Herschel Walker es un candidato pro-vida y pro-familia, defensor de los valores tradicionales. Es un hombre de firmes convicciones morales y religiosas, la clase de candidato republicano que debería ganar en un estado como Georgia, o al menos partir de favorito en las elecciones al senado.
Un candidato espantoso
Ayer, el Daily Beast publicaba que Walker pagó un aborto a su pareja en el 2009. Uno de sus hijos (porque Walker tiene varios hijos ilegítimos) puso un largo hilo en Twitter explicando los maltratos que infringió a él y su familia, y cómo él y su madre tuvieron que mudarse seis veces en seis meses para escapar de sus abusos. En su defensa, ha alegado que sus severos problemas de salud mental, incluyendo sus problemas de identidad múltiple, hacen que no se acuerde de gran parte de los hechos. Cosa que sería creíble si no fuera porque el tipo miente sistemáticamente (sobre casi todo), pero al menos disimula que no tiene idea de absolutamente de nada sobre políticas públicas o el mundo en general.
Os preguntaréis cómo este hombre ha acabado siendo el candidato republicano al senado por Georgia, un estado en el que los republicanos tienen que ganar, sí o sí, para recuperar la mayoría en esa cámara. Para empezar, Walker fue running back del equipo de fútbol americano de la universidad de Georgia, el jugador decisivo del campeonato nacional conquistado en 1980 y premio Heisman al mejor jugador universitario de 1982. Es decir, una leyenda del deporte local.
Tan o más importante, Donald Trump le apoyó en las primarias republicanas en contra de la opinión de todo el establishment del partido en el estado, que sabían perfectamente que Walker era un candidato ligeramente imperfecto. Eso bastó para darle la victoria.
O varios…
Lo más delirante de todo este asunto es que gracias al escándalo de Georgia la noticia de que Mehmet Oz mató a 321 perros y 31 cerdos en experimentos médicos ha pasado casi desapercibida, así como el hecho de que su universidad tuviera que pagar una multa considerable por crueldad contra animales. Oz es otro candidato espantoso que también recibió el apoyo de Donald Trump, y que es muy posible que consiga perder en Pensilvania, otro escaño del senado que los republicanos necesitan desesperadamente.
Estamos a poco más de un mes de las elecciones legislativas, y los republicanos parecen estar repitiendo su ya tradicional costumbre de nominar a patanes insensatos en elecciones al senado. Ahora mismo, si hacemos caso de 538, los demócratas tienen un 66% de posibilidades de mantener su mayoría en el senado, cosa que debería ser impensable en unas midterms. Oz tiene, ahora mismo, un 28% de probabilidades de ganar en Pensilvania.
Quizás no importe
Herschel Walker, no obstante, está básicamente empatado en los sondeos con Raphael Warnock, el excelente candidato demócrata en esos lares. Porque si hay algo que nunca desaparece, ni en Estados Unidos ni en ningún sitio, es el enorme papel que tiene la identificación partidista en la decisión del voto, y Georgia sigue siendo un lugar conservador.
En el fondo, el GOP está lleno de personas como esta:
Los sondeos también ha cambiado. En julio/agosto, tras un buen puñado de buenas noticias para Biden y tras una oleada de primarias desastrosas con candidatos republicanos destrozándose mutuamente sólo para acabar escogiendo a petardos insufribles como Oz o Walker, el apoyo a los demócratas se recuperó considerablemente, así como los índices de aprobación de Biden.
Es muy probable, sin embargo, que el partido tocara techo a principios de septiembre. Aunque era previsible que las encuestas se cerraran un poco según se acercaban las elecciones y el partidismo empezaba a “disciplinar” A los votantes republicanos quemados con las primarias, la subida del precio de la gasolina (otra vez), persistente inflación e incertidumbre económica están creando problemas. Los sondeos llevan unas cuantas semanas moviéndose en dirección al GOP, haciendo que el senado parezca cada vez menos seguro.
Empeorando aún más las cosas, hay señales un tanto preocupantes que parecen indicar que los sondeos quizás estén infravalorando el apoyo a los republicanos. Hace un par de semanas David Leonhardt señalaba que las entonces excelentes expectativas demócratas en los sondeos era especialmente buenas en los estados donde estos subestimaron al GOP en mayor medida el 2020. En sitios como Wisconsin o Pensilvania las estimaciones de voto daban amplísimas mayorías a Biden, pero acabó ganando por los pelos. Los demócratas parecían tener los mejores resultados en sondeos comparados con el 2020 precisamente en esta clase de sitios.
El senado es, además, la cámara “fácil” de mantener, ya que la calidad de los candidatos es mucho más importante que en la cámara de representantes. Aunque el GOP ha nominado a un porcentaje similar de tarados en ese lado, sus elecciones reciben mucha menos atención mediática, y los distritos electorales tienen un sesgo partidista mucho más marcado. Es obvio que gente como Matt Gaetz or Marjorie Taylor Green están locos de atar (y Gaetz es, casi seguro, un pedófilo), pero sus distritos son tan ultraconservadores que es imposible que pierdan. Aunque el ciclo de gerrymandering ha sido menos malo de lo que se temían los demócratas, es muy, muy probable que pierdan la mayoría. No es inevitable, pero es muy, muy difícil.
Las consecuencias: no demasiado serias
Las consecuencias de perder una o ambas cámaras son, de todos modos, más o menos las mismas: se acabó legislar hasta el 2025. Como he mencionado más de una vez, en Estados Unidos uno no espera que nadie apruebe nada relevante en la segunda mitad de cualquier mandato presidencial, pero siempre se estrellan en las midterms. Lo único que veremos distinto será el nivel de irritación que provoquen los republicanos lanzando investigaciones sobre conspiraciones absurdas desde la cámara de representantes.
Políticamente tenemos un par de escenarios potenciales, pero no creo que podamos extraer grandes conclusiones. Si Trump ha acabado por ayudar a nominar un montón de tipos que todo el mundo daba por muertos pero que se imponen en noviembre, este clamará que el trumpismo vive y que su genio político no tiene fin. Lo normal es que el presidente pierda las midterms, así que poco genio tiene. Si sus candidatos pierden, el GOP se encontrará en un bonito debate sobre si es realmente conveniente tener a alguien como Trump pegando gritos y reventando elecciones. Eso deja de lado, por supuesto, que el partido republicano lleva años nominando idiotas a elecciones que deberían ganar (Gaetz no es el primer pedófilo) sin ayuda alguna por parte de Trump.
Lo único que está claro es que… no sabemos gran cosa, la verdad. Estas elecciones están más abiertas que de costumbre, algo poco habitual en unas midterms. La tendencia ahora parece ir a favor de los republicanos, pero es muy fácil confundir ruido estadístico por movimiento real, o dos puntos por cambio a largo plazo. Si tuviera que apostar, diría que los demócratas perderán la cámara baja y mantendrán el senado por la mínima, pero poco más.
Bolas extra
Aaron Judge ha batido el récord de home runs en una temporada en la American League del que hablé hace unos días. El debate sobre si este es el récord real o no continúa.
Si el supremo dejó un montón de sentencias radicales en su conservadurismo este pasado curso, la temporada 2023 promete ser aún más salvaje.
Ese sería el problema más grave si los demócratas pierden el senado, por cierto: Biden quedándose sin capacidad de nombrar jueces en caso de que hubiera una vacante.
La estrategia legal de Trump en el caso de los documentos clasificados robados es clara: recurrir todo, tenga sentido o no, hasta que nadie entienda de qué narices se está hablando.