El problema nihilista
Qué hacer cuando un percentaje significativo del país quiere volarse por los aires
Ayer hubo un tiroteo en una escuela en Nashville. Otro más. Los medios los cubren como si fueran noticias sorprendentes estos días, aunque hace tiempo que dejaron de serlo; los políticos siempre repiten lo mismo, ya casi de forma ritual. El eterno, recurrente y ya casi patético titular en The Onion vuelve a aparecer, su satira cada vez más dolorosa:
Hay algo obviamente roto en cómo Estados Unidos combate la violencia en sus calles y escuelas. Hay algo casi demente en un país que cree que invertir $60.000 en una habitación blindada desplegable en sus aulas es una respuesta válida a estos tiroteos en vez de preguntarse, aunque sólo sea un segundo, por qué hay tanta gente con fusiles de asalto ahí fuera:
Lo absurdo y surrealista de esta clase de tragedias es que hay toda una clase de políticos que parece estar obcecado no ya en ignorarlas, sino en celebrar el problema cuando nadie está mirando. Esta es la postal de felicitación navideña que Andy Ogles, el representante en el congreso del distrito donde sucedió el tiroteo, envió a familiares, amigos, donantes y conocidos hace dos años:
No importa cuántas tragedias veamos, cuántos datos se muestren, cuántas veces se repitan estas masacres, hay un porcentaje enorme de votantes y políticos que simplemente han decidido que no importa. Tuvimos, hace una década, una matanza donde murieron una veintena de chavales de seis y siete años, y seis maestras. Les importó un pimiento. Esta gente ha llegado a la conclusión o bien que la única forma de combatir la violencia es con más armas de fuego, o bien que el derecho absoluto a tener armas es más importante que cualquier víctima individual. Llevan décadas aprobando leyes en este sentido por todo el país. La violencia ha aumentado allá donde son aprobadas.
No sólo son las armas
Lo que me parece realmente espantoso es que esta actitud, esta negativa absoluta, radical a intentar solucionar nada, no se limita a las armas de fuego.
Pongamos, por ejemplo, Medicaid, el seguro médico público para familias con muy pocos ingresos. La Affordable Care Act (Obamacare, vamos) incluía una expansión considerable de este programa, tanto en cobertura como en financiación. Cualquier persona por debajo de un 138% del nivel federal de pobreza ($2.500 al mes, para una familia de cuatro) podía tener acceso a este seguro, que cubre básicamente todo y es gratuito; el gobierno federal cubriría un 93% del coste, y los estados un 7%.
La ACA, en un principio, hacía esta ampliación de la cobertura obligatoria, esto es, los estados debían aceptar el dinero y cubrir a estas familias. Un puñado de fiscales generales republicanos, sin embargo, consideraron esto una intromisión competencial y llevaron la ley al supremo, que les dio la razón (el término preciso en la jurisprudencia es que la ley era “excesivamente coercitiva”). Así que los estados deben pedir entrar en la expansión, y pueden decidir no recibir el dinero si así lo desean.
Estamos hablando, para que quede claro, de un programa de seguro médico para personas con pocos ingresos. El gobierno federal paga el 93% de la factura. Los contribuyentes de cada estado están pagando impuestos para cubrir ese gasto, incluidos en la propia ACA. Pues bien, diez estados del país (Wyoming, Wisconsin, Kansas, Texas, Missouri, Alabama, Tennessee , Georgia, Carolina del Sur y Florida) han decidido que no van a aceptar ese programa en absoluto. Prefieren dejar a millones de personas sin seguro médico antes que aceptar que Obamacare pueda hacer nada positivo por sus votantes. Hay un puñado de estados republicanos que han aceptado el programa, pero su aprobación ha sido a menudo vía referéndum, porque los legisladores locales se negaban a aceptar el dinero.
Después vemos gráficos como este, claro:
En el año 2019 (antes que el nihilismo antivacunas post-pandemia empeorara aún más las estadísticas) la esperanza de vida al nacer en Alabama eran 75,2 años, comparado con los 80 de Nueva York, Massachusetts, o Connecticut. La distancia hoy es aún mayor. Hay un problema obvio de salud pública, un programa de asistencia que funciona y que les sale gratis que puede solucionarlo, y la respuesta es patatas, porque aquí lo que nos va el caos. Es maravilloso.
