De cuando la realidad llegó a la Casa Blanca
La administración Trump se da cuenta que tiene un problema.
El domingo por la tarde, mientras guardaba ropa y ordenaba armarios, me puse Fox News de fondo. Para irritación de mi mujer, amigos y compañeros de trabajo, me gusta ver Fox News, el muy, muy, muy Trumpista y conservador canal de noticias de Rupert Murdoch. Aunque muchos de sus programas son esencialmente propaganda (Hannity) o tienen tendencia a flirtear con el fascismo (Tucker Carlson), Fox lleva años marcando la agenda política en Estados Unidos. Si uno quiere saber qué ideas están animando al presidente y al partido republicano, uno tiene que ver Fox News.
Como comentaba hace unos días, Fox lleva semanas cubriendo el coronavirus de forma un tanto peculiar. Muchos de sus comentaristas y presentadores se burlaban de la epidemia, diciendo que era poco menos que una conspiración mediática y progrecomunista para debilitar al presidente.
El domingo, entonces, me esperaba seguir mi costumbre de poner Fox, escuchar cinco minutos, y empezar a gritar al televisor (figuradamente) desesperado ante la idiotez reinante. En vez de ello, me topé con un programa especial coronavirus donde una serie de expertos hablaban en detalle y con gesto preocupado sobre el peligro de una potencial epidemia y sobre las medidas extraordinarias que se estaban tomando en otros países y en varios lugares de Estados Unidos. Era una cobertura seria, directa, informativa. Apenas podía creerme que era Fox News.
Como explica aquí el Washington Post, la cadena ha cambiado, casi de un día para otro, su línea informativa, incluso en sus programas de opinión. Hace menos de una semana, Hannity aún estaba hablando de investigaciones (reales e imaginarias) sobre la conspiración del deep state contra Trump; hoy está hablando con gesto adusto del reto que representa el coronavirus para el país.
A ver, no nos pasemos: Fox News no está criticando al presidente. Hoy Hannity tenía un segmento casi vergonzoso sobre cómo la rápida y decisiva actuación de Trump iba a salvar al país de tener una crisis como la italiana. Aún así, tras semanas en que la cadena oscilaba entre ignorar la pandemia o burlarse de los que expresaban preocupación sobre ella, ahora al fin están hablando de ella como una crisis.
Esto es significativo porque Trump a menudo parece estar obsesionado con lo que sale en Fox News. Muchas de las tonterías y conspiraciones que suelta en ruedas de prensa vienen de allí; el presidente habla por teléfono con Sean Hannity, Lou Dobbs y Tucker Carlson con frecuencia. Los comentarios de Trump sobre el virus estas últimas semanas repetían el tono desdeñoso de la cadena.
No es en absoluto casual entonces que en la rueda de prensa de ayer por la tarde el presidente dejara de repetir que está todo controlado y dijera por primera vez que esta va a ser una crisis dura y que puede alargarse hasta el verano. Trump por primera vez ha dicho algo casi sensato sobre la epidemia, en vez de sabotear a su equipo de comunicación y a los expertos de su gobierno diciendo bobadas.
Por desgracia, la respuesta de su administración a la crisis sigue casi tan anémica como de costumbre. Aunque finalmente parece que empezarán a llegar tests de diagnóstico a hospitales y laboratorios de todo el país (Estados Unidos ha hecho menos pruebas que España, a pesar de tener siete veces más habitantes), el gobierno federal oficialmente sólo aconseja a los americanos que trabajen desde casa y que no vayan a comer a restaurantes, pero no ha ido más allá. En una llamada con gobernadores de todo el país, les ha dicho que si sus hospitales necesitan comprar ventiladores deben buscárselos ellos mismos, que el gobierno federal está para otras cosas.
La falta de liderazgo de la Casa Blanca se extiende a las medidas para responder al impacto económico de la crisis. La Reserva Federal, que es independiente, ha sacado su proverbial bazooka monetario estos días, pero el estímulo fiscal prometido la semana pasada parece estar encallado en el senado. Varios senadores republicanos están lloriqueando que lo de las bajas por enfermedad son comunismo, y Trump hablaba de cambios esta tarde. Hay gente de su partido que parece entender que esto es una crisis (como Mitt Romney, que siempre ha tenido más contacto con el planeta tierra que el resto del GOP, tiene una buena propuesta), pero si el presidente no dicta los términos del debate, es muy probable que el senado se quede a medias.
