De todas las cosas que me sorprendieron cuando me mudé a Estados Unidos, hay pocas más extrañas que los “credit scores” o puntuaciones de crédito, porque es algo (creo) que no tiene nada remotamente equivalente en España. Es un sistema tan alienígena, tan extraño, que creo que merece una explicación un poco larga, porque es de estas marcianadas colosales que sólo encuentras en Estados Unidos1.
¿Qué es tu puntuación de crédito?
El numerito en cuestión fue inventado por Bill Fair y Earl Judson Issac en los años cincuenta. En 1958 su empresa, la Fair, Issac and Company (FICO) empezó a vender su fórmula a prestamistas de todo el país.
Tu credit score es un número de tres cifras que suele moverse en un rango de entre 300 y 850 que mide tu riesgo de crédito, es decir, la probabilidad de que no devuelvas un préstamo. Cuanto más alta es tu puntuación, más se fían los acreedores de tí. Toda persona que vive en Estados Unidos tiene uno, y tiene un impacto tremendo en lo que puedes hacer con tu vida.
¿Cómo se calcula el dichoso número?
La fórmula utilizada para calcular tu credit score es secreta, aunque los buenos señores de FICO han tenido el detalle de hacer público qué factores tienen en cuenta en sus cálculos. Los cinco componentes principales son:
Historial de pago (35% de la puntuación): si pagas tus recibos, facturas, letras, hipoteca, préstamos, y créditos cuando toca. Cada impago o retraso afecta negativamente tu puntuación. Desahucios, bancarrotas, y embargos provocan caídas considerables.
Deudas (30%): cuántas deudas tienes, y cómo están distribuidas. No tener deudas en absoluto no ayuda a aumentar tu puntuación, ya que no generas historial de pago. Si tienes demasiadas tarjetas de crédito, o préstamos, o hipotecas, tu nota cae rápidamente.
Historial de crédito (15%): si has tenido una línea de crédito abierta durante muchos años sin tener nunca impagos, tu crédito mejora. Cuanto más líneas con buen historial tengas, mejor.
Tipo de préstamos (10%): tener varios instrumentos de crédito distintos ayuda. Si has demostrado estar al día con letras del coche, tarjetas de crédito, hipotecas, y compras a plazo, por ejemplo, mejor que si sólo tienes una hipoteca.
Consultas de crédito (10%): cada vez que pides un crédito, el prestamista consulta tu puntuación e historial. Un número excesivo de búsquedas es señal que estás buscando endeudarte rápido, y te baja la puntuación. Si todas las búsquedas son para un mismo tipo de préstamo (varios bancos, porque estás comparando hipotecas) no tiene efecto.
¿Quién calcula tu puntuación?
Ahora es cuando empieza lo divertido. En Estados Unidos hay tres empresas enormes con ánimo de lucro llamadas Experian, Equifax, y TransUnion, los “credit bureaus”, u oficinas de crédito. El trabajo de estas empresas es recabar datos de todos los habitantes del país siguiendo muy, muy, muy, muy, muy de cerca toda su actividad económica.
Los credit bureaus recaban información de bancos, cajas de ahorros, prestamistas, agencias hipotecarias, recaudadores de deudas, tarjetas de crédito, y básicamente todo aquel que quiera darles o venderles información cada vez que abres una cuenta de cualquier tipo. Entre los datos recogidos se encuentran saldo de tus cuentas, volumen de tus deudas, intereses pagados, fechas de pago, retrasos, impagos, y demás. Además, también fagocitan información pública sobre transacciones inmobiliarias, bancarrotas, juicios, impuestos, y cualquier cosa que se os ocurra.
Esta montaña de datos sobre tu vida es procesada en una gigantesca coctelera algoritmicofestiva semisecreta que sirve para calcular tus puntuaciones de crédito.
¿En plural?
Sí, en plural. Experian, Equifax y TransUnion utilizan fórmulas ligeramente distintas, y a veces no reciben exactamente los mismos datos, así que el FICO Score que genera cada una de ellas es diferente. Para complicar un poco más las cosas, los bureaus de hecho generan múltiples puntuaciones de crédito según lo que estén analizando y la clase de préstamo que vas a pedir. Es posible, por ejemplo, que si tienes hijos tu puntuación para hipotecas sea un poco más alta que la de pedir un préstamo para comprar una moto, porque es muy probable que priorices el pago del primero sobre el segundo.
Por supuesto, no está nada claro cuántas puntuaciones tienes (más de sesenta es la cifra que ves más a menudo), porque obviamente toda esta información es privativa y confidencial. Lo único que sabemos es que hay montones.
¿Cómo sabes tu puntuación?