Como he comentado otras veces, casi cualquier indicador social que uno pueda imaginarse tiene datos igual de atroces en estos mismos estados en el sur del país. Llevan décadas gobernando con la misma pulsión entusiasta por bajar impuestos, denegar servicios, desregular todo y esencialmente torturar a los pobres, y el resultado ha sido, sin excepción, el mismo horror gótico. Su respuesta es echar la culpa a los progres, Washington y la decadencia de occidente, comprar más fusiles, y seguir con los latigazos hasta que mejore la moral de la tropa.
Un problema partidista
Lo aterrador es que la actitud vital, el nihilismo desaforado, militante, hostil a cualquier solución o idea ha tomado el control de un sector gigantesco, quizás dominante, del partido republicano.
Este fin de semana Donald Trump dio un discurso en Waco, Texas. El discurso fue una de sus habituales fascistadas delirantes; cualquiera que escuche a Trump a estas alturas y no llegue a la conclusión que es un loco peligroso necesita una lobotomía con urgencia. Lo que dijo, sin embargo, era menos importante que el simbolismo del lugar y la fecha. Estos días se cumplen treinta años del asedio y suicidio masivo de la secta de los davidianos en esa ciudad, una de las historias más locas y horrendas del extremismo religioso anti-gubernamental en Estados Unidos. Esta es una imagen del expresidente en el escenario; en el fondo, una pantalla muestra imágenes del asalto al congreso del seis de enero.
No estoy seguro, la verdad, sobre cuál debe ser nuestra reacción ante un movimiento político así. El GOP moderno es heredero de una larga tradición de políticas reaccionarias envueltas y justificadas a partir del resentimiento, pero lo que estamos viendo ahora va más allá. Trump no tiene un programa, o una agenda, o un método; no tiene ideas. Lo que tiene y encarna es la sed de venganza, un grito primario que pide romper, destruir, y castigar a aquellos que le ofenden. A menudo se le acusa de fascismo, pero eso era al menos un ethos; Trump es un nihilista, alguien que no aspira a nada más que su propia gloria.
La buena noticia (porque, recuerdo, en el fondo soy un optimista respecto a Estados Unidos) es que es muy, muy probable que el trumpismo sea una minoría que va, poco a poco, camino de la irrelevancia. Trump ha perdido elecciones repetidamente; sus candidatos no han hecho más que ser derrotados, fuera de esa inenarrable burbuja que es el sur del país. No es un movimiento político sostenible a largo plazo.
La mala noticia, por supuesto, es que el propio nihilismo de Trump hace que el GOP sea casi del todo incapaz de librarse de él. Los republicanos necesitan y quieren mantener el partido, porque es como gobiernan. Trump ha dejado claro, mientras tanto, que está más que dispuesto a volar el partido por los aires si este le da la espalda, llevándose sus bases con él.
Pero de las primarias del GOP y el triste espectáculo que están ofreciendo DeSantis hablaremos otro día.
Bola extra:
Para otro día también dejo las patologías del partido demócrata y gran parte de la izquierda americana. Quizás no sean nihilistas, pero son también bastante borregos.
En Bojack Horseman, a modo de chiste, solucionaban el problema cuando de pronto se puso de moda entre las mujeres ir armadas hasta los dientes (04x05).
Esto es un chiste, pero también es sabido que California tiene una de las legislaciones más rigurosas de EE.UU. como reacción del entonces gobernador Reagan (¡!) cuando los Panteras Negras empezaron a vigilar armados a la policía.
Lo que quiero decir es, más allá del chiste, ¿que ocurriría si la "gente incorrecta" empieza a desarrollar una cultura tan chalada respecto a las armas? ¿Veríamos un súbito cambio de actitud del partido de la buena gente o preferirían vivir en una distopía con tal de no soltar sus rifles de asalto? ¿Sería una reacción lógica por parte de las minorías empezar a hacer milicias básicamente para empujar al GOP a legislar de una vez esta chaladura?
Excelente. Tus post dibujan un mapa detallado que por eso mismo es tremendamente inquietante. Si China no fuera una dictadura insufrible e incapaz de vender otra cosa que cacharrería y amenazas, se comería el mundo.