Hoy quiero hablar sobre las consecuencias del ataque de Hamas contra Israel en la política americana, y sólo hablar sobre esto. No soy un experto en absoluto en Oriente Medio, y menos aún sobre el conflicto entre Israel y Palestina, así que no esperéis análisis alguno sobre los sucesos sobre el terreno. Tengo ideas e hipótesis sobre el tema, por supuesto, pero he leído suficiente como para saber que no entiendo nada de lo que sucede en la región. Mi valoración moral es irrelevante para lo que voy a tratar en el resto del artículo; la incluyo al final1, pero no merece ser objeto de discusión.
La burbuja de la política exterior americana
La política exterior en Estados Unidos se rige por tres constantes básicamente inmutables desde al menos el final de la segunda guerra mundial.
No hay apenas votantes que deciden a quién apoyarán en las urnas debido a sus posiciones en política exterior. El porcentaje del electorado que la considera el tema más importante no suele pasar del 2%; su influencia en los sondeos ha sido casi siempre nula. Hay otros temas que suelen tomar precedencia.
Demócratas y republicanos suelen tener posturas relativamente parecidas en política exterior, con diferencias de grado, no gran estrategia. Trump ha sido una excepción parcial en este asunto, aunque su política exterior acabó siendo bastante continuista.
Los políticos americanos son perfectamente capaces de ignorar completamente la opinión pública en estos temas durante años, y lo han hecho repetidas veces. Las guerras de Irak y Afganistán eran impopulares más de una década antes de que el país decidiera abandonarlas.
La estrategia general de la política exterior americana nace de lo que Ben Rhodes, uno de los asesores de Obama, bautizó como “The Blob” (la masa), el conjunto de agencias y departamentos federales, think tanks, académicos, expertos, legisladores, militares y civiles de Washington que se dedican al tema. Es un grupo un tanto amorfo que incluye generales, funcionarios, estrategas, ingenieros, senadores, representantes, lobistas, ex-políticos (haciendo de lobistas), cargos políticos, ex-altos cargos (a menudo de lobistas) salido de ese organismo extraño que es el establishment nacido durante la guerra fría. Los miembros de The Blob son todos gente muy culta, lista y educada, con mucha experiencia personal e institucional en política exterior. También son gente que viene casi toda del mismo sitio (West Point, Annapolis, Ivies, Georgetown) y se conoce desde siempre, y son hijos o parientes de otros miembros activos o pasados de The Blob.
Es decir: son competentes, pero no suelen ser demasiado imaginativos, y tienen la triste, tozuda tendencia a formar consensos que ocasionalmente no tienen demasiado contacto con el planeta tierra. Aunque no suelen cometer errores de bulto y han sido capaces de crear una política exterior generalmente consistente y exitosa (Estados Unidos es, al fin y al cabo, el centro del sistema internacional), cuando meten la pata no sólo suelen hacerlo de forma espectacular, sino que además pueden tirarse un par de décadas para enmendar el error (léase Vietnam, Irak, Afganistán).
Israel y la política exterior americana
Con esta estructura institucional en mente, podemos hablar de tres corolarios sobre la política exterior americana e Israel que son esencialmente inamovibles:
Hay dos partidos políticos que debaten entre ellos quién es más leal y apoya con más fuerza a Israel.
La seguridad de Israel es la principal preocupación de la política exterior americana en la región.
Para conseguir esa seguridad, Estados Unidos debe trabajar para conseguir que todos los estados de la región reconozcan a Israel y normalicen relaciones.
Si echáis de menos a los palestinos en esta lista, no os debería sorprender demasiado. The Blob siempre ha sido espectacularmente mala en entender el papel de los actores no estatales en la política de terceros países (léase: Vietnam, Irak, Afganistán, etcétera) y la capacidad de Estados Unidos para influir sobre ellos o intimidarlos. En The Blob hay mucha gente con tanques y artillería pesada que se confunden con facilidad.
Esto es: para el establishment de la política exterior americana, los palestinos son un problema interno israelí, y la mejor manera de solucionarlo es convertirlo en un problema externo, esto es, otro estado distinto. El establishment no entiende en absoluto por qué los dirigentes de Israel no ven esto como algo obvio y autoevidente, y entiende aún menos que un grupo que no son ni un estado no sólo estén a matar entre ellos, sino que no hagan todo lo posible para facilitar el trabajo de los dirigentes de Israel. Así que The Blob andaba estos días muy, muy, muy ocupada intentando que Israel normalizara relaciones con Arabia Saudí, y están muy, muy sorprendidos que poder volar de Tel-Aviv a Riad no haya evitado un ataque terrorista masivo de Hamas contra civiles israelíes.
Por supuesto, hay algunos congresistas y opinadores de izquierda y derecha que tomarán partido en favor de la causa palestina y criticarán a Israel. En Washington serán ignorados por completo. Son, a todos los efectos, figuras marginales en la política exterior del país.
¿Qué hay del “lobby judío”?
Son la organización más redundante de Washington. Todo el mundo quiere apoyar a Israel. El único debate es si ese apoyo es absolutamente incondicional o si además de apoyar a Israel su primer ministro puede dictar toda la política exterior americana en la región cuando así le apetece.
Los judíos en Estados Unidos son un bloque electoral minúsculo, sobre un 2% de la población. Votan abrumadoramente demócrata (sobre un 70%) y son mucho más progresistas que la media del país. A pesar de la vociferante retórica pro-Israel del GOP, desconfían mucho de sus bases; los evangélicos son sionistas por motivos teológicos, no políticos2, y suelen ser alegremente antisemitas cuando no se trata de mantener a Jerusalén listo para el fin de los tiempos.
La mayoría de judíos americanos estos días los pasarán en un mar de conflictos. Se les asocia con una guerra de la que nunca han querido ser parte, en un territorio que nunca han visitado, iniciada por una causa que detestan contra un gobierno israelí que nos les representa (porque, insisto, suelen ser de izquierdas) mientras que todo el mundo insiste que o bien son culpables o bien que algo habrán hecho mal. Lo único que quieren es que pare de morir gente y les dejen en paz.
Presidentes y aliados
Hay un detalle importante estos días que ha pasado un poco desapercibido: el hecho de que Bibi Netanyahu prefería abiertamente a Donald Trump en las presidenciales del 2020. Dada la inevitable inercia de The Blob a apoyar Israel, la administración Biden no tomará represalia alguna por ello3, pero es la mar de divertido verle pedir ayuda así, todo humilde.
Vale la pena recalcar, por cierto, que Israel en particular, y Oriente Medio en general, son cada vez menos importantes para la política exterior americana. La transición energética hará el petróleo cada vez más irrelevante; con Egipto fuera del conflicto, además, el Canal de Suez no está ni siquiera en el mapa. Estados Unidos es completamente autosuficiente en gas y petróleo y lleva años intentando salir de la región, y más teniendo en cuenta lo chiflados que están los saudíes, sus teóricos aliados.
Los americanos seguirán apoyando a Israel porque son un país tozudo que no rompe alianzas, pero Netanyahu es perfectamente consciente que la relación no es simétrica. Israel necesita a Estados Unidos mucho más que Estados Unidos necesita a Israel.
Inoperancia
Vale la pena recordar, por cierto, que Estados Unidos no tiene embajador en Israel ahora mismo, ya que Rand Paul está bloqueando su nombramiento en el senado por una conspiración idiota sobre COVID. Nuestro amigo Tuberville sigue bloqueando ascensos a militares, así que el Pentágono está en cuadro en la región. La cámara de representantes no tiene Speaker, y no pueden aprobar dinero para apoyar a Israel.
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