A principios del 2020, el congreso de los Estados Unidos aprobó uno de los paquetes legislativos más extraordinarios de la historia del país. En el plazo de unas pocas semanas, el legislativo aprobó tres enormes estímulos fiscales para responder a la pandemia que azotaba el país. En total, las tres leyes sumaban cinco billones de dólares, una respuesta colosal que buscaba proteger de la crisis a empresas, trabajadores, gobiernos estatales y locales, y el sistema de salud.
Un paquete ambicioso
Las medidas fueron negociadas por el entonces secretario del tesoro de Trump, Steven Mnuchin (probablemente el mejor nombramiento de su administración) y Nancy Pelosi, la entonces Speaker de la cámara de representantes. Aunque en conjunto los estímulos fiscales pueden resumirse en “lanzar dinero a paletadas a absolutamente todo el mundo que lo pida”, fueron unas leyes excepcionalmente bien diseñadas y construidas, y uno de los principales motivos que explican la extraordinaria recuperación de la economía americana post-pandemia1.
Dentro de la montaña de provisiones contenidos en estas leyes había también algo parecido a un experimento a gran escala sobre prestaciones sociales. El gobierno federal lanzó una expansión colosal del estado de bienestar, con pagos directos, una subida enorme de las prestaciones de desempleo, ayudas a vivienda y guarderías y programas de apoyo a familias con hijos. El resultado fue que la pobreza (tanto familiar como infantil) disminuyó tras la pandemia. Resulta que tener millones de personas viviendo en la pobreza es un problema solucionable, si se le pone un poco de voluntad. Quién lo iba a decir.
Sanidad en tiempos de pandemia
Uno de los detalles más interesantes incluídos en los estímulos fiscales era algo llamado Medicaid continous enrollment, o inscripción continua en Medicaid, el programa de seguro médico para familias con pocos ingresos. Como casi todos los programas sociales de Estados Unidos, Medicaid tiene requisitos estrictos de nivel de renta para darse de alta el el programa. El gobierno federal da una flexibilidad considerable a los estados sobre el límite de ingresos para acceder al seguro2, así que el nivel de cobertura varía muchísimo de un estado a otro. La pandemia hizo estas diferencias un tanto irrelevantes al dejar a tanta gente sin trabajo, así que millones de personas se apuntaron a Medicaid de golpe. El programa pasó de cubrir 71 millones de personas a casi 93 millones tras la crisis.
Habitualmente, cuando alguien está recibiendo cobertura sanitaria bajo Medicaid tiene la obligación de informar periódicamente a la agencia de servicios sociales sobre sus ingresos. Los requisitos (para variar) no son uniformes de un estado a otro, ni entre un tipo de paciente u otro. Por ejemplo, en algunos estados sólo es necesario enviar papeleo una vez al año si tienes hijos. En otros, el plazo es seis meses para los adultos y doce para su hijos, así que puedes tener a los padres entrando y saliendo de cobertura mientras sus hijos siguen asegurados. En los estados más draconianos3 a veces es necesario reportar cualquier cambio en un plazo de diez días tras cualquier cambio de ingresos, algo que es una pesadilla absoluta si tienes un trabajo con horarios inestables.
La cláusula de inscripción continua eliminaba por completo la obligación de hacer este trámite. Mientras durara la emergencia sanitaria por COVID, cualquier persona apuntada a Medicaid seguiría cubierta por el programa, sin excepciones. Estados Unidos, de facto, había creado un seguro médico gratuito para 70 millones de personas, así sin más.
Es complicado hablar sobre los efectos en la salud de los americanos en este periodo, porque eso de tener una pandemia global matando más de un millón de personas distorsiona bastante las estadísticas4. Aún así, tenemos una barbaridad de gente con cobertura médica… que tristemente iba a desaparecer cuando el congreso estableciera que la emergencia de COVID había terminado.
Eso sucedió el 31 de marzo de este año, cuando las agencias de servicios sociales de todo el país tenían que empezar a comprobar, otra vez, quién tenía derecho a Medicaid y quién no.
Salud y estados
Que habría familias que perderían su cobertura médica era, por supuesto, inevitable. La economía va muy bien, y hay muchas familias que tienen más ingresos hoy que hace tres años. Los estados con programas más generosos van a perder menos gente que los más rácanos. Aun con estas diferencias, sin embargo, las agencias de servicios sociales varían mucho de un estado a otro, tanto en su financiación como en su nivel de competencia. La voluntad política de hacer las cosas bien también es muy distinta según donde estés.
