No recuerdo exactamente cuándo me topé con el señor Robert por primera vez, pero no debía llevar demasiado trabajando en Estados Unidos. Era, casi seguro, en una de esas reuniones (este es un país de reuniones) para organizar eventos, coaliciones o tomar decisiones a las que el mundillo de la política y las ONG es tan aficionado. Quizás fuera incluso antes, coordinando algún evento en mi breve estancia en una empresa de publicidad. Quién sabe. Lo que recuerdo fue primero la jerga, una serie de términos un poco demasiado formales para el contexto, y después el procedimiento, siguiendo unos pasos que todo el mundo parecía entender y aceptar.
“John presenta una moción para aprobar este presupuesto, ¿alguien la secunda?”
“Secundo la moción.”
“Mary, secunda la moción. ¿Debate y preguntas?. No hay debate y preguntas. ¿Votos a favor? (aye, responde casi todo el mundo) ¿votos en contra? (silencio) ¿abstenciones? (silencio). Se aprueba la moción, siguiente punto en la agenda. John, tienes la palabra.”
Todo esto era dicho de corrido, sin demasiada solemnidad; simplemente unos pasos en la discusión para formalizar que se tomaba una decisión. En reuniones de rutina, era algo que casi pasaba desapercibido, y de hecho recuerdo creer que era medio broma la primera vez que lo escuché. Pero según se repetía en más reuniones en sitios distintos, con gente distinta, vi que era algo más que un ritual.
Y cuando en un par de reuniones tensas en las que había voces discordantes y debate y donde los ayes no eran unánimes alguien invocó un “point of order” (cuestión de orden) objetando a una moción que no estaba en la agenda y fue respondido con una referencia a algo llamado Robert’s Rules, fue cuando al fin le puse nombre a esos procedimientos.
Las normas del general
Resulta que en Estados Unidos prácticamente cualquier grupo, asociación, asamblea, consejo, coalición, alianza, partido político o esplai pastoral usan un manual de procedimientos parlamentarios (referido a parlamentar, discutir, no a una cámara legislativa) llamado Robert’s Rules of Order, que es utilizado para guiar debates. El autor de este librito era un señor llamado Henry Martyn Robert, un ingeniero militar y general de brigada del ejército de los Estados Unidos. Estando destinado en San Francisco tras la guerra civil, el pobre hombre estaba harto de comerse decenas de reuniones desordenadas, caóticas y ruidosas, así que decidió escribir un pequeño manual para poner orden.
La primera edición, el “Manual de bolsillo de reglas para ordenar asambleas deliberativas”1, fue publicado en 1876, y parece que fue un éxito casi de inmediato. Robert publicó hasta cuatro ediciones, mejorando y simplificando donde fuera necesario, ampliando donde había lagunas. También escribió libros de principios generales, versiones abreviadas y explicaciones motivadas extensas. Siglo y medio después, la Roberts Rules Association sigue publicando el manual en varias versiones (completas, breves, introductorias…), ahora ya en su décima revisión. Dado que la publicación original está en dominio público, hay múltiples versiones, comentarios, ediciones y panfletos, todas siguiendo la misma estructura.
Principios generales
La estructura básica de una reunión bajo Robert’s Rules es bastante sencilla:
Call to order (llamada al orden): inicio formal del debate; empieza a constar en acta.
Roll call (asistencia): comprobar el número de asistentes y si hay quorum para tomar decisiones vinculantes.
Reading and approval of minutes (lectura y aprobación del acta)
Officer reports (informes de los oficiales): aquellos que tienen que presentar datos o informar sobre algo al grupo lo hacen ahora.
Unfinished business (temas pendientes): se toma en consideración o revisa discusiones sin finalizar de la última reunión. Hay mociones y se vota, si fuera preciso.
New business (nuevos temas): el grueso de la reunión, con mociones, debates, y votaciones.
Announcements (avisos): si alguien tiene que anunciar algo nuevo.
Adjourment (aplazamiento): se cierra el debate. Es necesaria una moción para ello.
Como véis, no es nada especialmente complicado o enreversado; las reglas ofrecen un orden sobre cúando tratar temas, cómo organizar la agenda, y un proceso para votaciones.
A los pasos en la agenda, se le añade la distinción entre cuestiones (orden, información, privilegio personal), que pueden ser invocadas en cualquier momento2; y mociones (privilegiadas, subsidiarias, incidentales, principales, repetición)3, regladas y con normas específicas sobre cómo y cuando deben presentarse. Hay un orden de precedencia en las mociones, también establecido, para determinar cuál se debate primero (lo podéis leer aquí), incluyendo bajo qué condiciones se puede cerrar un debate y forzar una votación4.
Esta parte sí que es bastante complicada, aunque en mi experiencia si una reunión llega al punto donde el parlamentarian (normalmente el secretario que modera el debate) debe empezar a dirimir qué moción tiene precedencia, cual es subsidiaria al resultado de otra y si tenemos que debatir si paramos para comer5, lo más probable es que no haya manual que te salve de ese embolado y habrá lágrimas.
