No sé acordaréis, hace unos meses, cuando el presidente Trump se pasó varios días gritando “OBAMAGATE” por Twitter, sin más contexto que ese. Lo hizo suficientes veces como para que le dedicara un boletín entero a la rebuscada teoría de la conspiración que Trump estaba más o menos tratando de explicar esos días, una de esas tangentes a los que este señor nos tiene acostumbrados.
Durante los últimos días Trump y sus amiguetes de campaña están hablando mucho de “HUNTERGATE”. La historia tiene su origen en una serie de artículos del New York Post, un tabloide propiedad de News Corp, la empresa que controla Fox News. En estas piezas, el periódico revela los contenidos de un disco duro de un portátil que había sido propiedad de Hunter Biden, el hijo del candidato demócrata a la presidencia.
La acusación de Trump en sus mítines estos días es que Hunter Biden fue contratado por Burisma, una empresa de gas ucraniana, en un ejercicio de tráfico de influencias para que les pusiera en contacto con Joe Biden (cuando era aún vicepresidente) y este usara su influencia para que el gobierno del país cesara al fiscal general del estado, que estaba investigando la empresa. Según Trump, los emails en este disco duro confirman la historia del todo, y exponen la corrupción de Biden.
El problema, claro está, es que esta teoría trumpiana no cuadra por ningún sitio.
La historia sobre cómo el New York Post dice haber llegado a tener posesión de estos materiales es un tanto peculiar. Según el periódico, en abril del 2019 Hunter Biden llevó a reparar tres ordenadores portátiles a una tienda en Delaware. El propietario de la tienda, John Paul Mac Isaac, es invidente, y no reconoció al hijo del vicepresidente. Según este señor, Hunter se olvidó de recoger los ordenadores, que permanecieron en un estante durante meses.
Un buen día, se percató que en la tapa había una pegatina de la Beau Biden Foundation, la fundación en honor al hijo fallecido de Joe, y decidió que era sospechoso. Issac hizo una copia del disco duro y llamó al FBI. Una vez los agentes se llevaron el ordenador en diciembre del año pasado, el hombre llamó a Rudy Giuliani, el abogado personal del presidente Trump, y le dio los archivos. Giuliani lo habló con su colega Steve Bannon, y decidieron ofrecerle la exclusiva al New York Post.
Cualquier periodista con dos dedos de frente o alguien que ha visto dos episodios de “Scandal” sin estar borracho te dirá que esta clase de “investigación” dispara toda clase de señales de alarma. Aparte de una serie de carambolas absurdas con un superfan de Trump propietario que se contradice todo el rato en el centro, sabemos que los servicios de inteligencia rusos estaban intentando utilizar a Giuliani, e incluso habían advertido a la Casa Blanca sobre ello repetidamente. Uno de los “superamigos” de Giuliani en sus investigaciones está bajo sanciones económicas por ser un espía ruso. El mismo Rudy Giuliani, del que empiezo a sospechar que es el hombre más idiota de Estados Unidos a estas alturas, ha reconocido en voz alta en una entrevista de que hay un 50% de posibilidades que estuviera trabajando con un espía ruso para encontrar material incriminatorio contra Biden. Y no olvidemos que Steve Bannon es el mismo tipo que está siendo acusado de fraude estos días, porque aquí no parece que haya nadie honesto.
Todo apunta a que los periodistas del Post saben que todo esto es una basura. Es más, varios se negaron a firmar el artículo, que acabó siendo publicado bajo la rúbrica de un tipo recién contratado que es amigo de Bannon y Roger Stone, una periodista que se enteró de ello cuando vio su nombre impreso en el periódico, y una editora procedente de Fox News.
Lo más delirante de todo este asunto, además, es que en los escandalosos emails que ha publicado el Post hasta ahora no hay nada que sea especialmente escandaloso. Hay un email sobre Burisma y una posible reunión de alguien de la empresa con Joe Biden que nadie ha podido verificar que se produjera, correos sobre negocios de Hunter en China después de que Biden saliera de la Casa Blanca, y una serie de SMS y emails de Joe Biden animando a Hunter y diciéndole que le quiere muchísimo. Es posible que en artículos posteriores haya cosas más dañinas para los Biden, pero dada la extraña, alocada procedencia de este disco duro y por todas las manos que ha pasado antes de llegar al Post, es perfectamente posible que parte del material sea un montaje o este manipulado.
Sabemos, además, que toda la historia de Burisma porque bueno, de eso precisamente fue el impeachment a Trump. Primero, el fiscal no estaba investigando a Burisma, segundo todo el mundo, desde el FMI a la UE, estaba pidiendo al gobierno de Ucrania que cesaran al fiscal, y tercero, no hay ninguna prueba que Biden se reuniera con nadie de Burisma esos días. Una investigación del senado controlada por republicano no encontró nada escandaloso hace unos meses. No es que haya demasiado más por confirmar.
