El fascista de los cojines
Sobre cómo un vendedor de almohadas bigotudo amenaza con destruir América
De todas las figuras extravagantes surgidas a la sombra de la presidencia de Donald J. Trump no hay ninguna más extraña, ridícula, y delirante que la de Mike Lindell.
La almohada de América
Para aquellos que no siguen, aunque fuera de forma ocasional, los medios conservadores americanos, Lindell era hasta el año pasado casi un completo desconocido. Nacido en 1961 en Minnesota, Lindell tuvo una adolescencia complicada debida a su adicción a las apuestas. Tras un par de semestres en la universidad, se pasó la década de los ochenta y noventa en una espiral autodestructiva que combinaba la cocaína, el crack, bancarrotas, negocios fracasados, y adicción al juego.
En el 2004, sin embargo, su suerte empezó a cambiar. Lindell inventó una almohada revolucionaria (eso dice él, pero bueno, es una almohada) llamada MyPillow. Tras varios años de patearse centros comerciales y malvender cojines por Minnesota, tuvo la idea de gastarse medio millón de dólares en producir un infocomercial de 30 minutos, en la más pura tradición capitalista americana. En el anuncio Lindell, un born again Christian (evangélico) con esa fe en sí mismo que sólo tienen los conversos, vende con su bigotón, su camisa azul estilo midwest y su crucifijo sus mágicas almohadas con un entusiasmo y energía digna del mejor vendedor de crecepelo:
El anuncio de marras empezó a circular por ese extraño submundo que son los programas pagados en horas intempestivas, emisoras locales con tarifas publicitarias irrisorias y canales religiosos en los rincones más cutres de la tele por cable… y explotó, casi literalmente. Lindell, alguien que se había pasado décadas hasta las cejas de drogas hasta que en el 2009 se curó “rezando” (born again, ¿recuerdan?), había dado con un negocio redondo que le hizo millonario.
El “truco” de My Pillow, y parte del genio de Lindell, es que la compañía se anuncia, casi de forma exclusiva, en medios de comunicación conservadores. Es casi imposible ver Fox News y no toparse, varias veces cada hora, con la jeta bigotuda y sus anuncios inmensamente cutres vendiendo almohadas. La empresa se vende como un negocio de pueblo, casi familiar; alguien que vende un producto casero, de forma directa, sin moderneces ni diseños así para hipsters. Su página web, su logo, todos sus productos, son una obra maestra del diseño gráfico cutre. Contemplad:
Lindell vende autenticidad, que para la audiencia habitual de Fox News y otros medios conservadores equivale a repetir mucho la palabra América, mirar directamente a la cámara y ser un poco casposo. Como modelo de negocio, es absolutamente brillante, y MyPillow es una máquina de ganar dinero.
Es una historia de éxito, sin duda, y en condiciones normales Lindell hubiera sido considerado un empresario hábil, aunque un tanto excéntrico que consiguió monetizar como nadie la burbuja cerrada que son los medios conservadores.
La epifanía de Mike
En agosto del 2016, sin embargo, Lindell conoció al entonces candidato presidencial Donald J. Trump… y tuvo lo que él mismo ha definido como una revelación divina.
El empresario es, desde entonces, el mayor superfan de Trump sobre la tierra, y un defensor incansable de la causa del trumpismo, dentro y fuera de la Casa Blanca. El presidente lo invitó a montones de eventos, le pidió que hablara en sus mítines, escuchó sus consejos y le rio sus gracias. Lindell utilizó su fama para, obviamente, vender más almohadas en Fox News.
En su cruzada pro-Trump, de quien habla con fervor religioso, Lindell ha abrazado todas las conspiraciones asociadas con el ex-presidente. Es, por supuesto, un friki antivacunas que ha promocionado de forma entusiasta curas “alternativas” y teorías de la conspiración sobre la pandemia de coronavirus. Es también, de muy lejos, uno de los mayores promotores de teorías de la conspiración sobre los resultados electorales de las presidenciales del 2020 - y que ha dedicado el último año de su vida a socavar los cimientos de la democracia americana.
