La semana pasada se celebraron elecciones en Wisconsin. Es difícil recalcar lo estúpido que resulta hacer esto en una pandemia, especialmente en Estados Unidos, un país donde esperar dos y tres horas haciendo cola para votar es habitual en muchos lugares. Pero se votó, en contra de la opinión de cualquier epidemiólogo con dos dedos de frente y de la voluntad del gobernador del estado. Vale la pena explicar por qué.
En Wisconsin había dos votaciones de importancia. Por un lado, las primarias demócratas, en lo que fuera la última votación antes de que Bernie Sanders anunciara la suspensión de su campaña. Por otro, se votaba un puesto en el tribunal supremo estatal de Wisconsin, un organismo que actualmente tiene una mayoría conservadora de 5-2 y que el partido republicano está desesperado por conservar a toda costa.
Dejemos de lado el hecho que es absurdo escoger jueces del tribunal supremo (o de cualquier tribunal en general) por sufragio, y hablemos un poco del sistema político de Wisconsin. Este estado del Midwest famoso por su queso tiene un gobernador demócrata, Tom Evers, que ganó las elecciones el 2018 por apenas un puntito de diferencia. Los demócratas sacaron un mejor resultado en el legislativo, consiguiendo un 54% del voto. Eso les reportó 36 de los 99 escaños en la asamblea estatal, una muestra de que algo funciona horriblemente mal en la democracia en este estado.
En el 2010, cuando el tea party y la lenta salida de la gran recesión dieron a los republicanos una rotunda victoria electoral en Wisconsin. El GOP, bajo la dirección de Scott Walker, su nuevo gobernador, se lanzó con un agresivo programa de recorte de gasto, desregulación, etcétera etcétera que ha conseguido que la economía del estado crezca más lento y genere menos empleo que sus vecinos en Minnesota (que hicieron justo lo contrario). Aprovechando que era año de censo y controlaban las dos cámaras, el partido además redibujó el mapa electoral del estado en uno de los ejercicios de gerrymandering más brutales de los últimos años, prácticamente garantizando que de no mediar un meteorito o catástrofe monumental los republicanos nunca perderán el control del legislativo.
Esperad, que aún hay más. Tras la victoria de Evers, los legisladores republicanos aprobaron una serie de leyes que reducían dramáticamente el poder del gobernador (sí, leyes, no una reforma constitucional). Los demócratas, obviamente, llevaron la reforma a los tribunales, pero el supremo de Wisconsin, controlado recuerdo por una mayoría conservadora, dio las leyes como válidas. La guinda, además, es que este año hay censo electoral y toca redibujar los distritos electorales en el estado. Los legisladores son quienes dibujan los distritos, y si va a los tribunales, el supremo estatal es quien debe valorar si son constitucionales o no. Podéis imaginar el resultado.
Volvamos, pues, a las elecciones del martes. Los demócratas querían aplazar la votación o hacer más fácil votar por correo, relajando las normas actuales. Los republicanos se opusieron a aprobar legislación al respecto. Evers intentó justificarlo como una emergencia de salud pública, cambiando las normas por decreto. Los republicanos lo llevaron a los tribunales, el supremo de Wisconsin (chorpecha) les dió la razón. El gobernador pidió al tribunal supremo federal que intercediera, y el supremo, que está tomando decisiones por videoconferencia por motivos de salud pública estos días, dijo que esto de permitir más voto por correo por motivos de salud pública a dos días de las elecciones era inconstitucional.
Las zonas de Wisconsin donde hay más casos de Coronavirus son en Milwaukee y sus alrededores, las zonas más urbanas y con más votantes de color del estado. Es donde más colegios electorales estaban cerrados por falta de personal y voluntarios para celebrar unas elecciones. Y son, obviamente, las zonas donde más iba a caer la participación si se votaba durante una pandemia, que es lo que acabó sucediendo. En unas elecciones donde decenas o cientos de miles de votantes optaron por votar por correo, un número gigantesco de papeletas irán directamente a la basura porque el GOP quería limitar la participación tanto como fuera posible para asegurarse que un juez conservador mantiene su puesto en el supremo.
Este jaleo inmenso en Wisconsin es significativo por varios motivos.
El partido republicano en muchos estados está dispuesto a casi cualquier cosa para mantenerse en el poder. Los legisladores en Wisconsin son más cafres que la media, pero hemos visto cosas parecidas en otros estados, con gerrymanders brutales para perpetuarse en el poder. Los demócratas no son ni de lejos así de agresivos.
El tribunal supremo no está para proteger el derecho al voto de nadie: la mayoría conservadora en el supremo (federal) lleva varios años declarando inconstitucionales artículos de la Voting Rights Act y otras protecciones federales al derecho a voto. Han dado luz verde total y absoluta a que los partidos hagan gerrymandering para favorecerse a ellos mismos en elecciones.
Hay varios estados del país que tienen sistemas políticos muy disfuncionales ahora mismo, hasta el punto de estar cerca de no ser democráticos, y el GOP está aprobando reformas en esta dirección cada vez que puede.
Estos problemas afectan las elecciones al congreso, ya que los distritos de la cámara de representan los dibujan las autoridades estatales. Este año es un año de censo, que es cuando toca diseñar distritos, así que las elecciones en noviembre son increíblemente importantes, especialmente a nivel estatal.
Es posible que Estados Unidos todavía tenga confinamientos totales o parciales en noviembre. Si los demócratas no se ponen las pilas ahora para evitarlo, lo de Florida el año 2000 va a parecer un ejemplo de democracia suiza comparado con el desastre de litigios y peleas legales que tendremos por todo el país estas elecciones.
El resultado de las elecciones en Wisconsin, por cierto, no será público hasta hoy lunes, porque aún están contando el voto por correo.
Bolas extra:
Oh, sí, Bernie Sanders ha suspendido su campaña. Tengo pendiente hacer un post-mortem sobre las primarias. También habrá segunda parte sobre la sanidad americana. No me he olvidado.
En Estados Unidos sólo se hace cola de horas para votar en barrios pobres y con gente de color, por cierto. Casualmente.
Sobre la pandemia en Estados Unidos, los números son horribles (ya es el país con más muertes) pero hay algunas señales de que estamos cerca del pico. De momento los temores de que veríamos algún estallido inesperado en el sur no se han cumplido, y los estados que cerraron más tarde parecen estar más o menos controlados. Los casos han dejado de crecer a marchas forzadas en casi todas partes, aunque aún no están descendiendo.
El problema, como todo, es que los datos tiene mucho ruido estadístico, aún peor que el que tenemos en España o Italia al ser un país tan grande - y los saltos del fin de semana aquí son igual o peores que en Europa. Ahora mismo parece que Estados Unidos se quedará sobre las 60.000 muertes, pero Dios sabe si esa proyección se mantiene o no. El país tiene unas ventajas intrínsecas que no tienen otros países europeos (densidades más bajas, focos que han empezado cuando ya había capacidad de hacer tests en masa, el hecho que muchos estados cierran muy temprano), así que es posible que eviten lo peor. Esta pandemia ha sido tan tozuda, y tan difícil de controlar, que no quiero predecir nada. El temor de algunos expertos es que dado que los confinamientos han sido bastante débiles es posible que en algunas regiones se queden “encallados” con muertes duplicándose cada 7-8 días durante varias semanas, pero no sé si eso es posible.
El daño económico, por cierto, será atroz - y como en todas partes, reabrir la economía va a ser complicado. Más difícil aquí que en España, si me apurais, porque en muchas regiones no han visto una epidemia aterradora de cerca y no tendrán el grado de paranoia que vamos a necesitar para evitar una segunda oleada.