Volví de Puerto Rico el lunes (estaba ahí por trabajo) y esta semana, aparte del final del periodo de sesiones, tengo una montaña de proyectos atrasados.
La buena noticia es que el senado estatal, como esperábamos, aprobó la ley de bajas por enfermedad aquí en Connecticut, y el gobernador ya ha anunciado que va a firmarla. Así que al menos todas esas horas de trabajo han servido para algo.
La mala noticia es que la política americana sigue con su alocado, caótico andar, y tengo varios temas atrasados que merecen notas, comentarios y aclaraciones variadas. Así que más que un artículo largo, hoy necesitamos unos cuantos retales de prensa. Veamos.
Los juicios de Donald Trump
Desde el día en que empezaron sus problemas judiciales, la estrategia legal de Donald Trump ha sido la misma en todos los casos: patalear, lloriquear, e intentar retrasar los juicios tanto como sea humanamente posible. Parecía improbable que un hombre intentando evitar la cárcel en cuatro procesos judiciales distintos pudiera escapar de la ley a base de sepultar a magistrados con papeleo y recursos. Trump, no obstante, tiene dos elementos a su favor: toneladas de dinero (no suyo; sablando a sus donantes) y un montón de amiguetes en la judicatura que le deben el cargo.
Ahora mismo, parece que la estrategia de enfangar el proceso judicial le va a funcionar casi a la perfección, y no tendremos un juicio o sentencia significativa contra él antes de las elecciones.
En Florida, en el caso del robo de documentos oficiales, Trump tuvo la enorme suerte de que le tocara una juez novata llamada Aileen Cannon, nombrada para el cargo por el mismo Trump a finales del 20201. A pesar de que los delitos son extraordinariamente obvios (recordad: Trump llevándose montones de documentos secretos a Mar-A-Lago, escondiéndolos en el lavabo, ocultándolos al FBI…) y con pruebas a patadas, esta magistrada ha decidido que cualquier moción de la defensa, por estúpida que sea, merece ser considerada y debatida antes del juicio. La mujer se toma meses para decidir sobre nada, extendiendo plazos repetidamente. Esta semana se percató que quedan montones de trámites por decidir (por su culpa), así que ha rechazado el juicio de forma indefinida.
Cualquier otro acusado no llamado Trump con esos cargos y pruebas en su contra llevaría meses en la cárcel, pero nada como tener amigos en los tribunales. Es básicamente imposible, salvo milagro o imposibilidad cuántica legal inaudita, que el ex-presidente vaya a juicio antes de las elecciones. De ganarlas, se indultará a si mismo.
En Georgia, en el caso estatal de intentar de revertir los resultados electorales, la estrategia de Trump y sus co-defensores de intentar enfangar a la fiscal del caso en un “escándalo” irrelevante sin relación con los cargos presentados ha dado su fruto. Primero alegaron que Fani Willis no podía juzgarles porque contrató como fiscal especial para que le ajudara a un hombre con el que tenía una relación amorosa. El juez del caso desestimó los cargos, sólo exigiendo que despidieran al amante. Obviamente, los abogados de Trump recurrieron, y el tribunal estatal de apelaciones de Georgia han decidido tomar en consideración el caso. El proceso tomará varios meses, así que el juicio no será hasta el año que viene si hay suerte.
En Washington, la acusación federal por dar un golpe de estado sigue paralizada. El Supremo decidió tomar en consideración la absurda noción que el presidente goza de inmunidad absoluta contra cargos penales, y aparte de estar retrasando el caso tomándose su tiempo para decidir, parecen empeñados en darle la razón de algún modo a que retrase el juicio todavía más. Es muy, muy improbable que Trump se siente en el banquillo antes de noviembre. Siendo como es un caso federal, si ganara se indultaría a si mismo.
En Nueva York, el caso de falsear documentos para ocultar pagos a una actriz porno es el único que sigue su curso. El juicio ya ha empezado, y aunque es difícil sabe qué demonios decidirá un jurado tras escuchar testigos y ver todas las pruebas, seguramente tendremos veredicto en 4-6 semanas.
Este es un caso extraño. Políticamente, la historia de que un candidato a la presidencia del país pagara $130.000 a una actriz porno para ocultar un affaire amoroso, falsificando documentos contables y de la campaña electorar para esconder los pagos es algo que bastaría por sepultar cualquier candidato por el resto de sus días. Para Donald Trump, este es el juicio menos importante, que “como mucho” le puede acarrear cuatro años de cárcel. Es surrealista, pero así es la política americana estos días.
Desde un punto de vista estrictamente legal, este es un caso un tanto peculiar. La falsedad en documentos contables suele ser considerada una falta (misdemeanor), no un delito. La única excepción es cuando esa falsedad se realiza con el fin de encubrir otro delito distinto. La fiscalía argumenta que Trump estaba intentando ocultar al menos tres delitos (financiación ilegal de campañas federal y estatal y un delito fiscal), y tienen que demostrar que las manipulaciones eran intencionadas e iban más allá del juego político o de un contrato privado. La dificultad radica en que no está claro que un tribunal estatal pueda presentar cargos contra alguien que está intentando encubrir un delito federal, o que las leyes estatales de finaciación de campañas cubran una campaña federal a la presidencia. Sobre fraude fiscal, buena suerte consiguiendo que el jurado les entienda.
Incluso si Trump perdiera y fuera condenado, apelarán la sentencia primero a apelaciones, después al supremo estatal y acto seguido a tribunales federales, si alguien les hace caso. Pasarán años antes de que deba pasar por la cárcel. La buena noticia es que es un caso estatal, y no podrá indultarse a sí mismo.
