El martes que viene empiezan por fin las primarias presidenciales republicanas en Estados Unidos. No van a votar, per se, porque este es un país extraño con tradiciones antiguas y bizarras. El martes tendremos los caucus de Iowa, el primer evento en el que los candidatos pueden conseguir delegados para la convención que nominará el candidato del partido1.
Los caucus son un sistema inusual y no estrictamente democrático. El martes que viene a las siete de la tarde2, aquellos votantes del estado de Iowa registrados como miembros del partido republicano3 acudirán a un local designado en su pueblo o barrio; un polideportivo, iglesia, salón de actos o similar. Allí, tras los habituales rituales cívico-patrióticos (pledge of allegiance, el himno, la bendición de algún párroco) escucharán un breve discurso o intervención por parte de algún líder local del partido y varias intervenciones de representantes de las campañas presidenciales aún activas pidiendo que apoyen a su candidato.
Tradicionalmente, lo que sucedía después (especialmente en los caucus demócratas) era que los votantes se distribuían por la habitación, agrupándose por según a quién apoyaban. Según el número de candidatos y el tamaño de los grupos, había un divertido y entrañable juego de las sillas intentando convencer a quienes tenían candidatos poco viables y que no iban a conseguir delegados para que cambiaran de grupo, animados correteos y demás. Tras la monumental pifia en el recuento del 2020, el sistema ha cambiado, y ahora todo el mundo simplemente escribirá el nombre de su candidato favorito en una papeleta y lo depositarán en una urna.
En vez de tener una especie de asamblea extraña que duraba tres horas con resultados inciertos, este año tenemos unas elecciones en las que sólo se puede votar a una hora determinada en una glacial noche de enero. No es un sistema ideal, pero así es como escogen a quién darle el control del mayor arsenal nuclear del mundo por estos lares.
¿Quién ganará en Iowa?
Ahora mismo, a cuatro días escasos de los caucus, todos los sondeos apuntan en una misma dirección: Trump, de forma abrumadora. Su apoyo en las encuestas se mueve entre el 45 y el 54%; el sondeo más desfavorable deja a su rival más directo a 22 puntos de distancia. En cuestión de asignación de delegados, la diferencia entre ganar por 22 o ganar por 37 es relativamente importante, ya que el reparto se hace de manera proporcional. Iowa, no obstante, es pequeñita, y es muy poco probable que alguien gane una nominación por los votos conseguidos aquí4.
Donde hay algo más de interés es en la lucha por el segundo puesto. Tras la retirada de Chris Christie (ahora hablaremos de ello), en Iowa hay tres candidatos no-llamados-Trump que son “casi” viables: RonDeSantis, Nikki Haley y ese post-de-LinkedIn-encarnado-en-humúnculo-irritante llamado Vivek Ramaswamy.
A principios del 2023, cuando los dinosaurios dominaban la tierra y nadie se había molestado en escucharle hablar ante un micrófono, el gran favorito a ser la alternativa a Trump era Ron DeSantis, gobernador de Florida. Desafortunadamente, DeSantis tiene `problemas considerables para actuar como un ser humano al que no tienes ganas de pegarle un sopapo de inmediato`, y su campaña más que despegar ha acabado convirtiéndose en un agónico vuelo gallináceo hacia la irrelevancia. Durante las últimas semanas Nikki Haley, ex-embajadora en Naciones y Unidas y ex-gobernadora de Carolina del Sur, le ha ido comiendo terreno hasta estar empatados en los sondeos.
En el imaginario político-narrativo-lúdico colectivo, el duelo por la segunda plaza se ha convertido en una batalla a muerte por ser la alternativa a Trump. Si Nikki Haley consigue quedar segunda en Iowa, dará una estocada mortal a la candidatura de DeSantis, dejando claro que es la elegida para plantarle cara al ex-presidente. El gobernador de Florida ha basado toda su estrategia electoral en atraer el voto conservador evangélico en Iowa; un fracaso aquí sería letal del todo para sus expectativas políticas. El martes Haley puede convertirse en la lideresa de la resistánce5.
