Una de las expresiones más gastadas del vernáculo político americano es la expresión “all politics is local”, toda la política es local. La frase suele atribuirse a Tip O’Neill, un Speaker de la cámara de representantes en los ochenta, aunque viene de bastante más atrás. El proverbio hacía referencia sobre cómo a pesar de que los miembros del congreso suelen obsesionarse con los grandes debates nacionales y sus declaraciones sobre la gran polémica del día, en realidad lo que decide su carrera política es lo que sucede en casa, en su distrito. La mayoría de votantes, se decía, no prestan atención a lo que sucede en Washington, pero se preocupan mucho sobre si unas obras en la autopista en su ciudad se retrasan, cierra un hospital o una fábrica, y si habrá dinero para renovar el colegio de sus hijos.
De forma más cínica (y realista), la expresión responde a la realidad de que en última instancia la carrera de cualquier congresista, y su reelección, depende de que nadie en su distrito se enfade lo suficiente con él para montarle unas primarias, o que los legisladores estatales le redibujen el distrito. Uno trabaja en D.C., pero siempre con una mirada puesta en los activistas de su distrito.
A partir de los años noventa, y especialmente durante la pasada década, todo parece indicar que este localismo de la política americana ha ido difuminándose hasta casi desaparecer. Esto es consecuencia, por un lado, del progresivo realineamiento de los dos grandes partidos, convirtiéndose en coaliciones ideológicas más disciplinadas y coherentes. La inmensa mayoría de legisladores suelen seguir la línea marcada por los líderes nacionales, así que hay menos oportunidades para el congresista medio de lucir su independencia y todo lo que ha negociado para traer proyectos a su distrito1.
Paralelo a este proceso de homogeneización partidista, tenemos también la realidad de que, en muchos lugares del país, un votante no tiene manera alguna de leer o escuchar noticias sobre qué está haciendo su representante en el congreso. Durante las dos últimas décadas, Estados Unidos ha perdido un tercio de sus periódicos y prensa local, y dos tercios de sus periodistas.
La muerte de la prensa local
En Estados Unidos se publican hoy algo menos de 6.000 periódicos2, comparados con los 8.891 en el 2005. Cada semana cierran dos o tres más. La mayoría de los que quedan (unos 4.800) son semanales, con una distribución cada vez más limitada. Más de la mitad de los condados del país o no tienen periódico, o sólo tienen un semanario.
El motivo de esta epidemia de cierres es predecible: internet básicamente ha destruido el modelo de negocio de la prensa tradicional. Por un lado, los anuncios clasificados, que eran la fuente de ingresos para muchos periódicos locales, y que ha sido vaporizada por Craigslist, Zillow, Facebook Marketplace, Ebay, y cualquier otra página que permita vender o anunciar nada a bajo coste.
Por otro, tenemos los anunciantes tradicionales, que rechazan de plano pagar cantidades equivalentes por publicidad en internet comparado con la edición papel. Dado que la mayoría de los lectores prefieren la conveniencia de una web a la versión impresa, esto ha provocado un agujero tremendo en sus cuentas. Para terminar de rematarles, la publicidad en internet es esencialmente un oligopolio en manos de un puñado de empresas tecnológicas (Google, Meta, Amazon, Microsoft) que no sólo han tirado los precios por los suelos, sino que además se quedan un porcentaje considerable de los ingresos. Estas compañías pueden permitirse márgenes ridículos porque su modelo es volumen (y su audiencia es toda internet), pero están matando los márgenes de la prensa tradicional.
Esto ha provocado una colosal caída de ingresos en toda la industria que aparte de provocar el cierre de miles de periódicos, ha dejado a muchos básicamente inoperantes por completo. El futuro es tan negro que ha aparecido una mini-industria de fondos buitre que se dedican a comprar periódicos locales en decadencia, despedir a casi toda la plantilla, y mantenerlos como zombies de SEO con un puñado de redactores y noticias de agencia. Los beneficios vienen de la venta de activos, o más en concreto, de la venta de las oficinas de estos periódicos. El Denver Post, por ejemplo, el único medio de prensa diaria que queda en una área metropolitana de tres millones de personas, ha pasado de 600 reporteros a menos de sesenta tras el “tratamiento” de un hedge fund. Se ha convertido en un periódico fantasma.
