Armas, conspiraciones y desatinos legales
Un paseo por un puñado de noticias cortas y no del todo relacionadas
Biden y los precios
La inflación en Estados Unidos anda disparada alrededor del 8,3% anual, y como era de esperar, los republicanos le están echando la culpa al presidente. Poco importa que más o menos todos los países desarrollados anden más o menos en la misma tesitura e incluso la eurozona ande por encima del 8%. Este es un país donde toda comparación internacional es alegremente ignorada, así que cualquiera que quiera argumentar en esa dirección va a quedarse bien solo.
Este es un año electoral, así que Biden quiere hacer algo para solucionar el problema, y le ha pedido a su equipo que busquen medidas que implementar para reducir la escalada de precios. El pequeño inconveniente (hablé sobre ello aquí) es que el único actor que puede realmente hacer algo sobre el tema es la Reserva Federal subiendo los tipos de interés y poniendo freno al crecimiento económico. Si hay algo menos popular que las subidas de precios es una recesión, así que la administración tiene un percal importante.
Así que de momento… bueno, harán cosas para fingir que están trabajando en ello, cruzarán los dedos para que la guerra de Ucrania no empeore aún más las cosas, y esperarán a que el banco central haga su trabajo, a ser posible sin hundirles la economía.
Aparte de rezar, la Casa Blanca tiene el control sobre una medida que podría tener algún efecto positivo sobre los precios, al menos a medio plazo: eliminar los aranceles de la era Trump. Existe esta idea loca de que los aranceles son un impuesto sobre las empresas que exportan productos a Estados Unidos, cuando en realidad casi la totalidad de su coste recae en los consumidores americanos que acaban pagando más por sus compras al exterior o a empresas locales que pueden subir precios. La administración Biden lleva unas cuantas semanas pensándoselo, pero tienen miedo del coste político de la medida. El proteccionismo es, tristemente, bastante popular.
Mi intuición es que simplemente deberían escoger un viernes por la tarde al azar para eliminar los aranceles de una vez. Sí, tendrá un coste político, pero es una medida económica estúpida. El único inconveniente es que, con el atasco en los puertos a ambos lados del Pacífico, su impacto sobre los precios será bastante escaso a corto plazo, así que tampoco les ayudará gran cosa.
El Supremo y las redes sociales
Recordaréis esa divertida sentencia judicial sobre una ley estatal de Texas que iba a prohibir a cualquier red social poder moderar sus contenidos. Las empresas del sector recurrieron al supremo, pidiendo bloquear su entrada en vigor, y el tribunal ayer les dio la razón.
No es una sentencia argumentada; en esta clase de recursos de emergencia, el supremo sólo acepta o rechaza, sin más. Lo interesante, en este caso, no es el bloqueo, sino los jueces que han votado a favor y en contra de este. La mayoría dando la razón a Facebook y compañía incluye a tres jueces conservadores (Roberts, Kavanaugh y Barrett) y dos progresistas (Sotomayor y Breyer); los votos en contra de protegerles han sido de tres conservadores (Alito, Thomas, Gorsush) y una progresista (Kagan).
Si miramos a precedentes y jurisprudencia, este es un caso que parece relativamente claro en favor de Facebook. Pero hay al menos una juez en teoría progresista que tiene ganas de pensárselo, y uno de los jueces de la mayoría (Breyer) se jubila este año. Es decir, es perfectamente posible que el supremo decida revisar el caso y su interpretación de qué cantidad de discreción editorial y protecciones tienen las redes sociales, y que veamos cambios de aquí a dos o tres años, cuando el caso vuelva inevitablemente al supremo.
Si la ley de Texas sobreviviera, por cierto, Facebook, Twitter y familia básicamente no podrían moderar contenidos de forma efectiva, y todas las redes sociales se convertirían en algo parecido a 4Chan. Los anunciantes huirían despavoridos, y el modelo de negocio de estas empresas se hundiría. Las redes sociales en Estados Unidos se extinguirían casi por completo.
La verdad, no me parecería del todo mal.
La conspiración sobre la conspiración
Es difícil explicar la investigación de John Durham sin sonar como un majara, pero voy a intentarlo.
John Durham era el fiscal federal en Connecticut durante la segunda mitad de la administración Trump. Allá por el 2019, tras la publicación del informe Mueller sobre la injerencia rusa en las elecciones del 2016, los medios conservadores andaban llenos de elaboradas teorías sobre cómo Hillary Clinton (y Obama, y Soros, y el frente de liberación de los gnomos del jardín…) habían plantado toda clase de historias falsas en el FBI, la CIA, el departamento de justicia, los medios progresistas, la comisión trilateral, el club de Bilderberg y Barrio Sésamo para hacernos creer que Trump era un agente ruso, y eso era el mayor escándalo del mundo conocido.
Dejando de lado la suprema incoherencia de que todas estas historias sólo se hicieron públicas después de que Trump ganara las elecciones y que el FBI filtró historias sobre Hillary como loco antes de las elecciones, los republicanos y sus chirigotas asociadas exigieron, con mucha, mucha, mucha insistencia que el departamento de justicia lanzara una investigación. William Barr, fiscal general de Estados Unidos, nombró a John Durham fiscal especial con la misión de descubrir quién había conspirado para hacer que el FBI investigará a Trump y sus presuntas conexiones con Rusia.
