Gerrymandering tras un desastre
Estados Unidos hace un censo de toda su población cada diez años. Esta es una obligación legal muy, muy seria, recogida nada menos en que en artículo primero de la constitución del país (Art. Sec.2) dado de su importancia crítica para el funcionamiento del sistema político del país.
Porque cada diez años, una vez se ha celebrado el censo, se conoce el nuevo reparto de escaños en la cámara de representantes por estado. Y cada diez años, los 50 estados de la unión inician el proceso de redistricting, dibujando los límites de cada distrito electoral en el mapa.
El proceso para definir cada distrito varía de estado a estado, pero el método más habitual es que los legisladores estatales y el gobernador se encarguen de ello. Esto quiere decir que tenemos a un montón de políticos decidiendo estas cosas, y como os podéis imaginar, lo que hacen casi siempre es explotar el proceso salvajemente para crear distritos que favorecen a su partido y hacen la vida imposible al rival. Es la vieja, infame e ignominosa tarea del gerrymandering, en la que en vez de tener a votantes escogiendo a políticos tenemos a políticos escogiendo a sus votantes para garantizarse el cargo.
No me voy a meter en detalles hoy sobre cómo uno puede manipular el proceso de la forma más torticera posible (aquí tenéis una buena guía), pero el detalle clave que nadie debe olvidar es este: este año hay censo, y eso hace que las elecciones en noviembre mucho más importante de lo habitual. Si un partido se lleva una monumental paliza en las presidenciales (arrastrando a candidatos estatales), el mapa electoral que se va a encontrar de aquí al 2030 será potencialmente mucho, mucho más complicado.
Con Trump a más de diez puntos en los sondeos, una epidemia fuera de control, y una economía al borde del precipicio, el partido republicano está aterrado de lo que se pueden encontrar el año que viene, cuando legislaturas demócratas en una mayoría abrumadora de estados les dejen en distritos imposibles. Todo esto será perfectamente legal, ya la mayoría conservadora del tribunal supremo, en una de esas decisiones de las que se van a arrepentir durante mucho tiempo, sentenció que hacer gerrymandering con motivos puramente políticos es perfectamente legal.
El ir y venir del censo cada decenio, por cierto, produce una “ciclo largo” de la política americana un tanto curioso. Los años en los que coincide con las elecciones presidenciales (las décadas pares), de mayor participación, acostumbran a producir mejores resultados para los demócratas; cuando coincide con años de legislativas, favorece a los republicanos. Hable sobre ello en este artículo en Jotdown hace unos años.
El capitalismo sin sindicatos
Bloomberg, esa publicación notoria por su comunismo y radicalismo sindical, sacaba la semana pasada un largo artículo sobre las múltiples maneras en la que el trabajador en Estados Unidos es abusado, maltratado y explotado por las empresas del país.
Si hay algo que nunca, nunca, nunca deja de sorprenderme sobre el mercado laboral americano es como incluso cuando la tasa de paro estaba por debajo del cuatro muchas empresas no tenían el más mínimo reparo en maltratar a sus empleados, y los despedían de inmediato ante cualquier conato de protesta o reclamación para mejorar las condiciones laborales. La legislación americana, incluso en los estados más “progresistas” del noreste es excepcionalmente favorable a las empresas y cruel con los trabajadores, y los derechos laborales son casi inexistentes. Este es un país donde no existe la baja pagada por maternidad o enfermedad a nivel nacional, no lo olvidemos.
En el centro de estas prácticas es el anti sindicalismo radical, furibundo, absoluto de todo el sistema empresarial americano. En una guerra que ha durado décadas, han conseguido destruir prácticamente cualquier posibilidad de que los trabajadores en una empresa privada se sindiquen, dejando un mercado laboral completamente sesgado en su contra, beneficios empresariales descomunales, desigualdades galopantes, y salarios que apenas han subido para el 90% de la población durante décadas. Insisto: leed el artículo entero.
El fantasma de antifa
Este fin de semana una multitud de varios cientos de personas armadas hasta los dientes se presentó en Gettysburg, Pennsylvania. Grupos de moteros, milicianos, skinheads y grupos de ultraderecha se concentraron en el campo de batalla donde los ejércitos confederados sufrieron su derrota decisiva, listos para la acción.
Estos milicianos estaban allí respondiendo a una serie de notas y post anónimos en redes sociales hablado sobre cómo Antifa iba a montar una gran acción en Gettysburg, una gran quema de banderas para protestar contra los cerdos de la policía y el capitalismo. Implícita, supongo, era la intención de derribar algunas de las decenas de monumentos a soldados y oficiales confederados desperdigados por el campo de batalla (hablé sobre ello aquí - el artículo es viejo, pero extrañamente relevante), ahora que derribar estatuas está de moda. Los moteros, milicianos y amiguetes, entonces, fueron allá a plantar cara, a defender su cultura, a ser héroes.
El problema es que antifa no llegó nunca, porque todos esos posts sobre quemar banderas eran falsos. La página de Facebook Left Behind USA era un montaje; nadie sabe quién está detrás. Facebook la cerró hace un par de días, después de que varios periódicos no consiguieron encontrar a sus responsables. Los milicianos, skinheads y moteros estaban combatiendo fantasmas.
No es la primera vez que ocurre. De hecho, esta clase de noticias (rumores de que viene atifa, milicias de autodefensa que se organizan contra la nada) se está repitiendo por todo el país una y otra vez. Nadie sabe si estos rumores son espontáneos fruto de exceso de consumo de Fox News, cosa de bromistas con demasiado tiempo libre, o algo organizado. Sería casi divertido sin toda esa gente no tuviera rifles y ganas de pegar tiros.
Y sí, Rusia montó cosas parecidas el 2016 como parte de su interferencia en las presidenciales. No sé por qué preguntáis.
Otra nota editorial:
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