Me he pasado todo el fin de semana dando vueltas por casi todo Connecticut. El sábado estuve por New Haven (una entrevista de radio en español, extrañamente) y New London, ayer domingo en Meriden, Southbury y Hamden. He hablado un montón de gente en persona, por teléfono, en la calle, en mítines y en oficinas de campaña; de candidatos a legisladores, ex-políticos, empleados de políticos, periodistas, encuestadores, columnistas, expertos y votantes.
La conclusión, generalizada, es que nadie tiene la más remota idea de lo que sucederá mañana. Y no recuerdo ningunas elecciones en que nadie, en el mundillo de la política, esté con tan pocas ganas de hacer predicciones.
Esto es en parte culpa, como contaba el otro día, de la falta de costumbre. En este estado lo habitual es tener elecciones ajustadas para gobernador (márgenes de victoria de las últimas elecciones: 0,5 puntos el 2010, 2,5 el 2014, 3,2 el 2018, las tres con victorias demócratas) pero muy poco emocionantes en el resto de cargos electos. Este año tenemos una votación federal muy, muy competitiva y unas elecciones a gobernador que parece que Ned Lamont, el gobernador actual, ganará de calle.
La incertidumbre, sin embargo, va más allá, y nadie parece estar seguro de lo que veremos a nivel federal. Si miramos los sondeos con detalle, hay cuatro escenarios considerablemente distintos que son más o menos plausibles, y que extrañamente se pueden extraer de los mismos datos sin hacer extrapolaciones demasiado extrañas.
Escenarios
Escenario 1: los republicanos tienen una buena noche
El GOP gana unos cuarenta escaños en la cámara de representantes y 1-3 senadores, lo que les daría una mayoría sólida en ambas cámaras.
Si tuviera que hacer una predicción en frío, sin mirar ningún sondeo, este es el resultado esperable en unas midterms. Haga frío o haga calor, llueva o haga sol, el partido del presidente suele llevarse una buena tunda en las elecciones legislativas de mitad de su primer mandato. Sólo ha habido tres excepciones, muy fáciles de explicar: en el 2002, la resaca del 11-S, en 1998, la pifia republicana con el impeachment, y en 1990 el final de la guerra fría. Biden no ha tenido nada excepcional estos dos años, así que lo habitual es que su partido se pegue un morrazo considerable.
El GOP ganaría las elecciones, los demócratas perderían el control del congreso, y Biden se quedaría sin agenda legislativa hasta el final de su mandato.
Escenario 2: las encuestas aciertan
El problema de este escenario digamos “histórico” es que los sondeos no acaban de confirmar que esto sea lo que va a suceder. Una victoria con este margen requeriría que los republicanos estuvieran con una ventaja de cuatro o cinco puntos a nivel nacional, y ahora mismo la media de los sondeos (depende de cómo la midas) oscilan entre un puntito escaso a favor del GOP (538) y tres puntos (Ballotpedia), con un par de agregadores a medio camino (CNN, NYT).
Si los demócratas sólo están un punto por debajo, los republicanos ganarían la cámara de representantes con una mayoría raspada, pero no el senado. Dos puntos les daría margen en la cámara baja y una mayoría exigua en el senado. Incluso una victoria por tres no generaría un vuelco enorme, probablemente quedándose sobre los treinta escaños.
Es decir: Biden se quedaría sin agenda legislativa, sí, pero los republicanos sacarían una pifia relativa, con un resultado bastante inferior a lo que marcan los precedentes históricos.
Escenario 3: las encuestas se equivocan, subestimando al GOP
Creo que es muy posible, apuntada por el NYT, que las encuestas se equivoquen y se repita una vez más lo que vimos en el 2016 y 2020, con los republicanos sacando mejor resultado de lo previsto. Si ese es el caso, los demócratas no estarían a dos puntos, sino a seis o siete, lo que representaría un vuelco de diez puntos respecto a las presidenciales.
El revolcón medio, en legislativas recientes, es de un cambio de 7,4 puntos en contra del partido en el poder, que es lo que te daría el escenario 1. Llevarse una de diez puntos es la clase de repaso que deja el senado 54-46 y ganan más de cincuenta o sesenta escaños en la cámara de representantes.
Una gran victoria, comparable a la del 2010 contra el partido demócrata de Obama. Que por supuesto, fue reelegido el 2012 con relativa facilidad.
Escenario 4: las encuestas se equivocan, subestimando a los demócratas
Esta es una derivada del escenario dos, en cierto modo, respondiendo a la pregunta de por qué los demócratas están resistiendo tan tozudamente en los sondeos. En el escenario anterior, la respuesta es “no están resistiendo en absoluto”; en este, es que “quizás los sondeos los están subestimando”.
