El PIB per cápita de los países de la Unión Europea, usando paridad de poder adquisitivo, es un 71% del de los Estados Unidos. Gran parte de la diferencia se debe, como mencioné hace una temporada, a que los americanos trabajan muchísimas más horas al año que el Europeo medio. La productividad a ambos lados del Atlántico es parecida, al menos en los estados más punteros de la UE (léase: Alemania, Dinamarca, Francia), pero como en el viejo continente se hacen menos horas y se tienen menos vacaciones (no en España) acaban con un PIB por cápita considerablemente superior.
Aún así, esta clase de cifras dejan al trabajador medio en Estados Unidos con auténticas montañas de dinero, al menos en apariencia. Un PIB por cápita de más de 76.000 dólares anuales debe dejar sueldos estupendos, y más al lado de los $54.000 de la UE o los $45.000 escasos de España.
Y eso es lo que sucede… al menos hasta cierto punto. Estados Unidos es increíblemente rico, pero también es increíblemente desigual.
Salarios y nivel de renta
En un estudio académico maravillosamente detallado, Thomas Blanchet, Lucas Chancel y Amory Gethin se dedicaron a analizar los ingresos de los europeos y americanos por nivel de renta. Lo interesante del estudio es que en vez de mirar los datos después de impuestos de transferencias, los autores se fijaron en salarios brutos, antes de cualquier intervención fiscal o aparición del estado de bienestar. Además, para dar una visión más detallada de lo que sucede en ambos lados del continente, los autores agrupan los países europeos en tres regiones.
Esta es la comparación de ingresos per cápita, en el año 2017, en tres grupos de renta: salarios en la mitad inferior de la distribución, salarios entre el 50% y 90% de la distribución, y salarios en la decila superior, el 10% con mayores ingresos1:
La parte interesante de la gráfica es en el lado derecho. Los americanos de renta baja ganan, de media, menos dinero que sus equivalentes alemanes, franceses o incluso españoles (el salario en la mitad inferior de la distribución en España es de €13.200 anuales). Comparados con los países nórdicos, son mucho más pobres.
Las cosas cambian bastante cuando nos movemos hacia la mitad de la tabla, a las clases medias y medias-altas. Un americano de clase media gana más dinero que su equivalente en cualquier lugar de Europa, y mucho más que un español (que anda por €33.200). Una vez llegamos a la decila superior, no obstante, es cuando los ingresos se disparan. Los americanos de clase alta ganan casi el doble que sus colegas nórdicos, y dos veces y media lo que ganan sus colegas españoles (€104.000).
Es decir: ser pobre en Estados Unidos es horrible. Ser de clase media equivale a tener un estándar de vida excelente. Ser de clase alta quiere decir vivir como un auténtico noble feudal.
Podemos mirar los número con algo más de detalle para ver qué están haciendo las élites de Estados Unidos. Veamos cómo vive el 1%, comparado con sus colegas europeos:
La comparación es casi hilarante. Para estar en el 1% de habitantes con mayor renta en Estados Unidos, uno necesita ganar más de un millón de euros al año. Los unoporcentistas europeos son meras tachuelas; en España te basta cobrar 376.000 al año para entrar en el club. Cuando te vas a la derecha de la gráfica, a la gente que tiene dinero de verdad, el potentado americano medio gana nueve veces más que sus patéticos colegas europeos.
Es decir: Estados Unidos es muy rico, y es increíblemente desigual.
Redistribución
Lo interesante, sin embargo, es que toda esta desigualdad es antes de impuestos y transferencias. Si comparamos qué sucede en estos países calculando las transferencias entre niveles de renta como porcentaje de ingresos totales, nos queda este resultado:
Estados Unidos cobra muchos más impuestos a su 10% más rico que los europeos, y transfieren mucho más dinero a sus pobres. El problema es que la distribución de la renta antes de impuestos y transferencias es tan desigual que toda este dinero no reduce las diferencias entre ricos y pobres demasiado.
Un problema reciente
Es importante recalcar, que este colosal, absurdo nivel de desigualdad en Estados Unidos es relativamente reciente. Este gráfico muestras el porcentaje del total de ingresos nacionales del 1% que más gana y el 50% que menos en Estados Unidos y Europa desde 1980:
Allá por 1980, en los albores de la era Reagan, el 1% más rico en Estados Unidos era algo más rico que sus colegas europeos (10,7% comparado con 8,5%). A partir de entonces, los potentados de la industria se ponen las botas, y allá por el 2017 están absorbiendo casi un 21% del dinero generado por la economía. Los ricos europeos algo han ganado, pero no llegan ni al 12%.