Por desgracia, esta narrativa hiperventilada es un cuento la mar de bonito para vender periódicos, no una historia coherente. DeSantis lleva muerto desde hace tiempo. Cualquier resultado que no sea un error descomunal de los sondeos que le deje a 10-15 puntos de Trump (digamos 45-30 o 45-35) sólo servirá para confirmar que su campaña ha fracasado. Iowa es el estado más favorable a DeSantis en demografía en esta primera fase de primarias; si no puede competir aquí, no podrá competir en ninguna parte.
Haley, mientras tanto, se ha convertido en la posible alternativa a Trump más por descarte que por cualquier análisis racional. El resto de candidatos del GOP han demostrado ser o bien patanes insensatos, o bien alguien con el carisma de un bolardo, o bien lo suficiente cuerdos como para criticar al Amado Líder y por lo tanto ser excomulgados de inmediato. Haley no es que vaya mucho mejor en los sondeos que ellos, pero hasta ahora no ha dicho nada demasiado horripilante y al menos no se comporta como un reptiliano disfrazado de persona adulta.
Y cuando digo eso de que “no va mucho mejor en los sondeos” no exagero: Trump le saca cincuenta puntos en los sondeos nacionales. DeSantis pierde por cincuenta y uno.
Pero… ¿y esa carambola que decías?
Eso no quiere decir que Trump lo tenga ganado al 100%, porque todos sabemos que en política a veces suceden cosas extrañas. Uno puede imaginarse uno o dos escenarios casi plausibles en el que Nikki Haley puede ganar la nominación republicana. Son escenarios improbables, pero que quizás puedan llegar a suceder.
Escenario 1 (más probable): meteorito kármico del espacio exterior
En este primer escenario, un asteroide escapa a la detección por parte de la Space Force, la NASA y Elon Musk y su órbita se cruza con la de la tierra. Dicho meteorito entra en la atmósfera en algún lugar sobre norteamérica y cae, de forma aleatoria, sobre la cabeza del expresidente, que es vaporizado al instante por el impacto de un objeto cósmico a gran velocidad. Los votantes del GOP adoran a Trump, pero quizás no le adoren lo suficiente como para nominar al charco de moléculas ligeramente apestosas que solían ser su persona a la presidencia. En esa tesitura, y dado que legalmente no pueden clonar a Trump o presentar uno de sus hijos, el partido escogería a Nikki Haley.
Una variante de este escenario es que a Trump le dé un infarto, sea atropellado por un camión o resbale en una piel de plátano y quede incapacitado, o alguna tragedia parecida. El hombre está mayor y puede pasar. Quién sabe.
Escenario 2: un guión épico
Supongamos que los sondeos se equivocan y Nikki Haley saca un resultado sorprendentemente bueno en Iowa, quedando segunda a 10-15 puntos de Trump. Ron DeSantis, avergonzado, anuncia su retirada.
New Hampshire celebra sus primarias el 23 de enero. Los sondeos allí ahora mismo están Trump 42%, Haley 30%, Chris Christie 12%, DeSantis y Vivek 5%. El magnífico segundo puesto de Iowa crea una ola de cobertura favorable hacia Haley. Los votantes de Christie la ven como la única alternativa a Trump; los de DeSantis le acompañan. Vivek dice algo ofensivo y estúpido sobre ella; la ex-gobernadora responde con un monólogo épico que se hace viral y mueve montañas. New Hampshire permite que los votantes independientes participen en las primarias; miles de moderados y centristas acuden a las urnas. Esa noche, Trump cae derrotado en el Granite State 45-40. El candidato invencible no lo es tal.
El siguiente estado en votar es Nevada. Debido a una disputa incomprensible entre el GOP del estado y el legislativo estatal, en Nevada el 8 de febrero habrá tanto un caucus como unas primarias republicanas con candidatos distintos en cada una de ellas, así que nadie les prestará demasiada atención6. La siguiente votación (24 de febrero) es en Carolina del Sur, el estado de Haley; la gobernadora de nuevo supera las expectativas y se impone con claridad, y a continuación saca un resultado positivo en Michigan, tres días después.
