Uno de los argumentos recurrentes de la NRA y sus mariachis cuando defienden legalizar la posesión de armas de fuego es que “Good guys with guns stop bad guys with guns” (hombres buenos con armas detienen a hombres malos con armas). Este es uno de los motivos por los que en Texas no sólo es perfectamente posible comprar una arma sin necesidad de licencia alguna, sino que es perfectamente legal llevarla en cualquier lugar, plenamente visible, sin tener que perdirle permiso a nadie. Por descontado, no hay límite alguno a la clase de rifles, pistolas, escopetas o trabucos que uno puede tener en casa, en el bar, o en un centro comercial.
Ayer por la tarde, un hombre entró en un centro comercial en Allen, Texas, pertrechado con un un rifle de asalto (otro AR-15) y un chaleco antibalas. Lo que sucedió a continuación no sorprenderá a nadie: nueve muertos, múltiples heridos, terror, pánico, etcétera, etcétera. El asesino fue abatido por un policía que estaba en el lugar atendiendo otra llamada. De no ser por este golpe de suerte, podría haber sido mucho peor.
Tras el tiroteo, tuvimos la misma reacción de siempre por parte de los políticos republicanos que controlan el estado. Es cuestión de “salud mental”, “thoughts and prayers”, y utilizar el mismo lenguaje para describir el suceso del que utilizarías para hablar de un desastre natural. Al menos este tiroteo generó una reacción política en alguna parte; ayer hubo otros dos tiroteos masivos. Estados Unidos lleva 199 en lo que va de año.
Una matanza cualquiera
Esto es, literalmente, lo normal en Estados Unidos en año 2023. Llevamos 6.288 homicidios con arma de fuego. Si en España, de enero a mayo, hubieran 898 asesinatos a balazos (Estados Unidos tiene siete veces la población de España) el país entero estaría colectivamente perdiendo la cabeza. Como comparación, España tuvo 325 homicidios en todo el 2022; en menos de una quinta parte se utilizaron armas de fuego. En Estados Unidos hubo 26.031 (la cifra equivalente en España serían 3.718), con 20.958 (equivale a 2.994) a balazos. Lo que es aún más extraordinario, los suicidios por arma de fuego representan una cifra aún mayor (26.328)1.
No tengo la más remota idea de por qué repito estas estadísticas, porque a medio país no parecen importarle lo más mínimo. En la enésima versión de “todos los mapas de Estados Unidos son realmente el mismo mapa” los mismos estados que están dominados por conservadores y tienen indicadores espantosos en cualquier estadística posible tienen el mismo resultado en muerte por armas de fuego:
Por supuesto, esto no significa que los estados del norte sean normales. Connecticut (3,6 millones de habitantes), uno de los estados más seguros del país, tuvo 160 homicidios el 2021 (el equivalente a 2032 en España). Incluso Massachusetts, el estado grande con una tasa de homicidios más razonable, básicamente triplica la de España2.
Básicamente, Estados Unidos es un lugar donde la noticia en la que un señor con una ametralladora entra en un edificio y mata a una decena de personas es rutina. Y es aún más desesperante cuando tienes voces literalmente diciéndote que la solución es que cuando vayas a comprar, la actitud correcta es ir por el mundo con un plan mental para matar a todo aquel que te encuentres, por si acaso:
Un bloqueo político eterno
En años recientes, los estados del norte han aprobado leyes con más o menos fortuna para intentar mitigar el problema (prohibiendo, por ejemplo, la venta de fusiles de asalto). Los datos señalan que estas leyes funcionan.
Todo parece indicar, además, que la oposición a estas leyes no reside en una mayoría social en unos pocos estados rurales sobrerrepresentados en el senado y los tribunales, sino en una minoría reaccionaria en esos lugares. Incluso en Texas, sólo un 37% de familias tienen armas de fuego en casa. Los hogares con armas son mayoría sólo en un puñado de estados rurales. Lo que vemos es que hay un grupo de gente que tiene muchas armas, está muy preocupado sobre “sus” derechos, y votan en masa en las primarias republicanas. Tenemos familias sin armas o familias con decenas de armas en casa, sin apenas término medio. Y estas llevan la agenda sobre la materia del GOP.
Aunque estos votantes cambiaran de opinión (e incluso en Texas, los sondeos muestran que el apoyo a las armas de fuego está disminuyendo), el problema seguirá siendo la segunda enmienda y su interpretación en el supremo. Merced de una interpretación demente de un artículo de la constitución que hasta 1975 nadie le había prestado la más mínima atención, es básicamente imposible prohibir la posesión de armas de fuego, y casi cualquier ley que limite su posesión tiene que cumplir con estándares constitucionales verdaderamente obtusos3.
Así que aunque tengamos una mayoría social a favor de más regulación (que la tenemos, y es abrumadora a nivel nacional) o incluso una supermayoría política salvando el enorme escollo del senado (que es, ahora mismo, una fantasía), hay seis jueces con nombramientos vitalicios que torpedearán cualquier ley sobre el tema, a mayor gloria del movimiento conservador americano.
Un futuro deprimente
Así que, francamente, no tengo ni la más remota idea sobre cuándo acabará esto. En un mundo normal, estas tragedias constantes serían políticamente insostenibles; en Estados Unidos, donde hemos tenido varias matanzas en escuelas de primaria4, en última instancia quien decidirá son seis ultras con cargos de por vida, algunos de ellos alegremente corruptos, y totalmente aislados de la opinión pública. Si hay algo que he aprendido en política americana es que el sistema político puede ignorar la opinión pública durante décadas alegremente, gracias a la sobreabundancia de actores con capacidad de veto y la profunda disfuncionalidad de los dos partidos.
La única esperanza, puestos a ser mórbidos, es este gráfico:
Hay multitud de explicaciones sobre por qué Estados Unidos tiene menos asesinos en serie hoy que en cualquier década desde los años sesenta. Quizás el FBI es mejor capturándolos. Quizás la educación ha mejorado. Quizás lo setenta fueron loquísimos, y la cocaína es una droga así de estupenda. Quizás es la gasolina sin plomo. O quizás era una moda inexplicable que ha desaparecido por sí sola. A saber. Quizás las matanzas indiscriminadas se vayan, así sin que nadie haga algo.
No es exactamente la mejor forma de hacer políticas públicas, pero es casi lo único que nos queda.
Uno de los motivos principales de que la tasa de suicidios en Estados Unidos sea tan alta es que es muy fácil comprar una arma de fuego y pegarse un tiro.
New Hampshire, Vermont y Maine tienen poquísimos homicidios, gracias a la combinación de ser ricos, no tener ciudades grandes, y que vive muy poca gente. En Wyoming vive menos gente que en Zaragoza.
Tiene que ser comparable a regulación existente cuando se redactó la constitución. No, no es broma.
Tras la matanza de Uvalde, Texas de hecho relajó aún más la regulación sobre armas de fuego.
Un apunte: "serial killer" no es lo mismo que "mass killer": el primero mata en un período extendido de tiempo, el segundo mata en un período muy corto de tiempo. Sería interesante confrontar ambos conceptos: un serial es más fácil de parar que un mass, un mass tiene una tipología psicológica diferente a un serial y un serial no necesita acceso a armas potentes, pero definitivamente un mass necesita algo que mate mucho en poco tiempo.
Tener que hablar de estas cosas es puto terrible.