Sorpresas que no deberían serlo
Las legislativas americanas acabaron exactamente donde decían los sondeos
Este va a ser un boletín (relativamente) corto, porque estos últimos días han sido una paliza completa y aún sigo muy liado. Aún así, las legislativas merecen un buen análisis, aunque sea preliminar y rápido, tanto por su importancia política como por sus consecuencias a medio y largo plazo.
1. ¿Qué sucedió?
Lo que vimos ayer fue el escenario que, como politólogo con fe en la ciencia, debería haber dado como más creíble: las encuestas eran correctas. No sé si recordaréis que en el artículo anterior, aun confesando mi ignorancia, daba como mucho más probable una buena noche del GOP (40%) o una derrota catastrófica de los demócratas (20%) a que las encuestas acertaran (30%).
Bueno, pues los sondeos acertaron, y además lo hicieron con una precisión encomiable. Los demócratas realmente estaban o muy, muy cerca o empatados con los republicanos a nivel nacional (aún no tenemos datos finales); realmente tenían buenas opciones de mantener el control del senado, e incluso puede que se queden cerca de mantener la cámara de representantes.
Lo inesperado de este escenario es que, primero, los sondeos llevaban tres ciclos electorales enteros fallando espectacularmente (2016, 2018 y 2020), y segundo, esto representa una ruptura con la habitual tunda que se lleva el presidente en las midterms. Casi todo el mundo daba por sentado que si los sondeos daban empate los republicanos iban 2-3 puntos por encima, y todo el mundo creía que los horrores de legislativas pasadas iban a repetirse. Pero no ha sido así, y hemos tenido un mapa político que ha pillado a los comentaristas por sorpresa.
2. Un juego de expectativas
Es importante recalcar la importancia de las expectativas, porque la política americana es a menudo un juego de borregos.
Los medios y comentaristas (como de costumbre, comprando lo que vendía Fox News) llevaban meses hablando sobre crisis interna del partido demócrata antes de las elecciones, sobre cómo nadie estaba contento con la estrategia electoral y cómo la culpa de todos sus males eran los progresistas, que hablan raro y asustan a los niños. CNN, el NYT, WaPo y toda la tropa tenían todas esas historias mentalmente escritas sobre “por qué Biden perdió el control”, la “nueva ola de Trump”, y cómo “los republicanos son la voz del descontento del pueblo”. Hay una especie de sesgo extraño que opera bajo la premisa de que en el GOP son unos genios y que todo es bueno para el partido, y anda que no estaban listos y preparados para aplaudirles con las orejas, escribiendo cómo gente común de un dinner de Ohio odia a los transexuales y echa de menos a Trump.
Pero claro, ese desastre esperado de los demócratas no ha sucedido. Lo que tenemos, en cambio, es un montón de candidatos estrafalarios que recibieron el apoyo entusiasta de Trump estrellándose por todo el país, un montón de demócratas que estaban “en peligro” ganando con una facilidad abrumadora, y un partido republicano a gritos con varias facciones acusándose mutuamente de haberla pifiado.
Lo interesante, por supuesto, es que el GOP ha ganado terreno. Si alguien viera el resultado de las elecciones sin saber nada sobre el contexto político del país, lo que uno ve es que el partido de la oposición está a punto de ganar el control de la cámara de representantes a pesar de que la economía está creciendo y el paro está al 3,7%. Caramba, tiene mérito; conseguir que el presidente sea impopular es difícil. Con muy contadas excepciones, los demócratas no han ganado por sorpresa en sitios donde iban por detrás en los sondeos (Iowa, Ohio, Carolina del Norte) y es incluso posible que pierdan a una senadora que consideraban medio segura (Cortez Masto, en Nevada).
Pero claro, se esperaba una victoria del GOP, un desastre demócrata, y la tradicional guerra civil contra la izquierda, esos villanos, y como no ha sucedido los medios andan completamente obsesionados con el “inesperado fracaso” conservador, predicho por los sondeos durante meses.
3. Republicanos a la gresca
Una batalla interna dentro del GOP era casi inevitable en los próximos años, porque eso es lo que son unas primarias presidenciales. El fracaso (relativo) de estas legislativas ha hecho, sin embargo, que todo el partido esté buscando culpables. Lo nuevo, en este caso, es que hay muchas voces echándole el muerto a Trump.
No les falta razón. Trump se ha pasado la campaña apoyando a lunáticos, pelotas o chiflados en las primarias, con la consecuencia de que el partido ha acabado presentando candidatos espantosos en estados muy competitivos. He hablado de varios de ellos, como Walker en Georgia, Oz en Pensilvania o el fascista de Blake Masters en Arizona. Es muy posible que un candidato republicano “normal” en esos sitios hubiera ganado con facilidad.
Por añadido, el mismo Trump es radioactivo. El ex-presidente sigue acumulando escándalos (incluyendo robar documentos ultra secretos al salir de la Casa Blanca), sigue siendo un cretino que pone de los nervios a medio país, y sigue siendo un jodido fascista que intentó dar un golpe de estado hace dos años. Cada vez que se mete en un cenagal (unas dos veces por semana), el GOP tiene que perder un montón de tiempo o bien defendiéndole o bien escondiéndose para que nadie les pregunte qué opinan sobre la última barbaridad que ha soltado el ex-presidente. Trump siempre ha sido agotador, pero los republicanos le toleraban porque “motivaba a la base” o alguna tontería similar. El pacto con el diablo, hoy mismo, no parece salir a cuenta.
