Este fin de semana Trump hizo una de esas cosas absurdas que, inexplicablemente, consiguen hipnotizar a todo el sistema político-mediático del país: anunció que iba a ser detenido de forma inminente.
Resulta que no era cierto, y que a pesar de su montaña de problemas con la justicia, nadie le detuvo ni el martes, ni el miércoles, ni ningún día esta semana. Su comentario (en Truth social, su pequeña red social alternativa a Twitter) era un exabrupto más de una larga carrera basada en decir paridas y hacer que todo el mundo pierda una semana entera reaccionando a su última estupidez. Es realmente fascinante que a estas alturas los medios en Estados Unidos sigan cayendo en la misma trampa, una y otra vez, y que después se pregunten sorprendidos por qué Trump siempre está en el centro de todas las grescas.
Es muy posible (probable, de hecho) que Trump sea detenido en un futuro cercano, por supuesto. La duda, en todo caso, es cual de las seis investigaciones judiciales abiertas contra él va a ser la primera en hacerlo.
¿Seis, os preguntaréis? Sí, seis.
Los problemas legales de Trump
La investigación sobre si Trump cometió algún delito de falsedad documental o uso ilícito de fondos de campaña cuando pagó $130.000 a una estrella del porno para que no hiciera público un affaire amoroso entre ellos.
La investigación sobre toda esa montaña de documentos secretos que se llevó de la Casa Blanca tras perder las elecciones y se negó repetidamente a devolver, mintiendo y obstruyendo a las autoridades en el proceso.
La investigación sobre sus intentos para presionar a las autoridades de Georgia para que cambiaran el resultado de las elecciones en el estado por las bravas. Este es el escándalo del que se hicieron públicas grabaciones tremebundas y obviamente criminales que nadie recuerda, porque se hicieron públicas dos días antes del asalto al capitolio.
La investigación sobre el asalto al Capitolio y todos los intentos marrulleros de dar un golpe de estado para mantenerse en el poder.
Una pequeña montaña de investigaciones sobre la peculiar costumbre de las empresas de Trump de no pagar impuestos.
Una investigación sobre posible blanqueo de dinero procedente de oligarcas rusos para financiar el lanzamiento de Truth Social.
Es posible que me esté dejando alguna, pero os hacéis una idea: Trump tiene una auténtica burrada de problemas con la justicia, tanto federal como en varios estados. De estos casos, hay dos que son increíblemente graves (un golpe de estado o dos), dos que rozan el esperpento (¿estrella porno? ¿llevarse secretos nucleares?) y dos que son el típico delito fiscal que ha perseguido a Trump toda la vida y que siempre se libra pagando una multa y listos.
Aún así, hablamos de seis malditos casos judiciales en un candidato presidencial. De normal no tiene nada.
Porno, silencios y campañas electorales
La investigación que parece tener más visos de ser la primera de llevar a Trump a comisaria es el muy casposo affaire Daniels. Esta es la investigación que acabó con Michael Cohen, el abogado de Trump entonces, comiéndose varios años de cárcel.
El pago a Stormy Daniels (la actriz en cuestión) está más que acreditado, y la pregunta ahora es qué delito tiene en mente Alvin Bragg, el fiscal estatal de Nueva York que lleva el caso, para poder acusar a Trump. Cohen acabó entre rejas por ocho delitos federales (evasión fiscal y financiación ilegal de campañas siendo los más graves), pero el departamento de justicia no parece estar por la labor de llevar a su cómplice a los tribunales. Bragg no puede seguir ese hilo (un fiscal estatal no puede perseguir casos federales), así que todo apunta que acusará a Trump de falsedad documental: la creación de una serie de pagos y contratos ficticios a Cohen para encubrir que estaba dándole dinero para que silenciara a Daniels.
Aunque la lógica legal es clara, hay muchos analistas que creen que es un tanto forzada. Es muy probable que Trump cometiera los mismos delitos federales que Cohen en todo este sórdido asunto, pero es difícil saber si un fiscal estatal puede montar una argumentación legal sólida sin poder hablar de financiación electoral. Los precedentes federales en casos parecidos (¿os acordáis de John Edwards? de cuando dar dinero a amantes bastaba para hundir una carrera política) no acabaron tampoco en condena (a Cohen le cazaron por ser un patán, sobre todo), así que es perfectamente posible que Trump, de ir a juicio, no sea condenado.
