No sé si recordaréis, hace unos meses, esas divertidas, alegres e hilarantes semanas de disputas internas dentro del partido republicano al intentar escoger un líder para la cámara de representantes. Fueron esos días en que una minoría de tamaño indeterminado del sector más montañés del GOP exigieron toda clase de condiciones extravagantes antes de permitir que Kevin McCarthy alcanzara los votos suficientes para ser Speaker.
Fue, sin duda, una historieta divertida, tanto por ver al partido republicano empotrándose repetidamente contra un muro de hormigón como por las grandes tardes de porrazos, colisiones, y accidentes continuos que el motín prometía. La disputa sobre el techo de la deuda en mayo nos dio las primeras señales de lo que estaba por venir, pero el fantasma de una suspensión de pagos era tan aterrador que los demócratas, con buen criterio, acabaron por rescatar a McCarthy y al GOP de sí mismos.
Han pasado varios meses desde ese último intento de dinamitar la cámara de representantes por parte del sector más exaltado, y me temo que la pobre disciplina interna del partido republicano no ha hecho más que empeorar.
Para empezar, como escribía el otro día, los radicales forzaron a Kevin McCarthy (alguien que sería una figura trágica si no fuera tan burro) a lanzar un “conato de impeachment” contra el presidente. Esta maniobra sirvió para generar un puñado de titulares de prensa, pero sobre todo, le quitó todas las ganas a los demócratas de echarle un cable al GOP. Lo que no consiguió fue distraer a los radicales en absoluto. Primero, porque ellos no pedían “empezar una investigación”, sino querían un impeachment de verdad, por mucho que ni ellos ni McCarthy tuvieran ni de lejos los votos suficientes para echarlo adelante. Segundo, porque eso era sólo una pequeña fracción de sus demandas; el Freedom Caucus, los inefables guerreros por la justicia/ nihilismo primigenio del espacio exterior1 tiene una larguísima lista de exigencias para el Speaker, y un plan muy detallado que quieren que este siga para llevarlas a cabo.
El plan, por supuesto, es una soberana estupidez, pero que algo sea una locura manifiesta y enajenada nunca ha detenido a los freedomitas en sus hazañas en el congreso.
Financiando el gobierno federal
Como he explicado alguna vez, el sistema presupuestario del congreso de los Estados Unidos es increíblemente complicado y (para variar) muy, muy, muy disfuncional. El congreso raramente consigue sacar adelante una resolución presupuestaria, y las pocas veces que lo hace, casi nunca sacan las cuentas de cada departamento usando las leyes de apropiaciones separadas que marca el reglamento. Lo más habitual es sacar el gasto en defensa por separado, y después meter con calzador un montón de departamentos en una ley ómnibus de duración más o menos aleatoria, según el equilibrio político en el congreso esa semana.
A diferencia de lo que sucede en países más o menos civilizados, estas leyes no son prorrogables, es decir, no siguen en vigor, sin cambios en los niveles de gasto, si el congreso no aprueba nada. Si el legislativo americano no consigue votar estos presupuestos a tiempo, el gobierno federal no está autorizado a gastar más dinero, y por lo tanto tiene que cerrar.
Literalmente cerrar. Los funcionarios tienen que apagar el ordenador, cerrar la puerta, e irse a casa. Nadie cobra, nadie puede hacer nada, y nadie trabaja.
Vale, hay algunas excepciones. Los empleados en puestos vitales para la seguridad nacional (vigilar que nadie robe armas nucleares, espiar a los rusos, etcétera) siguen trabajando. Aquellos que dan servicios esenciales (aduanas, controladores aéreos…) también tienen que seguir al pie del cañón. Lo hacen por obligación legal, porque no van a cobrar nada hasta que el congreso decida pagarles.
El gobierno federal dejará de poder gastar dinero el 30 de septiembre, y los genios del Freedom Caucus han visto la oportunidad de crear una maléfica jugada maestra2 para finalmente obligar a Kevin McCarthy a ejecutar una serie de estrategias infalibles para desenmascarar a los traidores en la Casa Blanca, defender a Donald Trump, salvar a América del comunismo y traer la paz en el mundo, todo de una tacada. El plan consiste en darle una lista de exigencias a Kevin McCarthy de cosas que tienen que estar incluidas en los presupuestos o, de lo contrario, votarán en contra.
