Trump, Cheney y la locura que no cesa
Tres historias de campaña esencialmente incomprensibles.
Las campañas presidenciales americanas desde el 2016 a menudo parecen estar sacadas de otro universo completamente bizarro.
Dick Cheney
Empecemos, por ejemplo, con la noticia ayer viernes que Dick Cheney, ex-jefe de gabinete del presidente Gerald Ford, ex-secretario de defensa de George H.W. Bush, y ex-vicepresidente bajo George W. Bush, ha anunciado que votará a Kamala Harris este noviembre.
“En los 248 años de historia de nuestra nación, nunca ha habido un individuo que represente un mayor peligro para nuestra república que Donald Trump. Intentó invalidar las últimas elecciones utilizando mentiras y violencia para mantenerse en el poder después de los votantes le rechazaran. Nunca debemos darle el poder de nuevo.
Como ciudadano, tenemos el deber de poner nuestro país por encima del partidismo para defender la constitución. Es por este motivo por el que votaré a la vicepresidenta Kamala Harris.”
Aparte de ser increíblemente inusual que alguien que fue el hombre más poderoso de la administración republicana que precedió a la de Trump y que ha estado en el centro de la ortodoxia política del partido desde la presidencia de Richard Nixon1 declare su rechazo al candidato del GOP, el hombre no se anda con chiquitas. País por delante de partido; algunos deberían tomar nota.
Pero claro, es Dick Cheney. El hombre es, por supuesto, un monstruo, y uno de los grandes responsables del desastre de Irak. Esta declaración es esencialmente la encarnación de este meme:
Es difícil decir qué efecto tendrá esta declaración en los sondeos, pero imagino que será bastante escasa. Cheney nunca fue demasiado popular, incluso en el cénit de su carrera. Era alguien respetado dentro del establishment republicano, pero las enormes pifias de la administración Bush II acabaron con casi cualquier atisbo de prestigio. El GOP, bajo Trump, ha abrazado el aislacionismo, y eso implica despreciar el legado de Cheney. Entre votantes moderados o independientes, dudo que haya nadie con una profunda nostalgia por la “guerra contra el terror”, y la credibilidad de este buen hombre defendiendo democracias es más bien nula. Dudo que exista un solo demócrata que no deteste a Cheney.
Parte del problema, además, es que los medios americanos parecen estar bien poco por la labor de señalar lo inusual de estas declaraciones. El NYT, ahora mismo, lo tiene casi como una nota a pie de página:
El Washington Post lo tiene en un lugar parecido en su portada, igual que NBC y ABC. Sólo CNN lo tiene en un lugar prominente. En Fox News, mientras tanto:
Si os preguntáis quién demonios es Alan Dershowitz, es un abogado “demócrata” que ha anunciado que deja el partido una doce veces en los dos últimos años tras defender a Trump en el juicio de su primer impeachment2. En el universo cinemático de Fox News, sin embargo, este hombre es el eterno agraviado con sus excompañeros de filas, junto con Tulsi Gabbard.
El nivel de apoyo entre republicanos que han tenido cargos de responsabilidad en el ejecutivo, tanto en las administración Bush y Reagan como su propio mandato presidencial, es algo digno de mención. De las 42 personas que ocuparon cargos en su gabinete, la mitad han rechazado apoyarle. Un número considerable de ellos han hablado abiertamente sobre su incapacidad para ocupar el cargo. Su propio vicepresidente se niega a votarle, probablemente porque (no lo olvidemos) Trump envío una masa enfurecida al Capitolio con instrucciones implícitas de que le hicieran filetes. Los dos candidatos republicanos anteriores (Romney y Paul Ryan) tampoco le apoyan. El hijo y la esposa del que les precedió, John McCain, votarán a Harris. A estas alturas no sería demasiado sorprendente que el expresidente Bush siguiera Cheney y declarara su apoyo a los demócratas.
Es realmente extraordinario. Pero entre la inanidad de los medios y una burbuja mediática conservadora que esencialmente aplaude a Trump sin descanso no importa lo que suceda, la profunda excepcionalidad de esta campaña es poco menos que ignorada.
