Negociando en el congreso
Donde los demócratas moderados descubren nuevas e innovadoras formas de preocuparse por cosas que no deberían preocuparles.
Os acordáis de esos dos paquetes legislativos avanzando en paralelo en el congreso desde hace unos meses, ¿verdad? Lo he explicado ya varias veces, pero dicho rápido, hay dos leyes, una de un billón, con apoyo de los dos partidos, otra de tres y medio (a gastar en diez años, en ambos casos), que los demócratas aspiran a aprobar en solitario. El ala progresista y el ala moderada del partido tienen un acuerdo tácito que ambas leyes deben ser aprobadas a la vez. Leed por aquí toda la historia.
Esta semana la cámara de representantes está en pleno proceso de votar el paquete grande, que incluye casi toda la agenda legislativa de Biden apelotonada en una sola ley. El mamotreto incluye cosas tan dispares como bajas pagadas por enfermedad, inmigración, y montones de cosas para combatir el cambio climático.
La legislación es, en jerga legislativa americana, un árbol de Navidad, un armatoste cargado de regalos, y los demócratas tienen muy poco margen de error. Cero margen de error en el senado, literalmente, donde no puede desertar ni un sólo legislador, y muy, muy poco en la cámara de representantes, donde cuatro deserciones (en un grupo de 220) bastan para hundir la ley.
Los demócratas contra sí mismos
¿Sabéis eso de que la legislación es como las salchichas, que uno nunca debería ver cómo se fabrican? Bueno, estos son los días donde Nancy Pelosi, Chuck Schumer y Joe Biden andan por el Capitolio con la máquina de picar carne persiguiendo legisladores irredentos.
Lo primero, y más obvio, es que la ley no incluirá 3,5 billones de dólares de gasto. El partido demócrata es ese partido de “izquierdas” tan extraño que recorta sus ambiciones según escribe leyes; la duda es qué se va a recortar.
El problema para los progresistas es que en ese paquete de 3,5 billones hay un montón de programas que les gustan, y muy, muy poco que les desagrade. Aunque se eliminen medidas o capítulos de la ley, siempre preferirán que se apruebe algo a torpedear lo que quede, así que parten en desventaja. A su favor, sin embargo, tienen que por una vez el presidente y los líderes del congreso quieren una ley ambiciosa, así que la negociación oscila entre moderados asustados de gastar demasiado (eso dicen) y líderes del partido tratando de intimidarles (“te enviaré al subcomité de lechugas, donde nunca más verás la luz del sol” o el aún más terrorífico “primarias”) o persuadirles para que se muevan.
En muchos casos, no obstante, los “moderados” son de un cinismo tan obvio que es difícil saber hasta qué punto se puede negociar.
Pongamos el caso de Kathleen Rice, una representante de un distrito relativamente seguro de Nueva York. Rice, hace dos años, votó a favor de una propuesta de ley que permitiría a Medicare negociar el precio de los medicamentos con las farmacéuticas para reducir su coste. La medida es increíblemente popular (“reducir el precio de las medicinas” anda siempre sobre 80-90% en los sondeos) y el partido demócrata lleva proponiéndola desde hace años; era un componente central en la agenda de todos los candidatos presidenciales. Era algo tan importante, de hecho, que Rice hizo un anuncio electoral el año pasado prometiendo sacar esto adelante:
Suena estupendo, hasta que resulta que la ley tiene visos de ser aprobada. Ayer Rice decidió oponerse en comité a la ley que haría precisamente esto, con un texto idéntico al de la propuesta que apoyó el 2019. Su excusa, motivo, o como le quieras llamar, es que “no va a apoyar medidas fiscalmente irresponsables y que ponen en peligro la aprobación de la ley”.
Cosa que tiene mérito, porque esta cláusula, precisamente, ahorraría al gobierno federal 70.000 millones de dólares al año, y a los consumidores una cifra similar. Es, literalmente, una de las medidas incluidas en el paquete para pagar el gasto en otros capítulos, como guarderías o bajas por maternidad.
“Moderados”
¿De dónde viene la oposición de Rice y los otros dos moderados que han torpedeado la votación en comité? No es que tengan miedo de perder las elecciones; Scott Peters es de California y ganó sus últimas elecciones por 23 puntos, Kurt Schrader es el único que tiene excusa, y aun así gano su distrito por 7. Es más la combinación de ego, ansia de protagonismo y principios morales, que otra cosa.
Oh, y la extraña coincidencia de que Peters haya recibido 265.000 dólares en donaciones de compañías farmacéuticas desde las elecciones del 2020, Schrader 166.000, y Rice 8.500. No es que Rice sea barata, es que casi seguro las donaciones vendrán luego, por completa casualidad.