¿Qué es lo que queda? De nuevo, los gobiernos estatales y locales. Los gobernadores de Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut están dando una respuesta coordinada a la crisis, en vista que al gobierno federal ni está ni se le espera. No tengo ni idea si las medidas que están tomando son suficientes (mi sensación es que no, pero no soy epidemiólogo), pero comparado con lo que viene de la Casa Blanca es otro mundo. Los estados tienen una capacidad fiscal limitada (legalmente sus presupuestos no pueden tener déficit), pero aun así están aprobando cambios legales útiles e ingeniosos, desde cancelar desahucios a relajar las normas para pedir el subsidio de desempleo, pasando por reutilización “creativa” de fondos federales. Es casi seguro insuficiente, pero es algo.
Sin directivas o mandatos federales claros, sin embargo, habrá muchos sitios donde los estados no actuarán a tiempo. No todo el mundo tiene alguien como Andrew Cuomo como gobernador, un tipo hiperactivo que parece disfrutar cuando hay crisis. En California, el gobernador ha dejado en manos de los condados la decisión de cerrar colegios, restaurantes, y forzar cuarentenas. Eso ha llevado, por ejemplo a que seis condados del área metropolitana de San Francisco decreten un cierre casi completo de la actividad, cosa que suena sensato hasta que uno se da cuenta de que el área metropolitana de la ciudad cubre catorce condados.
En fin. Si algo hemos aprendido de esta crisis es que el mundo en el que vivimos hoy probablemente será irreconocible dentro de una semana. Si los números de infectados y muertos cambian dramáticamente los próximos días (y todo indica que el país sigue a Italia y España por esa senda), no me extrañaría ver a muchos gobiernos estatales reaccionando de golpe, y al congreso y la Casa Blanca salir de su letargo.
Si también hemos aprendido algo estos días, cuando tomen medidas será demasiado tarde.
Bola extra:
Hay cuatro primarias mañana, Ohio, Florida, Arizona e Illinois. Al menos esa es la teoría; el gobernador de Ohio está intentando posponer las primarias en su estado, y ha dicho que se va a saltar una orden judicial para ello. Ohio tiene 50 casos de coronavirus, pero las autoridades están aterradas porque no han podido hacer tests a casi nadie y temen que en realidad hay mucho más.
En Florida (142 casos), Illinois (105 casos) y Arizona (18 casos), sus gobernadores no parecen estar preocupados con esto del coronavirus y tener cientos de personas haciendo cola para votar. Tampoco están haciendo tests, así que para qué preocuparse.
Nadie sabe qué impacto tendrá la epidemia en la participación. Nadie está haciendo demasiado caso a las primarias, de todos modos. Biden es favorito en los cuatro estados; solo Arizona favorece un poco a Bernie.
En Washington, que votó el martes pasado, han acabado de contar hoy. Ganó Biden. Eso quiere decir que Bernie perdió seis de siete estados las semana pasada. Ouch.
El debate del domingo, por cierto, fue interesante pero no cambió nada. Sanders atacó a Biden sobre declaraciones y votos en el senado de tiempos pretéritos, Biden hizo lo mismo. La cosa acabó pareciendo un debate de dos viejecitos hablando sobre las World Series de 1975. Que fueron extraordinarias, por cierto.
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Si no me he descontado, este es el décimo correo que envío de Four Freedoms, que empezó hace aproximadamente tres años, el 25 de febrero del 2020 (¿os acordáis? Por aquel entonces nos preocupaba quién iba a ser el candidato del PP en el País Vasco). Es algo que me divierte escribir, porque la política americana, incluso en estos tiempos de coronavirus, es siempre fascinante.
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Estoy muy, muy sorprendido ante la cantidad de gente que se ha suscrito hasta ahora, por cierto, pero de eso hablaremos otro día. Gracias por leer hasta aquí.
Y compartid, compartid, malditos.