Aquí en Connecticut, llevo meses escuchando a expertos, legisladores y activistas hablando sobre cómo gestionar el unwind (“desatar”), el final de la inscripción continua. El departamento de servicios sociales no es que sea demasiado competente, pero le ponen voluntad, y han estado trabajando como locos para que todas las familias que reciben Medicaid entiendan el proceso, tengan instrucciones claras sobre qué deben hacer y el papeleo que tienen que enviar. Esto ha hecho que a día de hoy “sólo” hayan perdido un 25% de inscritos, uno de los porcentajes más bajos del país5. Hace unos días hablaba con varios expertos de Texas, donde la agencia que lleva las renovaciones no sólo es increíblemente incompetente, sino que además no se ha esforzado lo más mínimo en informar a nadie del problema. El resultado es que allí un 66% de las personas en Medicaid han perdido su cobertura médica, la inmensa mayoría por que no se han enterado de que necesitaban enviar papeleo. El porcentaje es aún mayor en menores de edad (68%), porque esto de ser crueles con los niños debe dar puntos extra.
La explicación detrás de estas enormes diferencias es previsible; en Texas (y la mayoría de estados controlados por el GOP con cifras igual de atroces) el mecanismo para renovar suele ser manual, enviando documentos y formularios por correo o llevándolos a la oficina estatal. En sitios como Oregón o Massachusetts6, este proceso está automatizado; el estado mira sus bases de datos sobre sueldos e ingresos, e intenta hacer la renovación directamente o simplificar el proceso tanto como sea posible. Aunque mucha gente no sabe que tienen que renovar, no hace falta irles a buscar.
De momento, nueve millones de personas han perdido su seguro médico en todo el país, incluyendo dos millones de niños. Las previsiones más pesimistas (que de momento se están cumpliendo) hablan de 24 millones quedándose sin cobertura; más de siete millones de niños. Es una forma realmente absurda de llevar un estado de bienestar en la que el gobierno te pide una y otra vez demostrar que eres pobre.
Dos Américas, otra vez
Por encima de todo, sin embargo, el unwind es la enésima demostración de que en Estados Unidos hay una serie de estados que están esencialmente obsesionados en hacer la vida imposible a sus propios habitantes, y que buscan cualquier excusa para poder maltratarles. También deja bastante claro que para solucionar cosas como la pobreza, los atroces indicadores de salud o la montaña de problemas sociales que azotan el país no basta con controlar el gobierno federal. Lugares como Texas, Luisiana o Arkansas harán todo lo posible para seguir pateando a sus propios ciudadanos mientras estén dominados por el partido republicano.
Es muy, muy distinto vivir en Massachusetts o en Florida. Estados Unidos es, realmente, dos países moviéndose en direcciones distintas.
Bola extra: Jim Jordan se la pega
Dejamos a nuestro amigo Jim Jordan, fascista convencido, golpista ocasional, y hombre propenso a pasar por alto abusos sexuales, luchando furiosamente por conseguir suficientes votos para ganar el puesto de Speaker.
Ayer al mediodía, el buen hombre fue al pleno y se la pegó con todo el equipo. Veinte republicanos votaron en contra cuando sólo podía perder cinco. La intención de Jordan era volver a intentarlo por la tarde, pero todo parecía indicar que iba a perder de nuevo, posiblemente con más votos en contra. Hoy parece que van a volver a intentarlo, aunque no está nada claro que pueda convencer a nadie.
Los moderados del GOP, por una vez, han descubierto que pueden influir en el partido utilizando las mismas tácticas que los radicales del Freedom Caucus. No está claro si este ataque de valentía les va a durar más de 24 horas o si están decididos a bloquear a un impresentable como Jordan. Por ahora, hay varias voces dentro del grupo parlamentario hablando abiertamente de buscar votos demócratas para escoger un Speaker de consenso.
También fueron inflacionarios, pero entre precios altos y recuperación económica lenta, prefiero lo primero.
No porque el congreso así lo decidiera, por cierto. El tribunal supremo decidió, en una de esas decisiones un poco aleatorias, que la provisión estableciendo un nivel común para todo el país era inconstitucional.
Medir el impacto de Medicaid en la salud de la población, por cierto, es notoriamente complicado. La estimación más reciente que he visto sugiere una disminución de la tasa de mortalidad de un 9,4%, una cifra considerable.
Un 81% de los que pierden el seguro es por errores con el papeleo, porque son bastante patanes haciendo gestiones.
Y alguna sorpresa sureña, como Carolina del Norte y Kentucky.
Interesante artículo Roger, particularmente veo una serie de cosas positivas y otras no tanto en el Estado donde vivo. La renovacion del seguro medico publico es automatizado y cualquier cambio se puede hacer por teléfono u online, pero no es posible acceder al mercado de seguros privados a bajo costo, mejor conocido como Obamacare. Solo puedes acceder a ese tipo de seguros si tienes mas de 5 años como residente de Estados Unidos o si eres ciudadano, para los que no cumplen ninguna de esas 2 opciones solo les queda acceder a las clinicas comunitarias o calificar a un programa de descuentos en un hospital local. He preguntado de porque las limitaciones en ese aspecto ( por ejemplo para un refugiado o beneficiario del TPS) pero nadie me sabe responder muy bien del porque es asi. Alguna idea de como conseguir esa informacion?