Las primarias de Carolina del Sur son mañana sábado. Supermartes es el martes que viene.
Dicho en otras palabras: el sábado es la última vez que se vota en broma, en un estado pequeño, escogiendo una fracción minúscula de los delegados de la convención. El miércoles que viene, más de un cuarenta por ciento del electorado demócrata se habrá pronunciado en estas primarias, y es perfectamente posible que la nominación esté decidida.
Las “élites” (ahora explico lo de las comillas) del partido demócrata parece que descubrieron este detalle hace dos días, y están en medio de un ataque de pánico profundo. Se han dado cuenta que, si nadie hace nada para evitarlo, es probable que Bernie Sanders gané en casi todas partes el supermartes, se lleve un carro de delegados, y tenga la nominación en el bolsillo. Y claro, ahora quieren pararle.
Este artículo del NYT contiene más detalles. En él hay una lista considerable de políticos demócratas de cierto nivel (congresistas, senadores, alcaldes…) diciendo en voz alta y sin ocultarse que Sanders sería un mal candidato a la presidencia, y que hay que hacer algo para pararle. El establishment se despierta de su letargo. El partido va a por Bernie.
Lo relevante del artículo, sin embargo, no es lo que los cargos del partido demócrata dicen, sino lo que están haciendo para detener a Bernie. Si se lee con atención todo el texto, que es largo y contiene un montón de argumentos de peso sobre por qué Bernie es un candidato arriesgadísimo para las generales, veremos que las élites del partido no están haciendo nada aparte de protestar, sollozar, y exclamarse. Nada en absoluto.
Empecemos por el principio: ¿por qué Bernie puede ganar la nominación de facto el supermartes?
El partido demócrata asigna los delegados a la convención de forma proporcional a los resultados de las primarias, repartiéndolos (con ciertas variaciones) por distrito del congreso y según el resultado en todo el estado. El umbral para sacar delegados por circunscripción es altísimo, un 15%, para evitar tener primarias donde hay un montón de candidatos poco viables acumulando delegados sólo para incordiar.
Y eso es lo que está pasando, que hay siete candidatos ahora mismo en las papeletas del supermartes, y es muy probable que entre tres y cinco caigan por debajo del umbral en muchos estados - con Sanders sacando representación en todas partes.
Para quien no se haya pasado por Twitter estos días, los votantes de Bernie son entusiastas. La gente del resto de campañas bromea a menudo que son tiene algo de culto, y más cuando la gente que le apoya recibe y comparte orgullosa en Facebook cosas como esta:
Esto quiere decir que Bernie tiene un suelo “duro” en primarias: su apoyo, si los sondeos aciertan, oscila entre el 25 y el 32% en todas partes. Una minoría dentro del partido, pero una minoría que ni se divide ni se va a quedar en casa.
Ahora pensad en California o Texas, los dos estados más poblados del país. Ambos votan el supermartes. Es perfectamente posible que tengamos un resultado de Sanders 30, Biden 20, Bloomberg 14, Pete 14, Warren 13, Klobuchar 6, Steyer 2. En un reparto así, Bernie se llevaría alrededor de 60% de los delegados y Biden un 40%. Incluso sacando un resultado a todas luces mediocre (un 70% del partido quiere otra persona como candidato), Bernie puede sacar márgenes tremendos de cara a la convención.
En teoría, post super-martes, todos los pelagatos que se quedan sin delegados podrían irse a casa y aún quedarían más de la mitad de votantes del país para que Biden consolidara el voto anti-Bernie y le diera la vuelta a las primarias. En realidad, es difícil que algo así suceda, precisamente porque los delegados se reparten de manera proporcional. Biden necesitaría ganar casi todas las primarias por 20 puntos hasta la convención, algo que se antoja muy, muy, muy difícil.
Las élites del partido, obviamente, pueden hacer algo al respecto: forzar que alguno de los enanitos inviables abandone la carrera por la Casa Blanca antes del supermartes (excepto Warren, que probablemente le quita votos a Bernie). Buena suerte convenciendo a Michael Bloomberg, que se ha fundido $400 millones y que apuesta todo al supermartes. Pete y Klobuchar parecen tener bien pocas ganas de irse, convencidos que Biden es vulnerable. Steyer quizás se largue, pero me sorprendería bastante.
Esto es - las “élites” demócratas son muy incompetentes en esto de ejercer de poderes fácticos en la sombra que quieren evitar que Bernie sea el candidato. Pero mucho.
La divertido, e irritante, es que esas mismas élites tienen razón cuando dicen que Sanders es un candidato muy arriesgado en noviembre. Este estudio no ha recibido la atención que merece estos días, pero la conclusión es muy clara: Sanders parece competitivo contra Trump en las encuestas, pero sólo es competitivo si hay una movilización del voto joven sin precedentes, mayor incluso que en las presidenciales del 2008 con Obama. El voto joven ni siquiera se ha movilizado en estas primarias. Creer que Sanders puede movilizarlo en las generales es bastante fantasioso.
Aparte de ello, Bernie no es un político demasiado competente. Los demócratas necesitan ser competitivos en Florida si quieren recuperar la presidencia; Bernie lleva dos semanas repitiendo sus elogios a Fidel Castro. Su historial está lleno de comentarios y escritos que harían ruborizarse a Pablo Iglesias. Sanders recuerda un poco demasiado a George McGovern, el candidato hiper-progresista que ganó la nominación en 1972 y que perdió por 23 puntos (23) ante Richard Nixon.
Obviamente, Bernie no es McGovern, y en un país tan polarizado como Estados Unidos, ningún candidato bajará del 45% en unas generales. Pero sobre George McGovern, la convención del 68 y los traumas del partido demócrata hablamos otro día.
Bolas extra:
Donald Trump ha nombrado Mike Pence responsable del dispositivo anticoronavirus. El vicepresidente tiene experiencia en ello; en sus años como gobernador en Indiana se enfrentó a una epidemia de SIDA en una región de su estado. El problema es que la epidemia era culpa suya.
Repito lo dicho arriba: Michael Bloomberg se ha fundido más de $400 millones de dólares en una campaña de primarias. Es más de lo que Trump o Hillary se gastaron durante todas las presidenciales del 2016. Y es muy poco probable que gane.
Este caso ante el Supremo sobre Trump puede despedir o no al jefe de una agencia independiente creada por el congreso es muy importante. Leed.