Es casi medianoche aquí en la costa este; el debate entre Trump y Harris ha terminado hace un rato. Escribiré un artículo más largo sobre lo que hemos visto otro día. Para empezar, os dejo aquí unas notas rápidas con unos primeros apuntes sobre mis impresiones.
Primero, dejadme enlazar a mi primera reacción en un Twitter Space aquí. Son 45 minutos no del todo coherentes, pero es un buen punto de partida.
Lo esencial: Kamala Harris ha ganado el debate. Lo ha ganado, creo, por goleada, ofreciendo un contraste muy marcado entre una candidata racional, sensata y moderada y un expresidente iracundo, descentrado y obsesionado con aullar que el mundo se acaba.
Creo que mi impresión en la previa del debate era básicamente acertada: Trump tuvo un mal primer debate que pasó desapercibido por el espanto de Biden, pero que si repetía esa actuación otra vez iba a quedar en evidencia. Eso es lo que ha sucedido.
La estrategia de Harris era relativamente sencilla, y la ha ejecutado bien. Primero, nunca perder los nervios ni entrar al trapo con Trump. Segundo, responder solo las preguntas que le interesaban; cuando la premisa de alguna pregunta le era incómoda, se ha ido siempre a otro tema. Tercero, cuando era un tema que favorecía a Trump, chincharle con algún comentario que pudiera descentrarlo. El caso más divertido ha sido cuando le han preguntado sobre inmigración, y Harris ha aprovechado para meterse con los mítines de Trump de pasada, algo que le irrita profundamente. El expresidente, en vez de hablar sobre su tema, ha perdido treinta segundos alardeando de lo fabulosos y divertidos que son sus mítines.
La estrategia de Trump era esencialmente contestar a todas las preguntas con “el mundo se acaba y la inmigración está fuera de control”, algo que ha hecho hasta extremos cómicos en varios momentos. El problema es que esa tendencia bien conocida que tiene a irse de tema y meterse en jardines incomprensibles le ha podido, y ha dado múltiples respuestas excepcionalmente confusas.
Trump también ha perdido los nervios en más de una ocasión, algo que no le ayudará en nada.
La moderación del debate ha sido muy buena; quizás las mejores preguntas en un evento de esta clase desde hace años. Su único defecto ha sido que han dejado que Trump hablara mucho más que Harris, aunque la verdad, con las burradas que estaba soltando, es más un problema que una ventaja.
Harris ha sido muy, muy efectiva moviéndose hacia el centro furiosamente, y creo que ha hecho un buen trabajo posicionándose en esa dirección. En general, ha estado muy bien; quizás no ha convertido todas las oportunidades de gol que ha tenido y no ha defendido los logros de la administración Biden con suficiente vehemencia, pero ha estado al nivel esperado. Es una política sólida, incluso buena; pero no excepcional.
Trump ha dicho múltiples barbaridades que serían letales para cualquier político, como es su costumbre, y varias cosas que los demócratas van a repetir con insistencia, como su negativa a pronunciarse sobre una prohibición federal del aborto.
La respuesta más ridícula de Trump ha sido cuando le han preguntado si presentará el plan sobre sanidad que prometió hace nueve años y este ha contestado que no tiene uno aún, que no es presidente, que tiene un “concepto de un plan”.
La segunda más ridícula es cuando se ha puesto a aullar sobre cómo los inmigrantes haitianos en una ciudad de Ohio están secuestrando perros y gatos domésticos para comérselos, una historia completamente inventada en los cenagales de Twitter.
Toda la respuesta de Trump sobre el asalto al Congreso
En un planeta normal, con un partido político normal, los líderes del partido republicano estarían hablando esta misma noche sobre si deben pedir a su candidato que renuncie y escoger a otro a todo correr. Trump realmente ha estado así de mal. En este universo alternativo carpetovetónico que es Estados Unidos estos días, lo más probable es que se pasen el resto de la semana quejándose de los moderadores y lo mucho que han ayudado a Harris.
¿Qué efecto tendrá el debate en los sondeos? La verdad, ni idea. Este país me confunde. Mi primera intuición, si tuviera que apostar, es que esta es la clase de debate que hace daño al candidato perdedor. Nadie que no era un republicano entusiasta habrá visto lo de hoy y se habrá quedado con más ganas de votar a Trump. Es probable que las encuestas sobre quién ha ganado el debate lo dejen en muy mal lugar, y que tengamos varios días de campaña centrados en “Harris reforzada” y “Trump en problemas”.
Algo que suele suceder tras los debates: veremos 2-3 puntos (como mucho) hacia Harris, y esa subida tenderá a disiparse según pasen los días. Es posible que este debate sea de los que escueza y tenga efectos más acentuados y permanentes, especialmente si la narrativa posterior se centra en las debilidades de Trump (es un viejo loco). Pero lo más probable es que no lo sea.
Resumiendo: una muy buena noche para Harris, al menos a primera vista. Veremos si esta impresión es correcta o no.
Oh, y Taylor Swift ha anunciado que apoya a Kamala Harris. La CIA ataca de nuevo.