Puedes preguntarle a Experian, Equifax, y TransUnion directamente. Estarán encantados de decírtela, siempre que les pagues dinero. Algunos bancos y tarjetas de crédito te dan, como uno de los servicios para clientes, poder consultar tu FICO score periódicamente, aunque son más la excepción que la regla.
Si lo que quieres es ver y estudiar la información que estas amables compañías tienen sobre tu persona, los americanos tienen derecho a solicitar una copia de su informe de crédito a las tres agencias una vez al año a través de AnnualCreditReport.com. El documento en cuestión suele ser un PDF enorme con una cantidad aterradora de detalles sobre tu vida que te hará sentir pequeño y miserable, totalmente a merced de las fuerzas oscuras que rigen el capitalismo mundial.
Eso, cuando no contiene errores.
¿Qué puede salir mal?
El pequeño problema de Equifax, Experian y TransUnion es que son increíblemente incompetentes. Los informes de crédito suelen contener errores; una estimación conservadora es que entre una cuarta parte y un tercio de los informes tienen problemas considerables. Es habitual toparse con cuentas que hace años que cerraste pero que siguen allí haciéndote quedar mal, o que te atribuyan pagos atrasados en préstamos que tienes al día. Puede que te cuenten la misma hipoteca dos veces, o que no registren por error que has dejado de usar una tarjeta de crédito. Dado que en este país no hay documento nacional de identidad ni nada por el estilo, es relativamente habitual que los datos personales sean erróneos, o que te atribuyan préstamos o deudas de otra persona.
Uno puede, obviamente, quejarse a los bureaus para que corrijan estos problemas, pero el servicio de atención al cliente es el equivalente a una mosca haciendo preguntas a un portaaviones. Es tan bueno como os podéis imaginar en un sistema con tres oligopolistas inmunes a todo; a lo mejor incluso te envían un email de esos de respuesta automáticos si les molestas un poco.
Aparte de su colosal desidia, a los bureaus les han pillado repetidamente dando puntuaciones distintas a particulares y a acreedores o cobrando toda clase de tarifas y suscripciones absurdas a aquellos insensatos que quieren “estar al día” con su crédito. Equifax, además, tuvo la bonita distinción de tener una colosal cagada de protección de datos, haciendo que los archivos e informes completos de la mitad de sus “clientes” (léase, la mitad del país) aparecieran tirados por servidores de medio mundo.
¿Para que se utilizan?
Literalmente, para casi todo. Cualquier empresa puede pedir la puntuación de crédito de un cliente, así que tu FICO Score será utilizado no sólo cuando vas a pedir un préstamo, sino para una montaña de transacciones.
¿Vas a alquilar un coche? Si tienes una puntuación baja te cobrarán más. ¿Un contrato de telefonía móvil? Si tu crédito es malo, quizás ni te lo den. ¿Seguro del coche? Espero que hayas pagado tus facturas a tiempo. ¿Seguro médico? Enfermar correlaciona con quedarte sin casa por un desahucio, supongo2. Muchas empresas consultan tu puntuación de crédito antes de hacerte una oferta de trabajo, ya que lo consideran una buena manera de ver si tienes tu vida bien organizada.
No está de más recordar otra vez que, detrás del análisis de tu crédito, hay una montaña de cálculos completamente opacos basados en montones de datos que nunca has consentido compartir y que a menudo están llenos de errores. Así esta clase de consultas no es que sean del todo agradables.
Mejorando tu crédito
Cuando te mudas a Estados Unidos (o alcanzas la edad adulta, si eres de aquí), una de las cosas que se supone que tienes que hacer es “construir tu historial de crédito”. Durante varios años, tienes que estructurar tus decisiones financieras pensando en satisfacer al algoritmo, abriendo cuentas, tarjetas de crédito, y firmando contratos de manera que te hagan parecer responsable. Esto quiere decir comprarte un móvil con contrato y pagar siempre cuando toca, sacarte una tarjeta de crédito sencillita y pagar todo lo que has comprado cada mes. Si tienes que comprar algo, debes endeudarte y pagar el préstamo, no ahorrar y pagar de una vez.
Como os podéis imaginar, esto es mucho más fácil si tienes recursos propios o una familia que te puede ayudar que si vives encadenando curros a tiempo parcial, compartes piso con otras dos personas, el móvil lo tienes en prepago porque no puedes permitirte un contrato, y bueno, eres pobre. Dado que no puedes mejorar tu crédito, además, todas esas cosas que necesitas para vivir, como comprarte un coche, te van a salir mucho más caras. Dado que vas a pagar intereses más altos, es también más probable que tengas impagos que te hundan el crédito aún más. Y vuelve a la casilla de salida.