McCarthy puede permitirse perder cuatro legisladores para sacar una ley adelante. El Freedom Caucus tiene un número más o menos desconocido de miembros3 que oscila entre cinco y veinte. Es decir, de sobras para torpedear cualquier ley que les pongan delante.
Exigencias y mayorías del senado
Hora de detallar, entonces, la lista de demandas de los radicales del GOP para votar a favor de unos presupuestos.
Revisar el acuerdo sobre el techo de la deuda (aprobado por una mayoría abrumadora del congreso y apoyo de ambos partidos) con niveles mucho menores de gasto (sobre un 8%).
Incluir legislación para construir un muro en la frontera con México y restringir o eliminar el derecho a pedir asilo.
Eliminar el presupuesto del Departamento de Justicia dedicado a las investigaciones del ex-presidente, amante de robar documentos secretos y golpista ocasional Donald J. Trump.
Cortar por completo cualquier ayuda militar o financiera a Ucrania4.
Estas cuatro exigencias tienen varios problemas fundamentales. A saber:
Ni los demócratas ni Joe Biden tienen la más mínima intención de revisar un acuerdo presupuestario firmado hace cuatro meses. Los demócratas tienen mayoría en el senado, y nunca aceptarán este cambio.
Eliminar el derecho de asilo probablemente vulnera una pequeña montaña de tratados internacionales, y el muro es una idea estúpida.
Ni de coña los demócratas aceptarán que alguien acusado de dar un golpe de estado se vaya de rositas por un acuerdo presupuestario. Los demócratas tienen mayoría en el senado.
La guerra de Ucrania es un error de redondeo en el presupuesto del Pentágono (sobre el 5% del gasto de defensa) y básicamente todo el congreso, con la única excepción de los 5-20 colgados del Freedom Caucus, creen lo contrario.
Estos pequeños detalles sin importancia que hacen que el malvado plan del Freedom Caucus sea imposible de ejecutar no han resultado obstáculo para que sus miembros decidieran torpedear la ley de gasto para defensa el martes, metiéndole el dedo en el ojo al Speaker.
Dado que el gobierno federal echará el cierre en apenas diez días, McCarthy se pasó el día de ayer a la desesperada intentando convencer a sus compañeros de partido de al menos aprobar una ley de gasto de un mes para seguir negociando. Su punto de partida es coger un recorte de gasto muy superior al pactado en mayo, muro fronterizo y la promesa de crear una comisión para reducir la deuda, sacarlo adelante deprisa y corriendo y enviarlo al senado. La cámara alta, por supuesto, lo rechazará de plano y les enviará una versión revisada con más gasto, sin comisión ni muro.
Entonces… bueno, ya decidirán. Al menos habrán hecho algo, y McCarthy podrá decir que la cámara de representantes ha aprobado un plan de gasto.
Como era de esperar, los freedomitas quizás sean unos ultras, pero no son del todo estúpidos; saben que McCarthy intentará hacerles tragar la ley salida del senado, diciendo que es “lo mejor que pueden hacer”. Matt Gaetz, el más tarado del grupo, dice que tiene siete votos para bloquear cualquier ley a corto plazo. Lo que quieren es cerrar el gobierno y punto, y negociar desde una posición de fuerza.
Fisuras
Cerrar el gobierno federal es, por descontado, algo increíblemente popular. Los republicanos, en los últimos treinta años, han intentado esta maniobra varias veces (1996, 2013, 2018) y siempre les ha salido espectacularmente mal, con la opinión pública echándoles la culpa de forma abrumadora. Para la gente que vive dentro de la burbuja de Fox News (y Matt Gaetz básicamente es la personificación de esa burbuja hecha persona), sin embargo, el cierre les permitirá hablar sobre la deuda, y el despilfarro, y la corrupción, y las voces dentro de sus cabezas que hablan en reptiliano, y esta vez sí que conseguirán presionar suficiente a los demócratas como para romper el bloqueo y que cedan.
Esta vez ganarán seguro.
Los demócratas, en público, dicen que están muy preocupados sobre el daño que puede hacer este cierre del gobierno y su efecto en la credibilidad de los Estados Unidos, etcétera, etcétera. En privado, están absolutamente encantados que el GOP haya decidido, otra vez, meterse en una posición donde 5-20 chiflados han tomado las riendas y forzado a utilizar la estrategia más estúpida posible.