Uno puede hablar de desindustrialización, nueva economía, innovación y todo lo que quieras, pero hay mucho, mucho, mucho de decisiones políticas detrás de este enorme cambio en un lado del Atlántico, y modesta caída al otro.
Pre-distribución
Los estados de bienestar son importantes, y sin duda queremos que los gobiernos hagan lo posible para ayudar a quienes menos tienen. Pero eso no basta. También es necesario que los trabajadores, cuando lleguen al mercado laboral, estén en una posición de fuerza para poder exigir buenos sueldos y tener empleo de calidad. Cosas como salarios mínimos, regulación sobre horarios de trabajo, vacaciones pagadas, bajas por enfermedad, maternidad o paternidad, licencias profesionales, propinas, inspección laboral, concentración empresarial, o el mismo sistema educativo tienen un papel crítico en definir el mercado laboral.
Es lo que Jacob Hacker llama predistribución, algo que Europa hace extensivamente, y Estados Unidos ha destruido casi por completo. Este es el motivo por el que España, a pesar de tener un estado de bienestar singularmente torpe, sigue siendo mucho más igualitario que Estados Unidos. Pero de eso hablamos aquí con algo más de detalle.
Estados Unidos lleva desmantelando sin parar gran parte de estas instituciones desde principios de la década de los ochenta.
¿Cambio de tendencia?
Los datos de arriba llegan hasta el 2017. Hay motivos para creer que están anticuados. David Autor, Arindrajit Dube y Annie McGrew acaban de publicar un estudio donde analizan el mercado laboral en años recientes, tras la epidemia de COVID.
Estados Unidos respondió a la crisis con planes de estímulo colosales que regaron de dinero a las familias con rentas bajas. El empleo, a partir del 2020, se recuperó muy deprisa, pero muchos trabajadores volvieron al mercado laboral con muchos ahorros y la experiencia de haber recibido ayudas enormes durante el cierre, así que querían y podían exigir mejores salarios. La administración Biden, además, empujó la demanda con otro estímulo fiscal, colocando a los trabajadores en una posición negociadora favorable por primera vez en décadas.
El resultado ha sido este:
Los salarios de los trabajadores que menos ganan han aumentado considerablemente. Los del percentil mediano ha subido ligeramente. Los del 10% que más ganan han disminuido. El patrón se repite por nivel educativo (los trabajadores sin educación superior han tenido una buena subida de sueldo) y edad (mayores salarios a los más jóvenes).
Biden no ha aprobado grandes reformas en el mercado laboral estos años. Lo que ha hecho, no obstante, es una política fiscal que anteponía el pleno empleo a controlar la inflación. La Casa Blanca creía (con razón) que el coste social de reducir la escalada de precios era mucho mayor que el de dar poder de mercado a los trabajadores asegurándose que la recuperación económica era rápida. Creo que acertaron.
Es muy pronto, claro está, para decir si esta reducción de la desigualdad es sostenible o no. Durante el mandato de Trump había algunas señales de que los ingresos de las rentas más bajas estaban creciendo más rápido que el resto. Aún así, es una muy buena noticia en un tema donde los trabajadores americanos llevan cuatro décadas largas siendo molidos a palos.
Bolas extra:
El departamento de justicia le ha enviado una carta a Donald Trump avisándole formalmente que será pronto acusado formalmente por los hechos del seis de enero y su intento de golpe de estado.
Los artículos del código penal citados son obstrucción de un procedimiento legal del congreso, conspirar para defraudar a Estados Unidos, y “conspiración contra el ejercicio de derechos”. Este último es un delito tipificado en los años inmediatamente posteriores a la guerra civil para permitir que las autoridades federales pudieran perseguir a las milicias radicales racistas del sur (léase, el Ku Klux Klan) cuando intentaban impedir que los esclavos liberados ejercieran su derecho a voto. Las penas para este crimen van desde multa y hasta diez años de cárcel, sin agravantes, hasta cadena perpetua o pena de muerte (!!!) si en la comisión del delito se cometieron actos de violencia, intentos de homicidio, o secuestro. No, no creo que el fiscal especial esté pensando en cargos de ese nivel, pero el embolado en que se va a meter Trump es colosal.
Ha muerto Kevin Mitnick, uno de los hackers más legendarios de la historia.
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Los gráficos son sacados de una presentación que hice en el trabajo a activistas y legisladores hace un par de años. El apéndice del estudio tiene todas las cifras para todos los países. Recomiendo encarecidamente que le echéis un vistazo.