El sesgo pro-coherencia
Esta semana, en un acto con empresarios en Nueva York, alguien le preguntó a Donald Trump cuál era su plan para solucionar el elevadísimo coste de las guarderías y cuidado infantil en Estados Unidos. Esta fue su respuesta:
Por si os habéis perdido, os voy a poner la traducción literal de lo que está diciendo:
"Bueno, haría eso, y estamos sentados—sabes, yo estaba, alguien, teníamos al Senador Marco Rubio, y mi hija Ivanka fue muy influyente en ese tema. Es un tema muy importante. Pero creo que cuando hablas de los tipos de números de los que estoy hablando, porque mira, el cuidado infantil es cuidado infantil, es—no se puede, ya sabes, es algo que tienes que tener, en este país tienes que tenerlo.
Pero cuando hablas de esos números comparados con los tipos de números de los que estoy hablando al gravar a las naciones extranjeras a niveles a los que no están acostumbrados—pero se acostumbrarán muy rápido—y no va a impedir que hagan negocios con nosotros, pero tendrán un impuesto muy sustancial cuando envíen productos a nuestro país. Esos números son mucho mayores que cualquier cifra de la que estemos hablando, incluido el cuidado infantil, que se encargará de eso.
Vamos a tener—espero no tener déficits en un período de tiempo relativamente corto, junto con las reducciones de las que te hablé sobre desperdicios y fraudes y todas las demás cosas que están sucediendo en nuestro país, porque tengo que seguir con el cuidado infantil. Quiero seguir con el cuidado infantil, pero esos números son pequeños en relación con los números económicos de los que estoy hablando, incluido el crecimiento, pero el crecimiento también liderado por el plan del que acabo de hablar—del que acabo de hablar.
Vamos a recaudar billones de dólares, y por mucho que se hable del cuidado infantil como algo costoso, relativamente hablando no es muy caro comparado con las cifras que vamos a recaudar. Vamos a hacer de este un país increíble que pueda permitirse cuidar de su gente, y luego nos preocuparemos por el resto del mundo.
Ayudemos a otras personas, pero vamos a cuidar de nuestro país primero. Esto trata sobre América primero. Se trata de 'Hacer que América sea grande de nuevo'.
Tenemos que hacerlo porque en este momento somos una nación que está fallando, así que nos ocuparemos de eso. Gracias. Muy buena pregunta. Gracias."
Si seguís sin entender qué diablos dice, no os preocupeéis, porque no es cosa vuestra. Es un completo sinsentido; un candidato a la presidencia de los Estados Unidos a quien le preguntan sobre guarderías y responder con una diatriba incoherente sobre aranceles llena de cifras de fantasía.
Pasemos ahora a analizar en detalle la respuesta de Trump a Dick Cheney hoy en su red social:
No voy ni a intentar traducirlo, pero básicamente le critica por no indultar a su abogado cuando fue condenado, se declara hombre de paz, amenaza a su hija con un proceso criminal, y le echa la culpa a Nancy Pelosi por el asalto al Capitolio. Es un paseo verborreico por un hilo de comentarios de YouTube, y eso es insultante para los comentaristas de YouTube, que al menos saben utilizar emojis.
Pongamos también el mini-discurso de 45 minutos (una conferencia de prensa sin preguntas) que ha dado hoy tras ir al juzgado por uno de los recursos de su juicio civil por difamar a una mujer a la que había violado:
El hombre se ha pasado media hora larga repasando todas las acusaciones por violación contra él, una por una, criticando a las mujeres y recordando a todo aquel que quiera escucharle que ha sido acusado múltiples veces por violación y que está pagando una indemnización millonaria a una de sus víctimas. No sé si esto es algo que una persona racional que quiere ganar unas presidenciales haría, pero no soy un experto.