Muchos de ellos habían sido pilares de su comunidad, y sus redacciones estaban en edificios espléndidos en el centro de su ciudad, orgullosos y relucientes. Estos inversores ven en estos diarios un pelotazo inmobiliario más que cualquier otra cosa3.
Consecuencias
El resultado final es una espiral autodestructiva de toda una industria, con sólo un puñado de medios nacionales (léase el NYT, que goza de una excelente salud, WSJ y poco más4) ganando dinero. Si a eso le sumamos la lenta decadencia de las audiencias en las televisiones locales, su cada vez mayor concentración en unas pocas manos, y la caída de plantillas, el resultado final es un país donde lo “local” tiene cada vez menos cobertura periodística.
Esto tiene consecuencias importantes. Hay múltiples estudios que señalan que existe una correlación considerable entre cierre de periódicos y corrupción municipal - y aumento del coste de endeudamiento y salarios de políticos locales. Como nunca me hartaré de repetir, Estados Unidos es enorme, así que es básicamente imposible que un medio nacional cubra la actualidad del país al completo. Imaginad, esencialmente, tener que confiar para enterarte de la actualidad en Barcelona, Vigo o Sevilla de lo que cubra un periódico de referencia pan-europeo radicado en Berlín o Bruselas; esto es lo que estamos viendo en muchos estados. Dado que esencialmente la mitad del gasto público del país se decide y administra en estados y municipios, es frustrante, cuando no peligroso, que en tantos lugares no haya casi nada de periodismo local.
Soluciones sin ánimo de lucro
Hay, sin embargo, algunos brotes verdes en algunos rincones de la industria. Para empezar, en los últimos años ha aparecido todo un ecosistema de medios de comunicación sin ánimo de lucro hiperlocales, financiados gracias a una combinación de filantropía y suscripciones5. Varias fundaciones nacionales están gastando dinero a patadas en esta clase de iniciativas. La única organización periodística con reporteros en los cincuenta capitolios estatales del país, aparte de AP, es States Newsroom, una ONG.
Hay también algunas ideas legislativas interesantes. Australia, en el 2021, aprobó una ley que forzaba a las grandes tecnológicas negociar pagos con los grupos editoriales del país. California está planteándose una ley similar este año, en el congreso, hay legisladores de ambos partidos intentando impulsar algo parecido. Una ley nacional dudo que sea aprobada a corto plazo, pero si saliera bien en California, no me extrañaría ver otros estados apuntándose.
Bolas extra
Un artículo estupendo en el New Haven Independent sobre Holy Land, el extrañísimo parque bíblico de pago en Waterbury, CT, en los sesenta y setenta.
Hoy empieza el juicio contra Trump por los pagos que efectuó a una actriz porno durante la campaña del 2016 para encubrir un affaire amoroso que no declaró como gasto de campaña o empresa.
El apoyo del electorado americano hacia Israel ha caído en picado estos últimos meses.
La industria de los fondos de pensiones privados en Estados Unidos cuesta un dineral al contribuyente en exenciones fiscales, y ese dinero va casi por completo a los más ricos.
La tasa de homicidios en Estados Unidos está por debajo de los niveles pre-pandemia. Trump presidió sobre uno de los mayores aumentos de la tasa de crimen de la historia del país.
En el libro, que podéis comprar en librerías y está muy bien, hablo largo y tendido sobre cómo se ha llegado a esta polarización. Comprad el libro. Es estupendo. Lo he he escrito yo.
La UE tiene unos 5.200.
El Hartford Courant, el periódico más antiguo del país, ha sufrido un tratamiento similar.
También las TV de noticias por cable, especialmente Fox News y su demencial modelo de negocio.
Uno de los pioneros es el New Haven Independent, fundado por un ex-periodista del New Haven Register.
Roger, enhorabuena por el libro lo primero. No solo me está resultando interesante si no entretenido.
Lo segundo, ¿crees que importa que los votantes dejen de apoyar a Israel si grupos de presión y organizaciones similares israelíes siguen regando de dinero a todos los cargos importantes del país a nivel nacional?
Algo parecido sucede también en España. Los medios que de lo llevan todo en edición impresa son ABC, El Pais, El mundo, La Razón y pare usted de contar. Y el resto sobreviven como pueden