La gran divergencia
Las regiones más pobres de Estados Unidos estaban mejorando. Hasta que dejaron de hacerlo
Estados Unidos siempre ha sido un país de profundas, tremendas disparidades regionales, con una diferencia considerable en renta entre los estados más ricos y los más pobres. La desigualdad geográfica presenta algunas particularidades curiosas, especialmente en cómo ha ido variando a lo largo del tiempo.
Desigualdades
En 1929, los estados de la vieja confederación eran, de media, considerablemente más pobres que los del noreste y Nueva Inglaterra. Ese año, la renta personal por cápita en Mississippi, el que siempre suele ser el estado más pobre de la unión, era apenas un 27% de la de Connecticut (casi siempre uno de los más ricos) o un 30% de la de Massachusetts. Alabama, un estado más “próspero” del sur tenía un 31% de la renta de Connecticut1.
A partir de 1932, sin embargo, esta brecha empieza a cerrarse. Los programas del New Deal incluyen un fuerte componente de inversión en infraestructuras en las zonas más pobres del país, y la gigantesca movilización económica durante la segunda guerra mundial trajo consigo un colosal esfuerzo industrializador en el sur. Tras la guerra, el gobierno federal continuó con un esfuerzo sostenido de promoción económica en zonas pobres, incluyendo más infraestructuras. El segundo gran despliegue del estado del bienestar americano, la Great Society de Johnson, trajo aún más redistribución regional.
Funcionó. En 1975, la renta por cápita de Mississippi era un 59% de la Connecticut o un 66% de la de Massachusetts, y estaban aún más cerca de Massachusetts (66 y 75%, respectivamente). La redistribución regional había funcionado; Estados Unidos estaba llevando al sur, aunque fuera a rastras, hacia la modernidad.
Regresiones
La convergencia regional, no obstante, tocó techo en algún momento a finales de los setenta. A partir de entonces, las economías del norte y del sur volvieron a separarse. En el 2000, la renta por cápita de Mississippi había caído a un 56% de la de Massachusetts. En el 2022, era un 54%. Alabama cayó a un 63% el 2000, y a 60% el 2022. Las cifras son muy parecidas para Connecticut, que el 2022 tenía el mismo nivel de renta que su vecino del norte2.
El aumento de las diferencias entre estados no ha sido lineal y sostenido; la brecha se abre rápidamente en los ochenta, vuelve a cerrarse ligeramente en los noventa, y después se desliza lentamente hacia una mayor divergencia en años sucesivos.
¿Cuál es la causa de esta separación? La verdad, no lo sé; gente como Paul Krugman (que ha estado toda su vida obsesionado con geografía económica, su gran especialidad) lleva una temporada escribiendo sobre ello, y él mismo confiesa no tener una respuesta. Lo que parece bastante claro es que no es cuestión de falta de redistribución regional; la balanza fiscal federal de los estados más pobres es tremendamente favorable:
Y sí, lo estáis leyendo bien. Un 20% del PIB de Kentucky viene de transferencias netas del gobierno federal, incluyendo todos los programas sociales (pensiones, sanidad, SNAP, etcétera). Las balanzas fiscales en Estados Unidos son substanciales3.
Por supuesto, tengo algunas sospechas.
Gobernando (mal)
A partir de 1980 es cuando en el sur de los Estados Unidos empieza a producirse el realineamiento político que llevará al partido republicano a dominar los gobiernos estatales de la región antes de que termine el siglo. Los demócratas sureños, una coalición de vestigios segregacionistas, voto afroamericano y populistas poco a poco fue fracturándose y dando paso al familiar partido republicano moderno, conservador, evangélico, antisindical y yo-no-soy-racista-pero.
Los republicanos, especialmente post-Reagan, son un partido que gobierna distinto que los demócratas, con patologías y costumbres bien conocidas. No hay un impuesto que no quieran eliminar, ni servicio público que no quieran extinguir, ni sindicato que no quieran prohibir. Son abierta y ferozmente hostiles a los derechos de los trabajadores, y rechazarán dinero federal si ese rechazo les permite maltratar aún más a los pobres de su región.
Ya sé que eso de que todos-los-mapas-de-Estados-Unidos-son-el-mismo-mapa es un tópico la mar de raído que repito un poco demasiado, pero tiene mucho de verdad. Durante las últimas cuatro décadas el GOP ha ido tomando poco a poco el control de los gobiernos de las regiones del sur, que siempre han sido las más pobres del país, y han aplicado su programa de gobierno con encomiable dedicación y energía. El resultado es que las regiones más pobres del país se han quedado aún más rezagadas respecto a las más ricas, con la inevitable cascada de estadísticas de fracaso asociadas a ello. Así que hemos acabado con datos como que las regiones más pobres del noreste estos días tienen esperanzas de vida dos años mayores que las zonas más ricas del sur.