Hace unos meses, Jeffrey Goldberg escribía en el Atlantic un artículo sobre el “sesgo hacia la coherencia” de la prensa americana. Su tesis es que los reporteros que cubren a Trump, tras escuchar o leer una de las inenarrables, constantes sartas de sandeces, burradas aleatorias e idas de la olla sin sentido, sufren de un irrefrenable terror al vacío, a la nada, a tener que explicar el caos y la aleatoriedad de la existencia humana vista a través del expresidente. O eso, o simplemente sienten que es su responsabilidad intentar explicar a su audiencia algo sobre lo que dijo Trump, e intentan editar, reescribir, o resumir sus declaraciones para hacerlas medio coherentes, eliminando todas esas absurdas memeces que pululan en sus discursos.
Así que, cuando lees la noticia en el NYT, o ves un video en las noticias de la tarde, el periodista ha recortado todas las absurdeces (le preguntan por guarderías y habla de aranceles, habla media hora sobre su reputación de acosador sexual, insiste que Pelosi es culpable de que él diera un golpe de estado) y lo ha reconvertido en mensajes medio normales (Trump dice que pagará guarderías con aranceles, Trump habla sobre sus problemas judiciales, Trump acusa a Cheney de ser un mal republicano).
Hay algunos medios (como el mismo Atlantic) que se toman en serio la incoherencia Trumpiana, pero el contraste entre cómo se están cubriendo las cada vez más dadaístas declaraciones del expresidente y los errores de Biden en sus conferencias de prensa son sangrantes. Biden sonaba viejo, anciano, pero siempre solía ser coherente y daba argumentos que uno podía seguir (con la excepción del debate). Trump suena menos anciano porque chilla más, pero sus disgresiones son infinitamente peores, y parece que a todo el mundo le da igual.
El segundo (y probablemente último) debate presidencial es el martes que viene. Veremos si una mala noche de Trump es recibida con el mismo fervor mediático que el desastre de Biden.
A sueldo de Moscú
La noticia es tan previsible que es casi digna de admirar: el Departamento de Justicia está acusando a dos asociados de RT, el medio de comunicación “público e independiente” del Kremlin, de ser agentes de los servicios de inteligencia rusos dedicados a financiar una red de influencers y personalidades de ultraderecha para hacer propaganda pro-Trump y anti-ucraniana. Todos ellos dicen estar muy sorprendidos de que un “hombre de negocios europeo” les estuviera pagando cientos de miles de dólares al mes por hacer videos pro-rusos en Youtube e insisten que no tenían ni idea de dónde venía el dinero y que ellos no recibían órdenes de nadie.
Porque cuando alguien llamado Kostiantyn Kalashnikov o Elena Afanasyeva te dan una montaña de dinero para que hables bien sobre Rusia es todo un accidente, claro.
Que Putin esté intentando influir en las elecciones americanas apoyando a personajes entre los “pensadores independientes” del país no es una sorpresa. Lo que falta por ver es cuántos inflencers, intelectuales y demás estaban recibiendo pagos; el escrito de la acusación insinúa repetidamente que hay mucha más gente en nómina que el grupito de exaltados asociados de Tenet, un medio “independiente” ultra que la fiscalía señalaba sin rodeos. Hablan de 2.800 por todo el mundo, la mayoría fuera de Estados Unidos.
Si aparece la lista de “intelectuales” españoles, nos vamos a reir mucho.
Sobre el impacto de esta clase de estrategias rusas, no creo que sepamos suficiente aún para tener una estimación exacta. Los ultras asociados a Tenet han sido uno de los motores que han empujado al sector MAGA del GOP hacia una postura cada vez más anti-ucraniana, empezando por el idiota de Donald Trump Jr. Si esto consigue que Trump, tras ganar las elecciones, corte la ayuda militar, será un éxito rotundo.
Todo empieza con Nixon.
También defendió O.J. Simpson, Jeffrey Epstein, Julian Assange y Harvey Weinstein. Su salto a la fama fue defendiendo a Claus Von Bulow. Sí, ese Von Bulow.
Que tan cierto hay de que los democratas ven factible obtener un buen resultado en Florida y por eso estan invirtiendo más dinero y voluntarios en ese Estado?
Con perdón, pero Mariano Rajoy es un aficionado!