El cinco de marzo es el supermartes. Trump llega a las urnas debilitado tras varias derrotas en las urnas. Durante todo el mes de febrero, además, ha sufrido repetidos reveses judiciales; no tiene inmunidad presidencial y estará en el banquillo de los acusados en abril, acusado de dar un golpe de estado. En un par de intervenciones ante las cámaras, pierde los papeles y dice algo más fascista, absurdo, o insultante de lo habitual. Haley desafía las leyes de la gravedad y consigue quizás no ganar, pero sí dejar claro que Trump puede perder. El partido, finalmente, se despierta de su letargo; y Haley consigue imponerse en las primarias siguientes y ganar la nominación.
Fantasías
Este escenario es increíblemente improbable; la política quizás funcione así en las series de Aaron Sorkin, pero no en el planeta tierra. Para empezar, dudo que Haley saque un gran resultado en Iowa, un estado que le cuadra bastante a DeSantis. Aunque puede ganar en New Hampshire, ese es un estado muy peculiar tanto al ser una primaria abierta en una región del país muy inusual7; es el mejor escenario posible para un candidato anti-Trump. Haley está treinta puntos por detrás de Trump en Carolina del Sur ahora mismo; cerrar ese abismo requiere un milagro. Incluso si por alguna combinación de eventos extraordinarios consigue no sacar un resultado vergonzoso allí, seguiría necesitando cerrar una ventaja de cincuenta puntos entro hoy y el supermartes.
Trump, por supuesto, puede cometer errores, pero estamos hablando de un tipo con 91 cargos penales en su contra que estaba poco menos que citando el Mein Kampf hace un par de semanas y diciendo en voz alta que gobernaría como un dictador sin perder una gota de apoyo. No sé qué debería decir o hacer para que el votante del GOP se dé por aludido a estas alturas, la verdad.
La primarias serán entretenidas, no lo dudo, y quizás en New Hampshire nos reímos mucho. Si estoy de humor, a lo mejor me acerco el día de las elecciones para contemplar el espectáculo en directo. Pero de aquí a decir que son competitivas hay un trecho. Sí, Trump puede perderlas, pero dudo mucho que eso suceda.
Chris Christie
El único candidato medio viable que criticó a Trump abiertamente toda la campaña anunció que se retiraba ayer. Ha conseguido el respeto de cuatro gafapastas, sobre un 3-5% de apoyo en los sondeos en sus mejores días, y ser detestado por la práctica totalidad de las bases del GOP. Está será, casi seguro, su última campaña electoral.
La carrera política de Christie, como tantos otros políticos republicanos de su generación, tiene algo de tragedia griega. Carismático, elocuente y lo suficiente flexible ideológicamente para ganar unas elecciones a gobernador en Nueva Jersey, descubrió a su pesar que la deriva conservadora del GOP durante el tea party le dejaba fuera de juego en las primarias del 2016. Se retiró ofendido tras abrir en canal a Marco Rubio en un debate épico en New Hampshire y dio su apoyo a Trump. Este le devolvió el favor ninguneándole primero durante cuatro años, y casi matándole después cuando le contagió de COVID preparando los debates presidenciales del 2020.
Fuera por la enfermedad, fuera por un cambio profundo de parecer tras el asalto al Capitolio, Christie se rebeló contra Trump, sólo para darse cuenta de que nadie le seguía. Excomulgado, odiado y ninguneado, abandona la primaria para que nadie pueda acusarle de haberle robado votos a Haley.
En otro partido, en otro universo, Chris Christie hubiera sido un político respetado, un candidato formidable, y a buen seguro un buen fiscal general. En el GOP de Trump es un paria. No es un mal hombre; simplemente estaba en el lugar equivocado.
El último debate
Ayer se celebró el último debate ante de los caucus de Iowa, con la participación de Nikki Haley y Ron DeSantis. Fue, para mi enorme sorpresa, bastante decente; ambos candidatos tuvieron buenos momentos, defendieron sus ideas, y dieron una buena versión de sí mismos. DeSantis incluso pareció humano; estaba relajado, sin estridencias, y explicándose bien. Haley dejó algunas pinceladas de su talento político, especialmente su habilidad para navegar temas polémicos de manera conciliadora.
