Está bromeando, ¿verdad?
Trump se niega a contestar si abandonará el poder pacíficamente si pierde las elecciones en noviembre.
El miércoles en una rueda de prensa un periodista le preguntó a Trump si se comprometía a que hubiera una transición pacífica de poderes si perdía las elecciones.
Vale la pena ver su respuesta entera:
Trump no sólo se niega a contestar, sino que dice que si “se libran de las papeletas” no habrá problemas, porque no habría transferencia de poderes sino continuidad. Esta es una respuesta ho-rri-pi-lan-te a la pregunta más fácil que puede recibir un político en una democracia. Pero es Trump. Quizás no sabe lo que dice, o bromeaba, o quién saber qué.
Ayer jueves le volvieron a hacer la misma pregunta. Trump contestó con dos mentiras y rechazó de nuevo contestar.
Un poco de política comparada
Cuando en la carrera haces la asignatura de política comparada, uno de los conceptos que se repiten una y otra vez es que una de las características definitorias de la democracia es que cuando un partido de gobierno pierde las elecciones, acepta las reglas del juego y se va a casa. Eso es la democracia, en su idea más simple: un sistema político en que los votantes pueden cambiar a quienes ostentan el poder de forma pacífica y reglada.
La primera señal de un sistema democrático en crisis, la clase de situaciones que ves en América Latina, en África, en la Europa de entreguerras, es cuando antes de unas elecciones los partidos empiezan a cuestionar la legitimidad de los resultados electorales. Esta es la línea roja que nadie nunca quiere escuchar, porque quiere decir que los políticos están empezando a dar pataditas al edificio institucional para comprobar su solidez. Cuando alguien empieza a sospechar que quizás puede valer la pena no aceptar el resultado de las elecciones, es muy, muy, muy, muy mala señal.
Por supuesto, las democracias sólo caen en países relativamente pobres, no en países desarrollados. La cifra más citada es que cuando un país supera los $10.000 por cápita de nivel de renta (en dólares de 1996, o unos $16.500 dólares ajustados por inflación) no hemos visto nunca una involución democrática; el sistema representativo está a salvo.
Estados Unidos será muchas cosas, pero es absurdamente ricos (más de $63.000 por cápita), así que Trump puede decir lo que quiera, que no pasará nada y todo saldrá bien. Los republicanos están chiflados, pero no tanto como para tolerar un autogolpe de estado, por Dios. Hoy en el senado han votado de forma unánime una declaración que habrá traspaso pacífico de poderes.
De dudas y abogados
Pero, pero, pero… Ugh. Que la democracia americana no vaya a convertirse en una república autoritaria estilo ruso o un régimen presidencialista de partido único sin elecciones libres no quiere decir que estas declaraciones de Trump no sean peligrosas y que las elecciones de noviembre puedan convertirse en un lodazal horrendo que suma al sistema político y la sociedad americana en una crisis institucional de consecuencias impredecibles. Trump probablemente no puede robar unas elecciones o perder los comicios y conseguir mantener el poder, pero sus actos antes y después de la votación pueden sembrar el caos.
El artículo que más veces voy a enlazar de aquí noviembre en esta página es este en donde explicaba que Estados Unidos no reconoce el derecho a voto en su constitución, porque es a la vez síntoma y causa de muchas de las potenciales desdichas que nos esperan. Empecemos con un ejemplo.
No sé si recordaréis esa historia sobre Florida y sobre cómo el partido republicano había aprobado legislación para evitar que ciudadanos que hubieran cumplido delitos no pudieran votar a no ser que hubieran cumplido condena y pagado todas las multas, tasas y costas de su juicio. Esta semana Michael Bloomberg, que además de tener dinero y disfrutar perdiendo primarias espectacularmente odia a Trump como nadie, ha anunciado que creará un fondo millonario para pagar las multas de todo aquel expresidiario que quiera votar, con la idea (en absoluto descabellada) que casi todos votarán demócrata. La fiscal general de Florida ha anunciado una investigación de inmediato, acusando a Bloomberg de estar comprando votos ilegalmente. Dejemos de lado que los republicanos insisten que lo de las multas no tiene nada de electoralismos y que ellos sólo quieren que los presos paguen su deuda con la sociedad, etcétera, y que pagar multas a terceros es perfectamente legal. Florida casi seguro llevará a Bloomberg a juicio.
La ley Florida (que es descaradamente antidemocrática) y la solución chusquera de Bloomberg (que es dudosilla, ciertamente) son sólo un ejemplo de los pleitos y litigios que estamos viendo ahora mismo por todo el país. En un estado tras otro, los demócratas están aprobando leyes para intentar aumentar la participación electoral y hacer más sencillo votar por correo. En un estado tras otro, los republicanos están aprobando leyes para hacer más difícil votar y limitar el voto por correo. En todas partes, los partidos están buscando el más mínimo resquicio posible para llevar la ley, reglamento o normativa a los tribunales.