No es una correlación directa, y automática, pero los resultados de las presidenciales del 2020 dicen bastante de esta divergencia. Joe Biden ganó en unos 500 condados, mientras que Trump se impuso en más de 2.500. Los condados de Biden concentraban un 71% del PIB del país, comparado con el 29% de los condados que votaron a Trump.
El orgullo de ser perdedores
Lo más esperpéntico del asunto es que los republicanos están, además, completamente dedicados a seguir en esta senda política, sin visos de dar marcha atrás. Hace unos días, Ron DeSantis, futuro candidato fallido a la presidencia y gobernador de Florida, vetó una ley estatal que hubiera transferido $341 millones de dinero federal para programas de eficiencia energética. Otros estados sureños se espera que harán algo parecido. El dinero será redistribuido a otros estados que sí quieren hacer esa inversión, inevitablemente en el norte. Sería cómico si fuera algo aislado, pero los republicanos hacen esta clase de maniobras constantemente, rechazando fondos federales para cosas tan malvadas como un seguro médico a los pobres, guarderías o comprar autobuses escolares eléctricos.
Este es un país donde unos estados que contienen la mayoría de la población están moviéndose hacia adelante, invirtiendo, innovando y creciendo furiosamente, y otros, casi todos en el sur, están remando con fuerza en dirección contraria y son cada vez más pobres, más atrasados, y con peores indicadores sociales. Este segundo bloque, por cierto, insiste histéricamente que ellos son la verdadera América, que todo lo malo del mundo sale de esos estados ricos, e insisten en querer votar por un chiflado que intentó dar un golpe de estado por las risas o algo peor.
Imaginad en España a un político extremeño aullando que los valores madrileños y vascos son el mal y que el camino de la prosperidad y adoptar el conservadurismo español puro de la Extremadura rural. O alguien diciendo que el futuro de Europa es ser más como Andalucía y menos como Suecia o Dinamarca, esos decadentes woke que odian la libertad y quieren imponernos su ideología marxista. Bueno, esto es el partido republicano y el sur de los Estados Unidos estos días.
Bolas extra
Los demócratas siguen perdiendo apoyo del voto hispano y negro en los sondeos.
Donald Trump está pensando en nominar como su candidata a la vicepresidencia a una chiflada psicótica que cree que los incendios forestales son provocados por lásers orbitales judíos, o una chiflada psicótica incapaz de aceptar que perdió las elecciones en Arizona y lleva tres años repitiendo absurdas teorías de la conspiración.
El fiscal general de Texas republicano está siendo sometido a un impeachment por corrupción por parte de los legisladores republicanos del estado. El sector MAGA/reaccionario está defendiéndole, porque ser tan corrupto como para que tu propio partido quiera echarte es un signo de ser un tipo fabuloso si eres trumpista.
El GOP de Wisconsin quiere hacerle un impeachment a una juez del supremo recién escogida hace unos meses por más de 11 puntos de ventaja. El motivo, y algo que están diciendo en voz alta, es que la juez quizás vote en favor de revisar el mapa legislativo del estado, un gerrymander tan salvaje como para darle mayorías de dos tercios a los republicanos en el senado estatal incluso sacando menos votos que los demócratas en las elecciones.
Como referencia, la comunidad más pobre en España (Andalucía) tiene el 54% del nivel de renta que la más rica (Madrid).
Massachusetts ha crecido más rápido que Connecticut en tiempos recientes, pero ambos son espantosamente ricos. La renta por cápita de ambos roza los $85.000.
No me meteré a hablar sobre estimaciones en las balanzas fiscales en en España, pero las transferencias son bastante menores.
Algun analisis sobre cada Estado? Me genera una enorme incongnita sobre que tan similares y que tan distintos son los estados de la costa oeste, (California, Oregon y Washington?
Ese partido existe y es Vox. Los valores de la patria para ellos son los valores rurales de sitios tan punteros como las zonas rurales de Andalucía, Castilla y León o Murcia, además de insistir en parecernos a países más pobres (Polonia y Hungría) y, de hecho, tener cierta fijación con los estados pobres de EEUU como Florida o Texas.