El final de un derecho
Una filtración del supremo indica la probable derogación del derecho al aborto
Una de las leyes que he seguido con cierto interés este periodo de sesiones en Connecticut (cuando no estaba ocupado viendo cómo se cargaban la mía) ha sido H.B. 5414. La ley (ya aprobada en ambas cámaras) incluye dos provisiones que uno sólo puede ver en un lugar como Estados Unidos. Primero, limita el poder del gobernador a extraditar a un individuo acusado de cometer actos en Connecticut que podrían ser considerados crímenes en otro estado. Sólo podrá extraditar, para ser preciso, si lo que ha hecho esa persona sería punible bajo leyes estatales de Connecticut si hubieran cometido esos actos en este estado.
Segundo, la ley permite a personas que hayan sido denunciadas en otro estado por ofrecer servicios relacionados con el embarazo, incluye contraceptivos y aborto, de llevar a sus acusados a juicio para recuperar costas judiciales si esos servicios son legales en Connecticut. También prohíbe a las autoridades del estado cooperar con investigaciones y denuncias de otros estados sobre materias relacionadas con medicina reproductiva y aborto.
Es decir: los legisladores estatales de Connecticut, un estado progresista y que quiere proteger el derecho al aborto, han aprobado una ley esencialmente protegiendo a las mujeres que vengan de otros estados para interrumpir su embarazo, y a los médicos, clínicas y enfermeras del estado que ofrezcan ese servicio.
Ha resultado ser una decisión acertada, porque todo parece indicar que el Tribunal Supremo de los Estados Unidos va a derogar el derecho al aborto en los próximos meses.
La filtración
Politico publicaba ayer por la noche el borrador de la sentencia, firmada por Samuel Alito y con los votos a favor de otros cuatro jueces conservadores del supremo (Thomas, Gorsuch, Kavanaugh y Barrett). Es increíblemente inusual ver una filtración de cualquier clase en el supremo, una institución con una larguísima tradición de opacidad y oscurantismo, pero dada la importancia colosal de esta sentencia y el terremoto político que va a acompañarla, no es que me sorprenda demasiado.
Vaya por delante, por supuesto, que esto es un borrador, no una sentencia en firme; según parece, fue escrito en febrero. No que sea un documento ligerito o esquemático; es igual de largo y detallado (98 páginas, 30 de apéndices, todo anotado y referenciado) que una sentencia completa. Es posible que la versión final, que será publicada antes de que acabe el periodo de sesiones a finales de junio, sea distinta.
Todo parece indicar, no obstante, de que no cambiará demasiado. Primero, porque quedó claro en la vista oral de que hay cinco jueces que se mueren de ganas de derogar Roe v. Wade, la sentencia judicial que define el derecho al aborto en Estados Unidos. Segundo, porque la radicalidad del lenguaje de Alito, y sus argumentos legales, siguen al pie de la letra lo que sus colegas conservadores, y el movimiento conservador americano, llevan repitiendo desde hace años. Ahora que tienen la victoria a su alcance, no darán un paso atrás.
Derogando Roe v. Wade
Vaya por delante: la sentencia del supremo no ilegaliza el aborto en Estados Unidos. Lo que hace es eliminar la interpretación constitucional vigente que sostiene que la constitución de los Estados Unidos incluye, de forma implícita, el derecho a la privacidad, y con ello, protege el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo. Sobre derechos de penumbra (derechos que no están listados en la constitución, pero que el supremo ha considerado necesarios para su funcionamiento) hablé aquí en detalle; la argumentación de Roe v. Wade es complicadísima, y os remito a ese artículo para ver de dónde viene.
Las consecuencias de esta decisión son múltiples. Para empezar, el supremo autoriza a los estados a aprobar leyes que limiten o prohíban el derecho al aborto. El NYT publicó un muy buen artículo aquí detallando el impacto de este cambio, pero es muy, muy probable que el aborto pase a ser casi completamente ilegal en gran parte del sur y centro del país. Hay más de una veintena de estados que tienen “leyes gatillo” que prohibirán el aborto desde el momento en que Roe v. Wade sea invalidada.
¿Os acordáis esa ley tan demencial de Texas que permitía a ciudadanos actuar como cazarrecompensas denunciando abortos? Pasará a ser completamente legal. Esa es la ley que Connecticut está intentando combatir.
