La defenestración de Tucker Carlson
Uno de los hombres más influyentes de Estados Unidos pierde su trabajo
Los que lleváis una temporada leyendo este boletín os sonará el nombre de Tucker Carlson. Hace un par de años le dediqué un artículo entero, hablando de su larga carrera en medios y su repuganante admiración por Viktor Órban:
Más recientemente, hablé con cierto detalle sobre su increíble, desaforado cinismo, cuando se hicieron públicas las comunicaciones internas de Fox News debido a la demanda de Dominion por difamación:
Dicho en breve, Tucker Carlson era el presentador del programa de Fox News a las ocho de la tarde, la franja de máxima audiencia en la cadena. En su programa, Carlson básicamente era lo más cercano al fascismo (sin asteriscos) que uno se podía encontrar en una televisión en cualquier democracia occidental. Bajo una pátina de populismo airado anti-élites, el tipo literalmente lanzaba mensajes de odio todas las noches.
El talento de Carlson
Lo que distinguía a Carlson de otros presentadores de Fox News o personalidades mediáticas conservadoras variadas eran tres elementos fundamentales. Primero, Carlson es extraordinariamente inteligente, y capaz de articular y construir una ideología más o menos organizada, no sólo diatribas. Eso le hacía, en muchos sentidos, el alma intelectual del trumpismo, la articulación educada y elocuente del populismo autoritario del ex-presidente.
Segundo, Carlson es un comunicador fantástico, con un control del mensaje, la dicción y el tono tremendo, y un dominio absoluto del medio televisivo. La única persona remotamente comparable, en tiempos recientes, era Rush Limbaugh en su programa de radio, aunque Carlson es más coherente y tiene una ideología más formada.
Tercero, y sin duda lo más fascinante, es que todo apunta de que Carlson no se cree casi nada de lo que dice, y todo lo que hace es puro, absoluto, cínico teatro. Carlson suena como un fascista y se pasa la vida glorificando a uno, pero en privado desprecia profundamente tanto a Trump como a su propia audiencia.
Bien, ayer Fox News despidió a Tucker Carlson, con efecto inmediato. Su programa, esa misma noche, fue cancelado sin más ceremonia. Y lo realmente fascinante es que nadie sabe por qué.
¿Por qué despedirle ahora?
Por supuesto, hay muchas teorías. La más sensata, para muchos observadores, que a Tucker le esperaba una demanda civil muy creíble sobre acoso y discriminación laboral en su programa, en parte derivados de su papel en el pleito de Dominion por difamación. El caso parece más que creíble y potencialmente peligroso tanto para Carlson como para la reputación de la cadena. Fox News sufrió una oleada de pleitos similares hace unos años (incluyendo uno que acabó con la carrera de Bill O´Reilly, entonces presentador estrella de la cadena), y dicen que los Murdoch, los mayores accionistas del canal, no quieren repetir esa experiencia.
Varios observadores han señalado que el mismo caso Dominion ha hecho que Rupert Murdoch perdiera la paciencia con Carlson, alguien que a pesar de ser líder de audiencia y traer dinero a espuertas, va por libre dentro de la cadena. Los mensajes de Tucker durante el caso, además, dejaron claro lo mucho que mentía en antena. Había rumores, además, de que en muchos de los mensajes que iban a hacerse públicos durante el juicio Tucker criticaba e insultaba a la dirección de la cadena. Dado que el modelo de Fox News es cultivar la lealtad e identidad tribal de su audiencia, Carlson se estaba convirtiendo no sólo en un imán de polémicas, sino en un potencial lastre.
A estas dos teorías se le añaden otras explicaciones un poco más rebuscadas, como que el acuerdo extrajudicial con Dominion incluía una cláusula exigiendo que despidieran a Carlson. Otra, más simple, es que Rupert Murdoch está empezando a perder la cabeza, y simplemente tuvo una pataleta. La más descabellada, al menos por ahora, es que Tucker quiere dar el salto a la política, pero no hay nada que apunte a que tenga nada preparado.
Consecuencias
Lo único que está claro es que el despido ha pillado a todo el mundo por sorpresa, desde Trump a toda la mediocracia americana. No sucede a menudo que una cadena de televisión despide a su presentador más popular e influyente, líder de audiencia incuestionable en su franja horaria, así de golpe y porrazo, sin dar explicación alguna. Por muy polémica que fuera la figura de Carlson y lo detestado que fuera dentro de la empresa (según dicen, muchos han celebrado que lo largaran), el tipo lleva años haciendo estas cosas sin que a los Murdochs les importara lo más mínimo.
La pregunta, por supuesto, es qué vendrá después para Carlson. Los precedentes, en este caso, no son demasiado halagüeños; Fox ha despedido a presentadores estrella en el pasado, y sus carreras nunca han acabado de recuperarse. Bill O´Reilly tiene un podcast y una web que no visita casi nadie estos días; Glenn Beck, la versión chiflada paranoica de Tucker, tiene su programa de radio y The Blaze, un medio conservador en internet previsiblemente enajenado. Tucker es bastante más listo que ambos, pero el camino habitual tras salir de Fox News es camino del desguace.
Un par de notas finales. Tucker Carlson tiene la rara distinción de haber trabajado para las tres cadenas de noticias por cable de Estados Unidos, CNN, MSNBC y Fox News, y haber sido despedido de las tres. La reacción del partido republicano, mientras tanto, ha sido deliciosamente histérica, con varios políticos llamando al boicot a Fox News. Pero sobre esas ramificaciones hablaremos otro día.
El otro despido
Ayer hubo otro despido más o menos relevante en el mundillo de las noticias; CNN despidiendo a Don Lemon. Aunque también ha pillado a mucha gente por sorpresa, Lemon llevaba una buena temporada en la cuerda floja, metiendo la gamba en entrevistas y con comentarios fuera de tono.
Este despido, sin embargo, me parece menos relevante. Lemon era un periodista medio decente, pero nada extraordinario; CNN le había dado programas en varios slots de la parrilla durante los últimos años, siempre con resultados mediocres. Hasta ayer su programa de la mañana había sido casi ignorado por todo el mundo. Era un tipo decente, pero no una estrella.
Lo mejor de Don Lemon, y lo que hacía de él una figura memorable, eran las tajadas monumentales que solía pillar en antena en los programas de nochevieja de CNN, cuando le enviaban de “corresponsal” a algún bar a entrevistar famosos. Este año la cadena prohibió beber a sus presentadores (básicamente, a Don Lemon), cosa que hizo el programa mucho más aburrido.
No se me había ocurrido hasta ahora la posibilidad de que Tucker se meta en política. Me da escalofríos sólo de pensarlo. Probablemente se puede comer a Trump con patatas en las primarias Republicanas
He visto demasiado CEO caprichoso/loco como para descartar la rabieta, pero lo más lógico sería el acuerdo con los demandantes