El problema para Pelosi, Biden, y Schumer es que Rice, Peters y Schrader no son un caso excepcional. En casi todos los capítulos del plan de infraestructuras que afectan a alguna industria importante siempre hay alguien que parece estar súbitamente preocupado por la estabilidad fiscal de la república, la excesiva regulación de la industria y la importancia de ese crucial sector económico, y se dedica a poner palos en las ruedas con el mismo interés. Muchos de estos legisladores vienen de distritos seguros, así que no es que estén temerosos de perder elecciones. Son gente que pueden tener en su distrito una o varias empresas afectadas o que mágicamente han recibido paletadas de dinero de superPACs afiliadas con esa industria en particular y misteriosamente empiezan a hablar como moderados. Lo hemos visto con medicamentos, lo hemos visto con impuestos a los ricos (algo increíblemente popular también en los sondeos), y nos lo vamos encontrando en otros temas.
La política americana es a veces así de deprimente.
Cuadrando a los disidentes
En teoría, hay una forma sencilla de cuadrar a estos legisladores insurrectos, que es amenazarles con primarias.
Por desgracia, los demócratas son poco proclives a tumbar a sus propios legisladores en las urnas, y cuando sucede, es por sorpresa y tras un esfuerzo descomunal. Esto es en parte por la cultura del partido, menos proclive a hacer purgas ideológicas que los republicanos, en parte porque el votante mediano demócratas es más centrista que sus dirigentes y eso hace muy difícil organizar primarias excepto en distritos muy, muy progresistas.
Por añadido, los demócratas no tienen el equivalente a Fox News o el resto de la mediocracia conservadora capaces de señalar a disidentes. Cuando un republicano se sale de la fila (léase Liz Cheney) el GOP tiene maneras de ponerla en el punto de mira y hacer que su vida sea un infierno. Dudo mucho que nadie en el distrito de Rice, aparte de cuatro frikis que leen el Huffpost, sepan que Rice está por ahí haciendo maldades.
En las próximas semanas lo que veremos, casi seguro, será una repetición de esta danza en varios comités, con los “moderados” extrayendo concesiones allá donde pueden encontrar suficientes legisladores “preocupados”. A menudo estas concesiones se reforzarán unas a otras; debilitar la parte de medicamentos, por ejemplo, forzará recortes de gastos en otros lugares, y el paquete se irá reduciendo. La fábrica de salchichas, haciendo su trabajo.
Al final del juego, tras superar comités, votaciones varias, y el pleno de la cámara de representantes, la ley se encontrará con el verdadero enemigo final, el Ser Supremo y Guía de todas las Naciones del Mundo Joe Manchin. Que se pondrá pesado, pedirá recortes, y demás, pero al menos es honesto, porque el tipo es realmente un moderado que representa un estado donde Trump ganó por 38 puntos.
Con Manchin, y con Sinema, su colega de Arizona, es Biden quien está hablando en persona, sin intermediarios. Y son ellos los que realmente decidirán el futuro de la agenda del presidente este otoño.
La cámara de representantes se ha autoimpuesto como fecha límite para votar el 27 de septiembre. Vamos a tener un mes entretenido.
Bolas extra
Lo divertido de esta batalla es que los demócratas se la podrían haber ahorrado por completo. Ese puesto en el comité en teoría le debería haber tocado a Alexandria Ocasio-Cortez, pero en una de esas historias a las que nadie les presta atención, los moderados maniobraron en diciembre para que fuera a Rice. Inescrutables son los caminos del congreso.
Gavin Newson derrotó con una facilidad apabullante el referéndum revocatorio en California. Todo el mundo se ha apresurado a sacar conclusiones, casi todas erróneas, ya que California es muy poco representativa comparada con el resto del país. Biden ganó el estado por 29 puntos.
La única conclusión válida: los referéndums revocatorios son una idea espantosa y deben ser eliminados.
Una historia para no dormir: cuatro amigos de Minnesota fueron encontrados muertos a balazos en un SUV en medio de un maizal en Wisconsin. Nadie sabe qué hacían allí, ni el motivo del asesinato.
El martes fueron las primarias municipales de Connecticut, el motivo por el que voy hasta las cejas de trabajo estos últimos días. Si tengo tiempo, escribiré un boletín con algunas notas sobre todo el jaleo.
Ha muerto Norm McDonald, un comediante inmensamente respetado en Estados Unidos y (creo) poco conocido fuera del país. Este chiste es un ejemplo de su genio:
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