Lo que no te mata…
La endeblez del caso ha hecho que un buen puñado de comentaristas se hayan pasado toda la semana insistiendo que detener a Trump no es que sea un error, sino que será algo que ayudará a Trump en las primarias y generales. Trump vive del escándalo y el victimismo, y una visita a comisaria por una caso en el que será exonerado es como darle espinacas a Popeye, sólo que en versión anaranjada y malvada. Bragg, en el fondo, le está haciendo un favor. Trump parece compartir esta teoría, y se dice que quiere montar un espectáculo, pidiendo que lo esposen y lo paseen delante de las cámaras en la más pura de las tradiciones de Nueva York.
Esto sería una teoría más o menos respetable si Trump realmente hubiera salido reforzado de la oleada de escándalos que fue su presidencia o los dos impeachements, pero la realidad es que el tipo ganó unas elecciones de pura potra (y gracias a una ayuda de última hora del FBI) el 2016, y se ha llevado tres palizas seguidas en el 2018, 2020 y 2022. Es cierto que un sector considerable dentro del partido republicano responde a cada escándalo con renovado fanatismo, pero la realidad es que Trump no sólo es radioactivo en sí mismo, sino que además se las arregla para contaminar a todo aquel que se le acerca. Los trumpistas estarán todo lo motivados y soliviantados que quieran, pero son una minoría del país; no son suficientes para ganar elecciones.
Por añadido, Trump siempre ha vivido rodeado de escándalos, pero nunca ha sido acusado formalmente de ningún delito. No es lo mismo meterse en una pelea judicial que acaba con un acuerdo y multa o una disputa política que una acusación penal con jurado, actrices porno y todo el circo asociado de por medio. Quizás esto anime a sus fieles más cavernícolas, pero incluso en las primarias tengo mis dudas sobre si le ayudaría demasiado. Estas elecciones son, al fin y al cabo, no son sólo un ejercicio de escoger a tu candidato favorito, sino de elegir al candidato que más te gusta que pueda ganar las generales del 2024. Incluso en el enrarecido mundo de las bases del GOP, el argumento de que el votante mediano de las presidenciales prefiere que su candidato no tenga montañas de problemas judiciales tiene su peso.
Y este, de hecho, es el problema de fondo para Trump: tiene seis casos, y como mínimo en tres de ellos (Georgia, documentos, porno) el delito es muy obvio y la acusación casi inevitable. Tenemos, además, un golpe de estado que quizás alguien se moleste en investigar, aunque la parsimonia del departamento de justicia no es que dé demasiadas esperanzas.
Los verdaderos perdedores
Cosa que me lleva al colectivo más patético de toda esta tierna historia, el partido republicano. Uno diría que ante la posibilidad de que el patán impresentable que les ha hecho perder tres elecciones consecutivas acabe con sus huesos en la cárcel alguien del partido iba a criticarle tanto en público como (dicen que) hacen en privado. A la práctica, medio partido se ha pasado la semana huyendo de cualquier objeto parecido a un micrófono para evitar hacer declaraciones, y la otra mitad ha seguido con su entusiasta defensa del expresidente. Mira que Trump les ha facilitado las cosas, sugiriendo repetidamente que sus seguidores deberían responder con violencia si fuera detenido, pero ni con esas. Incluso Ron DeSantis, que en teoría quiere ganarle unas primarias, le ha defendido.
Entiendo perfectamente el miedo, pavor y terror que produce la posibilidad de que Trump te ponga un apodo y las bases del partido (o el sector trumpista de estas) decida que no les gustas, pero cielos santo, alguno de estos tipos quieren ganar las primarias y ser el candidato a la presidencia del partido. Si creen que van a derrotar a Trump utilizando la fabulosa estrategia de defenderle en todos los fregados en que se mete creo que se van a llevar una sorpresa.
Bolas extra:
Las empresas americanas se están cansando de que la gente trabaje desde casa.
Trabajo infantil en Estados Unidos: niños inmigrantes explotados.
Trabajo infantil en Estados Unidos: Arkansas aprueba una ley legalizando la práctica.
Los anunciantes se fueron de Twitter - y no han vuelto.
¿La parsimonia del Departamento de Justicia es algo típico suyo o es puro canguelo político?
Por lo visto tanto ruido mediatico en torno al cheetos naranja, le quita presión a Biden. No?