Lo esencial, sin embargo, es que casi todo el mundo en este país utiliza Robert’s y sus variaciones para tomar decisiones, una tradición la mar de peculiar y que estoy relativamente seguro que no existe en ningún otro sitio. La página de Wikipedia sobre el librito en cuestión, que es la maldita biblia para esta gente, ni siquiera está traducida más allá de un puñado de idiomas.
¿Pero tanto se usan?
Mucho. Muchísimo, hasta el punto de que a menudo hay documentos, acuerdos, y planes donde simplemente se referencia que se utilizará Robert’s para el proceso de toma de decisiones. Aunque no hay (demasiados) legislativos estatales que las utilicen directamente (usan variaciones del Mason's Manual of Legislative Procedure, que tiene mucho en común con Robert's, pero es más largo), aún no me he encontrado una comisión o reunión municipal o estatal que no recurra a ellas. Partidos, patronatos, consejos de administración, coaliciones, asociaciones, básicamente cualquier sarao con debates formales y reglados las siguen. Los únicos grupos que se desvían de ellas (y no siempre) suelen ser verdaderoizquierdistas que usan normas para construir consensos, y que suelen tener la misma tasa de éxito en la toma de decisiones que cualquier asamblea de facultad de sociología o políticas con la que os hayáis topado6.
Es realmente algo que a la que haces vida pública te encuentras en todos sitios. Saber llevar reuniones con este manual es una de esas cosas que acabas aprendiendo. Y saber llevarlas de manera efectiva y sin aspavientos es algo increíblemente util en según qué círculos profesionales.
¿Y funcionan?
Como herramienta para mantener el debate civilizado, las reuniones cortas y no irse demasiado por las nubes, el manual del General Robert es bastante efectivo. Nada que un moderador competente no pueda hacer sin ellas, pero la virtud de estas reglas es que ofrece pautas predecibles y fáciles de preparar para que cualquiera sepa estructurar una reunión sin problema.
Sobre sus virtudes para resolver disputas, Robert's puede ser de ayuda, pero no es una solución mágica. Las normas tienen la virtud de que exigen definir qué se debate y qué se está votando; las mociones tienen que ser claras y explícitas, y los desacuerdos son sobre puntos concretos, siempre que tengas un buen moderador. Una disputa o conflicto real, sin embargo, es algo que no se arregla estableciendo normas de cortesía, sino negociado y debatiendo; un buen método para reglar cuándo te toca hablar no decide presupuestos. Las Robert's Rules, nunca tuvieron eso como objetivo; no son un método de negociación o consenso, sino una forma educada de conseguir que una reunión no se pierda en tonterías o se decida a gritos.
Esta clase de reglas, por supuesto, no son inusuales fuera de Estados Unidos. Cualquier organización funcional acabará por operar utilizando normas parecidas a Robert's, aunque sea de forma implícita. Los europeos también saben montar reuniones. Lo que me sorprende de aquí, sin embargo, es como una cosa tan friki y aleatoria como reglas de procedimiento parlamentario sean parte del lenguaje común en este país, y que haya un librito que todos usan y conocen.
Bolas extra
Si recordáis las asambleas del pueblo en Gilmore Girls, usan estas reglas. De hecho, las veréis referenciadas en muchas series.
Un estudio riguroso sobre el impacto de la inmigración entre 2000-2022 en Estados Unidos y su impacto en los salarios estima que los sueldos de los trabajadores no cualificados aumenta entre 1,7 y 2,6%. Sí, aumenta.
Una de las explicaciones más convincentes sobre el tremendo crecimiento económico de Estados Unidos en los últimos años es de hecho la inmigración.
Donald Trump, candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, golpista, acusado de decenas de delitos, etcétera, probablemente debe cien millones de dólares al IRS en impuestos impagados. Si fuera otro político estaría muerto y enterrado, etcétera, etcétera. La noticia apareció en el NYT el sábado y hoy lunes dudo que ningún medio esté hablando sobre ella. A Trump le miden con un baremo absurdo del todo.
Hay ciudades americanas intentando demoler esas horrendas autopistas urbanas que tanto daño han hecho… o meterlas bajo tierra. Hay quienes se oponen a ello.
Está en dominio público; el enlace lleva al texto integro. Lo de breve es un decir; son 186 páginas.
Orden es para una objeción sobre las reglas, información es para pedir una aclaración, privilegio es para cuestiones personales, desde pedir abrir una ventana porque tienes calor a responder a un insulto.
Si os lo explico os dará un dolor de cabeza.
Robert’s permite filibusterismo; la moción para cerrar el debate exige una mayoría de dos tercios.
No es debatible, se vota de inmediato. Tiene precedencia sobre cualquier otra moción excepto retrasar y decidir la hora de la próxima reunión.
Cero.
Fabuloso texto. El manual del señor Robert inconcientemente todos lo hemos utilizado.
Le saludo desde México.