Parece mentira, pero creo que gran parte de la culpa de que los debates republicanos anteriores fueran tan horripilantes era de Vivek Ramaswamy, un troll insufrible que empeoraba cualquier conversación de la que forma parte. Su ausencia permitió que DeSantis no intentara ser más impresentable que él y evitó que Haley tuviera que aguantar los insultos infantiles de ese cretino.
Ni Haley ni DeSantis, por supuesto, me gustan lo más mínimo, pero el debate me dejó la impresión que serían presidentes normales, no horribles. Es una impresión bastante distinta a la producida por debates pasados. También, por supuesto, es casi del todo inútil para los candidatos. El votante republicano quiere caos, muerte, destrucción y golpes de estado, no una presidencia normal. Por eso apoyan a Trump.
Bola extra: inmunidad presidencial
Durante la vista oral sobre el recurso judicial que decidirá si un expresidente de Estados Unidos goza de inmunidad ante cargos penales, el tribunal hizo la siguiente pregunta hipotética a los abogados de Trump:
Could a president who ordered SEAL Team 6 to assassinate a political rival, who was not impeached, would he be subject to criminal prosecution?
Traducido: si un presidente de los Estados Unidos diera la orden a un equipo de Navy Seals de asesinar a un oponente político y no fuera objeto de impeachment, ¿podría ser el sujeto de cargos penales?
La respuesta del abogado de Trump fue que, según la constitución de los Estados Unidos, no podría ser acusado de un crimen, ya que el presidente tiene inmunidad absoluta. Los únicos delitos de los que podría ser acusados serían aquellos que el senado haya votado en impeachment por una mayoría de dos tercios8.
Esta es una lectura extrañísima de la constitución de los Estados Unidos. Lo más probable es que el tribunal envíe a pastar a Trump y diga que obviamente puede ser llevado a juicio por intentar dar un golpe de estado. Trump recurrirá al supremo, donde todo apunta que esta clase de argumentos son demasiado absurdos incluso para su mayoría conservadora.
La cuestión, sin embargo, no es tanto la inmunidad en sí (todos los expertos la dan por perdida) sino los plazos, es decir, cuánto tarda el Supremo en estimar el recurso y resolverlo. La estrategia legal del Trump ahora mismo no es ganar el caso, sino retrasarlo tanto como sea posible. Si llega al poder sin una condena en firme, entonces ya tendría tiempo de indultarse a sí mismo. Este artículo tiene una buena explicación sobre el calendario y cuándo podemos esperar que haya juicio. El escenario más optimista es que empiece el siete de julio, no en marzo como estaba previsto. El pesimista es que se vaya hasta el 17 de agosto.
El juicio en sí durará entre ocho y doce semanas, y las elecciones son el cinco de noviembre. Echad cuentas.
El libro
Si os preguntáis qué ha sucedido en este país para que el partido republicano tenga a un señor con abogados hablando a favor de asesinar impunemente a enemigos políticos, he escrito un libro entero sobre ello. Sale el 14 de marzo, y lo podéis encargar aquí.
Los caucus sólo cuentan para algo desde 1972, cuando los demócratas adoptaron el sistema de primarias “moderno” como lo entendemos ahora. El GOP se apuntó a la fiesta en 1976.
Esto en Estados Unidos es tardísimo, por cierto. Este es un país de chiflados que se va a la cama a las nueve.
Recordatorio: en Estados Unidos cuando te registras para votar declaras de qué partido eres. Eso te da derecho a participar en sus primarias/caucus. Si no quieres ser de un partido, te registras como “independiente”. En algunos estados estos votantes pueden participar en las primarias.
El resto de las primarias republicanas asignan delegados primando al ganador, que se lleva casi todos. No que vaya a importar demasiado este ciclo.
Vivek es un pelma insoportable y nadie se lo toma en serio a estas alturas.
Los delegados serán asignados por los caucus; Trump se presenta a los caucus, Haley a las primarias.
Nueva Inglaterra es muy rica, con un nivel educativo mucho más alto que la media del país y en general mucho más progresista, incluso en la rural y conservadora New Hampshire.
El presidente también podría asesinar a cualquier senador que quiera votar a favor de un impeachment sin sufrir consecuencia alguna, así que buena suerte ganando esa votación.