Hoy escribo en Voz Populi sobre las protestas de los políticos valencianos sobre el traslado de la cabecera de los servicios de alta velocidad de alta velocidad a Alicante de Atocha a Chamartín:
La polémica de infraestructuras de esta semana ha sido la decisión del Adif de trasladar la cabecera de los servicios ferroviarios hacia Alicante de Atocha a Chamartín. Esta noticia no ha tenido demasiado eco en la prensa nacional (hay algo en Ucrania que ha desviado la atención) pero tiene a los medios y políticos valencianos muy, muy soliviantados y quejándose amargamente sobre el tremendo, temible agravio comparativo de esta decisión ministerial.
Aunque es una polémica que parece localista y un poco secundaria, creo que es un buen punto de partida para hablar sobre cómo se planifican las infraestructuras en España, y por qué esta clase de polémicas no debería suceder.
Empecemos por el principio: el túnel. Allá en los albores de la humanidad, en los días anteriores a la crisis, el Ministerio de Transportes decidió construir un túnel de conexión entre las estaciones de Atocha y Chamartín con vías en ancho europeo. La idea era, por un lado, conectar las dos redes de alta velocidad en España, y por otro, aliviar los inminentes problemas de saturación de Puerta de Atocha, que al ser en fondo de saco se estaba quedando sin espacio para nuevas circulaciones. Este túnel se empezó a construir en el 2010, pero la crisis económica retrasó su puesta en marcha hasta este año.
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