Antes de empezar, permitidme una pequeña disculpa por no haber escrito demasiado estos días. El domingo dimos positivo por COVID en casa, y estamos pasando la semana en esa niebla fatigada que es pasar la enfermedad. Llevo todas las vacunas y refuerzos posibles (y alguno extra), así que está siendo más una molestia colosal que otra cosa, pero eso no significa que no me pase el día dormitando. Hoy estoy un poco mejor, así que tenemos un boletín corto, pero el ritmo de publicación será algo más lento que de costumbre.
Más documentos secretos
La noticia que tiene emocionada a la derecha americana, una vez que Kevin McCarthy se las ha arreglado para dejar de ser la noticia, es el descubrimiento de documentos clasificados en un par de oficinas de Joe Biden, olvidados de su época de vicepresidente. No parecen ser demasiados, y nadie los había echado en falta hasta ahora. En el momento en que alguien encontró los primeros, en una carpeta en el despacho de su fundación, fueron devueltos a los Archivos Nacionales y se informó al departamento de justicia.
Los republicanos dicen que esto es tan o más grave que el caso de Trump y los documentos en Mar-a-Lago, pero ambos casos tienen diferencias significativas. Trump se llevó cajas enteras de documentos, y lo hizo aposta. Cuando se descubrió su ausencia, primero negó tenerlos, después se resistió a devolverlos, y finalmente se quedó con cientos de ellos tras decir que había retornado todo lo que tenía. Hizo falta un raid del FBI para recuperar cientos de ellos. Biden tenía pocos, y en el momento en que los encontraron, su equipo los devolvió de inmediato.
Es decir: Biden hizo estricamente lo que pide la ley en estos casos (informar y devolver), Trump hizo exactamente lo contrario. De momento, parece un escándalo entre minúsculo y pequeño con documentos no demasiado importantes que alguien se olvidó de poner en otra carpeta. Veremos si va a más, pero el caso de Trump es mucho más serio.
El espectáculo George Santos
¿Os acordáis de Santos, ese congresista que se inventó toda su biografía? Cada día que pasa salen más historias legendarias sobre George Santos, explicadas por él mismo, que resultaban ser del todo falsas. Como cuando contó, en el CV que envió al partido republicano, que había sido una estrella del voleibol en el equipo de su universidad, Baruch College, y pieza clave en la consecución del campeonato nacional.
Santos nunca fue a Baruch College.
La cosa ha llegado a un extremo tal que varios políticos y congresistas republicanos están pidiendo que dimita, incluyendo sus compañeros de partido en su propio distrito. En el GOP, un partido en que nunca dimite nadie, eso tiene mérito.
Por supuesto, la única persona que no está pidiendo la dimisión de Santos, y el único que realmente podría forzarla, es Kevin McCarthy. Santos votó religiosamente al Speaker en las quince rondas que le llevaron al cargo, y dada la exígua mayoría del GOP en la cámara, forzar su salida y regalarle el escaño a los demócratas seguramente le parece una mala idea.
La mala fortuna para McCarthy es que Santos no sólo mintió en su currículum, sino también en los orígenes de su fortuna y, más peligrosamente, en cómo pago su campaña electoral. Hay una auténtica barbaridad de pagos y transacciones que parecen increíblemente dudosas, por no decir muy, muy, muy ilegales, así que si el GOP no echa a Santos pronto, es posible que el FBI se le adelante.
Una lástima ver un veterano y héroe de las guerras carlistas caer en desgracia por problemas de dinero, pero esa es la vida de George Santos.
Más problemas aéreos
Estados Unidos tuvo ayer otro caos aeropuertuario más, esta vez debido a un problema informático en el NOTAM (Notices to Air Missions*) el sistema de boletines para pilotos avisando de problemas y situaciones anómalas antes sus vuelos.
Llevan unos cuantos. La FAA (Federal Aviation Administration), durante décadas el patrón oro de la regulación y control de tráfico aéreo en el mundo, lleva muchos años con problemas operativos serios, merced de la endémica costumbre del congreso de dejar que los presupuestos de las agencias reguladoras nunca crezcan con la carga de trabajo. Aunque el tráfico aéreo ha crecido casi un 30% desde el 2004, el presupuesto de la agencia el año pasado fue menor que ese año. Los legisladores se toman la agencia tan en serio que el senado lleva ocho meses sin confirmar un nuevo director, a pesar de las súplicas de la administración. La falta de dinero ha hecho que no puedan contratar suficientes controladores aéreos, creando problemas endémicos en algunas regiones.
Hay una cantidad francamente ridícula de temas en este país que funcionan así, en plan chapucero, con sistemas obsoletos manejados por funcionarios a punto de jubilarse. He mencionado alguna vez el hecho de que hasta básicamente anteayer todo el sistema que manejaba los programas de servicios sociales en Connecticut estaba basado en un mainframe de finales de los ochenta programado en COBOL. El estado se vio forzado a cambiarlo porque literalmente no encontraban a nadie que supiera actualizarlo y que no estuviera a dos pasos de cobrar la seguridad social.
Un poco de trenes
Empecemos por Amtrak y sus hilarantes trenes de larga distancia. El Autotrain, un servicio nocturno de viajeros y portacoches al estilo de los Estrellas de Renfe de antaño, normalmente necesita unas 17 horas para cubrir los 1.376 km de Virginia a Florida (sí, 80 km/h de media en un tren de larga distancia. Veloz).
A pesar de su lentitud, es un servicio relativamente popular, y el tren hace un par de días llevaba 563 pasajeros y 350 vehículos. Por desgracia, sufrió un pequeño retraso después de que un tren de mercancías descarrilara en su ruta y tuviera que desviarse. Llegó a Orlando veinte horas tarde. Amtrak, salvo contadas excepciones, no es propietaria de la infraestructura donde circulan sus trenes, así que si CSX decidió que no tenía prisa para abrir paso ni alternativas razonables para desviar el tren, pues Amtrak se tuvo que comer el retraso.
No es, por cierto, el peor retraso de la historia de Amtrak. El Autotrain se comió 40 horas de retraso el año pasado. Creo que el récord está en 67 horas.
Para otro día, si tengo tiempo, dejo hablar del IBX, una nueva línea de tren orbital en Nueva York. Es un trazado de 22 km, sobre una plataforma ya existente de mercancías. A pesar de circular por zonas densas y ya tener la parte difícil hecha (plataforma con doble vía instalada), la MTA cree que esto de tener trenes de cercanías y mercantes juntos es demasiado difícil y saldría demasiado caro, así que optarán por construir un metro ligero. Inexplicablemente, están presupuestándolo en 5.500 millones de dólares, es decir, 250 millones por kilómetro. París ha construido cosas parecidas a menos de una cuarta parte del coste. El metro de Madrid construye de forma rutinaria líneas subterráneas de metro convencional por menos de 100 millones/km.
Esta gente, que ya tiene la plataforma y todo, están presupuestando más del doble para unos malditos tranvías glorificados que se quedarán pequeños en dos días. Es alucinante. Si se llega a construir (que es mucho pedir) y se cumple el presupuesto (que no se cumplirá ni de broma) será la línea de tranvía más cara del mundo, con muchísima diferencia.
La MTA tiene esta costumbre absurda de declarar como imposible cosas que hacen en el resto del mundo de forma rutinaria, como meter en una línea con cuatro vías quince trenes por sentido cada hora, que es la excusa que han puesto para no extender el servicio hasta el Bronx. En fin.
¡Mucho ánimo con el bicho!
Paciencia y a mejorarse todos :)