Y por supuesto, sabemos que Trump lleva meses intentando conseguir alguna prueba sobre esta historia, incluyendo su campaña para pedirle al presidente de Ucrania que investigara a Biden si quería recibir ayuda militar de Estados Unidos (este fue el motivo del impeachment, por Dios), así que Cielos santo, es obvio que todo esto no se aguanta por ningún sitio.
Durante los últimos días los medios de comunicación conservadores (con Fox News a la cabeza) llevan días perdiendo la cabeza con esta historia, y desgañitándose como posesos porque Twitter y Facebook limitaron la distribución de algo que es tan espantosamente sospechoso. Como es tradición en estos casos, se escandalizan tanto por LOS EMAILS como por el hecho de que la única atención que los medios generalistas han prestado a la historia es señalar lo sospechosas que son las fuentes del NYP. La “exclusiva”, con razón, ha recibido poca o ninguna atención de los medios de comunicación tradicionales.
Pero el presidente sigue hablando sobre ello, y sigue dedicando incontables minutos en sus mítines a quejarse sobre cómo la conspiración progresista Facebook-Twitter-Lamestream media lo están silenciando todo. Dado que nadie que no vea Fox News de forma obsesiva sabe qué es Burisma, quién es Hunter Biden, qué es esto de los emails y la rebuscada conspiración que Trump dice que están ocultando, lo que queda es un discurso que es incomprensible para la inmensa mayoría de votantes del país.
Hace unos días Chris Hayes, de MSNBC, señalaba que a la gente que vive todo el día en Twitter, leyendo noticias sin parar, a menudo se nos olvida que lo que nos preocupa es muchas veces opaco para los “normales” que no están “extremadamente en línea” siguiendo la actualidad:
Hayes señala, correctamente, que Trump es alguien que cae de lleno en esta categoría de gente “extremadamente en línea”, y que parece haberse olvidado sobre cómo hablar a los civiles que habitan fuera de la burbuja conservadora. Muchos republicanos lo reconocen así en privado, incluyendo su propio equipo de campaña.
Trump, en las últimas semanas de la campaña del 2016, se metía a diatribas parecidas sobre los EMAlLS de Hillary Clinton. Muchos de sus ataques eran igual o más incoherentes de lo que está lanzando estos días, y múltiples investigaciones contra los Clinton nunca encontraron nada corrupto o deshonesto en todos sus ataques. Los medios generalistas, sin embargo, sí cubrieron con energía la polémica de los correos electrónicos de Clinton, en parte porque tenían que dar un contrapeso a los múltiples escándalos de Trump, en parte porque la prensa siempre ha odiado a Hillary Clinton y siempre han asumido que es una persona deshonesta. Aunque la campaña de Trump entonces era igual de extremadamente en línea que esta, los medios generalistas picaron el anzuelo e hicieron el trabajo sucio por él, la estrategia de Steve Bannon en esa campaña.
Biden no tiene el mismo poso de odio y conspiraciones acumuladas que tenían los Clinton tras de sí; en contra de su antecesora, Biden es popular y no genera demasiada suspicacia, y tiene un historial y reputación (más que justificados) de ser honesto. Sin los medios amplificando las historias por él, Trump ahora mismo debe sonar para mucha gente como alguien cargando contra molinos de viento en Twitter, diciendo cosas como esta:
Un Tweet que, sin toneladas de “traducción” de haber visto Fox News, es casi incomprensible para un lego.
Como de costumbre, vale la pena recordar que si aprendimos algo el 2016 es que las campañas electorales importan mucho menos de lo que parecen. Ese año Trump se pasó meses haciéndolo todo mal casi aposta, y mirad donde acabó. Quizás el portátil de Hunter Biden incluye secretos insondables que serán devastadores para el vicepresidente y que serán revelados los próximos días, o a lo mejor un zombie muerde a Mike Pence, este se come a Trump y acaba ganando él las elecciones. Esto es el 2020, y quién sabe.
Pero Dios santo, seguir lo que dice Trump es cada vez más difícil estos días. Lo que está haciendo este señor es bastante único.
Bolas extra:
No olvidemos que Trump es un tipo que literamente no tiene programa de gobierno para su segundo mandato, así que tampoco tiene demasiado sobre de qué hablar.
Hace unos días el FBI detuvo a un comando de milicianos de ultraderecha que querían detener y ejecutar a Gretchen Whitmer, la gobernadora demócrata de Michigan. Trump en sus mítines está animando a sus seguidores mientras cantan “lock her up”.
Hay un bonito desfile de senadores republicanos estos días diciendo que ellos siempre habían estado en contra de Trump, dónde vais a parar. El último John Cornyn, de Texas.
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