Ideas contraproducentes
Sobre cómo controlar el precio de los alquileres quizás no ayude a quién lo necesita
Muchos lugares de Estados Unidos están metidos en una espiral la mar de desagradable en subidas del precio de la vivienda. No hay demasiados problemas ahí fuera que uno pueda explicar con una sola gráfica, pero este resulta ser uno de ellos; simplemente, el país lleva más de una década construyendo un número insuficiente de casas:
La crisis del 2008 hizo que los inversores huyeran de la vivienda como la peste, a pesar de que, mirando los datos históricos, no se puede decir que en 2006-2007 se estuvieran construyendo muchas más casas de la norma histórica. Esto ha hecho que en el 2021 Estados Unidos apenas edificará más viviendas de lo que construían en 1995, a pesar de que la población del país ha crecido en 70 millones de habitantes. Aunque el ritmo de crecimiento de la población ha disminuido, es justamente ahora cuando la última gran cohorte de natalidad relativamente alta (el pico del cambio de siglo) está entrando a comprar casas, y se han encontrado que no hay nadie vendiendo.
Ante esta tesitura, uno se diría que el país entero se lanzaría a construir casas a mansalva, dando prioridad a edificios de apartamentos que pueden albergar más gente, son más baratos y pueden responder a la demanda. Si recordáis lo regulado y anti- todo que son muchos municipios de Estados Unidos, esta gráfica no os sorprenderá:
Aunque hay un repunte en la construcción de edificios de viviendas plurifamiliares tras la crisis (gracias a una “innovación” derivada de un cambio regulatorio, por cierto), en años recientes esa tendencia parece haberse revertido. Simplemente, casi nadie está construyendo suficiente lo suficiente rápido, y tenemos montones de ciudades con alquileres e hipotecas por las nubes.
La solución clásica
Como acostumbra a suceder cuando el coste de la vivienda se dispara, el primer instinto de muchos políticos en teoría progresistas es recurrir a ese viejo martillo de siempre, imponer controles al precio de los alquileres. La idea es proteger a los inquilinos de los abusos de los caseros, estabilizar barrios, ayudar a los pobres, desvalidos, y minorías étnicas, etcétera, etcétera, etcétera. Los argumentos son idénticos aquí, en Madrid, en Barcelona y en Valencia.
Como os puede contar cualquier economista, imponer controles de precio no funciona, no importa cuántas veces lo intentes (voy a enlazar estos dos mismos artículos hasta el final de los días). Sin embargo, casi siempre que se critican estas medidas se hablan de costes agregados (una caída de la inversión a largo plazo, desaparición progresiva del mercado de alquiler, etcétera), pero no demasiado de quiénes se comen estos costes.
Bien, Saint Paul, en Minnesota, aprobó una ordenanza de control de precios de los alquileres el año pasado, y dos economistas de la Universidad de Southern California, Kenneth Arhern y Marco Giacoletti, analizaron el efecto redistributivo de la medida.
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