La comedia supina del partido republicano
Seguimos sin tener un Speaker, y nadie sabe cuándo habrá uno
Hay pocas cosas más divertidas, al escribir sobre política, que hablar de las desventuras y peleas internas de un partido político, especialmente uno que te cae mal. Es todo narración, sin tener que releer informes, leyes y datos. Tienes personajes, reglas claras y gente dándose collejas y guantazos con el fervor de los escogidos para la gloria.
Llevamos casi dos semanas de la última gran algarada del partido republicano desde la estúpida, ridícula defenestración de Kevin McCarthy del cargo de Speaker de la cámara de la representates y tengo que confesar que esta es una historia de la que no me voy a cansar nunca, incluso con todas sus potenciales consecuencias. Especiamente cuando las disputas son cada vez más enloquecidas y el partido entero está viajando lentamente del sainete al esperpento, y de ahí al teatro del absurdo.
La tribulaciones de Jim Jordan
Dejamos la historia con las desventuras de Jim Jordan, el infame representante de Ohio conocido tanto por ser un golpista autoritario como por ocultar los delitos sexuales de un compañero de trabajo. Tras ser uno de los instigadores de la caída de McCarthy, el bueno de Jordan reaccionó a su derrota en la votación del partido para escoger un nuevo candidato a Speaker torpedeando a quien le había derrotado, Steve Scalise. Tras ello, consiguió que su partido le nominara para el puesto.
Jordan tenía el cargo a tiro. Cuando llegó la hora de votar en el pleno, sin embargo, veinte representantes republicanos se negaron a votarle, hundiendo su candidatura. Inasequible al desaliento, se volvió a presentar al día siguiente. Veintidos republicanos le rechazaron. No que le importara. Con la misma capacidad para aceptar derrotas que le llevó a ser un participante entusiasta del golpe de estado de Trump, lo intentó una tercera vez, y esta vez tuvo veinticinco votos en contra.
Fue entonces cuando Jordan empezó a entender el mensaje. Reunió al grupo republicano a puerta cerrada, y les soltó una arenga sobre lealtad, sentido de estado, responsablidad y valentía. Les prometió escucharles. Les imploró su apoyo. El partido entonces votó en secreto sobre si querían que siguiera siendo el candidato a Speaker, buscando dar un paso adelante.
Jordan sacó 86 votos a favor, y 112 en contra, con cinco abstenciones.
Esta vez sí que entendió el mensaje. Jordan renunció a ser candidato a Speaker. La cámara de representantes no es que no tenga líder, es que ni siquiera tiene, ahora mismo, un candidato a liderarla.
Los republicanos decidieron abortar la sesión. El lunes votarán internamente un nuevo candidato, y el martes irá al pleno.
Notas de una batalla
Lo más preocupante para el partido republicano tras estas dos semanas de porrazos y collejas constantes es que nadie parece ser capaz de construir una mayoría dentro del grupo parlamentario. Kevin McCarthy cayó a manos de un grupito de siete legisladores ultras del Freedom Caucus (y Nancy Mace, que pasaba por allí buscando chupar cámara). Steve Scalise fue bloqueado por un grupo de republicanos conservadores que preferían a Jordan (y Nancy Mace, que pasaba por allí buscando chupar cámara). Jordan ha sido derrotado por un grupo de republicanos moderados hartos de que el ala derecha del partido lo bloqueen todo, muy enfadados de que no aceptaran que Scalise había ganado1.
El partido tiene una mayoría minúscula en la cámara de representantes, así que cualquier facción que pueda contar con cinco votos puede torpedear cualquier candidatura. Tras años de llevarse sopapos constantes de los ultras, los moderados del GOP han descubierto al fin que ellos también pueden jugar a ese juego. Esto podría crear un equilibrio de destrucción mutua asegurada, donde todos los participantes saben que si se empiezan a atizar acaban todos perdiendo. Tras años de tensiones y rencores internos, los republicanos han terminado con un alegre intercambio termonuclear.
Empeorando aún más las cosas, está la sombra de Donald Trump. El centro de este conflicto consiste, esencialmente, en un rechazo en aceptar los resultados de una votación.
El Freedom Caucus son una pequeña minoría dentro del congreso, pero se negaron a aceptar que los líderes de su partido pactaran con los demócratas para sacar presupuestos adelante. No les importaba lo más mínimo que el GOP no controla ni el senado ni la Casa Blanca, y que no tienen más remedio que pactar. Así que se cargaron al Speaker, forzando un conflicto en el partido. Scalise ganó la votación del grupo parlamentario, pero el Freedom Caucus se negó a apoyarle, saboteando otra votación más. Cuando Jordan, un montañés de pura cepa, llegó al pleno, no es de extrañar que los moderados estuvieran hartos de comerse puñaladas por la espalda, y les devolvieran el favor.
El GOP tiene como principal líder y probable candidato a la presidencia un señor que, hace apenas dos años, se negó a aceptar que había perdido unas elecciones. Tras un par de meses de dudas, los republicanos, casi en bloque, decidieron que eso de dar un golpe de estado no era motivo suficiente para repudiarle. No sé de qué se sorprenden cuando el partido se mete en una pelea interna y todo el mundo se dedica a subvertir al ganador por todos los medios posibles.
En privado, por supuesto, medio partido siempre dice que no soportan a Trump, que ven con claridad que es un cretino peligroso. No hay metáfora que defina mejor la cobardía del GOP que Jordan sacando 195 votos republicanos en su tercera y última votación para Speaker, y perdiendo después 86-112 cuando la votación es secreta. Es un partido de cobardes, hipócritas, engañabobos y sofistas que viven eternamente aterrorizados de que alguien les critique desde Fox News o Trump les ponga un mote desdeñoso.
¿Y ahora qué?
