¿Optimismo o pesimismo?

¿Está la democracia en peligro en Estados Unidos? ¿O son todos unos dramas?

Joe Biden dio un discurso ayer en Atlanta defendiendo cambiar las reglas del senado para aprobar una ley que proteja el derecho al voto.

He hablado otras veces de la multitud de marrullerías y chanchullos legales que el partido republicano utiliza, a lo largo y ancho del país, para intentar conseguir “reducir el fraude electoral” (lo que dicen ellos) / conseguir que la gente que no les vota se quede en casa (la realidad); la pelea sobre el derecho al voto, en Estados Unidos, viene de lejos. Como de costumbre, los progresistas quieren sacar adelante una ley que limite estas tácticas, y los de siempre (léase: Manchin y Sinema) no están por la labor de aprobar nada.

La iniciativa de Biden forma parte de un debate muy presente en los medios estos días sobre si la democracia americana está en peligro. El asalto al Capitolio del año pasado, la creciente obsesión del GOP de no admitir los resultados electorales del 2020 como válidos, los intentos del presidente Trump para invalidar las elecciones y la oleada de legislación estatal intentando restringir el derecho a voto son señales claras, dicen muchos, de que podemos asistir a una lenta, inevitable involución autoritaria en el país.

En artículos anteriores he hablado sobre esta posibilidad, y sobre cómo la misma estructura de la constitución, plagada de instituciones contramayoritarias, podría provocar que el gobierno federal esté sistemáticamente controlado por un partido que representa una minoría de la población. Lo que es menos obvio, sin embargo, es si el país y sus instituciones pueden sufrir una deriva hacia una “democradura”, o régimen semi- representativo con un fuerte componente iliberal o autoritario, estilo Hungría, Rusia, o Turquía.

Creo que la respuesta aquí es un poco más complicada, y requiere mucha cautela.