Ayer por la tarde en Nueva York, un jurado de 12 ciudadanos anónimos decidió de forma unánime que Donald J. Trump, expresidente de los Estados Unidos, era culpable de treinta y cuatro delitos de falsedad documental.
Esto, huelga decirlo, es bastante relevante. Por primera vez en la historia de Estados Unidos, un ex-presidente y candidato a repetir el cargo ha sido declarado culpable de cometer delitos penales de tal gravedad como para poder enviarle cuatro años a la cárcel1. En un universo normal (o en los Estados Unidos, antes del 2015), que un candidato fuera condenado durante la campaña electoral bastaría para que su partido le defenestrara y desterrara a la más remota de las Siberias políticas de inmediato2.
Ese universo, por desgracia, lo abandonamos hace bastante, así que es hora de repasar el caso, juicio, y condena, y hablar de consecuencias judiciales y políticas de toda esta sórdida, lamentable historia.
El caso
Antes de hablar sobre crímenes, permitidme recordar los pasos que nos han llevado hasta aquí. Antes de presentar cargos contra Donald Trump, el fiscal de distrito de Nueva York, Alvin Bragg, hizo una investigación bajo la supervisión y tutela de un gran jurado. Este jurado estaba compuesto por ciudadanos escogidos al azar (como todos los jurados del país) que eran quienes debían autorizar las diligencias y, en última instancia, permitir que el fiscal llevara a Trump a juicio.
El tribunal que ha juzgado a Trump estaba compuesto por doce ciudadanos anónimos (su identidad, de hecho, ha sido mantenida en secreto para protegerles) también escogidos al azar. Al inicio del proceso, la fiscalía y los abogados de la defensa dedicaron horas y horas interrogando a candidatos para garantizar que fueran neutrales; de casi 300 potenciales miembros salieron estos doce, más seis suplentes.
Alvin Bragg es un cargo electo. Juan Merchan, el juez que ha llevado el caso, fue nombrado por Michael Bloomberg el 2006, y ascendido a su posición actual siguiendo el procedimiento común en la carrera judicial del estado. Aún así, ninguno de ellos fue quien decidió sobre llevar el caso a los tribunales o sobre la condena. El sistema judicial del estado de Nueva York, como en el resto del país, está basado en tribunales populares y el veredicto de ciudadanos anónimos. A jury of your peers, en la formulación tradicional americana. Un jurado de tus pares.
El delito
Trump ha sido declarado culpable de treinta y cuatro cargos de falsedad documental.
La historia detrás de este delito es un tanto complicada. En julio del 2006, Donald Trump tuvo una aventura amorosa con Stormy Daniels, un actriz porno. Diez años después, durante la campaña presidencial de Trump, la agente de Daniels intentó vender la historia a varios tabloides, incluyendo el National Inquirer. La campaña de Trump se enteró del tema, ya que el editor del Inquirer no sólo era amigo personal del candidato sino que había comprado y enterrado otra historia parecida meses antes. Cuando se hizo público un video en el que Trump hablaba sobre lo mucho que le gustaba magrear a mujeres de manera soez (“cógelas del coño”)3, sus asesores tuvieron un ataque de pánico ante la posibilidad de que Daniels hablara. El Inquirer acabó pergeñando un acuerdo comprando su silencio, con Michael Cohen, abogado de Trump, pagando 130.000 a la actriz.
Cohen pagó ese dinero de su bolsillo, con la expectativa (y promesa) de que Trump le reembolsaría después. El presidente no quería declararlo como un gasto de campaña, así que creó un contrato ficticio para devolverle dinero a plazos, pagándoles 420.000 para cubrir impuestos y servicios prestados.
El problema, claro está, es que falsificar tus gastos de campaña es ilegal. También lo es que una tercera persona cubra gastos de campaña, ya que es una donación no declarada. Y por supuesto, alterar y ofuscar los pagos y después declarar impuestos que no tocan también lo es. En condiciones normales, la falsedad documental es una falta, no un delito, pero Trump estaba alterando documentos para encubrir conductas criminales, convirtiendo sus actos en una ofensa penal.