Abusando de quienes no pueden pagar
No sé si recordaréis, allá por el 2007, el desastre colosal que fueron las hipotecas subprime, uno de los grandes culpables de las crisis financiera del 2008.
Las hipotecas basura, o subprime, eran aquellas que se concedían a gente con puntuaciones de crédito por debajo de 619. En los años anteriores a la crisis trabajé en una agencia hipotecaria que se especializaba en esta clase de préstamos, que eran de muy lejos los más rentables para la empresa.
Nuestras víctimas clientes pagaban un interés mucho más alto, para empezar, y a menudo no es que tuvieran tipos variables, sino “tipos globo”; fijos al 0-1% el primer año o dos años, y después se disparaban al 7-8%. Lo que le vendíamos era la idea de hipotecarse ahora a tipo cero, y cuando se “hinchara”, refinanciar la hipoteca con otro crédito nuevo. Como la vivienda nunca baja de precio (je), podrían incluso ganar dinero, y nosotros cobrábamos las comisiones dos veces.
El préstamo y riesgo crediticio, por supuesto, nos lo sacábamos de encima tan rápido como fuera posible, enchufándolos a un banco que los metería en esos CDO tan bonitos y seguros que nunca iban a saltar por los aires. Por supuesto, salió mal.
Más allá del apocalipsis burbujil, es fácil percatarse que el modelo de negocio de las subprime era esencialmente coser a comisiones hipotecarias a alguien que probablemente no debería estar hipotecándose, vendiéndole además la casa más grande y el préstamo más peligroso posible3. Era un ejemplo más de estas industrias tan americanas que se dedican a explotar la vulnerabilidad financiera de los pobres con entusiasmo.
Lo bonito de las puntuaciones de crédito es que sirven para pintar una diana luminosa bien grande a los que más vas a poder sablar.
¿Y nadie protesta?
Esto es, de lejos, lo más inexplicable de todo el sistema. Las puntuaciones de crédito son un sistema absolutamente salvaje que requiere un nivel de vigilancia corporativa orwelliano. Es totalmente opaco, la regulación es entre torpe y cómicamente inútil, perpetúa las desigualdades y a todo el mundo le parece normal. La única ventaja (relativa) de este sistema es que endeudarse es probablemente un poco más barato y sencillo si tienes buen crédito en Estados Unidos que en Europa, y que al pedir un préstamo tienes que hacer algo menos de papeleo.
Pero todo el sistema es tan arbitrario, mal regulado, y abiertamente injusto que me pone de los nervios. Es demencial.
Bolas extra: George Santos
Supongo que os acordaréis de George Santos, ese congresista encantador que se había inventado toda su biografía.
Ya entonces decía que la pregunta no era si le iban a acusar de algún delito, sino quién iba a pillarle primero y por cuántos. La respuesta es fiscales federales y trece, de momento, porque todo parece indicar que hay mucho más por venir.
A estas alturas parece obvio que Santos era un timador clásico, un con man de esos tan maravillosos que vemos en Estados Unidos, y las elecciones a la cámara de representantes eran simplemente otra estrategia creativa para hacerse rico a base de recaudar fondos de donantes republicanos incautos. Su principal error, y lo que provocó su caída, fue que ganó las elecciones, y en vez de poder desaparecer e irse con sus historias a otra parte, despertó la curiosidad del NYT.
Es una historia maravillosa. Cuando hagan la película o serie (Santos seguro que ganará una fortuna vendiendo los derechos) dará mucho de sí.
A todo esto, si os gusta Four Freedoms, ¡suscribíos! Son $6 al mes, o $50 al año. Ahora mismo, apenas un 6% de lectores pagan una subscripción. Si os gusta lo que escribo, y queréis que siga escribiendo, y no queréis perderos nada, dadle al botoncito y apuntaros ¡Gracias!
Vale, existe también en otros países; que yo sepa, sólo Canadá y la India tienen algo comparable. Alemania, Dinamarca e Irlanda tienen sistemas más limitados.
De hecho, hay una correlación considerable entre salud y puntuación de crédito. Es un bonito ejemplo de correlación espúrea, por supuesto, pero eso no impide que las aseguradoras lo utilicen.
La empresa quebró el 2008, cuando el mercado de subprime se fue al garete, por cierto. Tras trabajar para el mal y hundir la economía mundial, mi siguiente empleo fue haciendo de relaciones públicas para una aseguradora médica. Fue entonces cuando alguien me ofreció trabajar en General Dynamics literalmente vendiendo armas que decidí que era hora de cambiar de aires y me metí en ONGs.
Por favor, quita la guarrería "propietaria". La traducción correcta es "privativa"
Roger, la gran pregunta. Cuál es tu puntuación 😁