Los trumpistas, con el inefable Tucker Carlson a la cabeza, dicen que la culpa es de los líderes del partido, que han malgastado cientos de millones de dólares en una estrategia electoral chapucera y absurda:
Los demócratas, dice el trumpista en jefe, controlan los medios de comunicación y la “maquinaria electoral”, y el partido no ha hecho nada para contrarrestarlo. La calidad de los candidatos es un hombre de paja; los demócratas han presentando patanes en muchos sitios y han ganado. Trump no es el culpable.
Mi intuición, por cierto, es que Carlson no está del todo equivocado. Es estrictamente cierto que el GOP lleva décadas nominando gente extrañísima en estados competitivos (a ver, presentaron a un pedófilo a senador en Alabama hace nada) sin necesitar la ayuda de Trump. Las bases del partido votan por tarados todo el rato y los líderes son unos patanes incapaces de seleccionar buenos candidatos y reconducir el debate lejos de las ideas de la olla del sector friki del partido.
El problema, claro, es que esos “líderes” del partido le incluyen a él.
4. ¿Hay una alternativa a Trump?
El gran ganador de la noche en el GOP fue Ron DeSantis, gobernador de Florida y candidato “de consenso” de todo aquel que busca una alternativa a Trump estos días. DeSantis fue reelegido 59-40 el martes, y su holgada victoria, sumada a los problemas de Trump con sus nominados, ha amplificado los susurros que será el onvre el 2024.
DeSantis tiene muchas cosas a favor. Es relativamente joven (44), es conservador de veras (algo que gusta a las élites del partido), sabe agitar a las bases con conspiranoias conservadoras, y puede ganar en Florida, un estado que es siempre importante.
Mi sensación, sin embargo, es que DeSantis es menos candidato de lo que parece. Florida hace tiempo que dejó de ser competitivo, merced del espantoso trabajo del partido demócrata intentando atraer el voto latino. Su oponente, Charlie Crist, era un candidato espantoso. DeSantis ha ganado con prácticamente el mismo margen que Marco Rubio, que es la viva imagen de político mediocre y genérico estos días.
Lo más importante, sin embargo, es que DeSantis apenas ha operado fuera de la “burbuja” mediática conservadora, y si le escuchas hablar sin el filtro de Fox News, es realmente un político bastante mediocre. No es malo, ni mucho menos, pero es simplemente competente, y dista mucho de ser carismático.
Tampoco parece seguro, además, que DeSantis tenga el valor para ir a por Trump. El GOP tiene un problema endémico de cobardía; las élites del partido tienen la costumbre de clamar en privado de que alguien dé un paso al frente contra Trump, pero dejar tirado a todo aquel que ose hacerlo.
La ventaja que tiene DeSantis es que los Murdoch parecen estar un poco hartos de Trump, y que quizás sí que le dejen tirado:
Pero claro, eso es lo que dice el NY Post. Fox News, de momento, sigue en plan la TV norcoreana con el expresidente.
5. Consecuencias
Las consecuencias de perder la cámara de representantes por cinco o por cuarenta escaños son básicamente las mismas desde un punto de vista de capacidad legislativa del presidente; los republicanos van a bloquearlo todo y ya está. No necesitan el senado. La cámara alta tiene algo más de importancia porque si el GOP la controla van a paralizar los nombramientos judiciales, pero poco más.
Esto es lo más cómico de todo el asunto: los republicanos van a cumplir con su objetivo de bloquear la agenda del presidente, casi con total seguridad, aunque tengan la sensación de haber perdido.
6. Bolas extra
Jahana Hayes, la congresista demócrata que tenía unas elecciones supercompetitivas en el quinto distrito aquí en Connecticut, acabó ganando por 1.842 votos. Estas son las elecciones en las que llevábamos semanas trabajando, y estoy muy, muy contento de que haya ganado. El margen de victoria, por cierto, es esencialmente el voto que consiguió como candidata de Working Families.
Hay dos estados donde los republicanos sí que han sacado muy buenos resultados: Florida, donde el partido demócrata se ha suicidado, y Nueva York, donde los demócratas pifiaron su gerrymandering de tal manera que han dando un montón de escaños al GOP. No ha ayudado en absoluto, por cierto, que Eric Adams, alcalde de Nueva York, se pase la vida hablando del crimen desbocado en la ciudad a pesar de ser una de las ciudades más seguras del país.
Sobre demografía, sondeos, quién ha votado a quién y cómo hablaremos otro día, igual del montón de elecciones que quedan por discutir. Son 50 estados y hay historias interesantes en casi todas partes.
Enhorabuena por Hayes.
Creo que como insinuas, son buenas noticias para la "normalidad".
Por cierto, dato curioso. En los midterms se han votado muchos referendums, no sólo sobre el aborto. En nevada se ha votado sobre cambiar el sistema de elección a "ranked choice", como en alaska, y por el momento va ganando el si