Es un programa de pleno empleo para abogados, sólo que todos están intentando destruir la democracia.
Escenarios de terror (con abogados)
Imaginad ahora que es tres de noviembre, y tras varios giros y revueltas de campaña, Trump está por delante en el voto en las urnas en muchos estados, faltan por contar millones de votos por correo, y el margen de victoria en Florida está por debajo de un punto porcentual. Se estima que un diez por ciento de los votantes de Florida tienen antecedentes penales que les han impedido votar hasta ahora. Imaginad que Florida v. Bloomberg está siendo litigado esa misma semana.
Imaginad que mientras tanto, en Pennsylvania, las autoridades tienen 200.000 votos por correo en una caja completados correctamente, pero que la persona que los envía se olvidó de poner la papeleta dentro del sobre de seguridad. Este es un problema común en el estado, y los dos partidos están litigando ya ahora qué hacer. Trump ganó el estado por 44.000 votos, y se espera que los demócratas ganen el voto por correo 3 a 1 en muchos lugares. Imaginad que el caso está pendiente de sentencia el 3 de noviembre.
Todos y cada uno de los swing states en estas presidenciales, sin excepción, tiene algún caso de este estilo dando tumbos por los tribunales. En algunos, como Florida (obviamente), hay varios. A todos estos pleitos y batallas judiciales pendientes debemos añadir el alegre intento de sabotaje de la administración al servicio postal, y las repetidas quejas de Trump sobre como los demócratas están intentando cometer fraude electoral, el voto por correo es corrupto y su obsesiva insistencia en colocar otro juez de su cuerda en el supremo antes de las elecciones, y es muy difícil no temerse lo peor. Todo el mundo recuerda el lamentable espectáculo de Bush v. Gore y las papeletas mariposa en Florida el año 2000. Nadie quiere repetir algo remotamente parecido con un tarado sin escrúpulos como Trump en la Casa Blanca, y más aún cuando amenaza con no aceptar el resultado de las elecciones y seguir en el poder.
Y más cuando Trump ha dicho en voz alta varias veces que espera que el Supremo le dé la victoria en estas elecciones:
Pero es que hay más. Ahora mismo hay senadores republicanos están intentando aprobar leyes ahora mismo para dificultar el recuento electoral. Rick Scott, un tipo con apariencia de Lex Luthor que representa (como no) Florida, ha propuesto legislación que exigiría completar el recuento en menos de 48 horas, algo que parece razonable hasta que te das cuenta de que en muchos estados siguen aceptando votos por correo hasta varios días después de las elecciones y ves la enorme cantidad de cargos y referéndum que tienen que tabular en muchos lugares.
Porque, repito por enésima vez, cada estado tiene su propia legislación electoral, así que las normas de voto por correo, recuento, y demás varían por completo de un estado a otro. Cosa que me lleva a otra idea genial que varios republicanos han dicho en voz alta, que es prepararse para que, en caso de recuento electoral interminable, el legislativo estatal en lugares donde gobiernan vote por ley escoger electores pro-Trump para que vayan al colegio electoral, sin esperar a saber quién ha ganado en ese estado.
Sorprendentemente, no ha sido alguien de Florida, sino el líder del partido republicano en Pennsylvania. Imaginad.
Sí, es posible que llegue el tres de noviembre, votemos todos, el ganador de las elecciones presidenciales esté muy claro. Es muy posible también que sea Biden y que Trump diga cuatro bobadas pero que entre el partido y cuatro tipos con cara muy seria salidos del Pentágono le digan que ya vale la broma y que es hora de largarse.
Finalmente, recordad este detalle:
Trump puede perder el voto popular por cinco puntos a nivel nacional y por una serie de carambolas tener una mayoría en el colegio electoral a tiro. Si pierde por tres (que es muchísimo - cuatro millones y medio de votos) tiene casi un 50% de posibilidades de ganar las elecciones.
Una invitación al caos
El infierno es un lugar lleno de abogados, de eso no hay duda alguna. Si las cosas se tuercen solo un poco, a finales de año podemos estar con un montón de disputas legales en multitud de estados camino del supremo, un senado lleno de gente que ha perdido su escaño escogiendo a uno de los jueces que va a decidir en última instancia esos casos, protestas en las calles, una pandemia, y un presidente que siente un nulo respeto por las instituciones del país.
La democracia americana es probable que sobreviva. Lo que no sé es con qué aspecto.
Bolas extra:
Según el oráculo de Nate Silver, Biden es más favorito hoy que la semana pasada. Los sondeos no han mejorado para Trump incluso con la vacante en el supremo. Pero queda aún mucha campaña, claro está.
California sigue en llamas.
La renta per cápita de Polonia y Hungría, por cierto, está justo por debajo del umbral de $16.000.
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