Entre los grandes defensores de esta jugada maestra, por cierto, está Donald Trump, que fue presidente durante el cierre más largo de la historia (35 días), en una batalla inexplicable para financiar el dichoso muro fronterizo. Los sondeos culparon abrumadoramente al GOP de ese sainete, Trump tuvo que abandonar todas sus demandas, y el muro no fue construido. El expresidente tiene un innegable olfato político para apelar a la opinión pública, pero sigue sin entender cómo funciona el congreso.
Lo que vendrá después
Ahora mismo, entonces, creo que lo más probable es que el gobierno federal cierre a final de mes. Kevin McCarthy no tiene votos suficientes para sacar adelante algo que pueda sobrevivir en el senado; es más, es posible que no pueda sacar nada que haga feliz al Freedom Caucus sin sufrir una rebelión del ala moderada del partido.
Con el gobierno cerrado, lo más probable es que se repita la misma historia que en cierres anteriores: los republicanos creen que tienen una mano ganadora durante los dos o tres primeros días, hasta que empiezan a salir sondeos echándoles la culpa del cierre. Este año serán casi seguro peores, ya que hay múltiples legisladores republicanos (y el mismo Trump) diciendo que quieren que el gobierno cierre, y varios republicanos moderados diciendo abiertamente que están locos y que esto es una estupidez. Al cabo de una semana, el sector más o menos cuerdo del GOP tendrá un ataque de pánico y exigirá a McCarthy que hable con Biden, con los demócratas o quien sea, pero que llegue a un acuerdo de una vez. Los demócratas le dirán que encantados, pero a cambio quieren respetar escrupulosamente el acuerdo anterior y alguna medida extra para torturarle. Tras varios días de crujir de dientes, McCarthy se rendirá y el congreso sacará un presupuesto con un apoyo abrumador y más votos demócratas que republicanos.
El Freedom Caucus, casi seguro, procederá a pedir la cabeza del Speaker y le echaran a patadas, repitiendo otra vez más el triste destino de sus dos antecesores en el cargo, purgados por cometer el crimen de intentar gobernar.
Lo divertido es que esto es lo que prácticamente todo el mundo espera que suceda; no estoy haciendo una predicción extraña o arriesgada. Hemos tenido tres cierres largos; los tres acabaron más o menos igual. Los republicanos se pasan la vida atacando la burocracia y los funcionarios; es obvio que el electorado va a culparles a ellos. Uno se esperaría que alguien en el Freedom Caucus, analizaría posibles escenarios y se daría cuenta que están poniendo al partido en un callejón sin salida. El problema es que su prioridad principal es purificar el partido, no ganar elecciones, así que esto de estrellarlo e inmolar a McCarthy casi les parece bien.
Bolas extra:
Trump tuvo la osadía de decir que el GOP se había puesto demasiado estricto con sus leyes antiabortistas. Por primera vez en estas primarias, los republicanos le están criticando. En este punto, por cierto, Trump tiene razón.
El senado confirmará los nombramientos de los jefes del estado mayor en tres votaciones separadas. Tuberville sigue bloqueando el resto. La primera votación (General Charles Brown) fue 83-11.
¿Os acordáis de esas elecciones que nos robaron en Bridgeport hace cuatro años? Las primarias municipales de la semana pasada (donde, por suerte, no estábamos apoyando a nadie) tienen otro fabuloso escándalo de fraude electoral. Si hay interés, escribo algo explicando la historia, que tiene lo suyo.
Ambas cosas se confunden fácilmente al hablar del GOP.
El sector montañés del GOP a menudo suena como los independentistas catalanes más iluminados.
Parte del plan maléfico es ser un caos absoluto internamente. Nadie sabe cuántos miembros tienen - y esta ambigüedad, aunque parezca mentira, les será bastante útil.
Esto es para conseguir la paz en el mundo.
Claro que quiero saber qué han liado ahora en las elecciones locales!
Pd: el GOP me recuerda a VOX (por lo que sea), haciendo lo máximo para contentar al 1% de los votantes... y aun así les vota mucha más gente
John Gomez tiene alguna oportunidad de conseguir una repeticion de las elecciones en Bridgeport? Se ve que es una situación rocambolesca....