Si eso os parece poco, es necesario recalcar Roe v. Wade no es sólo una sentencia sobre el aborto, sino también sobre el derecho a la privacidad. Hay una cantidad francamente desmesurada de jurisprudencia que depende sobre la existencia de este derecho; derogar Roe, por ejemplo, hace que los estados puedan volver a promulgar leyes prohibiendo la sodomía, el matrimonio homosexual o los anticonceptivos. Si los “derechos de penumbra” implícitos en la constitución dejan de merecer protección, esto implicaría la posibilidad de aprobar toda clase de nuevas e innovadoras medidas reaccionarias, desde prohibir la existencia de salarios mínimos a legalizar la discriminación entre particulares por motivos religiosos.
Consecuencias políticas
Políticamente, las consecuencias de derogar Roe v. Wade son impredecibles. Para empezar, los sondeos son bastante consistentes en que una mayoría de americanos son partidarios de mantener el derecho al aborto. La inmensa mayoría de americanos viven en estados donde la mayoría de los votantes quieren que siga siendo legal en la mayoría de las situaciones. No hay ningún estado, ni siquiera en el sur, donde los partidarios de una prohibición completa o casi completa sean mayoría.
Esto parecería un ejemplo de libro de una decisión impopular por parte de una institución contramayoritaria que puede ser utilizada por el partido que se opone a esta para movilizar a sus bases y sacar rédito político. A fin de cuentas, la sentencia hace que las elecciones estatales en noviembre pasen a ser muchísimo más importantes; los progresistas no pueden perder esta guerra.
Hay motivos, sin embargo, para ser escéptico, más allá de la congénita incompetencia del partido demócrata. Para empezar, hay una conocida asimetría entre un movimiento antiabortista pequeño pero muy, muy movilizado y una amplia mayoría pro- derechos pero que no considera el aborto como un tema prioritario. Es posible que la sentencia radicalice a los pro- abortistas, pero no me parece inevitable.
Segundo, los americanos, a la que rascas un poco debajo de los sondeos, están muy confundidos sobre los derechos que dicen defender. Como señalan en 538, amplias mayorías están a favor del derecho al aborto durante el primer trimestre, pero están en contra durante el segundo. Lo que hace Roe, sin embargo, es legalizar el aborto hasta 24-28 semanas de gestación, es decir, ese segundo trimestre.
Es decir, es muy probable que muchas de las leyes propuestas en estados conservadores propongan cosas como prohibir el aborto a las 10, 14, o 16 semanas de embarazo para sonar razonables y “buscar consensos”. Esos resultan ser los límites para interrumpir un embarazo en Portugal, España, o Francia.
Este dato, por cierto, es lo que siempre me ha parecido más chocante del derecho al aborto en Estados Unidos. Este es un país, se mire como se mire, mucho más conservador que la mayoría de los países europeos, que por un accidente legal (una sentencia increíblemente complicada en 1973) tiene un régimen de protección de los derechos reproductivos de la mujer mucho más progresista que Europa en muchos aspectos. La involución del supremo colocará a Estados Unidos más cerca del resto del mundo (excepto en los estados más conservadores), de forma un tanto paradójica.
La sentencia, sin duda, es una tragedia que va a empeorar la vida de manera dramática a cientos de miles de mujeres en todo el país, y sus implicaciones para derechos civiles y sentencias futuras en manos de un supremo cada vez más reaccionario son aterradoras. Pero es increíblemente complicado de hablar sobre consecuencias políticas de todo este asunto, porque la opinión pública está mucho más confundida de lo que parece.
Bola extra:
Hay un artículo profético del año pasado del NYT donde señalan que los países que aumentan las restricciones al aborto suelen estar sufriendo involuciones autoritarias.
Algo inusual en la gerontocracia americana: el NYT hablando abiertamente sobre las facultades mentales de una senadora.
Hay un montón de comentaristas conservadores escandalizados de que se haya producido una filtración en el supremo, rompiendo la sacrosanta independencia institucional de tan magna corte que vive por encima de cualquier conflicto político. Como si no llevaran décadas trabajando furiosamente para politizarla, y como si el supremo no se guiara, a menudo de manera escandalosa, por criterios puramente políticos.
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