Ahora mismo, no parece que nadie dentro del grupo republicano en el congreso pueda conseguir los votos necesarios para ser Speaker sólo con votos de su partido. Están tan divididos que ayer por la mañana, cuando surgió la propuesta de dar poderes temporales a patrick McHenry, el Speaker interino que sólo puede presidir la elección de un nuevo líder de la cámara, acabaron a gritos entre ellos, con todas las facciones recriminándose mutuamente intentar dar un golpe.
Durante todo el fin de semana veremos cómo un puñado de legisladores deciden presentar su candidatura a Speaker. El grupo parlamentario votará nominar a alguien el lunes. De momento se han postulado Kevin Hern (OK), Jack Bergman (MI), Austin Scott (GA), Byron Donalds (FL), Mike Johnson (LA) y Tom Emmer (MN2).
Lo difícil será encontrar a alguien capaz de mantener la disciplina interna en el pleno. Los moderados querrán a alguien que esté dispuesto pactar con los demócratas cosas básicas como mantener el gobierno federal abierto. Algunos de ellos están añadiendo la exigencia de que el Speaker diga públicamente que Biden ganó las presidenciales del 2020, contradiciendo a Trump abiertamente3. Los conservadores ven estas dos posturas como alta traición.
La buena noticia es que ninguno de los candidatos es especialmente conocido o está muy identificado con una facción4. Es posible que, tras un fin de semana de descanso y calma, los republicanos decidan que es hora de hacer las paces, escoger a algún tipo medio anónimo de ideología indeterminada, y declarar un alto el fuego. Quizás lleve unas cuantas votaciones y dolor de muelas, pero es posible ver una salida en esa dirección.
La mala noticia, claro está, es que en el Freedom Caucus hay gente que ha desarrollado una adicción malsana a las armas nucleares, y que es muy posible que todo lo que no sea un fascista irrendento aprobado por Trump (o el mismo Trump) será bombardeado de inmediato. Eso los moderados lo saben, y en vista del tratamiento que le han dado a Jordan, es muy probable que respondan igual con cualquier sucesión de su bando.
¿Bipartidismo?
La salida fácil, razonable y sensata sería, obviamente, que los moderados republicanos pactaran con los demócratas un puñado de concesiones políticas a cambio de que les ayuden a nominar a alguien que no esté chiflado como Speaker.
Esto exige, por desgracia, no uno, sino dos milagros políticos consecutivos. Como vimos hace unos días, las distancia entre el republicano más progresista y el demócrata más conservador es, ahora mismo, absolutamente colosal, así que esta clase de acuerdos requerirían un pacto muy complicado entre los dos partidos.
Segundo, y no menos importante, cualquier republicano que apoye un acuerdo de estas características será objeto de las iras de sus bases. Durante toda esta semana, muchos legisladores moderados se han quejado de estar recibiendo amenazas de muerte por votar en contra de Jordan.
Esto ha incluido algunos mensajitos y reuniones que parecen sacados de un manual de negociación de Herri Batasuna de 1982:
Una cosa es torpedear un republicano para buscar a otro mejor. Otra muy distinta y que requiere un nivel de temeridad/valentía/locura mucho mayor es pactar con los demócratas para escoger un cagamamandurrias vendido al socialismo como Speaker.
Como todo en este GOP lleno de cobardes, el problema no es que un grupo significativo de legisladores crean que un pacto con los demócratas sea una mala idea. El problema es que nadie se atreve a decirlo en voz alta, por mucho que a buen seguro habría más de cien legisladores a favor de buscar un acuerdo. Y no se atreven, claro, porque están recibiendo amenazas de muerte, algo que se ha convertido en una táctica rutinaria del GOP post-Trump.
Hasta entonces, no les había molestado.
Escenarios
Ahora mismo, creo que la salida más probable es que el partido acabe por internalizar la lógica de la destrucción mutua asegurada y los dos bloques opten por el desarme, escogiendo un don nadie como Speaker. El GOP adoptará un programa de mínimos, sólo legislando sobre temas en los que haya un consenso absoluto dentro del partido o que no sean polémicos entre las bases. No sé cuánto tiempo les llevará llegar a esta conclusión y, dado que ambos bandos tienen muchos incentivos para romper el acuerdo, es posible que sea un pacto inestable.
La solución bipartidista, con un gobierno informal de coalición en la cámara, es posible, pero improbable. Sólo la veremos si las tensiones del GOP se hacen insostenibles. No me extrañaría que los moderados del partido usen la posibilidad de esta salida negociada, no obstante, como carta de negociación contra los freedomitas.
Sobre el daño político que este sainete acabará por infligir al GOP, sospecho que será escaso. Aunque el ridículo es extraordinario y la imagen de un partido dividido e incapaz de hacer lo más básico es obvia, los republicanos han tenido la suerte de que Hamas decidió ir a la guerra justo al mismo tiempo que ellos. La cobertura de los medios generalistas está muy centrada en Israel, y Fox News está felizmente dedicada a hablar de malvados demócratas pro-terroristas y antisemitas en vez de los hachazos y mandobles dentro del GOP.
Es francamente maravilloso que un partido que tiene a su candidato a la presidencia sepultado por demandas judiciales, su grupo parlamentario en guerra civil abierta y que no es capaz de ponerse de acuerdo en si dan por bueno un intento de golpe de estado no ocupe los titulares de todos los medios, pero en ese mundo vivimos.
A Nancy Mace finalmente le han dejado de hacer caso.
Para los despistados: los estados se abrevian siempre con dos letras. OK es Oklahoma, MI es Michigan, GA es Georgia, FL es Florida, LA es Luisiana y MN Minesota.
Hay muchos legisladores republicanos que insisten en que Biden no ganó las elecciones.
La única excepción es Emmer, que es el número tres del partido.