Los 34 cargos contra Trump se derivan de 19 facturas falsas emitidas por Michael Cohen, doce apuntes contables, y once cheques emitidos para cubrir esos pagos, cada documento generando un delito. El jurado ha decidido, de manera unánime, que Trump había falsificado documentos para ocultar actos delictivos en esas 34 ocasiones.
¿Es un caso rebuscado?
Sí, lo es… hasta cierto punto. Al hablar sobre delitos de cuello blanco, los fiscales a menudo se ven obligados a recurrir a esta clase de estrategias para poder perseguir casos de fraude. Bragg ahora mismo tiene a 34 personas acusadas utilizando los mismos cargos; es más fácil demostrar que alguien está encubriendo un delito que cometiéndolo.
No soy abogado, pero mi impresión durante el juicio (y la de muchos comentaristas legales) es que la teoría legal es clara, y los hechos probados indiscutibles. Este no era un caso dudosillo o rebuscado; si el acusado fuera otro, el jurado hubiera tenido bien pocas dudas sobre el veredicto.
Trump, esencialmente, utilizó un testaferro para ocultar 130.000 dólares de gastos irregulares de campaña silenciando una actriz porno. Le han trincado por ser un chapuzas devolviendo ese dinero a Michael Cohen.
¿Pero, pero… acabará en la cárcel?
No lo sabemos; la vista oral donde el juez decidirá la sentencia será el 11 de julio. Trump se enfrenta a una pena máxima de cuatro años de cárcel. En España, un señor de 77 años raramente acabaría entre rejas, pero el estado de Nueva York tiene menos manías. Allen Weisselberg, el contable de Trump, está cumpliendo condena ahora mismo con 76 añitos por delitos de evasión fiscal y perjurio (para proteger a su jefe).
De ser sentenciado a pena de cárcel, el caso será obviamente recurrido a una instancia superior y relitigado, así que es muy improbable que acabe entre rejas antes de las elecciones. No es del todo descartable que tras agotar todas las vías legales termine a la sombra, porque ha sido declarado culpable de 34 delitos penales.
Las consecuencias políticas
Aquí no hay respuesta clara. Tenemos, esencialmente, tres fuerzas contrapuestas. Para empezar, si miramos los sondeos, hay un patrón muy consistente de que un porcentaje significativo del electorado dice que cambiaría su intención de voto si Trump fuera condenado de un delito penal. El número exacto oscila entre el cuatro y el diez por ciento del electorado4, según la formulación de la pregunta y la variación entre muestras, pero es bastante consistente. Incluso si hablamos de un cambio en la parte baja de la escala, esto significa pasar de Trump +1 a Biden +3 ; en unas elecciones que están esencialmente empatadas, sería decisivo.
El segundo factor importante es la composición de las bases de ambos candidatos. Los sondeos muestran, de forma consistente, que los votantes que están prestando menos atención a las elecciones son más favorables a Trump. Una condena judicial es la clase de noticia que todo el mundo va a encontrarse en medios y redes sociales sin cesar; es posible que esto contribuya a cambiar la opinión de muchos de estos votantes distraídos, favoreciendo a Biden.
El tercer factor relevante, sin embargo, creo que tendrá un papel aún mayor: la identificación partidista. La inmensa mayoría del electorado interpreta las noticias bajo un prisma ideológico, ya que confía en “los suyos”, lo que dicen los líderes de su partido.
La reacción del GOP y la mediocracia conservadora tras la decisión del jurado ha sido histérica, defendiendo a Trump por encima de todo. Los republicanos, casi en bloque, hablan de republica bananera, lawfare, persecución política e intento de interferir en unas elecciones. Trump ha abrazado el procesisme, diciendo que es un preso político mientras se compara modestamente con Nelson Mandela.
Lo que sucede, en condiciones normales, es que cuando el candidato o líder del partido hace algo obviamente estúpido o dañino para las expectativas de la formación, sus compañeros intentan distanciarse para minimizar las consecuencias. El GOP moderno, sin embargo, se ha convertido en un culto a la personalidad del amado líder compuestos por una pandilla de cretinos aterrados de que Trump hable mal de ellos y envíe sus bases a derrotarles en unas primarias. Nadie (o casi nadie) ha alzado la voz, así que es muy improbable que las bases del partido se den por aludidas y cambien de bando.