Golpismo entre cojines
Tras la derrota electoral del 2020, Lindell fue uno de los que aconsejaron a Trump sin cesar de que decretara la ley marcial y forzara una repetición electoral. Se pasó semanas enteras persiguiendo teorías de conspiración cada vez más absurdas sobre hackers cambiando resultados, votos robados, muertos votando y demás, presionando al departamento de justicia y autoridades electorales de todo el país (con la bendición de Trump) para que cambiaran el resultado de las urnas. Ha “investigado” y “descubierto” cómo el asalto al capitolio del seis de enero fue cosa del FBI y Antifa.
Lindell tiene toda una teoría sobre cómo los fabricantes de las máquinas para tabular el voto, Dominion y Smartmatic conspiraron con potencias extranjeras para robar las elecciones a Trump. El tipo incluso filmó un documental de tres horas con sus teorías y compró tres horas de publicidad en One America News, un canal de noticias aún más ultra que Fox, para que lo emitieran en horario de máxima audiencia. Eso hizo que Dominion y Smartmatic le pusieran un pleito por difamación, al que Lindell respondió con otro por fraude, porque esto no sería Estados Unidos si no hay abogados de por medio. En agosto, para presentar al mundo la “evidencia”, Lindell montó un cyber-simposio para desenmascarar la conspiración. En él, sus propios expertos le dijeron que todo era una patraña.
Todos los hombres del expresidente
En un planeta normal, Lindell sería visto como el enorme, gigantesco payaso que es. En el extraño mundo de los cenagales mediáticos de la derecha americana, sin embargo, Lindell sigue siendo un tipo que sale en los medios, genera titulares, y que tiene entrevistas exclusivas con el ex-presidente para hablar de política, elecciones, y porque linchar a Mike Pence quizás no era mala idea.
Ha pasado más de un año desde las elecciones presidenciales, y cada vez parece más claro que Trump hizo todo lo que pudo para revertir su resultado ilegalmente, no dando un golpe de estado, sino intentando varios: presionando a los estados para descartaran las elecciones, intentando convencer al departamento de justicia para que los invalidara, sondeando a militares sobre declarar la ley marcial, forzando a su vicepresidente a que se negara a validar el recuento o siendo cómplice en un asalto directo al legislativo. Lindell no sólo estaba a favor de estas ideas, sino que lleva desde entonces gastando inmensas cantidades de dinero para deslegitimar las elecciones y asegurarse que en el 2024 Trump vuelve a la Casa Blanca.
Uno de los efectos más perniciosos del trumpismo, aparte de un golpe de estado, cientos de miles de muertes por COVID, corrupción, etcétera, etcétera es la emergencia de esta clase de figuras en el centro de la política nacional. Lindell, como Steve Bannon, Rudy Giuliani, Marjorie Taylor Green, y demás tarados, frikis, dementes y excéntricos, nunca se hubieran podido ni siquiera acercar a la Casa Blanca bajo cualquier otro presidente. Trump, con su anti-intelectualismo furibundo, su cretinismo, su infinita necesidad de que le hagan la pelota, su autoritarismo y estupidez no sólo les ha abierto la puerta, sino que los ha puesto a dos pasos del poder.
Lindell es un iluminado, un payaso y un imbécil, pero el hombre que es el principal favorito para ser el candidato republicano a la presidencia el 2024 le escucha y le hace caso. Su dinero, sus histerias, sus teorías de la conspiración, validadas por el expresidente, son creídas por millones de personas que siguen tragándose todas las basuras que les suelta Trump.
Por mucho que sea un afable vendedor de almohadas, Lindell es un fascista de cojones - y un hombre peligroso, precisamente porque parece ser un completo patán.
Bolas extra:
El documental de Lindell es francamente increíble. Aquí tenéis la versión abreviada de dos horas.
La cámara de representantes está a punto de aprobar el BBB de Biden. Iban a votar el jueves por la noche, pero Kevin McCarthy, el líder de los republicanos, se ha pasado el día dando un discurso larguísimo en contra, así que han decidido irse a casita y votar mañana en vez de perder toda la noche esperando.
Dos de los acusados por el asesinato de Malcolm X han sido exonerados. Durante años, muchos historiadores habían señalado que el gobierno se inventó los cargos contra ellos.
¿Os gusta Four Freedoms? ¿No os queréis perder ningún artículo? ¿Queréis apoyar el trabajo detrás de estas piezas? ¡Suscribíos! Por $6 al mes, recibiréis artículos adicionales cada mes y tendréis acceso a las tertulias que celebramos ocasionalmente para suscriptores.