La coalición informal
Nuestra chiflada fascista del congreso favorita, Marjorie Taylor-Greene, finalmente dio el paso y presentó una moción para echar del cargo a Mike Johnson, Speaker de la Cámara de Representantes.
El año pasado, cuando Matt Gaetz hizo la misma maniobra, consiguió convencer a once de sus colegas para que votaran a favor de echar a Kevin McCarthy de su cargo. Los demócratas, que detestaban al líder de la cámara, votaron junto con los rebeldes y derrocaron al Speaker, provocando ese hilarante sainete que acabó con Johnson como líder del partido.
Ayer MTG consiguió el apoyo de once insurrectos ultras de su propio partido… y de básicamente nadie más. Aunque Johnson es muy conservador, los demócratas lo respetan, ya que es alguien con el que han podido negociar de buena fe los presupuestos o el paquete de ayuda militar a Ucrania. Así que, en una maniobra fráncamente inusual, han votado en masa a favor de que siga en el cargo junto a la mayoría republicana; Johnson ha conseguido 359 apoyos, por sólo 43 votos a favor de derrocarle.
Resulta que la estrategia ideal para evitar que la extrema derecha del GOP chantajeara a los líderes del partido y los mantuviera rehenes era simplemente trabajar con los demócratas en una coalición informal de moderados. Quién lo iba a decir2.
Protestas estudiantiles
Este es uno de esos temas en que la cobertura mediática es mucho mayor que cualquier interpretación razonable de lo que está sucediendo. Todos los sondeos señalan que aunque en general los votantes jóvenes son más favorables a Palestina que el resto del electorado, el porcentaje de ellos que ponen la guerra de Gaza como una de sus principales preocupaciones es muy pequeño. Por ejemplo, en una lista de 16 problemas a los que se enfrenta el país, Gaza estaba en el número 15, sólo por delante la deuda estudiantil3.
Las protestas estudiantiles, además, son bastante impopulares con el resto del electorado. Hay un sector del partido demócrata que simpatiza con ellas, sin duda, pero no son en absoluto una señal de descontento generalizado u oposición significativa con miles de veinteañeros desertando hacia Trump por Palestina. Como suele suceder en este país, los medios americanos están completamente obsesionados con todo lo que sucede en sus universidades de élite, sea importante o no, y están repitiendo esto con las protestas.
Esto no significa que las manifestaciones sean completamente irrelevantes, por supuesto. Si perduran en el tiempo o se salen de madre o se vuelven violentas, pueden convertirse en un problema político persistente para la Casa Blanca. Pero por ahora, son más ruido (muy amplificado) de fondo que otra cosa.
Su importancia, en todo caso, será menos electoral que en políticas públicas. Porque si algo han conseguido es mover la opinión pública americana hacia posiciones más pro-palestinas y hacer que Joe Biden empiece a distanciarse de Israel con cada vez más fuerza. Y esto, la verdad, es mucho más importante que cualquier ruido estadístico en los sondeos.
RFK Jr. es un señor rarísimo
Robert Kennedy Jr., candidato independiente a la presidencia, antivacunas furibundo y señor peculiar en un día bueno, dice que los médicos encontraron un gusano parasitario en su cerebro hace unos años que afectó sus habilidades cognitivas.
Trabajo infantil en Connecticut
¿Os acordáis de esa historia sobre el trabajo infantil, la enmienda constitucional perdida sin ratificar de los años veinte y cómo quizás era hora de recuperarla? La cámara de representantes de Connecticut votó hace unos días a favor de adoptarla por 88 votos a favor y 56 en contra.
Sí, hubo 56 tipos que votaron en contra de prohibir el trabajo infantil, incluyendo varios demócratas. El debate me pilló por el Capitolio (estaba persiguiendo legisladores para cerrar la votación sobre bajas pagadas) y fue digamos interesante. Si os interesa verlo, está integro aquí, empezando en 3:34. El ritual parlamentario del estado, por cierto, es bastante entretenido; puedo escribir algo sobre él en otro artículo si os interesa.
La enmienda, por cierto, seguirá sin ser ratificada. El senado no la ha tomado en consideración antes de que terminara el periodo de sesiones.
Y confirmada para el cargo después de las elecciones de noviembre del 2020.
Un tema sobre el que por cierto siempre he sido muy escéptico, y donde resulta que tenía razón.
Buenos días Roger, he leído que en las primarias republicanas celebradas el martes en Indiana. La ex gobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, a pesar de que había suspendido su campaña y no había hecho campaña obtuvo casi un 22% de los votos. ¿Podrían ser votos de demócratas ‘infiltrados’? Si no es así ¿podría ser una manifestación de que un grupo alto de republicanos son contrarios a Trump? ¿Sería posible que muchos de ellos votasen demócrata en las presidenciales? ¿Hay encuestas sobre esa posibilidad? Gracias y sigue con tus comentarios.
Estoy leyendo que RFK Jr está robando màs votos "trumpistas" que demócratas, no tengo fuentes que me permitan formarme una opinión sustentada, por demás supongo que si esto fuese cierto, creo que favorece a Biden, aunque tampoco lo tengo claro, porque supongo que dependerá de localidades concretas y transferencias concretas, o en otras palabras, esto importaría donde se deciden las cosas por màrgenes muy estrechos.
Por otro lado, otra duda. Es muy improbable que RFK llegue a conseguir compromisarios (debería ganar en esos estados), pero en el hipotético y académico caso de que lo consiguiera, ¿esos compromisarios deben automáticamente votar por él aun cuando no tenga opciones, o pueden votar por Biden en ese caso, digamos, si así lo dice el propio RFK? P.ej., supongamos que ni Biden ni Trump sacan mayoría y que RFK saca un puñado.