Estos días ha sido fascinante ver las reacciones paralelas a la creciente epidemia de coronavirus en España y Estados Unidos. Los dos países están, con matices, en un punto parecido de la evolución de la enfermedad, si asumimos que las cifras van a seguir un patrón similar a otros países.
El parecido, sin embargo, se acaba ahí.
En España, el gobierno ha hecho una gestión que será buena o mala de la crisis (como comentaba el otro día, no es un problema sencillo de solucionar) y los partidos de la oposición la han criticado y ofrecido planes alternativos para afrontar la crisis. Casado, Arrimadas y Abascal han politizado la epidemia, pero sólo en el sentido de que son políticos haciendo propuestas y ofreciendo críticas legítimas durante una emergencia real. Todos los partidos en España, sin embargo, comparten la idea de que estamos ante una crisis, y todos están trabajando para solucionar el problema. Lo harán mejor o peor, pero hay una idea compartida sobre qué está sucediendo ahí fuera, y cada uno, desde su gobierno nacional y autonómico, está trabajando para para controlar la enfermedad.
En Estados Unidos, mientras tanto, tenemos cosas como esta:
Fox News y Fox Business son poco menos que los medios oficiales del partido republicano. En los primeros días de lo que todo indica que puede ser una epidemia difícil de controlar en un día bueno y una potencial catástrofe un día malo, tenemos a gente en televisión diciendo que el coronavirus es una conspiración demócrata para aterrorizar a las masas, destruir la economía y derrocar a Trump. El mismo hijo del presidente ha acusado a los demócratas de desear la muerte de millones de personas. Hasta hace un par de días, Trump padre andaba por el país diciendo que todo era un bulo, una hoax.
Esto se ha traducido, no hace falta decirlo, en una espantosa falta de preparación ante una potencial epidemia. Nadie sabe cuánta gente tiene coronavirus en Estados Unidos porque no hay datos centralizados sobre el tema. No sabemos cuántas pruebas se han hecho, porque la CDC pifió los primeros test y los laboratorios privados no están dando datos a nadie. En la Casa Blanca están todos muy ocupados echándose la culpa unos a otros, pero la realidad es que nadie parece tener demasiada idea sobre lo que está sucediendo sobre el terreno. Los estados donde hay más casos (Nueva York,California y Washington) están relativamente bien gobernados y tienen departamentos estatales de sanidad decentes, pero Dios sabe qué está pasando en el resto del país.
Empeorando las cosas, Estados Unidos tiene un sistema sanitario fragmentado, casi todo en manos privadas, y que es un horror de descoordinación chapucera en un día bueno. Cualquiera que esté enfermo, incluso si tiene seguro, sabe que si se pone enfermo visitar al médico cuesta dinero vía copagos y franquicias, así que mucha gente retrasa ir al médico tanto como puede. Este también un país donde no hay legislación federal de bajas por enfermedad, así que en muchos estados esto de quedarse en casa de cuarentena equivale a perder el sueldo o arriesgarse a perder el trabajo.
Imaginad la combinación: un país donde el partido en el poder lleva semanas diciendo que la epidemia es una invención demócrata. Una respuesta federal chapucera, confusa, e improvisada. Cero estado de bienestar. Si las cosas fueran a peor en Estados Unidos, la epidemia puede hacer mucho daño.
Por suerte, Estados Unidos es también un país con un sistema federal fuerte, y donde los estados, en vista del espléndido vacío federal, han empezado a tomar medidas. Muchas ciudades y estados han empezado a cancelar eventos multitudinarios y lanzado programas agresivos de cuarentena. Muchos estados progresistas (como Nueva York, California o Washington) tienen baja por enfermedad por ley y un sistema de salud vagamente más coordinado que la media nacional. Es muy posible que la incompetencia federal se vea compensada por una respuesta enérgica en muchas jurisdicciones donde se han tomado el problema más en serio.
Aún así… bueno, no soy un experto, así que no haré predicciones.
Pero no estoy tranquilo.
Bola extra: las primarias de mañana
Mañana hay otra ronda de primarias demócratas - el “Supermartes mini” o “semisupermartes”, para llamarlo de algún modo. Vota Idaho, Michigan, Mississippi, Missouri, Dakota del Norte y Washington. Los sondeos, ahora mismo, pintan muy mal para Sanders, que tras la paliza de la semana pasada necesita una victoria desesperadamente.
Hay tres estados que son favorables a Bernie demográficamente mañana (Washington, Idaho y Dakota del Norte) pero la gran esperanza para su campaña es Michigan. En teoría es un estado que le va mal, y Biden ganó con facilidad la semana pasada en sitios parecidos (muchos afroamericanos y votantes de clase obrera, suburbios con muchos moderados), pero en el 2016 Sanders también llegó al estado muy por detrás en los sondeos y ganó, contra todo pronóstico, alargando las primarias.
Que acabó perdiendo igual, obviamente, pero ese es otro tema.
Si Biden gana mañana, es muy probable que el martes que viene cuando votan Florida, Illinois, Ohio, y Arizona vuelva a repetir. Tras eso, quedan bien pocos estados grandes por votar (Nueva York, Pennsylvania y Georgia) y ninguno de ellos es remotamente favorable para Bernie.
Dicho en otras palabras: Biden es ahora favorito, y es posible que mañana lo sea aún más.