¿Nadie va a pensar en los niños?
El Congreso de los Estados Unidos intenta ayudar a las familias con hijos... y ¿sale bien?
Estados Unidos, más que cualquier otro país de su nivel de riqueza, tiene un problema grave de pobreza infantil. Un 16% de menores de 18 años viven por debajo del umbral de la pobreza; este porcentaje se eleva al 30% para negros, 29% para nativos americanos y casi un 24% para hispanos. Es un problema colosal, que requiere una solución urgente. Y parece que al fin hay una propuesta legislativa para remediarlo.
Permitidme empezar hoy hablando acerca de una propuesta legislativa concreta que está siendo debatida estos días en el congreso y en tribunas de opinión por todo Washington. Le voy a dedicar cierta atención porque primero, se centra en combatir la pobreza infantil, algo en lo que he trabajado en vidas anteriores, y segundo, es tremendamente importante.
La propuesta
La propuesta se llama la “Family Security Act”, o ley de seguridad familiar (que suena fatal en castellano, pero vamos). La ley crearía una ayuda de $350 dólares mensuales para familias con hijos menores de seis años, y $250 para chavales entre 7 y 17 años.
Así, sin más. Esa es la propuesta. Un pago directo, por hijo, para esencialmente todas las familias de América; el límite de ingresos es $400.000. El pago máximo al mes sería $1.250. Este programa reemplazaría el crédito fiscal para familias con hijos (que es increíblemente confuso y menos generoso) y varios programas sociales extraordinariamente ineficaces, como TANF, que como están configurados ahora, no ayudan a casi nadie. La ley incluye además una reforma del complemento salarial actual (earned income tax credit) para eliminar varias provisiones que penalizan a parejas casadas y simplifican su administración. El resto del coste lo cubre eliminando por completo una deducción fiscal increíblemente regresiva; estas ayudas no aumentarían el déficit ni un sólo dólar.
Vale la pena recalcar que la idea de intentar solventar la pobreza infantil simplemente dándole dinero a sus padres sin asteriscos, condiciones, o formularios de 34 páginas por triplicado tiene tres virtudes principales. Primero, es muy fácil de administrar y es muy accesible, así que no “pierdes” a posibles receptores por el camino. Segundo, es muy efectiva; tenemos una cantidad de evidencia empírica abrumadora que señala que dar dinero a los pobres es la forma más efectiva de sacarles de la pobreza. Tercero, es muy visible, universal, y muy popular. Políticamente, es una idea fantástica.
El autor de esta propuesta es Mitt Romney, y si os parece demasiado bonito para ser verdad… pues estáis equivocados. Es realmente muy, muy buena idea; la ley, si se aprobara con esta configuración, reduciría la pobreza infantil en un tercio.
El estímulo fiscal y la pobreza infantil
Lo más interesante de todo este asunto es que esta propuesta no es la única que está rondando el congreso estos días. El plan de estímulo fiscal que los demócratas están redactando ahora mismo en la cámara de representantes incluye una variante de esta idea, aunque algo más generosa.
La propuesta demócrata reduciría la pobreza infantil a la mitad (ya que no eliminan TANF y dan algo más de dinero), pero es bastante más chapucera en su implementación. Romney administraría el programa a través de la seguridad social; los demócratas recurren al IRS, que no está diseñado para gestionar esta clase de cosas. La principal diferencia, sin embargo, es que los demócratas no incluyen un mecanismo para pagar nada, y lo enchufan todo al déficit; Romney cubre todo el coste, y lo hace eliminando cosas que no funcionan y eliminando deducciones fiscales.
No sé si recordaréis cuando explicaba la semana pasada el procedimiento legislativo que los demócratas van a utilizar para sacar adelante el plan de estímulo fiscal, reconciliation, o reconciliación. Una ley aprobaba mediante este sistema no puede incorporar provisiones que aumenten el déficit fiscal a largo plazo, así que el estímulo fiscal de Biden, ahora mismo, ofrecería estos pagos durante un año. El plan de Romney no aumenta el déficit, así que puede ser aprobado vía reconciliación sin que incluya fecha de caducidad.
Los demócratas, de momento, no se han dado por aludidos; el primer borrador del plan de estímulo incluye pagos durante doce meses hasta un total de $3.600 para hijos menores de seis años, $3000 para el resto, para familias que ganen menos de $150.000. Ni Romney ni la Casa Blanca están diciendo nada públicamente sobre si están negociando, pero no me sorprendería demasiado si el plan del senador de Utah acaba reapareciendo, de un modo u otro, en el estímulo o una ley posterior.
¿Hay un pero?
Ahora, supongo, es cuando esperáis un jarro de agua fría; llevo demasiados párrafos diciendo cosas favorables sobre una propuesta, y en Estados Unidos el horror, pavor y tristeza siempre están a la vuelta de la esquina.
En este caso, la verdad, no tengo casi nada para aguar la fiesta; algunos senadores republicanos (incluyendo a Marco Rubio, que es capaz de estar equivocado en casi todo) han criticado la propuesta de Romney. Un think tank conservador ha señalado que es posible que estos pagos reduzcan la disposición de las familias pobres a trabajar (nota: ya os digo que no es el caso, y la literatura me da la razón), pero la recepción por parte de la derecha ha sido positiva. Incluso la izquierda dura demócrata ha respondido con cierto optimismo; hablando con gente del trabajo incluso escuché algún elogio.
Falta que los demócratas reconozcan la oportunidad, y he aquí el problema. La deducción que elimina Romney (SALT - state and local tax deduction) favorece abrumadoramente a residentes de estados ricos donde los impuestos son relativamente altos, especialmente Nueva York y California. Chuck Schumer, el líder de los demócratas en el senado, es de Nueva York, y Nancy Pelosi de California.
Sí, siempre hay algo. Siempre. Y este algo quizás baste para hundir una buena idea.
Bolas extra:
Las cifras de pobreza infantil de España son atroces, mucho peores que Estados Unidos. Tenemos un estado de bienestar que redistribuye fatal.
Un estudio interesantísimo sobre copagos y su efecto en el uso de medicamentos. Aumentar los copagos $10 reduce el consumo de medicación en un 23%… y la mortalidad mensual aumenta un 34%. Los medicamentos que ven su consumo reducido en mayor medida son los que usan los pacientes de más riesgo.
El juicio del impeachment a Trump empieza esta semana. Será corto, y casi todo el mundo da por seguro que no será condenado. Los republicanos están dando excusas curiosas para exonerarle, como decir que la culpa del asalto al capitolio fue de Nancy Pelosi.
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Foto: Gage Skidmore.
Tal y como está escrita la "bola extra", se entiende que aumentar el copago *reduce* la mortalidad. Creo que el estudio dice lo contrario.