Este no es el caso de los votantes no afiliados, ese centro de voto flotante que no se identifica con el GOP o los demócratas. Son, por desgracia, muy poca gente, quizás un 8-12% del electorado, pero es aquí donde los partidos van a pelearse por controlar la narrativa.
En un principio, esta es una batalla fácil: “¿De verdad vamos a escoger presidente a un tipo condenado por 34 delitos con tres juicios criminales pendientes?”. Conociendo a los patanes del partido demócrata, sin embargo, es perfectamente posible que acaben por pifiarla porque son demasiado educados para coser a martillazos al GOP con un mensaje tan simple y obvio como “tu candidato es un criminal”.
Pongamos, por ejemplo, la educadísima reacción del líder del partido en la cámara de representantes, Hakeem Jeffries:
Esta ha sido, para comparar, la reacción del Speaker republicano, Mike Johnson:
Acaban de declarar culpable al candidato a la presidencia de un partido de 34 delitos, y lo que se le ocurre decir a Jeffries es que hay que “respetar el veredicto”. Muy bonito y poético, pero con esta clase de obviedades esos votantes que están siguiendo la política de pasada verán a los republicanos histéricos defendiendo a Trump y a este señor pidiendo cautela así bajito y como asustado de decir nada sobre lo que ha pasado. Es decir, una receta para que no le hagan puñetero caso.
Lo de Trump es realmente extraordinario
Ya sé que lo repito mucho, pero desde que empezó su carrera política, el director de campaña, vicedirector de campaña, asesor de seguridad nacional, consejero de política exterior, estratega político y abogado personal han recibido condenas penales. Este 2024, Trump ha tenido que pagar decenas de millones de dólares de indemnización por abusos sexuales y difamación, cientos de millones por fraude, y de 34 delitos penales por falsedad documental. Tiene tres casos pendientes; uno por robo de documentos secretos, dos por dar un golpe de estado.
A pesar de este panorama, básicamente nadie en el partido republicano está pidiendo a gritos de que se eche a un lado y presenten otro candidato a la presidencia. Los demócratas tuvieron dos semanas de gritos histéricos porque un fiscal republicano escribió de pasada que Biden era viejo en un informe exculpatorio. En el GOP, una condena penal en firme es motivo para reforzar tu adoración al amado líder.
Es posible que este silencio del GOP desaparezca si Trump empieza a despeñarse en los sondeos, pero vista la montaña de burradas que ha cometido el hombre, ser un tipo condenado de múltiples delitos parece casi trivial. La convención del partido empieza el 15 de julio, cuatro días después de que el juez dicte su sentencia y sepamos si afronta años de cárcel. Y les importará un comino.
Predicciones
No tengo ni la más remota idea de lo que va a pasar. Mi expectativa es que veremos un poco de movimiento en los sondeos, pero no mucho más allá de 2-3 puntos. Si los demócratas actúan con su tradicional estulticia, dudo que pasemos de dos. La época en la que una noticia escandalosa bastaba para cambiar el rumbo de una campaña, me temo, ha pasado; estas serán unas elecciones lentas, dolorosas y horribles con sondeos moviéndose a una velocidad glacial.
Bolas extra
Los estudiantes en los equipos en las ligas universitarias van a poder cobrar.
Las chicas probablemente cobrarán menos que los chicos, para variar.
Cómo construir 300.000 aviones en cinco años. Lo de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial fue tremendo.
La impresora humana: Natalie Harp, una asistente de Trump que le sigue a todas partes imprimiendo noticias y tweets favorables para hacerle feliz. De verdad.
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Nixon fue amnistiado por Ford antes de ser acusado penalmente. Obviamente, Nixon sale en todos los artículos en esta casa.
Quien fuerza la dimisión de Nixon fue su propio partido.
La campaña del 2016 fue loquísima.
Y sí, el hecho de que sólo un 10% de votantes como máximo crea que tener un criminal convicto como candidato es mala idea es deprimente.
Acabarás escribiendo un libro sobre Trump :D
Las chicas cobrarán menos que los chicos en según que deportes... Es el mercado 😁😁
Que puedan cobrar es un comienzo. Pero diría que la mayor queja es que todas esas ligas (al menos las de baloncesto) fomentan poco el juego en equipo y más el ser la estrella.