Hace algo más de cinco años, Trump anunciaba por Twitter un nuevo nombramiento: “Voy a nominar a Christopher A. Wray, un hombre de credenciales impecables, para que sea el nuevo director del FBI.”
Wray era un abogado más o menos tradicional dentro del establishment republicano: había trabajado para la administración Bush, formó parte de la investigación contra Enron, y acabó defendiendo a Chris Christie durante una sonada investigación federal. Trump necesitaba un director del FBI nuevo tras despedir a James Comey, y Wray parecía un substituto sólido y leal para el cargo.
Chris Wray sigue siendo, a día de hoy, el director del FBI.
Visitas federales
Ayer por la mañana, agentes del FBI se plantaron en Mar-A-Lago, el club de golf/ hotel /sala de bodas / residencia de Trump en Florida con una orden judicial, y se pasaron horas registrando el lugar, incluso abriendo una caja fuerte, buscando documentos y creando uno de los mayores terremotos políticos desde que dejó el cargo.
Empecemos por lo que sabemos, que es relativamente poco. Para empezar, como es habitual en estos casos, nadie en el departamento de justicia ha hecho declaraciones, ya que no hablan nunca sobre investigaciones en marcha. Sabemos, sin embargo, que una orden de registro federal no es ninguna broma; el FBI necesita primero llegar a la conclusión de que existe información o documentos clave para una investigación criminal en curso en algún sitio, y deben convencer a un juez federal para que la autorice. Esta maniobra sólo se utiliza en casos en que las autoridades lleguen a la conclusión que una citación o requerimiento judicial sería suficiente para que los documentos o materiales sean entregados. El FBI sólo llama a la puerta de tu casa cuando estás potencialmente en un embolado considerable, nunca antes.
Lo que no tenemos, sin embargo, es una idea exacta sobre qué estaban buscando o la justificación legal (esto es, los delitos bajo investigación) de esta orden. El FBI, por supuesto, ha dado una copia de la orden de registro a los presentes en Mar-A-Lago (Trump estaba ayer en Nueva Jersey y se perdió la juerga), así que los abogados de Trump saben qué estaban buscando, pero no lo han hecho público. Según Eric Trump, la orden estaba relacionada con documentos secretos que el presidente saliente se llevó de la Casa Blanca al abandonar el cargo. Quince cajas de documentos, concretamente, incluyendo multitud de documentos secretos y clasificados. Aunque Trump devolvió todo, dice él, a los archivos nacionales hace unos meses, el FBI estaba haciendo otra visita, para asegurarse que no se habían dejado nada.
Esto puede parecer una nimiedad, pero es la clase de tontería que ha metido a gente en la cárcel y acabado con la carrera de más de un general famoso. Es especialmente divertido en este caso, además, porque Trump se pasó toda la campaña del 2016 hablando sobre la política de retención de datos y correo electrónico de Hillary Clinton como un problemón enorme, y resulta que el tipo se llevó un montón de documentos clasificado a su casa y lo tenía todo guardado en el sótano, así alegremente.
Antes de que nos emocionemos demasiado, empecemos por un detalle legal. La sección del código penal que habla sobre llevarse documentos secretos de forma no autorizada señala que puede enfrentarse a penas de cárcel de hasta tres años y que “estará descalificado para ocupar ningún cargo en los Estados Unidos”. Esta pena de inhabilitación, sin embargo, no incluye al presidente, ya que la constitución no otorga poderes al congreso para delimitar quién puede acceder al cargo; los requisitos están escritos únicamente en la misma constitución. Trump podría estar en la cárcel por comerse niños al pilpil en directo por televisión y seguir siendo candidato a la Casa Blanca.
Mi intuición, sin embargo, y la de un buen puñado de reporteros y expertos sobre el tema, es que una orden de registro del FBI sólo sobre documentos “extraviados” parece un poco excesiva, incluso si se tratara de quince cajas de archivos secretos. O Trump estaba siendo extraordinariamente burro y decidió quedarse con documentos incluso después de que los archivistas fueran a recogerlos esta primavera, o hay algo más que nos estamos perdiendo, el departamento de justicia se está pasando mucho, mucho de frenada por algo que no es demasiado importante comparado con el golpe de estado que Trump acabó organizando antes de irse.
Las reacciones
Esto no quiere decir, no obstante, que esta visita no sea tremendamente significativa. Fox News está cubriendo la noticia con la devoción que uno esperaría de ellos, por supuesto, y los medios conservadores están todos perdiendo la cabeza hablando de república bananera, persecución política y demás aventuras parecidas.
El partido republicano, de forma tan previsible como deprimente, se ha apresurado a cerrar filas detrás del presidente. Los más chiflados han decidido apuntarse al movimiento de Defund the Police ahora que la izquierda entera está fingiendo que ellos nunca dijeron nada sobre el tema.
Muy normal todo, vamos.
Las consecuencias
La verdad, sabemos bien poco; tenemos mucho, mucho, mucho ruido y poca señal. En política, sin embargo, el ruido puede tener efectos considerables (léase: emails de Hillary Clinton), y este caso en particular es uno más de la montaña de pollos legales e investigaciones que rodean a Trump estos días. Como decía el otro día, es muy posible que el partido siga defendiéndole, pero que esta clase de catástrofe permanente haga que a su vez se empiecen a hartar de él. Una cosa es acusar a los demócratas de persecuciones políticas, la otra es nominar como candidato a alguien que se pasará toda la campaña intentando explicar por qué robar documentos secretos o enviar una masa enfurecida a linchar a tu vicepresidente es algo perfectamente normal y razonable.
Lo que parece relativamente claro es que, si hay alguien que estará decepcionado con los titulares hoy, es Joe Biden. Trump y sus mariachis están ya entusiasmados haciéndose la víctima, pero el presidente estaba teniendo una semana fabulosa en todos los frentes, y esto va a hacer que los titulares sean sólo sobre Trump. El paro está en mínimos históricos, la economía está creando empleo a buen ritmo, la gasolina e inflación bajando, se ha cargado al líder de Al Queda, el congreso está a punto de aprobar una ley enorme sobre sanidad y cambio climático, tienes una ley sobre control de armas recién firmada y otra sobre matrimonio gay en camino, y en vez de poder venderlo, te sale esto por delante.
A mí también me ha chafado el artículo de hoy, que quería hablar sobre DARK BRANDON y me he quedado con ganas. Lo dejaremos para la próxima.
Bolas extra
Los tribunales han decretado que cuatro mapas electorales este año eran tan impresentablemente discriminatorios que debían ser cambiados por completo. Gracias al alegre desparpajo del supremo, se van a utilizar en noviembre igual.
A la escoria hedionda y repulsiva conocida como Alex Jones le ha caído la del pulpo. 49 millones de dólares tendrá que pagar, y es sólo su primer juicio.
Los contenidos del teléfono de Alex Jones están ya en manos del comité que investiga el golpe de estado de Trump.
Tucker Carlson es muy amigo de Jones, y se dice que no está nada tranquilo con lo que puede salir.
El día de la sentencia contra Alex Jones estaba leyendo que en Tejas, los daños punitivos tienen un límite legal, dos veces la compensación civil más tres cuartos de millón. Eso dejaba la compensación total en unos trece millones de dólares. Calderilla.