La respuesta obvia es “bueno, es que el imbécil del hijo de Trump se reunió con agentes rusos durante la campaña, entre otras decenas de contactos” y múltiples asesores y asociados del presidente acabaron en la cárcel tras mentir sobre múltiples interacciones con gente asociada al Kremlin (a los que Trump indultó después). Pero como Trump dice que no, que todo es una invención, y que es un montaje para hacerle quedar mal, alguien estaba conspirando contra él.
John Durham se ha tirado tres años investigando. En esos tres años, ha conseguido llevar a juicio a un abogado cercano a la campaña de Clinton, bajo cargos de mentir al FBI sobre Trump para hacer que le investigaran. La sentencia fue publicada ayer, y básicamente le dice a Durham que se vaya a pastar.
En Fox News se lo han tomado bien:
Como señala Dan Friedman, toda la investigación de Durham parte de conspiraciones absurdas lanzadas por Trump para justificar los injustificables escándalos de su campaña. La cruzada quijotesca de este fiscal era simplemente una manera de generar carnaza y entusiasmo conspiratorio para sus fieles, sin ningún contacto con la realidad. Nadie va a recordar esta sentencia la semana que viene.
Armas de fuego
Varias notas y noticias sobre Uvalde y sus consecuencias políticas estos días. Como era de esperar, el tiroteo, y la indignación han empezado a desaparecer de las primeras páginas. Seguiremos sin hacer nada, hasta que el próximo horror vuelva a repetir el ritual de las masacres que tan bien describía James Fallows aquí.
Enseñar los cadáveres
Esta es una discusión un que me ha sorprendido.
Algunos periodistas (incluyendo Fallows, en un artículo tremendo) se preguntaban estos días si no va siendo hora de que los medios abandonen el pudor y la contención que siempre acompañan a estas tragedias y publiquen imágenes de los cadáveres.
Para explicar este debate, os recomiendo que veáis esta pieza de 60 Minutes de este fin de semana sobre el AR-15, el fusil de asalto favorito de los asesinos del país. Las balas disparadas por un arma de estas características son mucho más rápidas e impactan con mucha más energía que las de una pistola o revolver. Son muchísimo más letales, y provocan unas heridas mucho más atroces, más graves, más devastadoras que un arma corta.
Tras la matanza en Uvalde (y en Newton, y en tantas otras) los familiares de las víctimas tuvieron que dar muestras de ADN a la policía para identificar los cuerpos, ya que los disparos a menudo les habían dejado irreconocibles. Quizás lo que Estados Unidos necesita, entonces, es menos debate sobre la segunda enmienda y cómo instalar puertas acorazadas en los colegios, y más ver las consecuencias de la segunda enmienda directamente.
Como señala Fallows, hay precedentes. En 1955 Emett Till, un chaval de 14 años de Chicago, fue secuestrado y linchado de forma brutal en Drew, Mississippi, cuando estaba de visita a un familiar; sus asesinos creyeron que había flirteado con una muchacha blanca. El cadáver de Till fue encontrado tres días después a orillas de un río, horriblemente desfigurado y mutilado. En su funeral, en Chicago, su familia insistió en dejar el ataúd abierto, a la vista de todos. El Chicago Defender y Jet decidieron publicar fotos del cuerpo. Por primera vez, el brutal impacto del racismo en el sur estaba ahí, en una imagen. La sorpresa e indignación que despertó el caso (y la absolución, días después, de los dos asesinos a manos de un jurado compuesto sólo por blancos) fue uno de los catalizadores del movimiento de derecho civiles.
La verdad, no sé si esa es la respuesta. Estoy tan harto de tantas matanzas y tanto cretino diciendo burradas sobre salud mental, guardias armados y paridas similares que casi querría que les restregaran en la cara los resultados de sus idioteces. Aun así… dioses, yo no quiero ver esas fotos. No creo que nadie lo merezca.
Pero estoy tan, tan cansado.
Las consecuencias políticas de las matanzas
Hay un estupendo estudio que indica que las masacres como la de Uvalde tienen consecuencias legislativas claras: los estados aprueban leyes reduciendo el control sobre las armas de fuego en una mayoría abrumadora de casos.
Si, en muchos estados conservadores una masacre de decenas de inocentes hace que los políticos decidan proteger a las verdaderas víctimas, los fusiles de asalto.
Las consecuencias de la incompetencia policial
A estas alturas parece claro que el departamento de policía de Uvalde respondió tan mal como pudo a la matanza, hasta el punto de que el departamento de justicia ha iniciado una investigación sobre su incompetencia.
Lo divertido es que es muy probable que se vayan de rositas. La jurisprudencia del supremo es muy clara al respecto: los departamentos de policía no tienen una obligación legal o constitucional de proteger a la población, así que uno no puede denunciarles por cometer una negligencia espantosa en un tema como este. Porque total, niños muertos; ya me diréis. Y sí, el supremo es una locura absoluta desde hace mucho, mucho tiempo.
Una nota cómica
Jason Selvig pidió la palabra en la convención de la NRA este fin de semana en Houston. Lo hizo para darle las gracias a Wayne Lapierre, diciendo que estaba harto de que le criticaran por no hacer nada para detener las masacres. Selvig dijo que sí estaba haciendo mucho: había enviado thoughts and prayers (pensamientos y plegarias) tras cada tragedia:
Selvig es un comediante, y su intervención, con el tono pomposo perfecto del reaccionario bien educado americano, es impecable. Las caras del resto de la audiencia y LaPierre son un mar de confusión y dudas. La inmensa mayoría son incapaces de ver que se están mofando de ellos en su cara. Es maravilloso.