenido, ideas e historias el año que viene. Sólo quiero decir que sale mucho Richard Nixon, me meto mucho con el tribunal supremo, y que Trump es un síntoma, no una causa, de los males de este país. Hora de reservarlo.
Sí alguien está pensando en Pedro Sánchez y cómo el PP no deja de llamarle hipócrita y mentiroso, estáis en lo correcto.
Pedro Sánchez, para desgracia del PP, suele estar a favor de cosas populares. La “unidad de España” es algo demasiado abstracto y genera rechazo en varias comunidades.
En otros países se hacen amnistías. El congreso, de hecho, amnistió a casi todos los confederados en 1872.
Nótese que los electores en el colegio electoral podrían votar a quien les plazca igualmente, porque la constitución sigue siendo una chapuza.
LAWFAAAAREEEEE.
Mira esta noticia Roger...
Ramaswamy pledges to withdraw from Colorado GOP primary in solidarity with Trump
https://abcnews.go.com/Politics/trump-ineligible-run-president-jan-6-colorado-court/story?id=105785727
¿Podria pasar que bloqueen a Trump en tantos estados que pudiera perder las primarias republicanas?
Ojala pase y luego se presente como independiente o algo asi
Apañao Roger, caen dos libros, para mí y para mí padre. A ver qué tal. Saludos y felices fiestas.