La teoría es esta que explica Ronald Brownstein, pero la he leído a otros analistas más o menos cabales:
Algo que vemos de manera consistente en todas las encuestas es que los votantes no aprueban la gestión de Biden y creen que los demócratas son unos patanes, pero a la vez odian a Trump y están horrorizados con el GOP. Los encuestadores ven este electorado lleno de gente cabreada con el presidente y no los tienen en cuenta como propensos a votar, pero este ciclo es muy inusual en el que el partido de la oposición es visto de forma muy negativa, y no está haciendo nada para arreglarlo.
A esto se le suma que, si uno mira los sondeos un poco de cerca, verá que la última oleada de encuestas es un poco más favorable a los demócratas, revirtiendo la tendencia a la baja de las últimas semanas. Eso se extiende a algunos escaños clave en el senado, que han estado rozando el desastre y han vuelto a estabilizarse.
Si esto sucediera, los demócratas mantendrían el control del senado, aunque probablemente perderían la cámara de representantes. Para mantener la cámara baja deberían repetir el resultado del 2020 (ganando por tres puntos), algo que sería un error enorme en los sondeos. Un sesgo en su contra de un puntito, sumados a un puntito o dos de movimiento en su dirección en los últimos días es plausible. Un error de cinco puntos en los sondeos me parece casi imposible.
Mi predicción:
El orden de la explicación sigue relativamente de cerca la probabilidad relativa de estos escenarios.
Escenario 1 (norma histórica): 40%
Escenario 2 (encuestas aciertan): 30%
Escenario 3 (gran victoria del GOP): 20%
Escenario 4 (sorpresa demócrata): 10%
Nótese que en todos los escenarios doy casi por hecho que los demócratas perderán la cámara de representantes, y con ello, cualquier sueño de aprobar legislación. Esto no es una tragedia; es más, todo el mundo en Washington asume, como he mencionado otras veces, que los presidentes sólo tienen dos años de mandato “real”, no cuatro. Nadie espera ganar las midterms.
El control del senado
También vale la pena recalcar que hay una diferencia muy, muy, muy, muy significativa entre perder las dos cámaras o sólo perder la cámara de representantes. Si los demócratas mantienen el senado no podrán legislar demasiado, pero Biden podrá seguir haciendo nombramientos que requieran ser confirmados con regularidad. Es decir, si necesita nombrar un nuevo secretario de transportes (estoy disponible, Joe), un senado demócrata puede votarle. Esto es especialmente importante en lo que respecta a nombramientos judiciales, y estratosféricamente importante en caso de que a un juez del supremo le atropelle un camión o le de un infarto.
Los demócratas mantendrían el senado en el escenario 4 y en varios mundos posibles dentro del 2, ya que si hacemos caso a las encuestas (y a 538), hay un 46% de que mantengan al menos 50 senadores. Mi intuición es que ese porcentaje es demasiado generoso y que es relativamente probable que pierdan ambas cámaras (pongamos, un 65%), pero es complicado decirlo.
Conclusiones
En agregado, entonces, soy bastante pesimista. Creo que muchos demócratas con los que hablaba estos días dicen “no saber nada” para no admitir en voz alta de que esto pinta mal. Al menos, esto es lo que mentalmente estaba yo haciendo todo el fin de semana hablando con periodistas. Los sondeos, sin duda, son un poco extraños este ciclo, pero en vista de los errores monumentales del 2016 y 2020, creo que es más cuestión de encuestadores no aprendiendo la lección que un escenario realmente viable para una victoria demócrata.
Pero vamos, sabéis que me equivoco muy a menudo. A saber.
Por cierto, nótese que llevarse una paliza en las legislativas no predice en absoluto el resultado de las presidenciales. Los presidentes, en general, suelen ser reelegidos, incluso después de llevarse una somanta de palos en las midterms. Trump fue un caso bastante excepcional de llevarse un repaso a medio mandato y conseguir empeorar aún más el resultado de su partido dos años después.
Bolas extra:
Sí, vi vuestras preguntas en los comentarios del boletín anterior. Las contestaré en el siguiente. Llevo dos días dando vueltas y no he tenido tiempo de más.
La gente que trabaja en política, por cierto, no tiene más información que los que están fuera sobre elecciones. “Nadie sabe nada” es como funciona todo en todas partes.
La incomprensible montaña burocrática que son los estudios de impacto ambiental en Estados Unidos.
Los republicanos son impopulares porque cuando les preguntan sobre sus planes dicen cosas como esta.